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Juan Luis Etxeberria Entradas

Añadido a la entrevista de Sergio Cruzado con motivo del Homeless Festival

Por comprensibles cuestiones de extensión, la entrevista realizada a Sergio Cruzado tuvo que limar su extensión en el texto del Homeless Festival. Pero debido a su posible interés, paso a colocarlas en este «añadido».

Todos hemos tenido experiencias desagradables. Queremos pelear por una ciudad que deje hacer. Que este viva culturalmente porque cualquiera puede programar o acceder a un espacio público abierto o cerrado sin desconfianzas. La gente lleva muchos años en ventanillas donde tienes que pedir por favor que te dejen espacios que son tuyos (públicos) para hacer cosas, te ponene trabas, te ponen sus logos, te obligan a Salir en fotos, y luego, si funcionan, te las fagocitan.

Para que una ciudad este viva culturalmente tiene que tener respeto absoluto por las ideas, por la creatividad. Por sus activos culturales. Vivimos en una ciudad super autocomplaciente. Un técnico o un político va a Berlin y dice «qué bonito, qué underground, vamos a hacer lo mismo aquí». Dejan hacer graffitis unos días y  modernizan su lenguaje con unas declaraciones.

Para que esta ciudad se parezca cultural o esteticamente  a Berlin, lo primero que hay que hacer es bajar el precio de los pisos para que haya gente joven en el centro, permitir la autogestión cultural o la ocupacion, la flexibilidad en las normativas, la accesibilidad de los espacios públicos,  debería haber un espíritu crítico y una vida menos autocomplaciente por mucho que seamos los números uno en los pintxos….

Hace 20 años un concierto era algo especial y asi se vivía por el músico, el público, los tecnicos…. Era algo emocionante. No habia un circuito público.  Los músicos sabían que no se podían hacer millonarios pero tenian su minuto de gloria. Los padres no querian que sus hijos fueran músicos.

Luego todo se profesionalizó y ahora es al reves, todos los padres quieren que sus hijos sean musicos (para forrarse) y parece que si el ayuntamiento no te deja un teatro o una casa de cultura no hay un espacio digno para un concierto… Queremos recuperar ese espiritu de antes…  La arrogancia mató la industria del disco y no queremos que  acabe con el directo.

Lo de que la normativa de esta ciudad no permita la música en directo salvo en los tres cafes teatro existente y sea capital cultural  es de juzgado de guardia. Viajas a cualquier pais o ciudad del norte de Europa y hay música en directo absolutamente en todos los bares, cafes, calles peatonales, parques…. Las carreteras no estan tan bien pulidas y asfaltadas,  ni se hacen tantas casas , pero la gente es más austera, vive en alquiler, hay mas galerias de arte o comercios que son talleres creativos a pie de calle con grandes ventanales (supongo que seran mas baratos para alquilar). Y no hay cultura del pelotazo, sino cultura de verdad….

¿Quieres ganar un tema exclusivo y dedicado de Bassmatti? Pues comenta, comenta…

Hola!

Dios dirá si esto es una promoción o una condena para el ganador, pero desde www.juanluisetxeberria.com queremos lanzar una promoción para atraeros a nuestra carpeta virtual y presentaros los contenidos periodísticos (más de 500 artículos/entrevistas/reportajes culturales) que he realizado a lo largo de los años.

Así, entre todos los usuarios que comentéis algo en nuestra web –relacionado con el tema del post, no troll- entre hoy y el 15 de septiembre del 2011 sortearemos un regalo muy especial: un tema de Giorgio Bassmatti. Tranquis, que ya está sobre aviso.

El contenido deberá ser constructivo. El tema se colgará en youtube y se le mandará al usuario ganador vía privado, intentando seguir una temática propuesta por él. No aceptaremos bromas ni cuestiones ofensivas como fuente de inspiración. Podrá ser en euskera, inglés o castellano.

Nota: debe haber más de 18 comentarios de usuarios distintos para que el concurso eche a rodar.

Gracias!

Celtas Cortos: Cerrando el estanco

El programa festivo de los grandes conciertos echaba la persiana el pasado sábado en Donostia con la actuación de los veinteañeros – a años de carrera en activo me refiero- Celtas Cortos.

