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Mari Boine pone al Jazzaldia sonido africano, mediterráneo y lapón.

La cantante escandinava Mari Boine llenará la playa de la Zurriola con sus canciones de música global. Presenta ‘Sterna Paradisea’, un CD con sonidos africanos, mediterráneos y lapones.

La de Mari Boine es una carrera de búsquedas y contrastes. Más de 20 años cantándole al mundo desde las lejanías del pueblo Sami localizado en el norte de Escandinavia (una región natural que abarca el territorio más boreal de países como Noruega, Finlandia o Rusia).

Orgullosa de sus conciudadanos lapones y abierta a los sonidos más orgánicos de la world music. Defensora de la visión más naturista del chamanismo y la relación humana con los elementos. Esa es ella.

Nacida cerca del cauce noruego del río Anarjohka, se crió bajo la educación familiar cristiana. «La primera música que escuché fueron los salmos del movimiento fundamentalista cristiano ‘Laestadian’. Los colonos trajeron el cristianismo y le dijeron a los Sami que tenían que olvidarse de su antigua religión y sus composiciones. Aún hay un montón de gente perteneciente a la generación de mis padres que no la acepta. Dicen que es la obra del diablo. La que cantas cuando estás borracho. Porque los colonos también trajeron el alcohol». Ay, benditos colonos…

De esa etapa inicial mantiene Mari Boine ciertas tonalidades vocales embriagadoras -musicalmente, se entiende-. Pero pronto enraizó en la cultura sonora de su región, el ‘joik’: giros sobre el propio tono, un chorro de voz repetitivo y más pentatónico. Con unas letras compuestas de largas conjunciones de vocales. Trazos muy melódicos que brotan sin consonantes que las frenen.

Mari Boine canta al mundo las vicisitudes de los Sami

Mari Boine abandonó su carrera de Magisterio para cantarle a la humanidad las vicisitudes de los Sami, también conocidos como lapones. «Al principio era muy directa, con letras muy políticas expresadas en baladas y canciones pop rock. No me expresaba con el corazón. La civilización occidental establece una separación entre el ser humano y su corazón o su cuerpo. Los Sami lo vemos todo como una sola unidad. Somos parte de la naturaleza, no sus dueños».

Con momentos para la reivindicación pública. Boine se negó a cantar en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de 1994 celebrados en Lillehammer. «No quería ser una decoración exótica. Y en un acto de ese tipo, es fácil que eso ocurra».

La autora se siente como un niño a la hora de empaparse de los sonidos que la rodean. «Los músicos tienen muy claras cuáles son sus influencias musicales. Creo que, afortunadamente, nunca he pensado de esa manera. En mi caso, todo lo que escucho y asimilo se mezcla de manera intuitiva para ofrecer un resultado que sea distinto, personal. Me gusta cómo los más jóvenes disfrutan de las canciones que escuchan. O les encantan o las odian. Las toman como realmente son, sin más explicaciones».

Ese punto de vista aperturista hizo que sus composiciones fueran abriéndose a las acústicas del mundo hasta llegar a la música de baile más ambiental, casi del estilo ibicenco. Si gustan de estas mixturas, Mari Boine puso en la calle ‘Remixed’, compilación de remezclas a cargo de Bill Laswell, Biosphere, Nils Petter Molvaer o Jah Wobble.

Un viaje que ha tenido buenos padrinos. Tras actuar en el Womad, uno de los festivales más importantes de los folklores del mundo, Peter Gabriel se la llevaría a su sello Real World para publicar su disco ‘Gula Gula’. Un trabajo que le abriría las puertas del mercado internacional.

También hay que reseñar sus colaboraciones con el saxofonista Jan Garbarek. Participó en su disco ‘Twelve Moon’, y durante un tiempo fue la voz cantante de su gira. Ambos volvieron a coincidir en ‘Eight Sessions’, el CD de la dama producido por otro viejo conocido de nuestro Jazzaldia, Bugge Wesseltoft.

Boine ha participado también en diversos espectáculos teatrales, shows televisivos y exposiciones de arte, participando en bandas sonoras como la de la película The ‘Kautokeino Rebellion’ o el documental ‘Nemesis’.

‘Sterna Paradisea’, el trabajo que Mari Boine trae al Jazzaldia

Lejos de adherirse etiquetas, su último álbum ‘Sterna Paradisea’ (que los ornitólogos corren a corregir afirmando que las aves marinas del ártico se denominan oficialmente ‘Sterna paradisaea’) es un cálido cruce de culturas, una ONU melódica con sonidos propios, cantos africanos y ambientes que maravillarían a los oyentes del programa radiofónico de Ramon Trecet.

Este lanzamiento cuenta con delicias vocales como ‘Conversation with God’, la propia ‘Sterna Paradisea’ o ese ‘When Night is Almost Done’ que más de un moderno emparentará con Sigur Ros.

También destacan las greco-mediterraneas ‘Lene Majja’ o ‘Dawn’, la folkie ‘The Mischievous’ o la más popera ‘Sonia Moria Palace’. África surge para apoderarse del fondo sonoro en pasajes como ‘Claudine’s song’, la espiritual ‘Entranced’ o la vivaracha y casi bailable ‘To My daughter’. Son todas canciones emocionantes que seguro escucharemos en su concierto de Donostia, única fecha nacional de su gira veraniega.

Publicado enEntrevistas

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