Saltar al contenido

Noche de vino y colas en el playa.

Terminó el Escenario Verde con éxito total de público con Divine Comedy y los ‘Pains’. Estos últimos, ‘The Pains of Being Pure at Heart’, abarrotaron la Zurriola con sus pop guitarrero y repitieron cien veces su adoración por San Sebastián y el kalimotxo.

De quitarse el sombrero. El bombín, en este caso. Neil Hannon, el gurú del grupo Divine Comedy, uno de los mejores compositores de pop de los últimos 20 años, ofreció el concierto más sobresaliente de toda la zona gratuita del Heineken Jazzaldia 2010.

¿Cómo demostrar tamaña afirmación? Pues alucinando con la oferta: un solo, un piano y una voz en un escenario abierto e inmenso, el del Escenario Verde en la playa de la Zurriola, atacando canciones cuya ejecución erizaba los vellos.

Melodías eternas que el sencillo acompañamiento elevaba a los altares del pop, un sitio que ya ocupan Burt Bacharach y el resto de gentlemen’. Neil Hannon, un menudo ‘entertainer’ (o viceversa) que nunca pierde la elegancia británica. Si Jarvis Cocker (el cantante y lider de Pulp) escribe sus canciones con boli y papel, este irlandés lo hace con una pluma de ave y tinta china.

Arrancó con su mejor canción de los últimos años (‘At The Indie Disco’), un gesto de confianza. Le siguieron versiones de MGMT, bailes jocosamente autocriticados, sorbos de una copa de vino (en la que se volvía a servir de la botella) entre temas y chistes en mitad de las partituras. Interpretando algunos de sus clásicos como ‘Everybody Knows That I Love You’ y ‘Tonight We Fly’ y derrando su noche con ese ‘Can You Stand Upon One Leg?’ y su falsete de 30 segundos ejecutado entre gestos desenfadados para asombro del público.

Aunque para comedias divinas, las de las colas de los baños portátiles. Por mucho que abunden los evacuatorios, las aglomeraciones traen consigo filas más o menos eternas. Era muy divertido fijarse en los bailes involuntarios de la gente, buscando retrasar lo máximo su inscripción en la cola adelgazante.

Pop imberbe de Nueva York con ‘ The Pains of Being Pure at Heart’

La noche se cerraba -exceptuando las versiones ‘topolino’ de la The New Swing Orchestra y un excelente Antoni Tosmos Trío- con la actuación de The Pains Of Being Pure At Heart. Una imberbe banda de Nueva York que ha resucitado los años 90 más ‘indies’. Bebiendo directamente de formaciones candorosas y/o ruidosas como Jesus And Mary Chain, Ride, My Bloody Valentine o New Order (por nombrar algunas que ustedes pueden conocer), su pop guitarrero y melódico caló entre el numeroso público presente.

Lo suyo es el pop de velódromo. No por llenar esos centros deportivos de asistentes, que bien que podrían a nada que su carrera siga ascendiendo, sino porque la fórmula va a piñon fijo, sin freno de mano ni tiempo para dejar de pedalear. No han inventado la rueda, pero tienen fuerza para poder luchar por el podio de cualquier gran carrera ciclista. Con un debut arrebatador y unas canciones nuevas muy ‘Morrisseyanas’ que no le van a la zaga, los simpáticos mozalbetes también hablaron de caldos, pero en su versión más juvenil, pidiendo kalimotxo («la mejor bebida del mundo», decían) cada poco tiempo.

Oferta final elegante

El domingo por la tarde se cerraba la zona gratuita del festival en la playa de la Zurriola y las terrazas del Kursaal con una oferta elegante. La New Project Swing Orchestra repetía propuesta de swing ‘vintage’, el fino Xabier Monge abría la tanda catalana de jazz (le seguiría Alfons Enjuanes Trío), Gregario de Luxe mezclaba soul potente y la diversión de los Blues Brothers.

El candado lo puso el grupo Bifunk, los incansables (ellos y los asistentes) que a eso de la medianoche debieron apagar las pilas parranderas de este emplazamiento. Sin cargo.

Publicado enCríticas de conciertosReportajes

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *