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Año: 2016

Jazzaldia 2016: Chaparrón de melodías

Nos pillaba el sábado con el chubasquero en el capazo. Fue imposible no coger un paraguas, un impermeable o una bolsa de la compra por si la lluvia nos visitaba con intensidad, como sucedió durante toda la mañana.

Con las bajas borrascas aún azuzando al personal iniciamos el paseo sabatino en la zona del Náutico, en el llamado Nauticool, donde los DJs animan el lugar con sus selecciones musicales. En nuestra visita el jefe se llamaba Mr. Patxi “Crazy Legs”, uno de los mayores responsables de que en nuestra Donostia haya calado – hasta los verbos nos brotan lluviosos hoy- la cultura del swing, un estilo de jazz que se originó en Estados Unidos hacia finales de 1920. Casi un siglo después estas tonadas se siguen bailando por sus acólitos, como bien vimos en este txoko. Ayer se contoneaban unas veinte parejas, con otras tantas personas sacando fotos del momento en la abarrotada terraza con vistas al mar. Una gozada para quienes nos movemos como robots estropeados.

Paseamos por el Boulevard, un recorrido que ni con el cielo cubierto pierde su capacidad de atracción para los visitantes. Buena prueba de ello es la concurrida oficina de turismo. Y las tiendas que vendían resguardos frente a los chaparrones. ¿Sabían que existen unas fundas impermeables llamadas “Festival Feet” que se emplean para ir siempre con los pies secos?

Llegamos a la zona playera, en la que vimos un ejemplo del método empleado por el Jazzaldia para calcular el número de asistentes. Un gran marco-portería rectangular, colocado en las dos entradas a estas terrazas, afina la pericia de los encargados de contabilizar los espectadores.

Una energía casi invisible nos dirigió hacia el show de Grupo Fantasma. Un fantástico conjunto de músicos latinos afincados en Austin (Texas), en la que destacaba una percusión mandona, reinante, ejecutada por hasta tres músicos a la vez. Y unos sopladores que dotaban de vida al conjunto. Su mezcla de sones latinos y fronterizos gustó a la creciente asistencia. Los “Fantasmas” repiten cita hoy, esta vez en el importante Escenario Principal de la playa. Un buen momento para volver a practicar aquellos bailes latinos que aprendíeron ustedes allá por los años 90.

Interesante a rabiar la propuesta de Igelaren Banda. No solo por sus integrantes, claro, aunque también dan lustre: Bixente Martinez estuvo en Oskorri, Amaiur Karajabile se foguea con Benito Lertxundi. Y la tercera pata, el baterista Oleaga, poca presentación necesita en este certamen. Juntos se apoyan en nuestra música tradicional para idear versiones instrumentales con ricos añadidos. Porque para eso están las tradiciones. Para moldearlas, voltearlas, reconstruirlas y darles otra vida. La receta funciona. El de estas “ranas” un buen modelo en eso de las renovaciones sonoras locales.

Jazzaldia 2016: Aires de fiesta continua

El norteamericano Riley Walker fue el contrapunto folk a una tarde de clásicos de jazz y muchos juegos vocales

Ojalá todas las resacas festivaleras fueran como la que dejó el pelotazo inaugural del Jazzaldia. Un magnífico compendio entre ganchos populares y actuaciones estratosféricas. Supongo que no se le puede pedir más a la zona gratuita de un festival urbano. Que consiga ser un imán popular, como sucedió en el caso de Gloria Gaynor, con miles de personas batiendo la arena playera. Y que logre ofrecer momentazos como los que nos regalaron Dave Douglas y Marc Ribot con sus respectivas bandas. Estas últimas citas, tampoco se crean ustedes, bien abarrotadas de público amable, atento y ojiplático.

Pero no es nuestro certamen un tren que mire mucho al pasado cercano. Melancolías las justas. Máxime cuando la locomotora no para y en sus vagones tiene ofertas puristas, abiertas, bailarinas y mimosas. Y si además los que lo tocan son locales en estudios o nacimientos, pues la alegría aumenta. Porque la calidad de un gran cartel no solo la dan los nombres centelleantes. En la suma final también deben destacar, como es el caso, las agrupaciones con el nombre más pequeñito en el afiche.