Una cita que congregó a un buen número de personas, quienes ocuparon la totalidad de la explanada de Sagüés sin llegar a reventarla, disfrutando de todas y cada una de las bocanadas musicales del grupo vallisoletano. Más de veinte canciones que no se apagaron ni se deshicieron cual papel mojado en los momentos en los que la lluvia, en ocasiones puntuales de manera bastante efusiva, cayó sobre los espectadores.

La noche, por si había dudas, arrancó celta, con un instrumental de tonalidades verdes que no desentonaría en una feria medieval. Hasta cuatro temas sin letra sonaron en Donostia, valiendo cualquiera de ellos para ese obligado momento de presentar a toda la banda de ejecutantes. Con lo irlandés -versión del «‘Fisherman´s Blues’ de Waterboys incluída- , acelerado y reivindicativo (que si anarquía, que si insumisión,…) marcando la mayoría de las vocales.

Su amor por bandas como The Pogues, sin llegar a la astracanada de los recomendables Bizardunak, queda demostrado por activa (la versión del tema ‘Fiesta’ puso la plaza boca abajo) y por pasiva. Más de una sección instrumental está directamente extirpada de las composiciones más punk de Shane Macgowan y los suyos. Por no hablar de momentos como ‘¿Qué voy a hacer yo?’ o ‘República de Sanjes’. Bueno, era lo esperable, de ahí el gozo popular, los saltos, los brazos engarzados y los bailes a lo suelto de las gentes de todas las edades que asistieron a su velada guipuzcoana.

La buena música es impermeable

Aplausos. Todos los del mundo, y uno más. Para los organizadores, por tener que lidiar con los jarros de agua que caen del cielo. Para los actuantes, por intentar superar la tristeza de que tu cita cuente con una foto tan calada. Pero sobre todo para los asistentes a las actuaciones que el Jazzaldia había dispuesto en sus últimas jornadas festivas. Gentes que al mal tiempo le pusieron buena cara y abrigo impermeable.

Hay que tener mucha vitalidad para no dejarse amedrentar por nuestra ya famosa lluvia horizontal. Chaparrones que unidos a la ventisca costera hacen que el agua te pegue por todas partes y tus paraguas acaben siendo obras deconstruidas de algún happening modernista.

Como bien supondrán, esta desagradable situación alteró el programa de actos. Los escenarios gratuitos más expuestos al litoral sufrieron una cascada de suspensiones, recortando su listado de manera drástica. Del domingo noche, por ejemplo, solo quedó a flote la visita de los franceses Odezenne. Lo suyo tiene gran raigambre en el país vecino. Voces hiphoperas sobre bases programadas en un ordenador, con rasgados de vinilos, algo de danza y guitarrazos que despiertan las conciencias.

Sonidos underground

Los aguaceros también trastocaron la plantilla de ayer lunes. Se suspendieron los conciertos programados en las terrazas del Náutico y Kursaal. Algunos cambiaron de ubicación. Mursego y MobyDick pudieron trasladar sus músicas a la coqueta y, sobre todo, resguardada Sala Club del Teatro Victoria Eugenia.Fue una alegría que alguna de las más interesantes propuestas unipersonales de nuestro panorama pop-rockero pudiera presentarse ante los ojos y los oídos de gentes que no suelen bucear en mundos underground.

Jackson Browne: Simplemente delicioso

El Jazzaldia donostiarra guardaba como colofón de sus actos gratuitos la actuación del norteamericano Jackson Browne. Una cita que, si exceptuamos la siempre molesta influencia de un clima tan agreste como el nuestro, que convierte el final de julio en un otoño cualquiera, respondió a las expectativas. O las elevó aún más.

La velada en el escenario principal de la zona de la playa arrancó con Dawes, formación que más tarde haría de banda de acompañamiento (o ‘backing band’, que dicen los anglófilos) en el paseo dulce y terso de los tonos de Browne. Pero cada cosa a su tiempo.

El cuarteto estadounidense cuenta con dos discos en la calle. Trabajos repletos de pasajes tranquilos que recuerdan las obras de Neil Young, The Eagles o The Band. El último parentesco tiene continuación. Dawes han sido el apoyo sonoro elegido por Robbie Robertson, otrora líder de la formación canadiense, para presentar las canciones de su último CD, ‘How to Become Clairevoyant’.

