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Juan Luis Etxeberria Entradas

Cut Copy: «Nos gusta transmitir la energía que sentimos, que la gente se mueva»

Fieles a la tradición de cerrar su escenario gratuito más potente con músicas enfocadas a la pista de baile, los australianos Cut Copy aterrizan hoy en Donostia para presentar su tercera y más reciente publicación, ‘Zonoscope’, y agitar todas las caderas posibles. Con músicas que gustarán a jóvenes modernotes. Y menos jóvenes. Los espectadores ya cuarentones volverán a su inconsciente mocedad con los temas del cuarteto ‘aussie’.

Porque parecen haber viajado en el tiempo a la época de las hombreras de capitán de fragata, los cardados y los coloretes aplicados con una pistola de pintura. Su música suena a OMD, Talking Heads o Fleetwood Mac pasado por el ordenador. El bajista Ben Browning sintetiza la idea: «El hilo común es la fascinación que sentimos por los sintetizadores».

Esa mezcla es la que excita las membranas de los más jovencitos, que -sin querer generalizar- suelen pasar bastante aún de los rollos de sus mayores. Porque Cut Copy es pop para la pista de baile. Son parte de la generación ‘Animal Collective’, banda que en 2009 actuó en este mismo festival donostiarra. Primos hermanos de Deerhunter. Constructores de melodías volátiles que invitan a bailar con los brazos levantados y pegando botes, sin mostrarse oscuras como las de las discotecas tardías ni sobradas en los volúmenes del bombo. Siempre con la melodía como guía. Y para pilotos, el señor Browning, que responde al cuestionario sobre ‘Zonoscope’

– ¿Por qué titulásteis así vuestro tercer CD? Suena a aparato médico.
– Es un tipo de lente fotográfica. Lo inventó un director de cine algo chalado que perdió la cabeza en la jungla amazónica en 1974. Apareció en el estudio cuando estábamos grabando el disco y nos contó sus insanas experiencias, las cuales inspiraron la música de este álbum.
– Un trabajo más tranquilo, más reflexivo que los anteriores
– Pienso que la gente siente este ‘zonoscopio’ de maneras muy distintas. Para unos se puede bailar casi sin parar, incluso más que los anteriores. Otros opinan que es una recopilación más tranquila. ¿Mi opinión? Puede que a nivel de tiempos sí que pueda ser más pausado, pero tiene más ‘groove’. Y las que son más aceleradas tienen un punto más ensoñador.
-Tranquilidad, baile. ¿Hacia qué lado se decanta la balanza en vuestros conciertos?
-Hacia el más agitado. Nos gusta transmitir la energía que sentimos y que la gente se mueva en nuestros shows. Los hace más divertidos para los intérpretes y, espero, más alegres para los espectadores.
– Los sonidos que empleáis tienen un pie en el pasado. ‘Pharaons and pyramids’ y ‘hanging onto…’ nos llevan a los años 80 del tecnopop.
– Nos gustan y nos inspiran un montón de obras antiguas. Hay mucha música por descubrir, puedes pasarte toda la vida intentado escuchar lo que se hizo antes de 1980 y no llegar a oír ni la mitad de cosas que puedes considerar básicas. En este album, por ejemplo, estábamos muy influenciados por Brian Eno. Nos encantan los discos que produjo y los que grabó en solitario.
-Y otra zancada en el presente. ‘Take me over’ o ‘Corner to the sky’ suenan muy actuales.
-Durante la grabación escuchábamos mucho a Ariel Pink, Animal Collective y Deerhunter, sobre todo. Todo influirá, supongo.
-¿Qué otras bandas de música electrónica os gustan?
-Hay muchas cosas interesantes hoy en día. A mí personalmente me encantan ‘Toro Y Moi’ y Washed Out.
-Presente, pasado. Y futuro. Me hipnotiza uno de vuestros títulos: ‘Strange nostalgia for the future’ (‘extraña nostalgia por el futuro’).
– Se refiere al interés que despiertan en nosotros esas visiones futuristas del pasado, presentes en películas y libros que han acabado siendo obsoletas. En este disco quisimos crear un sonido que te invitara a pensar que puede ser un CD de 1978 o del 2015.
– ¿Cuál es la harina que liga todos los gustos?
– El hilo común es la fascinación que sentimos por los sintetizadores. En este, por ejemplo, hemos usado mucho el CS-80, un sinte enorme usado en su día por Kraftwerk o la ELO. Obviamente, para completar nuestras creaciones combinamos la electrónica, predominante en todas ellas, con percusiones acústicas y guitarras.
– Hablando de percusiones, ahora están son más visibles
– Las hemos empleado de forma distinta, como arranque compositivo de algunos temas. Además de centrarnos en la melodía y los acordes, nos hemos pasado mucho tiempo experimentando e improvisando con instrumentos de percusión. ‘Take me over’ muestra esas pruebas de manera muy palpable, aunque todos los surcos cuenten con detalles de este tipo.
– ¿Debemos tomar ‘Sun God’, los más de quince minutos que cierran el ‘Zonoscope’, como una presentación de los futuros pasos?
– No sabemos cómo sonarán nuestras próximas canciones. Queremos continuar con un sonido cada vez más envolvente y tratando de no repetir lo ya realizado. Teníamos claro que ‘Sun God’ iba a ser el último corte, debía serlo. Por eso montamos esa orgía de sintetizadores.

