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Año: 2016

Diego Vasallo: Elegancia fronteriza


Intérpretes: Diego Vasallo (guitarra, voz) Pablo Fernández (piano, guitarra y ukelele), Goyo Chiquito (contrabajo), Toño López (batería) y Fernando Macaya (guitarra). Lugar: Sala Club del Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 20 de noviembre. Asistencia: lleno, unas 150 personas

Acababa ayer la semana de presentaciones donostiarras de Diego Vasallo, quien pocas introducciones necesita a estas alturas del cuento. Si el jueves acercaba al respetable en la Librería Garoa “Baladas para un autorretrato”, un compendio de sus tres áreas de creación (poemas, pinturas y baladas) que acaban con cinco años de silencio editorial, el domingo hacía lo propio con la versión musical de su creatividad. Porque esas canciones, esas melodías de tonos caídos y expresividades apagadas viajan junto con el libro en un conjunto casi inseparable. Decimos “casi” porque en el stand de venta vimos copias del “disco” en cassette.

Con el habitual traje negro, Vasallo ofreció hora y media larga de canciones que, según sus propias palabras, evocan “un viaje por los alrededores de mis días, una mirada a mis patios traseros, hacia las regiones boscosas de las cavidades de la conciencia y la memoria, de los afectos y los olvidos”. Entre los asistentes se vio a buena parte de la cuadrilla Duncan Dhu y muchos creadores contemporáneos del protagonista del día. Corredores, como él, de las zonas más oscuras de la creatividad local.

El autor se presentó con una banda que tiraba hacia el rockabilly en las hechuras. Nada extraño, estando Fernando “Del Tonos” Macaya como lugarteniente guitarrero y coproductor de las últimas canciones. Pero más allá de esas patillas sonoras y los trasteos por el contrabajo, la banda supo acoplarse a la idiosincrasia del cantante escorándose hacia el fango apesadumbrado, el blues y hasta el pop cuando las partituras y el habitual tono vocal roto y apesadumbrado así lo solicitaron. En el lado luminoso destacaremos el ukelele, que le dio cierta alegría a las composiciones sombrías y acompañaba mejor que bien en los momentos más acústicos (la bella ”Prometedores naufragios”)

Así, tras un inicio grabado que bien podía ser obra de Edith Piaf, la banda comenzó con calma sobre “Se me olvida”, una balada rota y mínima que sirvió para ir ganando nervio en ese barro en el que el autor se desenvuelve de maravilla, a ratos pegado a la frontera (“la vida te lleva por caminos raros”, “La vida mata”, la contagiosa “Que todo se pare”) y otras más unido al blues (“Ver para no creer”) o lo latino.

No olvida Vasallo su querencia pop, ahora menos visible pero siempre latente. Quedan como ejemplos de esta categoría la más que atractiva “Mapas en el hielo” y “Donde cruza la frontera”. Mas quiso la mala fortuna que el “Leonard Cohen en un viejo hotel de Gran Vía 42” de la excelente “Canciones que no hablan de amor” sonara ahora más triste aún, con la muerte del canadiense aún demasiado cercana.

Despedidos entre aplausos tras 75 minutos, la banda volvió para ofrecer un bis en el que se incluyeron la evocadora “Perlas falsas” y un cierre con la siempre sorprendente versión castellanizada del “Please, please, please let me get what i want” de The Smiths.

LOS BRACCO: «Sin conexión»

“Es una pena que en disco no consigan la fuerza y la frescura que transmiten sobre los escenarios” es una de las frases lapidarias más escuchadas entre los álbumes de los autores noveles – y no tan noveles-. Y así nos pasamos media vida, intentando fusionar ambos mundos, el de la insolencia del garaje y el de la pulcritud de los estudios de grabación.