Ayer tocaba pasearse por la cantera local a primera hora de la tarde. Un camino que inauguramos en la Terraza Heineken con Les Fous, cuarteto marchoso con pie y medio en lo vocal que fusiona soul, el pop más cercano al baladismo y el R&B. Con apoyo ocasional de un teclado o una percusión, tampoco pareció hacerles falta más cachivaches para lograr los aplausos de los presentes. Lo suyo es la diversión y acercarse a terrenos más teatreros.

Cerca de ellos, en el Escenario Frigo, el Luismi Segurado Trío formado en Musikene desplegaba las composiciones del salmantino Segurado bajo la formación de ataque de piano, bajo y batería. Podrían atacar clásicos, pero se les notaba más nervio, más elegancia, otro punto más vivo e ingenioso. Aunque no se les puede negar implicación. El cantante admitió que su perro se llamaba Thelonious, por el famoso Monk. Luego que si los frikis son los de Star Wars y la serie televisiva Big Bang Theory. Ya.

En el tablado Coca Cola Kassandra Charalampi ponía voz a las composiciones de los Landiblé Sextet. Estos “musikenos” atacaban con acierto los estándares de jazz, dejando espacio para temas netamente originales. Su propuesta,apoyada sobre los clásicos más relajados, pedía un sitio más recogido y coqueto. Habrá que buscarlo en su agenda de conciertos.

Y complementaria a los grandes espacios festivaleros, pequeñita y matona, la mini carpa FNAC sigue este año dispuesta a dar guerra. Situada a la entrada de esta explanada, tuvo un buen estreno el jueves con la actuación del dúo Paddam, quienes ofrecieron un repaso afectuoso y cercano de la “chanson” francesa. Y el viernes se doctoró con la actuación de Nothing Box, uno de los grupos más punteros de nuestra capital costera.

Les intuíamos poperos, unos Artic Monkeys locales, con ese nervio que mostraron en su primer trabajo. Pero su concierto de ayer tuvo bastante más mala leche. El pequeño tapón que se hizo en la zona de paso general puede indicar que pronto les veremos en los escenarios oficiales de toldo patrocinado. Por cierto, ¿sabían que el nombre de este grupo viene de esa idea que afirma que los hombres cuentan con una caja mental especial, un espacio que usan cuando no quieren pensar en nada?

Su actuación fue un entrante perfecto para el primer concierto grande de la playa, el del norteamericano Riley Walker. Ya pudimos disfrutarle en la ciudad un martes cualquiera de hace ahora un año, acústica en ristre, en el hiperactivo Dabadaba. Tocaba la hora de la confirmación a banda completa, con un contrabajista y un batería. Sin temor, que hubo un año en el que Kings Of Convenience, con solo dos voces y una guitarra, se bastaron y se sobraron para ofrecer un momento memorable.

El de Chicago ha publicado la friolera de cuatro discos este año, algunos compartidos y muchos de ellos casi improvisados, lo cual confirma su espíritu jazzero y experimental. Aspecto remarcado en vivo, con esa suerte de avisos sonoros que mandaba a sus socios durante las canciones. Sus raíces se colocan en otros tiempos y acordes, los de su país natal y aquel folk británico de cuerdas arpegiadas. Un estilo añejo y bien bello que, acompañado de ramalazos sicodélicos y mucho libertinaje, predominó en su gran cita donostiarra, a la que acudió con ganas de “fiesta”, como bien se encargó de comentar en cuanto tuvo ocasión. Con su pericia melódica flotando en el ambiente viajaron estas letras hasta la imprenta…

Jazzaldia 2016: Riesgos y estándares

Me encantan los arranques festivaleros. Son algo parecido a oler a napalm por la mañana. O el nerviosismo del minuto anterior al chupinazo sanferminero. Nervios que me espabilan. ¿Sobreviviremos, como canta la Gaynor, al trasnoche festivo y madrugón laboral?¿Lloverá?¿Qué solista o banda no solo confirmará lo esperado sino que lo superará con creces? Suena el pistoletazo. Comenzamos.

Nuestro paseo playero con el “outfit” festivalero koxkero (chancletas y paraguas) tuvo una parada previa en otras terrazas, las de la Plaza de la Constitución, espacio que se estrena este año en las programaciones. Allá, en el hueco que dejan los miradores de los bares turísticos, había una pelea en toda regla. “Organ Summit -The Battle of the B-3s”. Batería, guitarra y dos “hammonds” en la antigua plaza de toros, peleando por ver quién hacía el mejor paseillo – por las teclas-, el mejor colchón sonoro de ese órgano tan clásico, tan maravilloso, tan cálido. La inauguración fue muy concurrida. Hasta pudo verse gente local y joven por los asientos. Si pasan por la zona no pierdan detalle del divertido photocall promocional.