Dean Wareham: 20 años no son nada

1991. La URSS deja de existir oficialmente. Un vídeo amateur filma la paliza que varios policías de Los Ángeles le propinaron a Rodney King. El Parlamento de Sudáfrica suprime el apartheid. Miguel Indurain gana su primer Tour de Francia. Freddie Mercury, vocalista de Queen, muere en Londres. Primal Scream publican “Screamadelica” y Stone Roses, su venerado debut. Y, bueno, Guns and Roses sacan su doble “Use Your Illusion”.

Ese mismo año, tres jóvenes de la Universidad de Harvard – Dean Wareham, Naomi Yang y Damon Krukowski- publican en la discográfica Rough Trade (un par de años antes había salido en otra minúscula editorial) el CD “Today”. Ejecuciones imperfectas, temas lentos, voces elevadas pasadas de reverberación. Entre La Velvet Underground y los Young Marble Giants. Galaxie 500 comenzaba a hacer historia en las habitaciones de los más apasionados para, con el paso del tiempo, elevarse en las otrora importantes “college radio” norteamericanas para acabar convirtiéndose en un grupo fundamental en la discografía de cualquier acérrimo del pop etéreo y ensoñador.

Tras varios discos de estudio (recientemente reeditados) y uno en vivo, la aventura se disolvió. Dean Wareham, siempre elegante, define la situación actual de sus miembros como si de una separación se tratara. “Mantenemos el contacto vía email. Hicimos 3 discos juntos, son nuestros niños. Aunque ahora estemos divorciados, necesitamos hablar sobre ellos de vez en cuando”.

La pareja (también en la vida real) Damon & Naomi sigue editando discos y regentando una pequeña editorial. Wareham montó Luna, una banda de estructuras y sonidos más clásicos que le dio mayor popularidad. El cantante y guitarrista norteamericano retorna ahora a los escenarios, en formato trío, con las canciones de su primera formación. Temas adorables y fascinantes que, si hacemos caso a lo prometido, intentarán sonar de la manera más fiel al original.

¿Cuando y porqué decidiste recuperar estas canciones?

Todo comenzó con una propuesta del festival castellonense Tanned Tin. Recuperamos diez canciones y recuerdo que pensé que la banda había sonado realmente bien en aquella cita. Al poco tiempo, en el año 2010, Domino Records reeditó los discos originales, y ya que me había aprendido de nuevo las canciones pensé que debería tocarlas en más ocasiones.

¿Por qué sentiste que debías hacerlo ahora?

Han pasado veinte años, un número redondo, desde que los discos vieron la luz por primera vez. No sé, probablemente solo lo hubiera hecho una sola vez, para la petición original. Pero tras aquella actuación comenzaron a llamarme para que lo volviera a hacer. Gente del All Tomorrow Parties en Inglaterra, por ejemplo, y tuve otras ofertas de Japón o San Francisco.