El sexteto donostiarra Los Bracco parece haber conseguido esa mezcla perfecta en su nueva obra. El CD “Sin conexión” los muestra perfectamente conectados a sus múltiples influencias y frescos cual pan de molde mañanero. Esto último no nos debe sonar extraño. Son el grupo más canalla y trasnochado(r) de nuestro panorama. Y ahora encima hacen discos formidables. “Le hemos dedicado más tiempo y esfuerzo que a nuestro anterior trabajo ‘Bendita esquizofrenia’. Eso se refleja en el resultado”, nos cuenta su cantante Pablo Fernandez. ”Ten en cuenta que el disco se empezó a grabar en agosto del año pasado entre Mecca y Muir Estudio, hemos tenido mucho tiempo para mejorarlo”.

Así que aquello de hacer las canciones en 5 minutos era una trola promocional. “En parte es cierto. Nuestro guitarrista tiene mucha facilidad para hacer canciones en estado resacoso (risas). Luego en el ensayo cada uno aporta sus gustos. A uno le encanta el hard rock, a otro el sonido británico o el flamenco, los hay muy fans de Beatles o Rolling Stones… Puedes ponerle la etiqueta de ‘Rock paranoico’ sin problemas”. En palabras más mundanas el resultado vendría a ser una suerte de rock de tasca por su atrevimiento y descaro, con influencias norteamericanas de los 60-70’s del siglo pasado.

En “Sin conexión” (“el título encaja muy bien con un ‘estado de las cosas’ particular además de ser representativo de nuestro estilo ecléctico”) hay muchas y muy variadas perlas. Por ejemplo, la que da título a este álbum que se distribuirá a la antigua usanza (Bar Iparra, Bar Kaiola, Bar Alboka o en la librería Garoa, todos ellos en la capital guipuzcoana). Un tema que retrata el ADN de esta banda, con calmas bien orquestadas y momentos más épicos, ambientaciones nocturnas y un estribillo arrebatador. Como casi todos los que hacen.

En el Top se pueden colocar también “El último tren” o “Ángeles sin alas”, con esa letra “triste y sombría, de tendencias suicidas, acorde con los tiempos que vivimos. Si bien el tono contrasta con la música que le acompaña, festiva a ritmo de country y rock & roll. En general nuestras líricas son ambiguas o explícitas, según toque. No viene mal un punto de descaro y agresividad en esta ciudad tan pija y ‘buen rollista‘”.

La gira de conciertos de presentación empieza con el estreno mañana sábado en la Sala Kutxa Kultur Kluba situada en Tabakalera (San Sebastián), para más tarde pasearse por Rentería o Madrid. La cita es la las 20:00 horas, con entrada gratuíta.

Elena Setién: ¡Qué delicia!

Interpretes: Elena Setién (piano, voz), Mikel Azpiroz (teclados), Karlos Aranzegi (batería). Lugar: Sala Club del Victoria Eugenia (Donostia). Día: 16 de noviembre. Asistencia: lleno, unas 200 personas.

Perdonen los posibles excesos de esta crónica de urgencia, pero el concierto de ayer de Elena Setien fue uno de los más especiales que ha pisado nuestra ciudad este año. La creadora retornaba a su tierra después de 20 años por Copenhague tras alcanzar la fama con su grupo anterior (Little Red Suitcase) y ser nominada en cuatro ocasiones a los Grammys daneses.

Bajo el brazo traía “Dreaming of earthly things”, su sexto trabajo como cantautora y cantante. Grabado bajo la batuta de Mikel Azpiroz – tanto él como el batería Aranzegi estuvieron sublimes en la contención que pedía la noche-, el álbum recopila algunas ensoñaciones que la autora ha añadido a las historias que ha vivido en esta etapa foránea.

Sencilla y franca en sus comentarios y con una voz muy rica en registros, la creadora se apoyó a ratos en lo circense y lo juguetón. Otras picoteó en el jazz. Tiró del pop entre las sombras. Y tuvo la poca vergüenza de presentar “Forget you” como un blues siendo él un tema de pulsaciones mínimas, una oscuridad penetrante y ciertas raíces indias. Guiño norteamericano que repitió en “A foreign like me” y que explotó en la cinematográfica y fronteriza “Old Jamie”, un tema digno de Lee Hazlewood y Nancy Sinatra.

