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Etiqueta: jazzaldia

The Very Best: El corazón caliente de la pista de baile.

autor: http://www.flickr.com/photos/evabravo/“Un malauí, un francés y un sueco se encuentran en una tienda de Londres y…”. Lo que empieza como un chiste urbano acaba como The Very Best, una de las formaciones más interesantes del panorama electrónico-bailongo africanista.

La historia es bien curiosa: Esau Mwamwaya (cantante) trabajaba en una tienda de bicis, a la que entró el franchute Etienne Tron (productor y DJ). Se pusieron a hablar de música y el europeo acabó invitando al africano a su estudio de grabación para meter voces en la formación que compartía con Johan Karlberg (productor y DJ). “Sí, esas cosas que solo pueden pasar en la ciudad del Tamesis”, nos confirma entre risas el propio Karlberg, que actuará esta noche con sus colegas en el Heineken Jazzaldia.

La capital inglesa sigue imparable.

Hiperactiva. La escena funky es muy potente, los raperos más duros están metiéndole mano a las canciones de baile, el ‘dubstep’ no ha decrecido en energía ni impacto. ¿Quieres una lista de mis favoritos? Doctor P, Mumdance, L-vis 1990, Crazy Cousinz. O The Hackney Empire, una banda muy festiva que mezcla músicas del Este con los sonidos tórridos del corazón de Africa.

Vuestra repercusión empezó con las mixtapes de remezclas, que os consiguieron trabajos con Lily Allen, Justin Timberlake, Santigold, Britney Spears, TV On The Radio,…

Si, las mixtapes son cintas en las que recogemos nuestras adaptaciones de las canciones que más nos gustan. De ahí salieron las versiones de Yeasayer, Michael Jackson o M.I.A. que ahora interpretamos en directo.

La anglo-británica es un referente en vuestra carrera.

A M.I.A. la conocemos desde el 2002. Es una tía con un talento increíble. Ha sido un placer trabajar con ella en nuestro disco (La anglo-hindú canta en “Rain Dance”, una de las perlas del CD).

Alucinando bajo la lluvia.

Las nubes que se posaron sobre Donostia dejaron un poco de agua y toneladas de deliciosas músicas del mundo, con los japoneses Shibuza Shirazu Orchestra como reyes absolutos del Jazzaldia.

http://www.flickr.com/photos/ascafon/4271474355/

A nuestro certamen musical veraniego pueden venir solistas virtuosos. Creadores únicos. Formaciones en forma. Viejas leyendas. Gentes en conciertos alimentarios. Tocando jazz, pop, soul o drum&bass. Pero ninguna – repito, ninguna, jamás, nunca- será como la Shibuza Shirazu Orchestra. Su concierto, que sirvió de cierre a la jornada inaugural del Jazzaldia, fue demencial, increíble, imponente, lisérgico, feliz, deslumbrante, disparatado. Y todos los sinónimos elevados y emocionantes que se les ocurran.

Un señor pintando un dragón en un lateral, una ‘banana dancer’ (señora con dos plátanos gigantes en las manos), un bailarín de ‘Butō’ que se subió por la estructura en la parte final de la velada, un cantante-animador vestido de algo similar a un luchador de sumo, videoproyecciones sicodélicas y ‘korrikalaris’, un gigantesco dragón de helio que se paseó por el público en la canción más hermosa de la noche…

Todo dirigido por Fuwa Daisuke, el director de orquesta que devoraba – y fotografiaba al mismo tiempo- el jamón serrano de la zona de invitados. El encargado de dirigir la soberbia ‘big band’ de mil y un sonidos: Ska, soul digno de James Brown, sinfonías de Lalo Schifrin, gitanadas de Emir Kusturica, pop, jazz, rock guitarrero. Una mezcla arrabalera digna de las fiestas de nuestro barrio que sus manos se convirtió en el concierto más impresionante que verá el Heineken Jazzaldia en años. O siglos.

Nada que reprocharle al resto de la noche. Mari Boine fue una delicia melódica. Con un euskera fluido que ya quisieran para sí nuestros políticos de barnetegi, la cantante sami ahuyentó la lluvia con su voz recia y delicada. Una banda impecable que deslizaba armonías mediterráneas, jazzeras y norteñas, mantras indio-lapones que hipnotizaban a los asistentes.

A la misma hora, los experimentales Supersilent convirtieron la carpa Heineken en un acto diurno del festival de música electrónica Sonar. Duramos pocos minutos. Por decirlo de manera adecuada y educada, no era el día. Aunque los hubo que salieron sin pisar el suelo.