Debes tener muchas emociones, viajes y sentimientos en estas canciones de tu juventud.

Si, al principio fue muy extraño. Sobre todo la cita en la ciudad donde Galaxie 500 grabamos nuestro disco “Copenhague”. Interpretar canciones que había escrito hace dos décadas, sobre gente de la que estaba enamorada hace veinte años. Me lleva de vuelta a ese momento de mi vida personal, y te hace pensar sobre todo aquello.

En Europa predominaba el shoegaze, el EEUU el Grunge. Y vosotros, a lo vuestro…

Bueno, a mí no me gustaban esos estilos de música. Creo que estábamos un poco fuera de nuestro tiempo. Más interesados en la música del pasado cercano.

Recuerdo leer sobre una noche loca con Arthur Lee en París, en una suerte de jam eterna y bien drogada.

Mi vida, obra y milagros están recopilados en el libro “Black Postcard”. Pero no creas que eramos habituales de los círculos de las estrellas. Bueno, recuerdo salir de cocaína con los Cocteau Twins. Y al día siguiente tenía una jam session con Sterling Morrison (Velvet Underground) para grabar algo en “Bewitched”, el segundo álbum de Luna. Pensé que me iba a morir. Pero no, aquí sigo (risas).

Vivian Girls: Una banda feliz con poso melancólico

Guitarras sucias, composiciones casi punks y sonidos con mucho eco, dignos de una maqueta grabada en un local de ensayo. Así eran las melodías de los primeros dos trabajos discográficos de las neoyorquinas Vivian Girls.
Un mundo editorial en el que no es sencillo seguirles la pista, con la infinidad de proyectos paralelos que mantienen vivos -All Saints Day, Coasting, La Sera- y esas giras que les posan en su vivienda lo justo para vaciar el buzón y poner dos lavadoras.

«Hacemos canciones cuando no estamos de gira y hasta en las propias giras», cuenta la cantante y guitarrista Cassie Ramone, apellido rockero de raigambre en su ciudad. «De Nueva York nos encantan Widowspeak, Dutch Treat, Ramones, The Velvet Underground o Sonic Youth. Sin olvidar a The Wipers, Dead Moon o Puffy Shoes».

El trío norteamericano, que toma su nombre de una tortuosa obra de Henry Darger, lo tenía todo para triunfar. Asentadas en el barrio de Brooklyn («un gran sitio para hacer música y tener un grupo»), su música voló por internet. Sonaban frescas, crudas y directas. «¡Si, siempre jóvenes!».Menos vaporosas, más cabreadas, pero igual de encantadoras y de amateurs que las tonadas de Galaxie 500. «Sus canciones eran geniales, nos encantan. Será un placer tocar antes de Dean Wareham y los suyos».

Pero algo cambió en ‘Share The Joy’, el tercer CD de estas muchachas. Un increíble salto cualitativo en lo sonoro y lo creativo. Sin abandonar las viejas formas, entregan temas que no puedes escuchar menos de 6 veces seguidas, como ‘I hear you say’.

Una mezcla entre Phil Spector y Jesus And Mary Chain repleta de arrebatadores juegos vocales. De la mano, el aire 50´s de ‘Take it as it comes’ o el tono inocente de ‘Dance if you wanna’. Ahora todo suena más brillante. «No deja de ser una progresión natural. Buscamos crecer y expandirnos, pero sin forzarnos a nada».

El exitoso pasado se puede disfrutar en las novísimas ‘Death’, ‘Lake House’, ‘Time to Pretend» o ‘Vanishing Of Time’ y ese arranque tan propio de los seminales Beat Happening. Temas que en su conjunto también nos recuerdan a Black Tambourine, banda semidesconocida que, a modo de fan fatal, escribió un tema titulado ‘Throw Aggi off the bridge’ dedicado al cantante de los Pastels (Aggi era el nombre de su pareja). Las chicas confirman el parentesco tamborilero y afirmando que ellas le harían los mismo a cualquier chica que se «entrometiera ante el chico de nuestros amores». ¿Recuperarán dicho tema para su playera cita donostiarra de esta noche? «Hemos hecho ya muchas versiones en nuestra vida, pero ahora solo tocamos el ‘Sixteen Ways’ del grupo Green On Red».

