Saltar al contenido

Jackson Browne: Simplemente delicioso

El Jazzaldia donostiarra guardaba como colofón de sus actos gratuitos la actuación del norteamericano Jackson Browne. Una cita que, si exceptuamos la siempre molesta influencia de un clima tan agreste como el nuestro, que convierte el final de julio en un otoño cualquiera, respondió a las expectativas. O las elevó aún más.

La velada en el escenario principal de la zona de la playa arrancó con Dawes, formación que más tarde haría de banda de acompañamiento (o ‘backing band’, que dicen los anglófilos) en el paseo dulce y terso de los tonos de Browne. Pero cada cosa a su tiempo.

El cuarteto estadounidense cuenta con dos discos en la calle. Trabajos repletos de pasajes tranquilos que recuerdan las obras de Neil Young, The Eagles o The Band. El último parentesco tiene continuación. Dawes han sido el apoyo sonoro elegido por Robbie Robertson, otrora líder de la formación canadiense, para presentar las canciones de su último CD, ‘How to Become Clairevoyant’.

En la cita donostiarra, los californianos añadieron bastante chicha a sus composiciones. Sobre el escenario festivalero, y al abrigo de un batería que brincaba físicamente para poder realizar todos los movimientos que su cabeza ideaba, las canciones de Dawes sintieron en sus acordes un emocionante chute de vitalidad.

Con la compañía del guitarrista y cantante Jonathan Wilson, le pegaron un buen repaso al rock clásico de raíces norteamericanas. No inventan la rueda, pero el desplazamiento es mucho más gozoso con ellos. Así, momentos atractivos como ‘When my times comes’ o ‘Time Spent in Los Angeles’ alcanzaron la excelencia. Por cierto, ¿qué desayunan estos chavales para que todas las armonías vocales sean tan maravillosas?

Pura seda vocal

En el lateral del tablado, el nombre principal de la cita del lunes no perdía detalle de la pulcritud de sus colegas, que a lo tonto se pasaron más de tres horas sobre el Escenario Verde. Ante unos 6.500 asistentes que rondaban el medio siglo de edad, la extensa actuación (más de 100 minutos) de Browne fue un precioso paseo sobre el folk guitarrero norteamericano. Estilo sedoso y lánguido que le tiene como uno de sus principales baluartes pretéritos y presentes.

¡Y qué voz mantiene el puñetero cantor! Pura seda. Dios me guarde una jubilación dorada, o jubilación a secas, y que mis 63 años sean la mitad de envidiables. Su dulzura habitual quedó bien arropada con las ya mencionadas energías de sus compatriotas, resultando en su conjunto una cita deliciosa y muy aplaudida.

Contento con la invitación cursada por el festival donostiarra (llegó a adaptar una de sus canciones haciendo que las palabras «País Vasco» sonaran como parte de un tema), expresando su gratitud con infinidad de ‘eskerrik asko’, quiso agradecer a los presentes su asistencia en un día de clima tan agreste. Y tras unos bises que incluyeron una tacada de versiones de Warren Zevon y un tema de los propios Dawes, las iluminadas estrellas californianas cerraron un escenario que echaba el pestillo de la mejor manera posible. El público abandonó la arena satisfecho ante el espectáculo mostrado, tarareando alguna de las canciones que durante su juventud les sirvieron para enamorarse, ilusionarse o simplemente vivir más felices.

Publicado enCríticas de conciertos

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *