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Juan Luis Etxeberria Entradas

Lightships: «Electric cables»

Gerard Love, el compositor más terso de Teenage Fanclub, sigue la brecha abierta por su socio Norman Blake y publica disco en solitario. Un trabajo en el que da rienda suelta a su vertiente más relajada y ensoñadora, vaporosa y sicodélica.

A medio camino entre el brío de los Fanclubs y el relajo de The Pastels, con detalles soul y varios hits, Love sigue mostrando una habilidad innata para redondear melodías.

Correos: Buscando la sofisticación

Los donostiarras presentan segundo CD, acelerado y de melodías pegadizas

Los chicos con nombre de monopolio postal acabaron su amplia gira del 2011 y se metieron al local a insuflar a sus temas algo de electrónica retro. En palabras de Fermín Bouza, guitarrista y cantante de esta formación, «nos gustan mucho los años ochenta, tienen un sonido que queríamos contrastar con guitarras y bajos distorsionados, rock y baile. Es lo que hacemos siempre, pero ahora buscábamos algo mas sofisticado».

Perfección que encontraron en los Estudios De Lucas de la capital guipuzcoana, encantados con la labor que el productor de idéntico apellido realizó para El Columpio Asesino. «Tiene un oído especialmente fino a la hora de hacer sonar la electrónica como una parte más de la banda».

El resultado de la grabación contiene once piezas y se llama ‘Esponjas para borrar el horizonte’, una frase del ‘Así habló Zaratustra’ de Nietzsche. Y una expresión «muy estética, que habla de relajarse ante la incertidumbre. Cada vez que vamos a hacer un disco sacamos las esponjas y tratamos de no esperar nada concreto de él», señala Fermín.

El ahora cuarteto (Mikel Antero se añade a los coros y la segunda guitarra) se decanta por el toque oriental a la hora de diseñar la portada, con pintas de álbum importado. «Tenemos planeado tocar en Japón. Lo oriental es algo que rodea al disco y muchas de las letras tienen frases inspiradas en haikus».

Unas líricas que «más que de transmitir cosas concretas, buscan plasmar imágenes. Tratamos de relacionar la ruptura sentimental de una pareja con la ruptura generacional tan brusca que han provocado las tecnologías en los últimos 20 años».

Siempre sin bajar el pistón de las composiciones. «Es marca de la casa. Nos salen temas rápidos, que pasan corriendo por el oído y que en directo son enérgicos. La edad nos lo permite y el cuerpo nos lo pide». No imprimirán el CD hasta octubre y lo venderán por internet (Itunes y demás) y en los conciertos. «Más adelante, ya pensaremos cómo distribuirlo comercialmente».

El Columpio Asesino: Juegos nada infantiles

El día en el que se celebraba – o sufría, según gustos y pelajes- la efeméride de la canción más famosa de Celtas Cortos, el dichoso “20 de abril”, asistimos a uno de los primeros llenazos hasta la bandera del aún reluciente escenario de la Casa de Cultura de Intxaurrondo. La banda navarra El Columpio Asesino fue la culpable del éxito nocturno.

Abrieron puertas los locales Rulot, que en apenas media hora ventilaron su rock a lo Nueva Vulcano ante un público que quería otro tipo de bailes, los ingeniados por la formación capitaneada por los hermanos Arizaleta. La hora larga de la actuación “asesina” fue de menos a más, con una lista de temas que eclosionó en la sección final. Las canciones iniciales se sucedían una tras otra sin mayores diferencias, centrando su fuerza en el impacto más que en la diversidad sonora. Con un maquinista, el cantante y batería Álvaro Arizaleta, que realiza su difícil labor sin complicarse la vida. Tampoco ayudó la disposición de la sala, que ha alcanzado mejores valoraciones en lo referente al sonido en otras actuaciones más relajadas.

Afortunadamente, esta primera etapa centrada en las rabietas punk de sus primeros álbumes (tanto por estar presente en ellos como por basarse en esa marcada herencia de los Pixies) quedó atrás y empezamos a disfrutar de los muchos aciertos de los de Iruña. Entre la alegría ejecutante, el atractivo de unas tonadas alejadas de lo habitual, y que a la gente le gustan más los “subidones” de discoteca que a un tonto un lápiz, el quinteto abandonó la estancia entre vítores bien merecidos.

