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Etiqueta: jazzaldia

Crystal Fighters: Británicos fascinados por la cultura vasca

¿Unos ingleses que miran nuestras costumbres para elaborar sus canciones? Así es. El nombre del grupo viene de una ópera escrita en el País Vasco. En sus canciones suenan tamboriles, txistus y unas txalapartas que se traen de gira. Y conocen nuestros usos de manera casi académica.

Pero no se esperen una espatadantza digital. A nivel musical hay guitarras heavies, flamenco, tonos medievales, fraseos a lo Manu Chao, canciones pop o influencias de New Order. Siempre con el techno acelerado como metrónomo.

Hablamos con Sebastian Pringle, cantante y guitarrista principal, que admite que su nombre «viene por la capital de Gipuzkoa. De pequeño estuve varias veces de visita, y luego he vuelto al País Vasco para tocar o comprar instrumentos». Señores que sugieren nombres para el Tambor de oro donostiarra, apunten el de este mozo y sus colegas.

-¿De qué trataba aquella inspiradora ópera?
-Era sobre un grupo salvaje que experimentaban con la música a principios de los años 20. La expresión Crystal Fighters hacía referencia a una forma de vida festiva.
– La Navarra de vuestras biografías es un estado mental, no un lugar de encuentro.
-Fue un camino que nos permitió unirnos, con esta cultura alucinante como inspiración y base de nuestra instrumentación.
– Y habéis estado grabando en la comunidad foral.
– Una experiencia genial, pero demasiado corta. Estar de gira te impide pasar más de una semana en un mismo lugar. Esperamos volver en octubre, tras los conciertos en Australia, para seguir trabajando en las futuras composiciones y adentrarnos más en la historia.
– Afirmáis que el nexo de todo el álbum es la tradición vasca.
– A la hora de escribir las canciones, lo hacíamos con melodías vascas clásicas girando en nuestra cabeza, y con la tristeza y la pasión que brotaba de los escritos líricos. Era un desafío atractivo, unir nuestra música con estas tradiciones en las que nos estábamos sumergiendo, tocando unos instrumentos que estábamos aprendiendo a utilizar.
– Euskadi es siempre referencia.
– Cuando imaginábamos cómo deseábamos que fuera nuestra banda, estábamos fascinados por vuestra cultura. Queríamos transmitir esa admiración al resto del mundo. Desde los trajes y las figuras mitológicas, hasta la compleja e increíble historia del lugar y cómo se ha mantenido única a lo largo de los siglos. Pensábamos mucho en ello a la hora de componer y poner los títulos.
-Vuestro tema ‘In summer’ tiene el origen en el carnaval de Lantz.
-En esa canción también hay un txistu. El ritmo principal de ‘Champion Sound’ se basa en una vieja pieza interpretada con dicho instrumento, llamada ‘Arizkun’. En ‘Solar Sister’ los sonidos de teclado son una adaptación de la sagardantza. Y la caja de la batería de ‘Follow’ es un ‘danbolin’ (sic) que encontré en Bilbao.
– ¿Por qué llamasteis al disco Star Of Love?
-Aprendimos que el sol, eguzki, es uno de los motivos centrales del folklore vasco. El título también nos gustaba como una atractiva metáfora del astro luminoso. El acrónimo, SOL, acabó por darle la coherencia que buscábamos.
-¿Conocéis grupos vascos?
-Nos encanta Delorean. Nos hemos encontrado un par de veces por el mundo. Recuerdo especialmente un festival en Barcelona con ellos, El Guincho, Za! (que nos vuelven locos) y Toro y Moi.
-Y os gustan Aviador Dro y Eskorbuto
-Sí, me los pasaban mis colegas españoles. El Jazzaldia contará con la exclusiva mundial, si todo sale bien, de nuestra versión de ‘Fiesta de los maniquíes’, de Golpes Bajos.

Cut Copy: «Nos gusta transmitir la energía que sentimos, que la gente se mueva»

Fieles a la tradición de cerrar su escenario gratuito más potente con músicas enfocadas a la pista de baile, los australianos Cut Copy aterrizan hoy en Donostia para presentar su tercera y más reciente publicación, ‘Zonoscope’, y agitar todas las caderas posibles. Con músicas que gustarán a jóvenes modernotes. Y menos jóvenes. Los espectadores ya cuarentones volverán a su inconsciente mocedad con los temas del cuarteto ‘aussie’.

