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Año: 2016

Rock cosechero

Nueva edición del festival “Salda Badago”, título de canción de Hertzainak (además de bajorrelieve tasquero por excelencia) empleado para nombrar un certamen que une lo jovenzuelo y lo asentado en lo referente a bandas que cantan en euskera. Pero este año les bailó el toque juvenil. El grupo Eraul se cayó del cartel, siendo sustituidos por unos “anglocantantes” músicos de Donostialdea, The Young Wait. Banda que nos aturdió en el pasado festival Kutxa Kultur. El viernes, sin embargo, no hubo tanto empaque desde la mesa de sonido. No fue tan grave como para no disfrutar de sus canciones basadas en la Norteamérica más rocanrolera y sureña.

Tras ellos llegaron Petti y sus Etxeko Uzta, y la cosa se puso seria. El suyo fue un concierto espectacular. A una semana de entrar en el estudio para grabar su nuevo disco, la banda está más compenetrada que los equipos circenses de lanzadores de cuchillos. Joseba Irazoki es el mejor segundo espada estatal, y sus fechorías guitarreras viajan ahora más adheridas al conjunto.

Y qué decir de Petti, nuestro Mark Lanegan. Qué maravilla escuchar ese chorro de voz vagando por los tonos graves. Sobre letras propias o del sempiterno Harkaitz Cano, la formación ofreció un oscuro paseo por las enseñanzas de Lanegan, Neil Young y Tom Waits, haciendo que no pudiéramos etiquetar ninguna canción como “la mala” del recital.

La fiesta acabó con Balerdi Balerdi, grupo que defendió el powerpop en Euskadi y Navarra – son pamplonicas- cuando muy poca gente sabía de él. Tienen esa manera antigua (y festiva) de hacer canciones. Un estilo que sigue sonando magnífico en celebraciones jaraneras. La única pena, la falta de gente para disfrutar del caldo. Porque vigorizante y reconstituyente fue un rato.

Rock avasallador

Intérpretes: Miguel Pardo (voz), Fernando Pardo (guitarra), Marta Ruiz (órgano Hammond), Javier Vacas (bajo), Roberto Lozano (batería). Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 12 de febrero del 2016. Asistencia: Lleno, unas 200 personas.

Como en esas películas en las que nadie puede parar el tren, la banda Sex Museum llegó a Donostia y arrasó con todo a su paso en sus cien minutos de concierto. Ellos fueron la máquina – setentera- que convirtió un txoko tan hiperactivo como la sala Dabadaba en un garito rock de ubicación polvorienta y paredes desconchadas.

La fórmula de estos madrileños lleva invariable treinta años (están de aniversario en esta gira) y no tiene visos de flaquear. Los puñeteros parecen vivir en formol y salir de la cápsula sólo para actuar. Es la única explicación racional que le encontramos a su avasalladora energía tras tantos años de carretera.

Seguro que los acólitos pueden dar nombres más certeros de bandas y épocas, pero los lectores entenderán si comparo al quinteto castellano con la canción “Born To Be Wild” de Steppenwolf (melodía principal del film “Easy Rider”). Rock de pelo largo y algo lisérgico, entre el blues y las fierezas que brotaron en los años posteriores al movimiento hippie. Una fórmula que aquí viaja acolchada sobre las teclas del órgano Hammond de Marta Ruiz. Un sonido que machihembra perfectamente con las ensuciadas cuerdas guitarreras del combo capitalino. Eso sí que es dialogar, demonios, y no lo que hacen las esculturas de la costa donostiarra.

A su ejercicio de estilo – ejemplarizado en la tema “Two Sisters”- le vienen bien unas gotas de otros licores para airear el sonido pétreo que defienden. Muchos evocamos a los Doors por momentos, y sonreímos con el toque power-pop ramoniano de “Enjoy The Forbidden”. El disfrute fue casi verraco a la hora de las versiones: “Fight For Your Right” de Beastie Boys (con riff de Led Zeppelin, claro) y el contagioso “Danger, Danger” de la formación Electric Six. Que la receta sigue funcionando a las mil maravillas quedó demostrado en la camisa del cantante de la banda, adherida a su cuerpo tras la sudada que se había pegado sobre el escenario.

El festival que te reconcilia con la música

Grupos: Single, Hidrogenesse, C Tangana…y hasta 21 formaciones musicales. Día: 29 y 30 de enero. Lugar: Salas Dabadaba y Gasteszena (Donostia). Asistencia: En total, unas mil personas

“Un Lurrazpiko Festa que hay que defender con los puños si hace falta”. Así se elevaba apasionado un conocido musiquero local en las redes sociales ayer. Y no se me ocurre mejor resumen de este certamen que, en ese peligroso balance entre arte y parranda que son los macrofestivales, nos reconforta con la zona más idílica de la creación sonora. Una “Festa” coqueta – es un puntazo que se realice en salas de aforo medio- pero peleona y admirable. Un autentico espejismo en el panorama nacional.