Escuchando del CD, nos imaginamos a Vivian Girls haciendo girar en el estudio los discos de ya mentado Spector y sus arrebatadoras orquestas. Una verdad a medias. «Aquellos días escuchábamos muchísimo a Neil Young. También a Patience and Prudence y Steely Dan. Pero el título del álbum lo tomamos de un tema triste y precioso de Burt Bacharach. Se adapta como un guante al concepto que tenemos de nuestra banda. Una mezcla entre un nombre que suena feliz, divertido, pero con un fondo melancólico».

Nos despedimos preguntándoles por sus sitios preferidos para actuar. «Nos han gustado casi todos. Acabamos de tocar en Japón, Hong Kong y Bangkok y cada cita era más impresionante que la anterior»). Veremos si Donostia y su escenario playero consiguen encandilarles de idéntica manera. Si el tiempo lo permite, la opción no es descabellada.

Aloe Blacc: «Mi disco trata sobre la corrupción y la política»

El norteamericano de raíces panameñas presentará en la playa sus nuevos sonidos soul

Empleo la música para reivindicar injusticias», declara Aloe Blacc. Y también : «El soul y el hip hop recogen las palabras y las melodías de una cultura». Su genial carta de presentación, ‘I need a dolar’, nos adentra en un disco de soul clásico que habla de necesidades e injusticias sociales.

El norteamericano de raíces panameñas ha editado un CD bien atractivo y resultón. La fama le ha llegado con el primero de los singles de su segundo álbum, ‘Good things’. ‘I need a dolar’, que así se llama el pelotazo, ha dado la vuelta al mundo moviendo al más parado. Puro R’n’B exquisito y contagioso, digno de esa herencia de ‘Bill’ Withers que le asignan.

El tema en cuestión tiene el aire que envuelve a los clásicos, como también ‘Lean on Me’ y ‘Aint no sunshine’. «En el fondo, no es más que música folk», afirma el autor. «Tanto el soul como el hip hop lo son, dado que recogen las palabras y las melodías de una cultura. Retratando sus cuestiones sociales o económicas».

El monetario es un mundo que enerva a Blacc. Antiguo asesor de una multinacional, reniega del lado exclusivamente despreocupado de la música actual. «Mi disco ‘Good Things’trata sobre la corrupción y la política. Me gusta emplear estas músicas para reivindicar injusticias o recoger necesidades sociales. Los títulos de mis composiciones hablan por si mismas: ‘Life’s So Hard’, ‘Politician’, Take Me Back’…»

En el fondo sonoro reviven, bajo una voz cálida e intensa, buena parte de los clásicos. Su segundo single ‘Loving you is killing me’ es un contoneo constante que puede recordar al Terence Trent D’Arby más equilibrado. Hay funk de guitarras quemadas (‘Politician’, ‘Hey Brother’) y versiones arrebatadoras, como la que realiza del ‘Femme Fatale’ de la Velvet Underground. O ese ‘Billie Jean’ de Michael Jackson, que pulula en formato vídeo por la red.

El californiano, que viaja con un quinteto que incluye saxo y trompeta, también tiene tiempo para ponerse pastelero en ‘Make me smile’ o ‘Mamma hold my hand’ y algo trenzas en ‘Miss Fortune’. Con esas puntuales entonaciones hiphoperas que nos recuerdan que el autor tiene otro grupo, Emanon, del que esperamos un nuevo CD para comienzos del año que viene.

Blacc no piensa cerrar las puertas a su creatividad. «El siguiente paso será escribir para otros cantantes, una vez que mi nombre esté asentado. Ya he tenido ofertas en este sentido, pero preferí retrasarlas para ir fijando y popularizando mi propuesta. Seguiré buscando vías para contar historias. Quiero actuar, escribir guiones o lanzarme al mundo de la escritura». Si lo hace al menos la mitad de bien que en sus canciones, vayan guardando dinero para las adquisiciones. ¿Cuánto? Por lo menos un dólar.