Porque parecen haber viajado en el tiempo a la época de las hombreras de capitán de fragata, los cardados y los coloretes aplicados con una pistola de pintura. Su música suena a OMD, Talking Heads o Fleetwood Mac pasado por el ordenador. El bajista Ben Browning sintetiza la idea: «El hilo común es la fascinación que sentimos por los sintetizadores».

Esa mezcla es la que excita las membranas de los más jovencitos, que -sin querer generalizar- suelen pasar bastante aún de los rollos de sus mayores. Porque Cut Copy es pop para la pista de baile. Son parte de la generación ‘Animal Collective’, banda que en 2009 actuó en este mismo festival donostiarra. Primos hermanos de Deerhunter. Constructores de melodías volátiles que invitan a bailar con los brazos levantados y pegando botes, sin mostrarse oscuras como las de las discotecas tardías ni sobradas en los volúmenes del bombo. Siempre con la melodía como guía. Y para pilotos, el señor Browning, que responde al cuestionario sobre ‘Zonoscope’

– ¿Por qué titulásteis así vuestro tercer CD? Suena a aparato médico.
– Es un tipo de lente fotográfica. Lo inventó un director de cine algo chalado que perdió la cabeza en la jungla amazónica en 1974. Apareció en el estudio cuando estábamos grabando el disco y nos contó sus insanas experiencias, las cuales inspiraron la música de este álbum.
– Un trabajo más tranquilo, más reflexivo que los anteriores
– Pienso que la gente siente este ‘zonoscopio’ de maneras muy distintas. Para unos se puede bailar casi sin parar, incluso más que los anteriores. Otros opinan que es una recopilación más tranquila. ¿Mi opinión? Puede que a nivel de tiempos sí que pueda ser más pausado, pero tiene más ‘groove’. Y las que son más aceleradas tienen un punto más ensoñador.
-Tranquilidad, baile. ¿Hacia qué lado se decanta la balanza en vuestros conciertos?
-Hacia el más agitado. Nos gusta transmitir la energía que sentimos y que la gente se mueva en nuestros shows. Los hace más divertidos para los intérpretes y, espero, más alegres para los espectadores.
– Los sonidos que empleáis tienen un pie en el pasado. ‘Pharaons and pyramids’ y ‘hanging onto…’ nos llevan a los años 80 del tecnopop.
– Nos gustan y nos inspiran un montón de obras antiguas. Hay mucha música por descubrir, puedes pasarte toda la vida intentado escuchar lo que se hizo antes de 1980 y no llegar a oír ni la mitad de cosas que puedes considerar básicas. En este album, por ejemplo, estábamos muy influenciados por Brian Eno. Nos encantan los discos que produjo y los que grabó en solitario.
-Y otra zancada en el presente. ‘Take me over’ o ‘Corner to the sky’ suenan muy actuales.
-Durante la grabación escuchábamos mucho a Ariel Pink, Animal Collective y Deerhunter, sobre todo. Todo influirá, supongo.
-¿Qué otras bandas de música electrónica os gustan?
-Hay muchas cosas interesantes hoy en día. A mí personalmente me encantan ‘Toro Y Moi’ y Washed Out.
-Presente, pasado. Y futuro. Me hipnotiza uno de vuestros títulos: ‘Strange nostalgia for the future’ (‘extraña nostalgia por el futuro’).
– Se refiere al interés que despiertan en nosotros esas visiones futuristas del pasado, presentes en películas y libros que han acabado siendo obsoletas. En este disco quisimos crear un sonido que te invitara a pensar que puede ser un CD de 1978 o del 2015.
– ¿Cuál es la harina que liga todos los gustos?
– El hilo común es la fascinación que sentimos por los sintetizadores. En este, por ejemplo, hemos usado mucho el CS-80, un sinte enorme usado en su día por Kraftwerk o la ELO. Obviamente, para completar nuestras creaciones combinamos la electrónica, predominante en todas ellas, con percusiones acústicas y guitarras.
– Hablando de percusiones, ahora están son más visibles
– Las hemos empleado de forma distinta, como arranque compositivo de algunos temas. Además de centrarnos en la melodía y los acordes, nos hemos pasado mucho tiempo experimentando e improvisando con instrumentos de percusión. ‘Take me over’ muestra esas pruebas de manera muy palpable, aunque todos los surcos cuenten con detalles de este tipo.
– ¿Debemos tomar ‘Sun God’, los más de quince minutos que cierran el ‘Zonoscope’, como una presentación de los futuros pasos?
– No sabemos cómo sonarán nuestras próximas canciones. Queremos continuar con un sonido cada vez más envolvente y tratando de no repetir lo ya realizado. Teníamos claro que ‘Sun God’ iba a ser el último corte, debía serlo. Por eso montamos esa orgía de sintetizadores.