Quizás por eso gente de media España se ha acercado este fin de semana a nuestra pequeña urbe. Algo especialmente reseñable la jornada del viernes, donde era realmente difícil toparse con los nativos habituales en estas citas. Pero los turistas sonoros no vinieron solo a ponerse tibios a pintxos, que también. Su motivo principal era el de emocionarse con las actuaciones de alguna de las veintiún formaciones del Lurrazpiko Festa 2016.

Siempre hay sorpresas en los carteles de estas festividades, pero en este caso se conviertieron en iluminaciones (Sauna Youth). No faltaron las visitas acertadas de viejos conocidos que mantienen un eterno estado de forma y a los que, inexplicablemente, no les acompaña la popularidad (Single, Hidrogenesse). No nos referimos a esa fama de saludar en la barra del bar tras tu concierto, que eso Teresa Iturrioz e Ibon Errazkin (el dúo donostiarra que forma Single) lo hacen mejor que nadie. Ver la cara de felicidad suprema de una muchacha manchega tras cumplir su sueño de hablar con la siempre divina Teresa transmitía más alegría que cualquier regalo de cumpleaños.

Lo mejor de este festival es que no existe esa sensación de “yo iría, pero solo me gustan dos cosas”. Lurrazpiko consigue, porque se la ha ido labrando a razón de dos citas musicales a la semana durante los últimos dos años, una confianza casi ciega en su oferta. Unos levitaron con las divertidas e irónicas composiciones de Hidrogenesse y otros compraron el abono para no perderse a raperos como El Coleta o C Tangana. El primero bordó el rap “quinqui”, con unas letras magníficas para retratar el pensamiento cultural y social. Lo de C Tangana es un pelotazo a la vista. Suave R&B bien hilvanado que pronto sonará hasta en los tonos predeterminados de los móviles.

La escena vasca estuvo muy bien representada. Los pamplonicas Kokoshca metieron a medio público en el escenario, algo que empieza a ser costumbre en el Lurrazpiko – el año pasado sucedió los mismo con la banda Discípulos De Dionisos-, en un set que fue de menos a más. También navarro, pero con un trueno cósmico, era Joseba Irazoki. El afable autor que cuando se calza una guitarra parece un endemoniado Mr Hyde presentaba nuevas canciones en las que vuelve a su época experimental, abandonando un poco las estructuras cuadradas y manidas.

Tampoco es malo basarse en esas cosas de estrofas y estribillos. Grupos como Les Grys Grys – y su potente rollo beat- o los tensos Betunizer lo cuadraron en esa embarrada categoría. Mención especial merece la banda Sauna Youth. Un auténtico terremoto sonoro que parecía provenir directamente de las bandas que había en el Berlin inmediatamente posterior a la caída del Telón de Acero. ¡Qué frescura!¡Qué potencia!¡Cuánta rabia!¡Que libertad compositiva! Frases exclamativas que Ayo Silver, la promotora de este certamen, ha hecho suyas. Como bien podremos seguir comprobando en las programaciones semanales. Ahora toca aplaudir muy fuerte por la edición del 2016, y saber que el año que viene será igual. O mejor.

Lurrazpiko Festa 2016: Maravilloso subsuelo

El festival “indie” donostiarra presenta su mejor y más diverso cartel hasta la fecha.

En el Lurrazpiko 2016 no hay una ranura por la que pueda colarse el aire. Solo algunos megaeventos “primaverales”, esos que cuentan sus asistentes por decenas de millar, pueden permitirse esta diversidad, calidad y acierto en la selección de las formaciones. Ese riesgo controlado, esa sorpresa que brota de la lista de formaciones, esa foto casi perfecta de por dónde se mueve el underground nacional.

Con la virtud de que los nombres grandes del cartel pueden variar si lo tuyo es el pop de guitarras, el rock embarrado, la distinción melódica, la parranda digital o ese hip hop que se estrena en el festival. Todo programado en salas donostiarras de pequeño y mediano aforo (Dabadaba y Gasteszena). Y a un precio más que asequible. Con el bono VIP de 50 euros accedes a todos los conciertos y -aquí está el guiño musical- te regalan 5 vinilos de la rama discográfica de los promotores (Ayo Silver). Normal que este año gentes de todas las provincias españolas hayan hecho un hueco en sus agendas vacacionales para visitar la Capital Cultural Europea con motivo de esta muestra musical independiente.

Estas últimas semanas el foco se ha dirigido precisamente al estilo que debuta en la cita guipuzcoana. C Tangana, el imberbe rapero nacional que actúa en el Lurrazpiko, ha publicado una “mixtape” (recopilación que define tus gustos y suele incluir temas propios) que lleva un millón de escuchas en un mes. Números que ya querrían para sí nombres más establecidos en la música actual. No es la única cita rimada del evento. Ahí tenemos a El Coleta, desvergonzado autor de Moratalaz y abanderado del “rap kinki”, que tan pronto se casca un homenaje al heavy como reverencia a los ídolos del flamenco o inunda sus composiciones de referencias al cine clásico.