Homeless 04: Pop con vistas

Intérpretes: Cass McCombs. Lugar: Merendero de Ulia (Donostia). Día: 31 marzo 2012. Asistencia: unas 250 personas.

La cuarta etapa del festival itinerante Homeless paró en otro monte donostiarra. Si el debut de esta serie de eventos tuvo lugar en el festivo Igeldo, la edición de pasado sábado nos permitió ver el Cantábrico desde otro punto de vista. El del Merendero del Monte Ulía.

La organización, una vez, más impecable. Entradas físicas preciosas, autobuses desde el centro de la ciudad, bebida y comida a espuertas. La cita, una reunión social ya asentada en los calendarios donostiarras, tuvo su punto más flojo en lo único que escapa de las manos organizadoras: la música.

El escenario estaba colocado mirando al mar. La banda tocó bien. Y el protagonista cantó sin tacha. Pero las canciones fueron un poco rollo. Y mira que es raro que aterrice un grupo norteamericano que sea no ya malo, sino mediano, ¿eh?

Sin ser nada atroz, los ejecutantes transmitieron más bien poquito. McCombs oferta ahora una comida rápida digna de su apellido, esa especie de rock orientado a adultos con algunos ganchos: Ese toque a lo Feelies, esa canción que pudo firmar la Velvet Underground. Pero, como gotas en la arena, los aciertos pronto desaparecieron de nuestra memoria. La fiesta se cerró con algarabía en el bar Le Bukowski.

Ivan Ferreiro: La bella sencillez

Hay que echarle bemoles para plantarse en solitario sobre un escenario y tocar la friolera de -si no me fallan las cuentas- 21 canciones. En un concierto con doble ración de bises que sobrepasó los 100 minutos. Acompañado de un instrumento que, como bien afirmó el propio autor en su primera frase al micrófono, «solo empleo en casa cuando me aburro. Bienvenidos a esta frikada de concierto. Si no os gusta podéis abuchearme al final». Y que al llegar a esa conclusión, cerca de las diez menos cuarto, y lejos de quejarse, la gente abandonara la sala con ganas de más.

La gira que le trajo a Donostia se llama apropiadamente ‘Solo en casa’, y presenta un escenario hogareño. Una alfombra blanca de pelo alto, un sofá, una manta, mesillas, lámparas y un trofeo deportivo. Acompañado de una copita de vino, y tras la ya comentada presentación inicial, piano y voz atacaron ‘Me toca tirar’. Y bien que demarró el ex cantante del grupo Los Piratas: ‘Paraisos perdidos’, ‘Jet Lag’ y su divertido juego de contrastes entre la voz femenina y la masculina. La tacada de cinco temas sobre el mal rollo, en constante descenso emocional, iniciada con la aplaudida ‘M’, continuada por ‘Extrema Pobreza’, ‘Ciudadano A’ y su golpeo a lo Stranglers, ‘Farenheit 451’ y, allá por la Fosa Mariana de la emotividad, la versión del ‘1999’ de Love Of Lesbian.

No haremos un análisis pormenorizado ni una reconstrucción cirujana, pero sí indicaremos que tras la «disculpa» de Ferreiro («no soy el rey del buen rollo, en eso Bisbal me gana») la lista siguió engordando con canciones preciosas (‘Mi furia paranoica’), temas muy conocidos de todas sus épocas (claro que sonó ‘Años 80’, hombre. Y ‘El viaje de Chihiro’) , melodías coreadas por el público (‘Turnedo’), homenajes ajenos (‘Vidas cruzadas’, de Quique Gonzalez, ‘Toxicosmos’ de Los Planetas) y revisitas especiales a melodías que el autor estrenaba en su versión sencilla en Donostia (‘Días azules’). Así hasta superar la veintena de interpretaciones, dando como resultado una noche de domingo perfecta para unos espectadores que salieron encantados.

Deer Tick: Verbena rockera

Intérpretes: Latitud 43, Deer Tick. Lugar: Casa de Cultura de Intxaurrondo (Donostia). Día: 24 marzo 2012. Asistentes: unas 200 personas.