Dean Wareham: 20 años no son nada

1991. La URSS deja de existir oficialmente. Un vídeo amateur filma la paliza que varios policías de Los Ángeles le propinaron a Rodney King. El Parlamento de Sudáfrica suprime el apartheid. Miguel Indurain gana su primer Tour de Francia. Freddie Mercury, vocalista de Queen, muere en Londres. Primal Scream publican “Screamadelica” y Stone Roses, su venerado debut. Y, bueno, Guns and Roses sacan su doble “Use Your Illusion”.

Ese mismo año, tres jóvenes de la Universidad de Harvard – Dean Wareham, Naomi Yang y Damon Krukowski- publican en la discográfica Rough Trade (un par de años antes había salido en otra minúscula editorial) el CD “Today”. Ejecuciones imperfectas, temas lentos, voces elevadas pasadas de reverberación. Entre La Velvet Underground y los Young Marble Giants. Galaxie 500 comenzaba a hacer historia en las habitaciones de los más apasionados para, con el paso del tiempo, elevarse en las otrora importantes “college radio” norteamericanas para acabar convirtiéndose en un grupo fundamental en la discografía de cualquier acérrimo del pop etéreo y ensoñador.

Tras varios discos de estudio (recientemente reeditados) y uno en vivo, la aventura se disolvió. Dean Wareham, siempre elegante, define la situación actual de sus miembros como si de una separación se tratara. “Mantenemos el contacto vía email. Hicimos 3 discos juntos, son nuestros niños. Aunque ahora estemos divorciados, necesitamos hablar sobre ellos de vez en cuando”.

La pareja (también en la vida real) Damon & Naomi sigue editando discos y regentando una pequeña editorial. Wareham montó Luna, una banda de estructuras y sonidos más clásicos que le dio mayor popularidad. El cantante y guitarrista norteamericano retorna ahora a los escenarios, en formato trío, con las canciones de su primera formación. Temas adorables y fascinantes que, si hacemos caso a lo prometido, intentarán sonar de la manera más fiel al original.

¿Cuando y porqué decidiste recuperar estas canciones?

Todo comenzó con una propuesta del festival castellonense Tanned Tin. Recuperamos diez canciones y recuerdo que pensé que la banda había sonado realmente bien en aquella cita. Al poco tiempo, en el año 2010, Domino Records reeditó los discos originales, y ya que me había aprendido de nuevo las canciones pensé que debería tocarlas en más ocasiones.

¿Por qué sentiste que debías hacerlo ahora?

Han pasado veinte años, un número redondo, desde que los discos vieron la luz por primera vez. No sé, probablemente solo lo hubiera hecho una sola vez, para la petición original. Pero tras aquella actuación comenzaron a llamarme para que lo volviera a hacer. Gente del All Tomorrow Parties en Inglaterra, por ejemplo, y tuve otras ofertas de Japón o San Francisco.

Debes tener muchas emociones, viajes y sentimientos en estas canciones de tu juventud.

Si, al principio fue muy extraño. Sobre todo la cita en la ciudad donde Galaxie 500 grabamos nuestro disco “Copenhague”. Interpretar canciones que había escrito hace dos décadas, sobre gente de la que estaba enamorada hace veinte años. Me lleva de vuelta a ese momento de mi vida personal, y te hace pensar sobre todo aquello.

En Europa predominaba el shoegaze, el EEUU el Grunge. Y vosotros, a lo vuestro…

Bueno, a mí no me gustaban esos estilos de música. Creo que estábamos un poco fuera de nuestro tiempo. Más interesados en la música del pasado cercano.

Recuerdo leer sobre una noche loca con Arthur Lee en París, en una suerte de jam eterna y bien drogada.

Mi vida, obra y milagros están recopilados en el libro “Black Postcard”. Pero no creas que eramos habituales de los círculos de las estrellas. Bueno, recuerdo salir de cocaína con los Cocteau Twins. Y al día siguiente tenía una jam session con Sterling Morrison (Velvet Underground) para grabar algo en “Bewitched”, el segundo álbum de Luna. Pensé que me iba a morir. Pero no, aquí sigo (risas).