Los guitarreros también tendrán su espacio, capitaneados por los valencianos Star Trip, autores del mejor disco de power pop nacional en el 2015 con su mezcla (¡y mejora!) de las canciones de autores como Teenage Fanclub, Velvet Crush o Matthew Sweet. Algo más sucios pero igual de atractivos se presentan Night Beats. Su rhythm’n’blues lleno de psicodelia es otro de los puntos fuertes del fin de semana. Los texanos Heaters ahondarán en la rabia con sacudidas de rock’n’roll garajero, mientras los ingleses Sauna Youth nos harán sudar los poros con esas tonadas dignas de bandas como Thee Oh Sees y Buzzcocks.

Y como desparrame total, las actuaciones de Betunizer y Siesta. Los segundos son viejos conocidos de los seguidores de Ayo Silver. Su actuación de hace un par de años en Gasteszena dejó a todos boquiabiertos tanto a nivel sonoro como escénico, con dos muchachos dejándose la piel en cada golpeo de batería y teclado.

Si hay una “nueva-nueva ola” en Madrid, ésta estará bien representada en el Lurrazpiko Festa. Por ejemplo, con la formación Sierra, proyecto que remite a Pegamoides y The Cure. O los chicos de Tigres Leones, los del videoclip cachondo sobre el famoso anuncio hostelero de Mahou. Sin olvidar la merendola -toca el sábado a primera hora de la tarde- de Betacam, banda tecnopop heredera de Parade o La Casa Azul.

Como ya es tradicional, los organizadores le dedican espacio a los grupos del país vecino. Este año vienen las parisinas Juniore (hijas de Françoise Hardy y el ye-ye) y Les Grys-Grys, una de las grandes atracciones del festival gracias a su infeccioso blues rítmico. Y de Euskadi y alrededores se vuelve a realizar una selección exquisita: Los pamploneses Kokoshca y el autor más interesante del panorama, Joseba Irazoki, en formato banda.

Es tal la abundancia de cosas frescas y sorprendentes que nos hemos permitido la osadía de dejar para el final las apariciones de las bandas más consagradas en este mundillo. En esta categoría podemos colocar al inglés DJ Food , fundador del sello Ninja Tune. A su vera, desbordantes de elegancia, Hidrogenesse y los donostiarras Single. Curiosamente, estas dos formaciones acaban de revisitar en formato “canción para película” el «No hay nada más triste que lo tuyo» de los primeros con resultados espectaculares.

El dúo catalán Hidrogenesse mezcla diversión e ironía con irrepetible estilo y sencillez instrumental. Imposible abandonar uno de sus conciertos sin una sonrisa en la cara. Single, por su parte, es un conjunto de feliz libertad creativa que cuenta con la hipnótica presencia escénica de Teresa Iturrioz y la finura de las composiciones que la dama e Ibon Errazkin realizan sin más ataduras que las de los cinturones de sus abrigos.

Nueva épica

Intérpretes: Eñaut Elorrieta (voz), Beñat Serna (guitarra eléctrica), Ruber Caballero (guitarra eléctrica) Igor Artzanegi (bajo), Jon Fresko (batería), Iñaki Zabaleta (piano). Lugar: Teatro Victora Eugenia (Donostia). Día: 14 de enero del 2016. Asistencia: Lleno, unas 900 personas

Después de llenar dos días el bilbaíno Teatro Arriaga los vizcaínos Ken Zazpi llegaban con una apuesta aún más alta: dejar sin billetes tres pases en nuestro Victoria Eugenia. Prueba conseguida. Nosotros asistimos a la primera pasada, la del jueves. Y trataremos de informarles de lo sucedido sin soltar muchos “spoilers”.

No revelamos ninguna confidencia si afirmamos que entre los presentes había gente de todas las edades: Unas niñas que parecían estrenarse en esto de los teatros poperos, unas chiquillas que se sacaban fotos aprovechando los lujosos pasillos, parejas canosas,… La mejor de todas, la señora que asistió con gafas de sol para evitar los ocasionales fogonazos de luz desde el escenario. Fue la envidia de varios presentes.

Los de Gernika venían a presentar su último CD “Phoenicoperus” (traducible como “Ave Fénix”). Unas canciones que protagonizaron la primera parte del set. Tonos que les alejaban un poco de sus formas más conocidas y que les emparentaban con otros totems populares como Izal (“Big Bang”). Salvando las distancias líricas, por supuesto. A estos vascos les arropan las letras de Harkaiz Cano, Maialen Lujambio -precioso el tema “Eta azkenak hasera”- o Amets Arzallus entre otros.

Como también supondrán, sonaron muchas de las tonadas más conocidas del grupo: “Haizea” e “Ilargia” (a dos guitarras) lo hicieron en un momento inesperado. Y, por supuesto, hubo épica para dar y tomar. El estilo que más fama ha dado a Ken Zazpi sigue muy presente en la lista. La selección de temas pareció contentar a todos. Así lo demostró el abundante coro popular presente.

La banda dedicó canciones a los asistentes a la manifestación del pasado sábado en Bilbo (“Hemen gaude”), a la gente distinta (“Zuhaitz adarlotuak”) y a los desplazados por las guerras (“Oihu loreak”, una de las mejores composiciones de la noche). Y tras un par de horas de show los músicos se perdieron por el fondo del escenario austero y efectivo. Hoy, la segunda cita.