La arraigada cultura del picoteo nos hizo abandonar antes de lo deseado el lugar, a fin de disfrutar del arranque de los escenarios de Zurriola. Un trompetista callejero situado en el puente del Kursaal nos dio la bienvenida a la zona. Era una señal. Debíamos empezar marchosos, con la cita más intensa, la de Dave Douglas y sus High Risk. Fue un acierto. Si fueran grano molido el señor Douglas y sus compinches serían un café “solo para muy cafeteros”, como decía aquel anuncio. Menudo volatinero el señor Douglas, avanzado y arriesgado en sus carpados trompetistas, purista en sus impurezas. Un artista, coñe.

Empezaron maravillosos y electrónicos, modernos a rabiar, para ir ganando temple y empaque y finalizar con una maravillosa composición dedicada al amor, la concordia y la paz, que nos debe hacer bastante falta (a tenor de los aplausos escuchados al presentar la pieza el autor en un muy buen castellano). A nuestra vera una chica francesa atendía concentrada, cerrando a veces los ojos. Juliette Martín, que así se llamaba la joven de San Juan de Luz, nos contó que la de ayer era una fecha marcada en su calendario. “Mañana trabajo, pero esta es una de las actuaciones que más ganas tenía de ver en el festival del este año”. Le picamos para que nos soltara más pistas de su viaje musiquero. “Me gustan mucho Paúl San Martín y Marc Ribot”. Gustos variados, el ADN del espacio gratuito.

Relajamos la exaltación de Douglas para adentrarnos en la boîte a cielo abierto que fue la actuación de la caribeña Tricia Evy en el encajonado escenario Coca Cola. La dama y sus compañeros mostraron más swing que el líder del Tour subiendo un puerto de alta montaña. En compañía de un efectivo trío catalán y abrigando con esos tonos suaves los estandares – la cantora no puede ni quiere disimular sus amores por Ella Fitzgerald, Billie Holiday o Stan Getz -, sus canciones sirvieron de imán para esos ojeadores que pueblan las cercanas calles y avenidas, dejando pequeña la zona dedicada a los espectadores. Otro día abordaremos la gran duda: ¿Los asientos se llenan porque hay conciertos o los conciertos se llenan porque hay asientos?. Antes de que esto parezca lo de los vecinos y el alcalde, informarles que el cuarteto repite cita en la zona gratuita el sábado, a eso de las 22,30.

En la Terraza Heineken, situada en la explanada más alta de la zona, los Elephant9 rugían bravos a nuestra llegada. Bien setenteros en look y sonido, su rabieta melódica contaba con la sonrisa pícara del invitado especial, Terje Rypdal, un maestro en eso de sacarle chispas sonoras a una guitarra Fender Stratocaster. Pronto se unió a la fiesta, dotando al conjunto de un enfoque más oscuro y complejo.

Fuera de nuestro foco quedaron, por cuestiones de horario, las diversiones del turno de noche. El programa presentaba una calidad superior con Marc Ribot & The Young Philadelphians, el traquetreo blues de John Nemeth & The Blue Dreamers, la finura internacional de Paul San Martín & Romain Gratalon y la clase de finura del trio Cyrus Chestnut, Buster Williams y Lenny White. Todo ello, por supuesto, tras la gran cita del jueves, la de Gloria Gaynoir y sus chicos (y chicas) del coro donostiarra Easo – Araoz. De ese momento especial del Jazzaldia le damos cuenta en otro espacio de esta sección.

Jazzaldia 2016: Grupos y solistas de lujo para la Jazz Band Ball inaugural

«Es que yo no entiendo estos estilos», «Pero si no tocan canciones conocidas», «Si no se puede corear no es mi música», «La gente aplaude antes de acabar la canción y me agobia no saber cuándo hacerlo». Frases que se escuchan en tabernas y paseos cuando hablamos del jazz, ese estilo que vuelve a ocupar un espacio relevante en la parranda inicial del Jazzaldia, la conocida como Jazz Band Ball. Pero no teman. Desde este espacio intentaremos traducirles o acercarles las virtudes de algunos de los ejecutantes cobijados bajo este paraguas inaugural.