Elena Setién tiene la tensión – contenida- de PJ Harvey, el jolgorio de Divine Comedy (“Back where you started”), la versatilidad negra de Alicia Keys y la franqueza de Daniel Johnston. Todo ello basado en una base académica irreprochable. El resultado es libre y refrescante, repleto de sensibilidad. Pocas veces hemos salido de un concierto con esa mezcla de paz interior y felicidad. Porque más allá de los estilos estancos y la eterna y aburrida división entre lo masculino y lo femenino, autoras como Elena Setién solo conocen un género: el de la excelente creatividad.

Allah-Las: Empate ácido

Intérpretes: Javier Sun, Allah-Las. Lugar: Casa de Cultura de Intxaurrondo (Donostia). Día: 15 de noviembre. Asistencia: unas 300 personas.

La gente tiene ingenio para exportar. Hay un habitual de los eventos musiqueros que a veces compara los conciertos con partidos de futbol. Así, si la cita ha sido gloriosa el muchacho lo define como “gran victoria en casa”. Siguiendo esa forma tan habitual en otras páginas de este diario, la visita de los Allah-Las a Donostia se saldó con un empate, presentando rachas de buen juego y cierta monotonía a mitad de partido.

La sala respondió como en sus mejores días. Hasta el propio Miles Michaud, cantante principal de estos norteamericanos, se alegró al ver el garito tan lleno un martes. Post adolescentes locales, colegas del otro lado de la A8 y angloparlantes con residencia temporal en la zona se acercaron a disfrutar de la suave sicodélia de este quinteto de Los Ángeles. Banda que parece haberse ensimismado con los cortes lentos de los discos que se ponían mientras curraban en la histórica Amoeba Records, lugar de nacimiento de la formación.

Hubo tiempo para bellezas pasadas y presentes (“Tell me”, “200 south la brea”, “Famous phone figure”, la belleza velvetiana “Could be you” o ese “Catamaran” que era puro Troggs), pero su travesía del desierto – sin apenas variaciones en el tempo de las canciones- nos ofreció excusas para mutarles en “a-lolos” y dirigir nuestra mente hacia otras abstracciones. La gente, que hasta copiaba el look “normcore” de los actuantes (el gorro rojo a lo “Life Aquatic” del bajista tuvo media docena de clones entre el respetable) salió encantada del concierto, dando buena cuenta de la tienda de recuerdos.

Más brío que todos estos californianos juntos mostró el donostiarra Javier Sun abriendo la noche en el concierto 301 de su carrera (ahí es nada). Clásicos dylanianos y guiños a los Jam o los Who de este eterno “mod” que lo bordó con la sola compañía de su Rickembacker.

Mikel Urdangarin: Abarrotado divertimento

Intérpretes: Mikel Urdangarin (guitarra, voz) y su banda. Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 22 octubre. Asistentes: lleno, unas 300 personas.

Nueva visita a Donostia de “Izar & Star”, propuesta bilbaína que ofrece a grupos cercanos re-interpretar un destacado disco o la obra de un artista a modo de recreo personal. En este caso Mikel Urdangarin se disfrazó de Leonard Cohen en lo que puede haber sido el primer llenazo de este sitio “cuqui” de sonido fantástico que es la sala Kutxa Kultur Kluba.

Claro que los regalos a veces vienen envenenados, y los habituales de Urdangarin echaron de menos los asientos o un espacio más amplio. Pero el apretón se entiende en el concepto de “kutixi” o “concierto especial” de este tipo de citas. Es comprensible que lo uno (la particularidad) cubra lo otro (la comodidad). Más pena dio que el de Amorebieta no hubiera traducido al euskera los cantos del canadiense. Pero eso más que un divertimento “Izar & Star” sería un proyecto en toda regla.

En lo estrictamente escénico, Urdangarin vino flanqueado por un sombrero borsalino y un trío acústico que comenzó con melodías propias (“Katu baltzak”, “Hauskor”, “Etor zaitez hona”) para después atacar el cancionero de Cohen.