En la cita donostiarra, los californianos añadieron bastante chicha a sus composiciones. Sobre el escenario festivalero, y al abrigo de un batería que brincaba físicamente para poder realizar todos los movimientos que su cabeza ideaba, las canciones de Dawes sintieron en sus acordes un emocionante chute de vitalidad.

En la Zurriola, bajo el paraguas de lo gratuito

Y tras mucho amenazar, nuestro querido sirimiri hizo acto de presencia el dichoso domingo, día grande en lo referente a los paseos gratuitos diurnos. Tampoco llovió de manera sorprendente, pero molestó lo suficiente para que más de uno decidiera quedarse a cubierto. ¿Los escenarios? Bien, gracias. Hace falta una tormenta salvaje para que las actuaciones se suspendan.

Y los pobres Thee Brandy Hips, uno de los conciertos secretos del día de guardar, pelearon contra los elementos. Las canciones nuevas de los donostiarras son muy atractivas y el foco que el Heineken Jazzaldia les ofreció, en el espacio principal de la playa de la Zurriola, quedó aguado bajo la intermitente llovizna. Una pena, porque sus nuevos temas brillan sobre nubes y borrascas. Si ustedes fueron de los que se quedaron viendo el paseíllo parisino del Tour, apunten su nombre para próximas actuaciones. No les defraudarán.

«Una vez vista la picha, macho, seguro». Es el comentario que dejó el director jazzero Miguel Martín en su activo blog festivalero. No importa a santo de qué lo escribía, pero nos sirve de respuesta para el canto que más de uno entonó la tarde de gabardinas por los cambios del escenario de la terraza superior del Kursaal, antes cubierta y ahora abierta. El Dynamic Trío, habitual del certamen guipuzcoano, tiene poca culpa. Ellos ofrecieron lo que mejor saben hacer: músicas jazzeras modernas para oyentes atentos. Por desgracia, las inclemencias les impidieron desplegar todo su repertorio, quedando su propuesta en unos escasos veinte minutos.

Los bordeleses United Fools ni siquiera tuvieron esa suerte porque ni saltaron al escenario porque arreció la lluvia y, lo que es peor, el viento, el más temido elemento por la organización.

Vasco y discotequero

También hubo algo de agua, pero poca, en la noche del sábado. Aunque eso no ahuyentó a los miles de espectadores que siguieron atentos las festivas músicas de los británicos Crystal Fighters, una banda que se ha ido empapando de nuestra cultura euskaldun para mezclarla con la música de baile más potente.

Punk y jazz, de la mano en la playa

La tarde de ayer arrancó en la sobremesa, con el café gratuito que regalaban las chicas de Frigo. Sobre el escenario de idéntico pagador, el primero de los conciertos secretos que nuestro Jazzaldia programó en sus escenarios el sábado por la tarde. Ya saben, esos actos que los promotores anuncian justo la noche anterior haciendo buen uso de las redes sociales tipo Twitter o Facebook.

Para cuando ustedes lean estas líneas, el director del certamen y los suyos ya habrán lanzado un nuevo parte informativo, anunciando la hora y el emplazamiento de la actuación de los poperos donostiarras Thee Brandy Hips. Recomendamos encarecidamente la asistencia, para poder disfrutar de las soberbias y novísimas canciones del quinteto, aún por publicar en formato CD.

Pero el corte de cinta, del día y de la propuesta, le correspondió al también koxkero Bo, en un concierto probablemente irrepetible. No tanto por la autenticidad del evento, cuya calificación dejo en manos del resto de presentes, sino por la posibilidad de ver al cantor, barbudo lobo solitario, con una banda de acompañamiento.

Comenzaron repasando viejos éxitos del rock mundial, atacando a la Creedence Clearwater Revival y Tom Waits con gran respeto. Y la banda fue apareciendo, con un guitarra solista visualmente expresivo, para hacer una bella y distinguida versión de Violent Femmes y un ‘Fever’ de John Davenport que sirvió para soltar el nervio acumulado del cantante y mostrar su vozarrón habitual. Por cierto, si quieren sonreír un buen rato, busquen en internet la impresionante versión que la cubana La Lupe hizo de dicho tema.

Del resto de la comparecencia de los guipuzcoanos nos quedamos con el hecho de haber bordado con pasmosa facilidad – y no le vean dobles sentidos a lo que leerán a partir de ahora- el ‘After Hours’ cantado por la dama de la Velvet Underground.