Makala: «He tratado de unir lo gastronómico con lo musical»

El zarauztarra recopila en ‘Unexpected tapas’ sus singles de beats latinos y ofrece numerosos cortes de regalo.

¿Tenemos nueva industria exportadora en ciernes? Tras la máquina herramienta, los cachorros futboleros de Zubieta y el potente lobby culinario, la música bailonga comienza a abrirse hueco en Europa. Despacito, pero con muescas y paseos remarcables.

El tranquilo guipuzcoano Makala (nacido Mikel Unzurrunzaga Schmitz) es el último de los ejemplos del buen hacer local en estas lides. No hay más que pegar el oído a ‘Unexpected tapas’, nuevo CD en el que agrupa sus últimos vinilos breves y que ofrece 5 temas nuevos entre remezclas e inéditos. Tras el debut costero, euskaldun y humeante de ‘Hondartzan’, estos quince pintxos sonoros navegan por sonidos de Puerto Rico, la rumba y las cazuelas que ligan el jazz y el optimismo.

Grabado con la colaboración de 40 músicos y bajo la batuta de Jimmy Bidaurreta (músico, productor y director de Gasteiz Big Band), su mezcla de tradición salsera y modernidad digital ha encandilado a nombres potentes de la industria como Laurent Garnier, DJ Yoda o Quantic, mientras el autor se pasea por los clubs de Europa con bastante asiduidad, moviendo a la gente con temazos como ‘Partió la tabla’ o ‘Bacalao al pil pil’.

-Y eso que arrancas con un tema de puro swing

-El CD sigue el orden cronológico en el que se editaron los singles. ‘Cartoon Tune’ fue el primero, en el 2009. Bebe del jazz de los años 30 y 40, con beats de hip-hop instrumental.

-Como en el corte ‘Happy Sound’, de voces infantiles.
-El que cierra el disco antes de los bonus tracks. ‘Unexpected tapas’ entra y sale con estos aires de swing y ritmos reciclados del hip hop, muy fáciles. Siguiendo el hilo argumental alimentario podrían ser el aperitivo y el postre. Mi hija Edith ha sido una gran fuente inspiración. En ‘Cartoon toon’ tenía 5 años y nos pasábamos todo el día viendo dibujos animados. En una época nos dio por ver capítulos de la primera época de la Disney, y me pareció oportuno realizar un homenaje en esa dirección.

-¿Se cumple la ley de que a todo padre le gusta Bob Esponja?
-Me encanta. Patricio se parece a mí, o viceversa. Y Arenita es mi hija. En cada familia hay un miembro que se parece a alguno de sus personajes. Bob esponja es genial.

The High Llamas: Lujo exquisito

En la genial comedia norteamericana ‘Aterriza como puedas’ había un controlador de tráfico aéreo interpretado por Lloyd Bridges que dejó para la posteridad una serie de frases que empezaban por «elegí un mal día para» y acababan nombrando diferentes elementos adictivos: tabaco, café, barbitúricos. A destacar el sublime «elegí un mal día para dejar el pegamento».

Traemos el tema a colación por varias razones. Una, el parecido de Sean O’Hagan, cantante y principal compositor de The High Llamas, con el patriarca de los Brigdes. Si alguna vez van a rodar un biopic del actor, por favor háganle una prueba a este irlandés afincado en Londres. Y la razón principal por la que recordamos la película de humor catastrofista bien puede resumirse en la siguiente adaptación: «Elegí un mal día para montar un concierto».

Con una asistencia indigna en relación a la oferta musical presentada, el siempre soberano pueblo ya está pensando en terrazas, cenas y refrescos en los que la única música que suena es el tintineo de los hielos chocando entre sí. Si los intérpretes están cerca de nuestra silla al aire libre quizás, y solo quizás, le prestemos algo de atención al conjunto.

Y fue una lástima. Porque la banda anglo-irlandesa es una auténtica maravilla, un lujo exquisito, dulce y terso. Ensoñador como los atardeceres que estamos viviendo estos días, una banda sonora ideal para un verano feliz. Melodías que aúnan los mejores momentos de The Beach Boys o Jobim. Todo lo suficientemente proscrito y bien aliñado como para que no hablemos de fotocopias y refritos.