Sus aciertos fueron mayores en el fondo sonoro que en el tono, dado que nadie canta como susurra Leonard Cohen. Mikel intentó con su inglés más que comprensible hacer suyas “Famous Blue Raincoat”, “Suzanne”, “Come healing”, “Nightingale”, “If it be your will”, “Who by fire“ y “Show me the place”. Tropezando donde caeríamos todos, en la revisión de “Hallelujah” y “So Long, Marianne”. Canciones tan eternas que es realmente complicado aportar nada nuevo a ellas más allá de la recreación. Huelga decir que fueron de las más aplaudidas.

La tarde acabó con dos bises en los que el vizcaíno recuperó la confianza al atacar creaciones propias tan emocionantes como “Badira hiru aste”. Temas que bien podrían recuperarse en otro “Izar & Star” vasco dado su calado y calidad.

Lee Fields & The Expressions Un estupendo banquete

Si se aburren un domingo pongan un concierto soul en su vida. Una máxima seguida por algunos que debería ser norma, ley y decreto de obligado cumplimiento para todos. Al menos si el zapatazo vivaracho viene de Lee Fields y su banda de acompañamiento, los sensacionales The Expressions.Seis lugartenientes de piel caucásica que ya han puestos sus trastes y soplidos en las formaciones de Amy Winehouse, Sharon Jones y Antibalas Afrobeat Orquestra entre otros. Ahora de gira por la península, Fields y sus expresivos amiguetes pisaban la “sala de banquetes” – así rezaba el letrero- del Kursaal tras estrenarse en Madrid y antes de seguir ruta por Zaragoza y Barcelona.

Al frente de todos ellos Lee Fields. Hombre que ha aprendido las maneras de su maestro, el eternoJames Brown: Largos Interludios antes de entrar en escena, contantes interacciones con el público,muy agradecido ante la respuesta de los presentes… La gente picó el anzuelo y respondió con entusiasmo a la solicitud de aplausos y vítores. La música esta vez justificó las palmas, porque el concierto fue bien elegante.

Bien es cierto que, sin desmerecer gritos y giros a lo Bisbal, Lee Fields ya se mueve mejor por los caminos más desahogados del soul. Esos tonos que conjugan la potencia vocal con las músicas más sentidas. Así destacaron “Standing By Your Side” o la bluesera “Don't Leave Me This Way”. Nos dimos el gustazo de asistir al estreno de “Never Be Another You”, presente en su último disco “Special Nights” y nunca antes interpretada en vivo. Y hubo meneos de guitarras quemadas a lo funk (“Make The World Better”, otro estreno) y latigazos llenos de estilo (“Money I$ King”).

Tras un bis limitado (en la víspera fue más extenso) y apenas 70 minutos de actuación nos fuimos encantados. No le pidan novedades estilísticas ni largas listas de canciones a alguien cuyo primer single data de 1969. Tan solo que ofrezca un concierto estupendo. Y como fue el caso, a casa todos contentos.

Los siete magníficos

Fue el día soñado para muchos. Al menos, para las 600 personas que llenaron la donostiarra sala Gasteszena. Y como todos los días soñados, estuvo a punto de no serlo. “El de hoy sería un buen capítulo del libro de anécdotas en esto de montar conciertos”, nos contaba uno de los gestores de la Sala Dabadaba, promotores del evento.

La narración podía haber empezado explicando cómo se gestó este show, hace dos años, cuando dicho organizador se quedó fuera de un concierto de Brian Jonestown Massacre porque la cola para acceder al recinto era de cientos, miles, de personas. “Yo te montaré un concierto en Euskadi”, dijo el muchacho. “Hazlo”, le respondió la banda en twitter. Y hasta el miércoles pasado. Día en el que la fila parea retirar entradas era larga, mas no tanto. Nuestros vecinos franceses aprovecharon la cercanía, y la ausencia de “massacres” por Iparralde, para acercarse a nuestra capital. No exageramos si afirmamos que media sala se expresaba en el idioma de Gainsbourg. Aquello parecía un domingo de pintxos por nuestra turística Parte Vieja.