Las nubes seguían bordeando los recintos, dejando bonitas postales fotográficas sin efectos acuosos de por medio. La bonanza hizo que los actos posteriores tuvieran buena respuesta asistencial, con algunos intérpretes repitiendo cita. Los abogados alemanes de la Wiesbadener Juristenband volvieron a plisar nuestras chaquetas apoyándose en sus interpretaciones de canciones eternas, sentando jurisprudencia con sus sentencias melódicas felices y sonrientes.

Crystal Fighters: Británicos fascinados por la cultura vasca

¿Unos ingleses que miran nuestras costumbres para elaborar sus canciones? Así es. El nombre del grupo viene de una ópera escrita en el País Vasco. En sus canciones suenan tamboriles, txistus y unas txalapartas que se traen de gira. Y conocen nuestros usos de manera casi académica.

Pero no se esperen una espatadantza digital. A nivel musical hay guitarras heavies, flamenco, tonos medievales, fraseos a lo Manu Chao, canciones pop o influencias de New Order. Siempre con el techno acelerado como metrónomo.

Hablamos con Sebastian Pringle, cantante y guitarrista principal, que admite que su nombre «viene por la capital de Gipuzkoa. De pequeño estuve varias veces de visita, y luego he vuelto al País Vasco para tocar o comprar instrumentos». Señores que sugieren nombres para el Tambor de oro donostiarra, apunten el de este mozo y sus colegas.

-¿De qué trataba aquella inspiradora ópera?
-Era sobre un grupo salvaje que experimentaban con la música a principios de los años 20. La expresión Crystal Fighters hacía referencia a una forma de vida festiva.
– La Navarra de vuestras biografías es un estado mental, no un lugar de encuentro.
-Fue un camino que nos permitió unirnos, con esta cultura alucinante como inspiración y base de nuestra instrumentación.
– Y habéis estado grabando en la comunidad foral.
– Una experiencia genial, pero demasiado corta. Estar de gira te impide pasar más de una semana en un mismo lugar. Esperamos volver en octubre, tras los conciertos en Australia, para seguir trabajando en las futuras composiciones y adentrarnos más en la historia.
– Afirmáis que el nexo de todo el álbum es la tradición vasca.
– A la hora de escribir las canciones, lo hacíamos con melodías vascas clásicas girando en nuestra cabeza, y con la tristeza y la pasión que brotaba de los escritos líricos. Era un desafío atractivo, unir nuestra música con estas tradiciones en las que nos estábamos sumergiendo, tocando unos instrumentos que estábamos aprendiendo a utilizar.
– Euskadi es siempre referencia.
– Cuando imaginábamos cómo deseábamos que fuera nuestra banda, estábamos fascinados por vuestra cultura. Queríamos transmitir esa admiración al resto del mundo. Desde los trajes y las figuras mitológicas, hasta la compleja e increíble historia del lugar y cómo se ha mantenido única a lo largo de los siglos. Pensábamos mucho en ello a la hora de componer y poner los títulos.
-Vuestro tema ‘In summer’ tiene el origen en el carnaval de Lantz.
-En esa canción también hay un txistu. El ritmo principal de ‘Champion Sound’ se basa en una vieja pieza interpretada con dicho instrumento, llamada ‘Arizkun’. En ‘Solar Sister’ los sonidos de teclado son una adaptación de la sagardantza. Y la caja de la batería de ‘Follow’ es un ‘danbolin’ (sic) que encontré en Bilbao.
– ¿Por qué llamasteis al disco Star Of Love?
-Aprendimos que el sol, eguzki, es uno de los motivos centrales del folklore vasco. El título también nos gustaba como una atractiva metáfora del astro luminoso. El acrónimo, SOL, acabó por darle la coherencia que buscábamos.
-¿Conocéis grupos vascos?
-Nos encanta Delorean. Nos hemos encontrado un par de veces por el mundo. Recuerdo especialmente un festival en Barcelona con ellos, El Guincho, Za! (que nos vuelven locos) y Toro y Moi.
-Y os gustan Aviador Dro y Eskorbuto
-Sí, me los pasaban mis colegas españoles. El Jazzaldia contará con la exclusiva mundial, si todo sale bien, de nuestra versión de ‘Fiesta de los maniquíes’, de Golpes Bajos.