Vivian Girls: Una banda feliz con poso melancólico

Guitarras sucias, composiciones casi punks y sonidos con mucho eco, dignos de una maqueta grabada en un local de ensayo. Así eran las melodías de los primeros dos trabajos discográficos de las neoyorquinas Vivian Girls.
Un mundo editorial en el que no es sencillo seguirles la pista, con la infinidad de proyectos paralelos que mantienen vivos -All Saints Day, Coasting, La Sera- y esas giras que les posan en su vivienda lo justo para vaciar el buzón y poner dos lavadoras.

«Hacemos canciones cuando no estamos de gira y hasta en las propias giras», cuenta la cantante y guitarrista Cassie Ramone, apellido rockero de raigambre en su ciudad. «De Nueva York nos encantan Widowspeak, Dutch Treat, Ramones, The Velvet Underground o Sonic Youth. Sin olvidar a The Wipers, Dead Moon o Puffy Shoes».

El trío norteamericano, que toma su nombre de una tortuosa obra de Henry Darger, lo tenía todo para triunfar. Asentadas en el barrio de Brooklyn («un gran sitio para hacer música y tener un grupo»), su música voló por internet. Sonaban frescas, crudas y directas. «¡Si, siempre jóvenes!».Menos vaporosas, más cabreadas, pero igual de encantadoras y de amateurs que las tonadas de Galaxie 500. «Sus canciones eran geniales, nos encantan. Será un placer tocar antes de Dean Wareham y los suyos».

Pero algo cambió en ‘Share The Joy’, el tercer CD de estas muchachas. Un increíble salto cualitativo en lo sonoro y lo creativo. Sin abandonar las viejas formas, entregan temas que no puedes escuchar menos de 6 veces seguidas, como ‘I hear you say’.

Una mezcla entre Phil Spector y Jesus And Mary Chain repleta de arrebatadores juegos vocales. De la mano, el aire 50´s de ‘Take it as it comes’ o el tono inocente de ‘Dance if you wanna’. Ahora todo suena más brillante. «No deja de ser una progresión natural. Buscamos crecer y expandirnos, pero sin forzarnos a nada».

El exitoso pasado se puede disfrutar en las novísimas ‘Death’, ‘Lake House’, ‘Time to Pretend» o ‘Vanishing Of Time’ y ese arranque tan propio de los seminales Beat Happening. Temas que en su conjunto también nos recuerdan a Black Tambourine, banda semidesconocida que, a modo de fan fatal, escribió un tema titulado ‘Throw Aggi off the bridge’ dedicado al cantante de los Pastels (Aggi era el nombre de su pareja). Las chicas confirman el parentesco tamborilero y afirmando que ellas le harían los mismo a cualquier chica que se «entrometiera ante el chico de nuestros amores». ¿Recuperarán dicho tema para su playera cita donostiarra de esta noche? «Hemos hecho ya muchas versiones en nuestra vida, pero ahora solo tocamos el ‘Sixteen Ways’ del grupo Green On Red».

Escuchando del CD, nos imaginamos a Vivian Girls haciendo girar en el estudio los discos de ya mentado Spector y sus arrebatadoras orquestas. Una verdad a medias. «Aquellos días escuchábamos muchísimo a Neil Young. También a Patience and Prudence y Steely Dan. Pero el título del álbum lo tomamos de un tema triste y precioso de Burt Bacharach. Se adapta como un guante al concepto que tenemos de nuestra banda. Una mezcla entre un nombre que suena feliz, divertido, pero con un fondo melancólico».

Nos despedimos preguntándoles por sus sitios preferidos para actuar. «Nos han gustado casi todos. Acabamos de tocar en Japón, Hong Kong y Bangkok y cada cita era más impresionante que la anterior»). Veremos si Donostia y su escenario playero consiguen encandilarles de idéntica manera. Si el tiempo lo permite, la opción no es descabellada.

Aloe Blacc: «Mi disco trata sobre la corrupción y la política»

El norteamericano de raíces panameñas presentará en la playa sus nuevos sonidos soul

Empleo la música para reivindicar injusticias», declara Aloe Blacc. Y también : «El soul y el hip hop recogen las palabras y las melodías de una cultura». Su genial carta de presentación, ‘I need a dolar’, nos adentra en un disco de soul clásico que habla de necesidades e injusticias sociales.