Y como buenos guionistas nos dejamos la mejor pieza para el final, el mensaje que Anton Newcome, cabeza pensante de estos BJM, publicó en su twitter el miércoles a la tarde unas horas antes de tocar. “Un día interesante” decía el norteamericano afincado en Berlín, mientras se veía un montaje de fotos del cantante con batas bastante conocidas para los locales, las del Hospital Donostia.

Kutxa Kultur Festibala: Al nivel del mar y con entrada gratuita

Atento a la ciudad que lo alberga y cobija, el Kutxa Kultur Festibala siempre deja un espacio de su extenso cartel para esos conciertos al nivel del mar, sin tener que subirse a la montaña. Actos que se celebran a una hora más diurna y con entrada gratuíta. Este año la rama “urbanita” del programa “OFF-Festival” cuenta con dos citas. La segunda de ellas une en común armonía a Ann Leux y Charlie Atkey, dos de los grupos seleccionados por la propuesta musiquera “Kutxa Kultur Zirkuitua”.

La cita con este dúo será entre las 14 y las 16 horas, en Convent Garden. No es una errata, Convent con N. No es el barrio de Londres, es una terraza del Gastropub situado sobre el antiguo convento-iglesia de la Compañía de María (Calle Easo, Donostia). Un edificio ahora empleado para usos hosteleros: Es un Albergue, o “hostel” como lo llaman ahora.

El aforo de este evento íntimo está limitado a 50 personas, y no está de más que si tienen interés en acudir se pongan en contacto con los organizadores en las redes sociales, el método más rápido para saber si hay reservas, plazas libres, retrasos o cambios de última hora en este “concierto petit comité” con picoteos, bebidas y dulces y conmovedoras músicas de fondo.

Y “Petit” en público objetivo, pero gigante en concepto y ejecución es la otra parada de estas actuaciones gratuitas: Petit Pop, insigne banda asturiana, aterriza por fin en la ciudad para encandilar a niños y padres de herencia popera. ¿Acaso no es universal el “No Nos Gustan Los Lunes“ con el que titularon su segundo CD?

Quienes gustasen del pop independiente nacional de los años 90 verán que sus filas se nutren de señoritas y señoritos que formaban parte de grupos tan refrescantes como Nosotrash, Pauline en La Playa o Penelope Trip. Músicos que ahora se hacen llamar Mar, Señor Gafotas, Niña Pirata y Lara (Gonzalez, teclista y persona que responde a la entrevista).”No nos retires tan pronto, Nosoträsh, Pauline en la Playa y La Villana son propuestas que siguen activas y funcionando. Nos gusta decir que Petit Pop no es un proyecto, es un resultado. Con 20 años hablábamos de lo que nos pasaba con esa edad y ahora seguimos haciéndolo. Aunque, por suerte, no seguimos hablando de lo mismo”.

Su nueva fórmula no conoce límites (de edad). Lara nos confirma que la etiqueta “música pop/molona para toda la familia” que encabeza su web se confirma en todas y cada una de sus actuaciones. ”En los conciertos no nos queda nada claro si los mayores traen a los peques o es al revés. Se nota muchísimo en los estribillos coreados por voces sospechosamente graves. Por otro lado, muchos de esos adultos llevan años viniendo a nuestros conciertos; ahora siguen haciéndolo pero con sus peques”. Señal de que la música, bastante maltratada en este campo infantil, merece muy mucho la pena.

Menores y mayores suelen agotar las tiradas de sus discos. Van por el cuarto, lo que dificulta la selección de canciones. “Nuestros conciertos son interactivos. Procuramos pasarlo bien y eso se nota”. Los pequeños son, como ya sabíamos, los mejores jueces.”Entre ellos no hay postureo. Son muy sinceros. A ellos les da igual si lo que están viendo está de moda o que queda bien: si no les gusta, se van. Y sus familias con ellos”.