Poca enseñanza necesita Gloria Gaynor, la dama de la música disco (jóvenes, es ese estilo bailarín con tonos poco chirriantes que no tiene el bombo al volumen 11) cuyas actuales fotos de promoción bien podrían usarse para anuncios de champús. Ella será la encargada de agitar la arena esta noche.

Una propuesta ideal para el baile a lo suelto de ‘viejóvenes’ y mayores, quienes disfrutarán con las canciones propias y versiones (la Gaynor se ha merendado temas de Jackson 5, Barry White, Donna Summer o The Police con festiva alegría) de esta gran cantante que mantiene el tirón más allá del archiconocido ‘I Will Survive’ (esto nos evitamos traducírselo, porque nos da como resultado un título de Mónica Naranjo). Y se anuncia la colaboración del coro local Easo-Araoz, 16 personas que abandonan sus ‘taberneras’, ‘revoltosas’ y ‘bribonas’ habituales para acicalar las últimas canciones del evento.

Y qué decir de Marc Ribot y sus Young Philadelphians (traducible por «menudo lujo, y sin pagar una entrada para verles»), quienes hace poco maravillaron bajo techo en el cercano Auditorio Kursaal. El proyecto más ‘negroide’ de Ribot (homenajea a su manera el sonido de Isaac Hayes y allegados) es una gozada para los sentidos.

Esperemos que la concordia que nuestro ayuntamiento capitalino propone en su última campaña promocional se muestre en este bolo, con fans, paseantes, charlantes y ‘empujacoches’ de niños unidos en libre y feliz armonía para disfrutar de los soberbios tonos de esta banda. Que nos conocemos…

En la rama de «no sé si me lo pondría en casa pero hoy me ha entrado de maravilla» nos topamos con los equilibrios del idolatrado guitarrista Terje Rypdal -autores del nivel de Jeff Beck, Andy Summers o Nels Cline le colocan en su lista de favoritos-. El noruego viene con otros conciudadanos, Elephant 9, para mezclar la etiqueta del día con la música clásica, el ‘world music’ y las enseñanzas de Miles Davis.

Con cierto toque más clásico se presenta el trío de estrellas Cyrus Chestnut (piano), Buster Williams (bajo) y Lenny White (batería). Todos juntos suman un currículo inigualable, pero no les aburriremos con nombres y distinciones. Tan solo diremos que su gusto es sublime y sus creaciones atrapan hasta al más rockero.

Unos logros que tampoco le faltan al fantástico trompetista Dave Douglas y sus High Risk (literalmente, ‘Alto riesgo’. Estos no engañan con su nombre), quienes juguetean con la electrónica sin que el resultado sea demasiado contemporáneo («arriesgado, marciano para los oídos menos entrenados»). Tampoco pongan esa cara de susto, que Douglas viene más por la ciudad que ‘gure’ Bruce Springsteen y sus fechorías cuentan ya con un buen número de seguidores locales.
Los amantes del blues podrán disfrutar de los paseos armónicos de John Nemeth

Los amantes del blues que no hayan tenido suficiente con el reciente festival de Hondarribia (frase retórica, nunca tienen suficiente) podrán disfrutar de los paseos armónicos del galardonado como mejor artista en los Blues Music Awards 2014, Mr. John Nemeth. Y como estrella local, el siempre enérgico Paul San Martin, quien retorna al festival en compañía del baterista Romain Gratalon.

Hay más cosas para picotear y deleitarse. O simplemente otear un rato y seguir el camino de baldosas cerveceras. Hasta pueden salir a cazar pokemones y dejarse llevar por esos sonidos que les rodean. Mas no vamos a darles todo masticadito. Que tampoco somos todos estudiantes de Musikene, demonios. Lo único que deben tener presente es el verbo ‘disfrutar’. Y el atento lector cuenta en esta jornada inicial con muchas actuaciones a coste cero para su bolsillo en los que poder encontrar la música que en ese momento le pide el cuerpo.

Neuman: Emociones desnudas

Regresaba a la ciudad el proyecto “live the roof”, una campaña en la que músicos de estilos diversos y popularidad más o menos constrastada se pasean por espacios frescos (terrazas de hoteles, azoteas y similares) de urbes como Madrid, Sevilla, Barcelona o “gure” Donostia. Como aquí aún no le han sacado jugo comercial a la Torre de Atocha en ese sentido, la cita se siguió realizando en la Terraza de la discoteca Bataplán. Uno de esos lugares urbanitas que permiten trasladar la mente de los asistentes a los anuncios veraniegos de calas y fiestas.