El norteamericano de raíces panameñas ha editado un CD bien atractivo y resultón. La fama le ha llegado con el primero de los singles de su segundo álbum, ‘Good things’. ‘I need a dolar’, que así se llama el pelotazo, ha dado la vuelta al mundo moviendo al más parado. Puro R’n’B exquisito y contagioso, digno de esa herencia de ‘Bill’ Withers que le asignan.

El tema en cuestión tiene el aire que envuelve a los clásicos, como también ‘Lean on Me’ y ‘Aint no sunshine’. «En el fondo, no es más que música folk», afirma el autor. «Tanto el soul como el hip hop lo son, dado que recogen las palabras y las melodías de una cultura. Retratando sus cuestiones sociales o económicas».

El monetario es un mundo que enerva a Blacc. Antiguo asesor de una multinacional, reniega del lado exclusivamente despreocupado de la música actual. «Mi disco ‘Good Things’trata sobre la corrupción y la política. Me gusta emplear estas músicas para reivindicar injusticias o recoger necesidades sociales. Los títulos de mis composiciones hablan por si mismas: ‘Life’s So Hard’, ‘Politician’, Take Me Back’…»

En el fondo sonoro reviven, bajo una voz cálida e intensa, buena parte de los clásicos. Su segundo single ‘Loving you is killing me’ es un contoneo constante que puede recordar al Terence Trent D’Arby más equilibrado. Hay funk de guitarras quemadas (‘Politician’, ‘Hey Brother’) y versiones arrebatadoras, como la que realiza del ‘Femme Fatale’ de la Velvet Underground. O ese ‘Billie Jean’ de Michael Jackson, que pulula en formato vídeo por la red.

El californiano, que viaja con un quinteto que incluye saxo y trompeta, también tiene tiempo para ponerse pastelero en ‘Make me smile’ o ‘Mamma hold my hand’ y algo trenzas en ‘Miss Fortune’. Con esas puntuales entonaciones hiphoperas que nos recuerdan que el autor tiene otro grupo, Emanon, del que esperamos un nuevo CD para comienzos del año que viene.

Blacc no piensa cerrar las puertas a su creatividad. «El siguiente paso será escribir para otros cantantes, una vez que mi nombre esté asentado. Ya he tenido ofertas en este sentido, pero preferí retrasarlas para ir fijando y popularizando mi propuesta. Seguiré buscando vías para contar historias. Quiero actuar, escribir guiones o lanzarme al mundo de la escritura». Si lo hace al menos la mitad de bien que en sus canciones, vayan guardando dinero para las adquisiciones. ¿Cuánto? Por lo menos un dólar.

Noche de vino y colas en el playa.

Terminó el Escenario Verde con éxito total de público con Divine Comedy y los ‘Pains’. Estos últimos, ‘The Pains of Being Pure at Heart’, abarrotaron la Zurriola con sus pop guitarrero y repitieron cien veces su adoración por San Sebastián y el kalimotxo.

De quitarse el sombrero. El bombín, en este caso. Neil Hannon, el gurú del grupo Divine Comedy, uno de los mejores compositores de pop de los últimos 20 años, ofreció el concierto más sobresaliente de toda la zona gratuita del Heineken Jazzaldia 2010.

¿Cómo demostrar tamaña afirmación? Pues alucinando con la oferta: un solo, un piano y una voz en un escenario abierto e inmenso, el del Escenario Verde en la playa de la Zurriola, atacando canciones cuya ejecución erizaba los vellos.

Melodías eternas que el sencillo acompañamiento elevaba a los altares del pop, un sitio que ya ocupan Burt Bacharach y el resto de gentlemen’. Neil Hannon, un menudo ‘entertainer’ (o viceversa) que nunca pierde la elegancia británica. Si Jarvis Cocker (el cantante y lider de Pulp) escribe sus canciones con boli y papel, este irlandés lo hace con una pluma de ave y tinta china.

Arrancó con su mejor canción de los últimos años (‘At The Indie Disco’), un gesto de confianza. Le siguieron versiones de MGMT, bailes jocosamente autocriticados, sorbos de una copa de vino (en la que se volvía a servir de la botella) entre temas y chistes en mitad de las partituras. Interpretando algunos de sus clásicos como ‘Everybody Knows That I Love You’ y ‘Tonight We Fly’ y derrando su noche con ese ‘Can You Stand Upon One Leg?’ y su falsete de 30 segundos ejecutado entre gestos desenfadados para asombro del público.

Aunque para comedias divinas, las de las colas de los baños portátiles. Por mucho que abunden los evacuatorios, las aglomeraciones traen consigo filas más o menos eternas. Era muy divertido fijarse en los bailes involuntarios de la gente, buscando retrasar lo máximo su inscripción en la cola adelgazante.