Mari Boine pone al Jazzaldia sonido africano, mediterráneo y lapón.

La cantante escandinava Mari Boine llenará la playa de la Zurriola con sus canciones de música global. Presenta ‘Sterna Paradisea’, un CD con sonidos africanos, mediterráneos y lapones.

La de Mari Boine es una carrera de búsquedas y contrastes. Más de 20 años cantándole al mundo desde las lejanías del pueblo Sami localizado en el norte de Escandinavia (una región natural que abarca el territorio más boreal de países como Noruega, Finlandia o Rusia).

Orgullosa de sus conciudadanos lapones y abierta a los sonidos más orgánicos de la world music. Defensora de la visión más naturista del chamanismo y la relación humana con los elementos. Esa es ella.

Nacida cerca del cauce noruego del río Anarjohka, se crió bajo la educación familiar cristiana. «La primera música que escuché fueron los salmos del movimiento fundamentalista cristiano ‘Laestadian’. Los colonos trajeron el cristianismo y le dijeron a los Sami que tenían que olvidarse de su antigua religión y sus composiciones. Aún hay un montón de gente perteneciente a la generación de mis padres que no la acepta. Dicen que es la obra del diablo. La que cantas cuando estás borracho. Porque los colonos también trajeron el alcohol». Ay, benditos colonos…

De esa etapa inicial mantiene Mari Boine ciertas tonalidades vocales embriagadoras -musicalmente, se entiende-. Pero pronto enraizó en la cultura sonora de su región, el ‘joik’: giros sobre el propio tono, un chorro de voz repetitivo y más pentatónico. Con unas letras compuestas de largas conjunciones de vocales. Trazos muy melódicos que brotan sin consonantes que las frenen.

Shibusa Shirazu Orchestra, el concierto de los japoneses locos que no te puedes perder.

El de Shibusa Shirazu Orchestra es el concierto que no te puedes perder de este Heineken Jazzaldia. Etiquetados como ‘free-fazz’, tienen más de lo primero que de lo segundo, dado que improvisan buena parte de sus piezas.

La inclasificable banda asiática Shibusa Shirazu Orchestra cierra el programa inaugural del festival, con su mezcla imposible de música, teatro y danza. Si por bemoles y corcheas este texto tuviera que ser breve cual mensaje de teléfono móvil, su contenido estaría muy claro: «Es el concierto que no te puedes perder del Heineken Jazzaldia».

Ojo al dato: Esta agrupación nipona, cuyo esclarecedor nombre vendría a significar «nunca seas cool/guay», cuenta con 25 personas sobre el escenario cuando aterrizan en Europa. 17 de ellas tocan instrumentos y el resto bailan o actúan. Y su número se suele elevar hasta los 35 miembros en las giras por su país, incluyendo un ‘banana dancer’ (¿?), un pintor y un VideoJockey.

Cualquiera de sus vídeos (muy recomendables sus actuaciones en Inglaterra o el festival Fuji) da cuenta de la festiva majadería que manejan estos japoneses.

The Bad Plus con Wendy Lewis: Di-versiones

Intérpretes: Ethan Iverson (piano), Reid Anderson (contrabajo), Dave King (batería), Wendy Lewis (voz). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día:26 de Julio 2009. Asistencia: unas 450 personas. Precio: 15 euros.

Con el lunes ya caminando tranquilo por las agujas del reloj laboral (señores programadores, no todo el mundo está de vacaciones) se presentó en el Victoria Eugenia la actuación de The Bad Plus, quienes vinieron en compañía de la vocalista Wendy Lewis para pasarle la llave al candado de actos del Jazzaldia 2009.

Los primeros 45 minutos presentaron a los Plus gozando con las instrumentaciones. Era un placer ver la expresividad y la alegría con la que el batería Dave King tocaba su instrumento: Golpeando un tambor de juguete, jugando a no repetir golpeos, baqueteando hasta el aire que le rodeaba, expresando de viva voz las locuciones de ánimo, buscándole el sonido a los herrajes de timbales, platos y soportes varios.

El resto no es manco, siendo el teclista el elemento más desenvuelto. En compañía del contrabajista, armazón habitual de estos temas nujazzeros, consiguieron evocadoras imágenes en temas como “Bill Hickman At Home”. El tema inspirado en el actor que elevó a categoría de arte las persecuciones de coches en la película French Connection nos traslada a Nueva Orleans, al cine negro, a la oscuridad cerrada del momento horario.