El arranque de esta gira que nos traerá a Iván Ferreiro, El Kanka o Annie B Sweet llegó con la cita de Paco Román, el compositor de la banda Neuman, que dejó al resto de la banda en casa y se plantó en formato acústico, con la compañía ocasional de un bombo y una pandereta, a “presentar las canciones tal y como se crearon en casa, con la acústica”. Y fue una gozada. Algunos hasta prefirieron ese modelo a sus composiciones discográficas repletas de capas de guitarras eléctricas.

Aunque para emoción, la interpretación de “Contigo”, la única de las canciones que el pasado sábado sonaron en castellano. Muy pocas veces se ve desde tan cerca a un autor conmoverse hasta la lágrima y la mucosidad espontánea sin que ello parezca parte del show. La titubeante voz en la canción inmediatamente posterior demostró a los dubitativos que aquello era una doliente pena personal musicada.

El resto de la hora de concierto nos acercó las versiones más sencillas de esas canciones que a veces muestran la tensión de The National (la aplaudida “Tell You”, por ejemplo) , el nervio de Neil Young, la belleza armónica de bandas como The Posies (“Bye Fear /Hi Love” sonaría bien hasta tocada con una gaita) y formas que nos desentonarían en la revisiones actuales del folk inglés clásico (“If”).

La buena marcha del puesto de venta de discos y resto de merchandising demostró que la música, el lugar y el autor consiguieron adentrarse en lo más hondo de los presentes (no, el bolsillo no, el corazón) con este concierto en apariencia sencillo pero muy emocionante. La próxima cita con Neuman, ya a banda completa y nada susurrante, será en el Kutxa Kultur de Igeldo (Donostia) de septiembre.

Music box: ¡A por la décima!

Conciertos, talleres infantiles y exposiciones de fotos en la nueva etapa del festival Music Box

Devendra Banhart agotó las entradas en 2 minutos, Corizonas tocaron encima de una fuente como nuevo escenario y generó un interesante debate tras aquel montaje realizado por la Escuela de Arquitectura. No olvido a un Bill Ryder Jones excelso en la Iglesia de Zorroaga, Delorean en el Astillero revisitando a Mikel Laboa o Tindersticks ofreciendo uno de los conciertos del año…” Sergio Cruzado, al cargo de la promotora musical Ginmusica, repasa las paradas ya celebradas del Music Box, un programa realizado al abrigo de la capitalidad cultural donostiarra “Donostia 2016” y que busca ofrecer conciertos especiales en sitios poco habituales.

Se le ve satisfecho con la décima cita del Music Box, a celebrarse este fin de semana en el Parque Viveros de Ulia (Donostia). “Un enclave maravilloso, reformado por los vecinos de Uliako Lore-Baratzak con campas e invernaderos que van a servir para acoger un domingo festivo en el que la música, los talleres para niños y las exposiciones nos ayudarán a descubrir el espacio y las obras de los nuevos creadores”. Un plan tan atractivo que hasta puede servir a los analistas electorales como excusa del batacazo de su partido político.

La cita cuenta con un marcado carácter familiar. “La idea europea de festivales diurnos en espacios urbanos, reuniones sostenibles y con público transversal, es el ADN de muchas de nuestras propuestas”. Remarcando la sostenibilidad, recomiendan ir andando o en bus. Frente a los viveros paran líneas de Donostia, Rentería, Hondarribia, Irun o Pasaia.

El programa sonoro, vivo como nuestra capital, ha ido sufriendo cambios y mejoras. El primer susto vino con la caída del grupo principal. Los raperos The Coup suspendieron toda su gira europea, siendo sustituidos por los británicos “Ten Fé”. Un dúo electrónico que a veces te suena a Erasure y otras veces a los colchones sobre los que Sean Nicholas Savage realiza sus enjutas melodías. Cuentan con una remezcla de su tema “Make me better” a cargo del insigne U.N.K.L.E., lo cual le da lustre y brillo a su discografía, repleta de canciones que caminan entre el baile optimista y el romanticismo melancólico.

Presentados los foráneos, pasemos a la cantera local. En el vivero de Ulía se expondrá “el buen momento creativo que vive la música en Donostia”. Desde la doce de la mañana pasaran por los prados de Ategorrieta formaciones como Ventura (pop 90´s), Urko Menaia (cantor de corte vasco, ahora con banda) Sasha (proyecto del antiguo cantante de Basic) o Nothing Box (promesa local de prometedor futuro).