La única pega que se les puede poner es que lo suyo, más que canciones propiamente dichas, son piruetas sonoras en las que no repiten un acorde bajo pena de mutilación anular. Solo la excelente ‘Fly, Baby, Fly’ o ese ‘Hi To The Rivers and Mountains’ que elaboraron para el musical de idéntico nombre pudieran alcanzar la categoría de tema pop. El resto solo eran gemas. Tremendamente pulidas. Dignas de un joyero.

The High Llamas: Pop sofisticado

La banda británica presenta mañana su ultimo trabajo en Donostia. “Talahomi way” es soleado, refinado, abierto y preciosista.

Si hubiera que darle un banderazo de salida al verano con un concierto, el de la banda británica The High Llamas en la sala Gazteszena de Donostia bien pudiera ser uno de los más adecuados para mecerse a la brisa y brindar bajo la sombrilla, ya sea esta de playa o de daiquiri.

Su cóctel melódico es refrescante y sofisticado. Su combinado cambia el ron ligero por un buen chorro de Beach Boys (muy presente en todo el CD), el zumo de Lima está servido por Burt Bacharach (‘The Ring of Gold’), el easy listening (‘Wander, Jack Wander’) o Jobim (‘Take My Hand’), el almíbar suena con bellas orquestaciones, las armonías deliciosas y el soft pop de los años 70 del siglo pasado (‘Fly, Baby, Fly’).

Las gotas de marrasquino que completan la receta de la bebida original son aquí migajas de toques electrónicos. Y avisamos, las canciones de Sean O´Hagan suenan geniales, pero son de una concepción más amplia que el pop al que estamos (mal)acostumbrados. Como si Stereolab, de los que fue colaborador muy cercano, pasaran de sus remolinos y se dejarán animar por el sol de Copacabana. Su último trabajo “Talahomi Way”, el primero en cuatro años, es una buena prueba de ello.

Nudozurdo: Tensión sintética

El cuarteto madrileño había dejado el listón muy alto con su anterior ‘Sintética’. Un puntal que no ha hecho sino afianzarse con el nuevo CD que presentan hoy en Gasteiz y mañana en Donostia.

Tara Motor Hembra’ son diez canciones de alma oscura y ejecución tan tensa como variada y brillante. Leo Mateos, voz y guitarrista de Nudozurdo, afirma que “el uso de la violencia en la música y en general en todas las artes está muy infravalorado. El tema “Prometo hacerte daño” es una canción que pretende hacerle justicia al concepto”.

El reciente trabajo cuenta con un gran atractivo lírico que pinta deprimente y apunta luminoso. “Me encanta cuando salen ideas inesperadas que me hacen preguntarme qué quieren decir. Me gusta escribir sin controlar el destino o la finalidad. El contraste es marca de la casa: oscuro-luz, limpio-sucio, arriba-abajo, obvio-ambiguo. Son canciones que hablan de cosas misteriosas como el amor, el odio, los celos, la amistad, la frustración, el deseo. La disfuncionalidad puede ser extremadamente bella. Y en muchos casos estamos abocados a ella”.

La banda ha sentido la necesidad de dar pasos diferentes a los ya muy aplaudidos. Un brinco que puede gustar sin mayores esfuerzos a los fans de Lisabö, El Columpio Asesino, Mercromina o Joy Division. “Somos de esos grupos que necesitan desmarcarse de si mismos para tener una sensación de avance”. Temas como el impresionante ‘Prueba/error’, ‘No me toquéis’, ‘Conocí el amor’, la manchesteriana ‘Golden Gotelé’ o ese ‘Dosis Modernas’ que German Coppini hubiera firmado con los ojos cerrados confirman lo acertado el cambio.

Una mutación que podremos ver en el escenario donostiarra. Para la cita local prometen tocar “dos o tres temas del primer disco, la mitad de ‘Sintética’ y la mitad del último”, mientras encuentran hueco en la entrevista para lanzar flores a uno de nuestros autores más interesantes: “Es difícil hacer música como la de Dotore. Tiene algo especial, no tiene prisa. Las melodías son inteligentes y las letras no pretenden apoderarse de la canción”.