Todo tomado de manera libre, claro. Sondeando, inventando y creando en directo más de una aportación al pasaje sonoro. Curiosamente, varias secciones nos recordaban, por su progresión de acordes y transiciones, a las también aperturistas obras de Radiohead. Banda a la que homenajean (“Karma Police”) en sus discos que no en sus conciertos actuales.

Era fácil imaginar a Thom Yorke canturreando por encima de varios minutos de lo allí escuchado en el capítulo inicial. Pero no. La voz iba a ser comandada por Wendy James. La de Minnesota, con unas pintas a medio camino entre Susan Sontag e Isabel Coixet e hija legítima de la vanguardia norteamericana, centró la atención en el largo minutaje que rescataba las versiones que el trío norteamericano realiza de obras del pop-rock más inconmensurable.

Aquí el análisis puede ir por barrios: Los más puristas – y los estudiantes de Musikene- alucinaron con las reinterpretaciones repletas de aires experimentadores y extractos bastante pegados a los originales. Otros opinaron que la lista, de gusto intachable, no siempre es motivo suficiente para salir airoso de la deconstrucción  creativa. Las encantadoras pero férreas melodías están demasiado asentadas en nuestra cabeza, tienen mucha historia personal y sentimental como para ir desmontándolas alegremente y que el resultado nos sorprenda más allá del recuerdo.

Intentando buscar ese imposible punto medio entre jazzeros y ajenos, entre lo Bad y el Plus, destacaremos “How deep is your love?” de los Bee Gees, el “New Ýear´s Day” de U2 o el latinizado “Long Distance Rounaround” de Yes. Más cuestionable se presentó el análisis del “Radio Cure” de Wilco o el clásico “Blue Velvet”. Fuera de toda duda se aupó “Heart of Gold” de Neil Young. Tema que nos descubrió el bello timbre de Reid Anderson, hasta entonces solo escuchado en el casi perfecto castellano con el que se dirigió al público durante toda la velada.

Jazzaldia 2009: Russian Red, Vetusta Morla,…

El Domingo también se celebró la etapa final de otro Tour poco ciclista: el de los conciertos gratuitos del Jazzaldia 2009. El telón se echó en la zona trasera del Kursaal con gran respuesta de público y animosas actuaciones como las de las formaciones locales Organik´s y The Billie Jeans.

La noche anterior fue casi gloriosa para los rodadores que salieron a disputar la general (de la sociabilidad y el parrandeo). Eso hizo que ayer nos pasáramos por ese otro festival sano: el de los zumos y las comidas catalanas.

Pero no se piensen que ese naturalismo saludable hizo bajar el pistón festivo. El nutrido grupo donostiarra The Billie Jeans subió al escenario Frigo con ganas de marcha y una maleta llena de ritmos contagiosos.

A lo largo del repertorio mezclaron con agitación y ejecución impecable la expresividad del funk, el salseo latino, la paz del soul, la fuerza de Lenny Kravitz y la cadencia del reggae.

En la zona superior Organik´s hacían bueno el lastre positivo de la palabra standard. Su cariño por ese jazz más asentado se presentó completo de swing y juguetones dibujos de los instrumentos soplados.

Tras ellos llegó el turno de otras formaciones como Altx6, Broken Brothers Brass Band o Ensemble Denada. ¿Un cierre redondo? Eso dejaría fuera de la explicación las estilizadas figuras -no musicales- que colorearon durante todo el fin de semana los distintos escenarios del Jazzaldia 2009. Pero sí, el arreón final fue muy atractivo y populoso.

La noche del sábado

En la víspera nocturna War on Drugs ofrecieron un concierto precioso cuando se ponían concretos y algo disperso en los extractos experimentales. Capitaneados por una voz clonada del Bob Dylan de la autopista 61 y las melodías de los Byrds, su folk-rock tiene canciones que resultan embriagadoras.

Si no caen rendidos ante temas como Arms like Boulders es que tienen ustedes parentesco con el hombre de hojalata. Una lástima que, como apuntábamos, el trío se despistara en las zonas más improvisadas.

Jazzaldia: Una abarrotada Zurriola cerró la fiesta del jazz

El Domingo también se celebró la etapa final de otro Tour poco ciclista: el de los conciertos gratuitos del Jazzaldia 2009. El telón se echó en la zona trasera del Kursaal con gran respuesta de público y animosas actuaciones como las de las formaciones locales Organik´s y The Billie Jeans.