El sábado hubo una fiesta con dos bandas ya conocidas por los donostiarras. Una de ellas por vivir en la propia capital (Latitud 43). Y la otra, foránea (Deer Tick), por haber pasado por Kontadores hace un año.

Arrancaron los locales. En formato trío, su rock clásico animó a los presentes dando lustre donostiarra a la velada. El quinteto Deer Tick ofreció una amplia amalgama de sonidos angloparlantes. Capitaneados por un cantante ebrio de pigmentación (menuda chaqueta Micolor que sacó al escenario) y quien sabe si de algo más, tienen canciones muy chulas y otras medianas. Una diversidad que puede volverse en su contra. Especialmente gozosos cuando se mostraban como banda de pub y defensores de la versión canalla del pop-folk, había travesías que alejaban de la diana las creaciones de estos norteamericanos.

El bis recuperó a Nirvana y homenajeó a Los Ramones y The Clash. La noche se cerró con lo que un espectador definió como “momento chorra”, con el guitarrista cascándose un punteo con su miembro. Lo que a unos divirtió, a otros les pareció algo vulgar. Como el concierto mismo.

Íntimo y al desnudo

Iván Ferreiro. El autor popero gallego se presenta en soledad, con la sola compañía de un piano, para exponer su último disco recopilatorio

Ojalá todos los cantantes fueran como este gallego. Los periodistas, al menos, soñamos con alguien así cada vez que nos toca un entrevistado opaco, monosílabo y resacoso. Ferreiro es todo lo contrario. Y encima titula los discos de manera directa y socarrona, haciendo obvia una primera pregunta con jugo: ¿por qué llamaste tu último CD ‘Confesiones de un artista de mierda’? «Los artistas de mierda vamos por los pueblos y ciudades cantando nuestras melodías y la soledad es nuestra eterna compañera. Para componer hay que conocer la soledad y encontrarse cómodo en ella. Tiene que ser tu amiga y tienes que hacerle un hueco a tu lado».

Rimando con ese aislamiento se presenta ‘Solo en casa’, el nombre de esta primera parte de la gira -la segunda mitad será a banda completa-. Superados viejos temores de dejarse arropar por los sonidos de una formación y empleando como única compañía un piano, el inquieto gallego recupera en esta gira algunas de sus melodías más conocidas, con un ropaje mínimo.

La excusa es el disco ya mencionado. Una publicación cuya cercanía se desarrolla y amplifica en el nuevo formato escénico. En palabras del autor, «creo que si haces canciones sobre cosas íntimas, mola cantarlas en un sitio íntimo y confortable. Que el oyente sepa que hay una tranquilidad y un lugar común».

Xiu Xiu: El zorro agitador

Los norteamericanos aterrizan con otra buena colección de tecnopop insurrecto. Los locales Les Enfants terribles abrirán su cita donostiarra

“Creo que la letra es lo suficientemente clara y explícita como para intentar explicarla de nuevo”. No es un borde. Es que Jamie Stewart, la cabeza creativa de Xiu Xiu, tiene razón. Por eso le preguntamos sobre el tema, por nuestro deseo de saber más.

Porque, atentos, “Black Drum Machine”, la canción que motiva nuestra cuestión y que se encarga de cerrar su último disco, es un tortazo sobre el abuso infantil que pocos tendrían la honestidad de cantar de una manera tan directa. Una composición que te golpea cruda, ácida y árida, cuando llega la parte en la que el autor entona el “I´m Sorry”, una voz que fluye tranquila hasta finalizar con un quiebro desesperado y quebrado. No se rasguen las vestiduras, la violencia implícita no es nueva en el universo Xiu Xiu.

El resto del CD recién editado, titulado ‘Always’ (‘Siempre’), sigue colisionando a cada paso. “Hablo sobre el aborto, los marines norteamericanos matando a niño solo por diversión, el divorcio, Haiti, el hecho de que sientas la sensación de fracaso tan vigente como siempre,…” Esperemos que el proceso por lo menos sirva para dejar limpio el interior. “No es tanto una catarsis como un intento de convertir las emociones negativas en algo que pueda ser expulsado vocalmente. Trabajar en estas composiciones no hace que el mal rollo se evapore, pero les descarga de cierta maldad. Mejor eso que beber hasta caer o golpearme en la cara”.