John Berkhout: Ambición pausada

En el mundo musical es bien conocido el “síndrome del segundo disco”, ese momento en el que las bandas que han subido como la espuma con sus primeras canciones deben confirmar los buenos presagios. Y quién sabe si por la presión, los egos, la pérdida de ingenuidad inicial o las tensiones internas, los grupos suelen tropezar en este segundo peldaño. A veces por hacer lo mismo. A veces por cambiar mucho. Ya ven, toda una regla exacta.

Los guipuzcoanos John Berkhout llegaban al Victoria Eugenia sobre ese hilo equilibrista para presentar su segunda muesca, “Bloo Mind”. Un disco que ha elevado el minutaje, la complejidad y sus ganas de trascender. Con un juego de luces impactante y una pantalla repleta de sugerencias (un montaje que que nos recordó a las giras de Radiohead), los de Oiartzun arrancaron con el excelente “Izarretatik hona” para ir desgranando poco a poco los diversos pasajes de su nuevo CD. Collages sonoros con aires de “New Romantics”, guiños sinfónicos, porciones funk y gotas de esa sicodelia que defienden bandas como Tame Impala y los Flaming Lips. Todo ello ejecutado de manerapausada.

Un concierto que fue de menos a más y que recuperó precisión con las canciones de su debut, más concisas y con una llegada al espectador más inmediata. Todo ello en un teatro afín que se mostró encantado con todos los pasajes. No seré yo quien diga si este disco es peor o mejor que el primero.Pero sí que la distancia entre ambos trabajos es tremenda.

Remarcable la labor de teloneo del donostiarra Pet Fennec. Autor de fabulosa voz que mató su nerviosismo con comentarios costumbristas y divertidos. Habrá que ver si su nuevo disco, a editarse en algún momento de este 2016, toma las vías power-pop que le conocíamos o se adentra en el soul de pocos rasgados que defendió el pasado viernes.

Jupiter Jon: Pop extraterrestre.

Intérpretes: Bihotx, DJ Beirut, Jupier Jon, Kokoshca. Lugar: Casa de Cultura de Intxaurrondo (Donostia). Día: 27 de mayo. Asistentes: unas 100 personas.

Dios los cría…y Donostia los programa. Algunas de las más interesantes esquinas del pop independiente se dieron cita el pasado viernes en una cita que unió lo tradicional y lo moderno. Como mejor ejemplo, el primero de los combos de aquella noche, las txalapartaris “Bihotx”. Un dúo que tras interpretar sobre el formato habitual de los tablones no dudó en golpear sus palos sobre un bidón de plástico o emular a Tito Puente en un pregrabado salsero.

DJ Beirut amenizó con gusto los espacios entre actuaciones. De su maleta salieron temas de Fela Kuti, Orchestre Baobab, The Raincoats o Mulatu Astatke, en una selección obtenida en las tiendas de discos más recónditas. Un lugar que, al paso que vamos, acabará limitándose a las pujas de Ebay o los pagos inflados de Discogs, dos relevantes webs a la hora de conseguir antiguallas musicales.

Y ligeramente apartados, en este caso de los aplausos masivos, se encuentran los sonidos de los irundarras Jupiter Jon. Es una pena, porque es uno de nuestros mejores grupos. Sus letras son ingeniosas y su ejecución es impecable: Unen el nerviosismo del post-punk con otros juegos más jamaicanos o rockabillies. Tras alucinar con la excitación guitarrera de Baxi Ubeda y el trabajo a las baquetas de la también cantante Aida Torres, el fin de su fiesta de estos “extraterrestres” incluyó la interpretación de “Satanak” con algunos miembros de Kokoshca, la banda que cerraba el cartel.

Estos navarros ofrecieron un concierto que fue de menos a más. El camino inverso al de la voz de su cantor masculino, cuya ronquera fue ganando notoriedad con el paso de los minutos. Puede que no fuera su mejor noche, pero hubo muchas cosas buenas en la visita “kokoshca”: Temas antiguos como “La Fuerza” o “Mi chica preferida” han encontrado buena compañía en “Corazón caliente”, la última de sus canciones extraordinarias. Si a esto le añadimos otros estrenos de corte experimental y la vitalidad habitual, la suma total nos sigue ofreciendo un conjunto excitante que tan pronto chapotea en el barro como entrega estribillos de gran belleza.