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Jazzaldia 2016: Riesgos y estándares

Me encantan los arranques festivaleros. Son algo parecido a oler a napalm por la mañana. O el nerviosismo del minuto anterior al chupinazo sanferminero. Nervios que me espabilan. ¿Sobreviviremos, como canta la Gaynor, al trasnoche festivo y madrugón laboral?¿Lloverá?¿Qué solista o banda no solo confirmará lo esperado sino que lo superará con creces? Suena el pistoletazo. Comenzamos.

Nuestro paseo playero con el “outfit” festivalero koxkero (chancletas y paraguas) tuvo una parada previa en otras terrazas, las de la Plaza de la Constitución, espacio que se estrena este año en las programaciones. Allá, en el hueco que dejan los miradores de los bares turísticos, había una pelea en toda regla. “Organ Summit -The Battle of the B-3s”. Batería, guitarra y dos “hammonds” en la antigua plaza de toros, peleando por ver quién hacía el mejor paseillo – por las teclas-, el mejor colchón sonoro de ese órgano tan clásico, tan maravilloso, tan cálido. La inauguración fue muy concurrida. Hasta pudo verse gente local y joven por los asientos. Si pasan por la zona no pierdan detalle del divertido photocall promocional.

La arraigada cultura del picoteo nos hizo abandonar antes de lo deseado el lugar, a fin de disfrutar del arranque de los escenarios de Zurriola. Un trompetista callejero situado en el puente del Kursaal nos dio la bienvenida a la zona. Era una señal. Debíamos empezar marchosos, con la cita más intensa, la de Dave Douglas y sus High Risk. Fue un acierto. Si fueran grano molido el señor Douglas y sus compinches serían un café “solo para muy cafeteros”, como decía aquel anuncio. Menudo volatinero el señor Douglas, avanzado y arriesgado en sus carpados trompetistas, purista en sus impurezas. Un artista, coñe.

Empezaron maravillosos y electrónicos, modernos a rabiar, para ir ganando temple y empaque y finalizar con una maravillosa composición dedicada al amor, la concordia y la paz, que nos debe hacer bastante falta (a tenor de los aplausos escuchados al presentar la pieza el autor en un muy buen castellano). A nuestra vera una chica francesa atendía concentrada, cerrando a veces los ojos. Juliette Martín, que así se llamaba la joven de San Juan de Luz, nos contó que la de ayer era una fecha marcada en su calendario. “Mañana trabajo, pero esta es una de las actuaciones que más ganas tenía de ver en el festival del este año”. Le picamos para que nos soltara más pistas de su viaje musiquero. “Me gustan mucho Paúl San Martín y Marc Ribot”. Gustos variados, el ADN del espacio gratuito.

Relajamos la exaltación de Douglas para adentrarnos en la boîte a cielo abierto que fue la actuación de la caribeña Tricia Evy en el encajonado escenario Coca Cola. La dama y sus compañeros mostraron más swing que el líder del Tour subiendo un puerto de alta montaña. En compañía de un efectivo trío catalán y abrigando con esos tonos suaves los estandares – la cantora no puede ni quiere disimular sus amores por Ella Fitzgerald, Billie Holiday o Stan Getz -, sus canciones sirvieron de imán para esos ojeadores que pueblan las cercanas calles y avenidas, dejando pequeña la zona dedicada a los espectadores. Otro día abordaremos la gran duda: ¿Los asientos se llenan porque hay conciertos o los conciertos se llenan porque hay asientos?. Antes de que esto parezca lo de los vecinos y el alcalde, informarles que el cuarteto repite cita en la zona gratuita el sábado, a eso de las 22,30.

En la Terraza Heineken, situada en la explanada más alta de la zona, los Elephant9 rugían bravos a nuestra llegada. Bien setenteros en look y sonido, su rabieta melódica contaba con la sonrisa pícara del invitado especial, Terje Rypdal, un maestro en eso de sacarle chispas sonoras a una guitarra Fender Stratocaster. Pronto se unió a la fiesta, dotando al conjunto de un enfoque más oscuro y complejo.

Fuera de nuestro foco quedaron, por cuestiones de horario, las diversiones del turno de noche. El programa presentaba una calidad superior con Marc Ribot & The Young Philadelphians, el traquetreo blues de John Nemeth & The Blue Dreamers, la finura internacional de Paul San Martín & Romain Gratalon y la clase de finura del trio Cyrus Chestnut, Buster Williams y Lenny White. Todo ello, por supuesto, tras la gran cita del jueves, la de Gloria Gaynoir y sus chicos (y chicas) del coro donostiarra Easo – Araoz. De ese momento especial del Jazzaldia le damos cuenta en otro espacio de esta sección.

Publicado enReportajes

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