La noche anterior fue casi gloriosa para los rodadores que salieron a disputar la general (de la sociabilidad y el parrandeo). Eso hizo que ayer nos pasáramos por ese otro festival sano: el de los zumos y las comidas catalanas.

Pero no se piensen que ese naturalismo saludable hizo bajar el pistón festivo. El nutrido grupo donostiarra The Billie Jeans subió al escenario Frigo con ganas de marcha y una maleta llena de ritmos contagiosos. A lo largo del repertorio mezclaron con agitación y ejecución impecable la expresividad del funk, el salseo latino, la paz del soul, la fuerza de Lenny Kravitz y la cadencia del reggae.

En la zona superior Organik´s hacían bueno el lastre positivo de la palabra standard. Su cariño por ese jazz más asentado se presentó completo de swing y juguetones dibujos de los instrumentos soplados. Tras ellos llegó el turno de otras formaciones como Altx6, Broken Brothers Brass Band o Ensemble Denada. ¿Un cierre redondo? Eso dejaría fuera de la explicación las estilizadas figuras -no musicales- que colorearon durante todo el fin de semana los distintos escenarios del Jazzaldia 2009. Pero sí, el arreón final fue muy atractivo y populoso.

La noche del sábado

En la víspera nocturna War on Drugs ofrecieron un concierto precioso cuando se ponían concretos y algo disperso en los extractos experimentales. Capitaneados por una voz clonada del Bob Dylan de la autopista 61 y las melodías de los Byrds, su folk-rock tiene canciones que resultan embriagadoras. Si no caen rendidos ante temas como Arms like Boulders es que tienen ustedes parentesco con el hombre de hojalata. Una lástima que, como apuntábamos, el trío se despistara en las zonas más improvisadas.

Tras ellos Black Joe Lewis & The Honeybars inundaron la playa de sonidos soul-funkies muy animados a ratos y correctos en otros. Un ¡hurrah!, eso sí, por su mini sección de viento y el trabajo del organista que llevan en esta gira. Quien debe ser fan de ZZ Top, porque menudas barbas manejaba el señor. Una duda: ¿Black Joe no era un gritón como James Brown? Pues se debió dejar la voz olvidada en el autobús de la gira, porque en Donostia cantó más bien poco.

La sorpresa de la noche vino de la mano de Bikini Machine, quienes limpiaron de arena nuestras sandalias a base de guitarrazos. Una fiesta rockera -sí, aceptamos verbena como definición del acto- de ambientes garajeros y aceleradas interpretaciones que fue desde la música surf hasta los Troggs pegando botes. Chapeau, que dirían en sus tierras.

Jazzaldia: Caricias hip-poperas

Calamé, «Thee Standed Horse + Ballaké Sissoko» y el exitoso concierto de Facto de la Fé y las Flores Azules brillaron la noche del viernes en la versión gratuita del Jazzaldia 2009.

Los escenarios gratuitos del festival jazzero se llenaron con la llegada del fin de semana. Un  paseo por las terrazas del Kursaal permitió disfrutar del pop netamente francés de Calame. La banda de Burdeos gustó al respetable, con esa mezcla de música marroquí y chansón moderna al estilo de Benjamin Biolay.

En la zona superior, Thee Standed Horse y Ballaké Sissoko peleaban con sus instrumentos africanos contra el murmullo que suele poblar los escenarios festivos. La gente se toma el Jazz como un paseo entre bares con conciertos, para regocijo del patrocinador y crítica del oyente atento. La cosa no fue expecialmente denunciable, permitiendo a todos disfrutar de la bella actuación en la que Sissoko tocó una kora inmensa y el Standed Horse recordó al Donovan más deliciosamente melódico.

Las masas giraron sus cuerpos y se dirigieron al plato fuerte de la noche, la actuación en el escenario principal de Facto de la Fé y las Flores Azules. El trio catalán presentó una versión muy especial de su formación, con hasta 6 músicos extra. Ante una playa bien llena (los número oficiales hablan de 7500 personas) fueron desgranando sus melodías características. Esa mezcla de pop y hip hop, tan dulce como tierno, que tuvo recuerdos para el «Race for the Price» de Flaming Lips y los hermanamientos territoriales. La banda tuvo el detalle y el acierto de interpretar a viva voz la popular tonada marinera «Ixil, ixilik(dago)».