Pop imberbe de Nueva York con ‘ The Pains of Being Pure at Heart’

La noche se cerraba -exceptuando las versiones ‘topolino’ de la The New Swing Orchestra y un excelente Antoni Tosmos Trío- con la actuación de The Pains Of Being Pure At Heart. Una imberbe banda de Nueva York que ha resucitado los años 90 más ‘indies’. Bebiendo directamente de formaciones candorosas y/o ruidosas como Jesus And Mary Chain, Ride, My Bloody Valentine o New Order (por nombrar algunas que ustedes pueden conocer), su pop guitarrero y melódico caló entre el numeroso público presente.

BiFunk: Hermanos sopladores.

¿Recuerdan aquello de las ciudades hermanadas? Esa moda que algunos conocimos a finales del siglo pasado gracias a la cual nuestros gestores firmaban acuerdos de colaboración con ciudades del resto del mundo.

Donostia cayó en esas redes asociativas, alcanzando acuerdos con urbes alemanas, africanas. Y poblaciones italianas como Trento.

De esa ciudad del Alto-Aligio llegan Bifunk, ‘brass band’ andante de sonidos funk, jazz clásico, blues y aires latinos. Combo que anima las calles por las que desfila poniendo al público a bailar. Sociedad formada por varios componentes de la New Project Swing Orchestra (grupo que también actúa esta noche, en el Escenario Frigo de las terrazas traseras del Kursaal). Hablamos con uno de sus miembros, Fiorenzo Zeni, saxofonista de ambas agrupaciones. Un enamorado de la ciudad, el funk y las melodías italianas eternas.

¿Funcionan los hermanamientos a nivel musical?

Bifunk nos estrenamos más allá de las fronteras italianas. Pero con New Project Swing Orchestra ya estuvimos en San Sebastián, con aquel delicioso proyecto llamado ‘Beatles in Jazz’. Estamos encantados de poder volver. Es una ciudad maravillosa. Y no solo hablo del jazz…

Hagamos un poco de historia.

BF nacimos el año pasado, por encargo del festival Suedtirol-Jazzfestival. No hay muchas formaciones de este tipo en nuestro país. Algunas pequeñas bandas que tocan algo relacionado con el funk. Y las tradicionales, que interpretan marchas militares y esas cosas tradicionales. No tienen un hueco para la improvisación. Nosotros sí.

Divine Comedy: La canción que cierra la discoteca.

Siempre ocurría lo mismo. Estirabas la noche aguileña y al final te pinchaban una canción para –intentar- bailar con algún socio/a. Te ponías en posición de Felix Rodríguez de la Fuente, pero las aves siempre pasaban de largo, ahuyentadas por tus prismáticos.

En España ese banderazo final solía ser algún nesquik compositivo de rápida caducidad. En Inglaterra, más de una vez, los garitos encendían sus luces –conmigo dentro- al son de The Divine Comedy, la banda que esta noche despedirá el atardecer donostiarra desde el Escenario Heineken del Jazzaldia.

Quizás por eso se me escapara una sonrisa al descubrir que el primer single de ‘Bang Goes The Knighthood’, el último CD de la banda de Neil Hannon, tenía el ingenioso título de ‘At The Indie Disco’. Risita que se convirtió en carcajada al prestar atención a la letra.

Demonios, Hannon lo había vuelto a hacer. Trillones de referencias a la cultura británica musical independiente sobre un enganchón fondo popero y saltarín, con ese arreglo orquestal que sale de la nada y te atrapa sin remedio. Una foto certera sobre amores visuales, poses estáticas y anhelos de juventud. Intentaremos traducirlo para ustedes. ‘Bajo un poster de Morrissey con un manojo de flores.[…] Saltando a la pista con Tainted love.[…] Danos Pixies, (Stone) Roses y (My Bloody) Valentines. Danos Blur, (The) Cure, y algo de los Wannadies’. Los años 90 de la revista New Musical Express, sintetizados en 22 líneas de texto.

Canciones pegadizas para niños

Neil la explica con su habitual sorna.’Realmente, al hacerla estaba pensando en una canción “catchy” (pegadiza) de pop para niños. Hasta que un amigo la escuchó y me dijo que le había trasladado a su adolescencia. Descubrió que soy un historiador social”. Y un genial compositor, pero eso ya lo sabíamos todos.