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El Columpio Asesino: Juegos nada infantiles

El día en el que se celebraba – o sufría, según gustos y pelajes- la efeméride de la canción más famosa de Celtas Cortos, el dichoso “20 de abril”, asistimos a uno de los primeros llenazos hasta la bandera del aún reluciente escenario de la Casa de Cultura de Intxaurrondo. La banda navarra El Columpio Asesino fue la culpable del éxito nocturno.

Abrieron puertas los locales Rulot, que en apenas media hora ventilaron su rock a lo Nueva Vulcano ante un público que quería otro tipo de bailes, los ingeniados por la formación capitaneada por los hermanos Arizaleta. La hora larga de la actuación “asesina” fue de menos a más, con una lista de temas que eclosionó en la sección final. Las canciones iniciales se sucedían una tras otra sin mayores diferencias, centrando su fuerza en el impacto más que en la diversidad sonora. Con un maquinista, el cantante y batería Álvaro Arizaleta, que realiza su difícil labor sin complicarse la vida. Tampoco ayudó la disposición de la sala, que ha alcanzado mejores valoraciones en lo referente al sonido en otras actuaciones más relajadas.

Afortunadamente, esta primera etapa centrada en las rabietas punk de sus primeros álbumes (tanto por estar presente en ellos como por basarse en esa marcada herencia de los Pixies) quedó atrás y empezamos a disfrutar de los muchos aciertos de los de Iruña. Entre la alegría ejecutante, el atractivo de unas tonadas alejadas de lo habitual, y que a la gente le gustan más los “subidones” de discoteca que a un tonto un lápiz, el quinteto abandonó la estancia entre vítores bien merecidos.

Publicado enCríticas de conciertos

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