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Celtas Cortos: Cerrando el estanco

El programa festivo de los grandes conciertos echaba la persiana el pasado sábado en Donostia con la actuación de los veinteañeros – a años de carrera en activo me refiero- Celtas Cortos.

Una cita que congregó a un buen número de personas, quienes ocuparon la totalidad de la explanada de Sagüés sin llegar a reventarla, disfrutando de todas y cada una de las bocanadas musicales del grupo vallisoletano. Más de veinte canciones que no se apagaron ni se deshicieron cual papel mojado en los momentos en los que la lluvia, en ocasiones puntuales de manera bastante efusiva, cayó sobre los espectadores.

La noche, por si había dudas, arrancó celta, con un instrumental de tonalidades verdes que no desentonaría en una feria medieval. Hasta cuatro temas sin letra sonaron en Donostia, valiendo cualquiera de ellos para ese obligado momento de presentar a toda la banda de ejecutantes. Con lo irlandés -versión del «‘Fisherman´s Blues’ de Waterboys incluída- , acelerado y reivindicativo (que si anarquía, que si insumisión,…) marcando la mayoría de las vocales.

Su amor por bandas como The Pogues, sin llegar a la astracanada de los recomendables Bizardunak, queda demostrado por activa (la versión del tema ‘Fiesta’ puso la plaza boca abajo) y por pasiva. Más de una sección instrumental está directamente extirpada de las composiciones más punk de Shane Macgowan y los suyos. Por no hablar de momentos como ‘¿Qué voy a hacer yo?’ o ‘República de Sanjes’. Bueno, era lo esperable, de ahí el gozo popular, los saltos, los brazos engarzados y los bailes a lo suelto de las gentes de todas las edades que asistieron a su velada guipuzcoana.


Pero el estanco celtíbero tiene más marcas en sus baldas. Todas igual de fogosas. Intentan, abrir su paleta sonora a las energías mexicanas más rockeras y saltarinas, en un giro que busca acercarles al país centroamericano y sus escenarios con las formas de bandas como Ska-P y Control Machete. ‘El emigrante’ y ‘En estos días inciertos’ pueden ser muestras de dicho giro.
Y luego quedan los hits eternos, las canciones que ya son parte de nuestro devenir lo queramos o no: ’20 de abril’, ‘Tranquilo majete’, ‘Cuéntame un cuento’, ‘La senda del tiempo’,… El lazo de regalo lo puso la recreación del ‘Aita semeak’ de Oskorri y el arranque del bis final, con un extracto de la tamborrada donostiarra que sirvió para que el público la tarareara entera.
Capitaneando la nave festiva se encuentra Jesus Cifuentes. Cantor efusivo y correcto que gusta de girar los finales de las estrofas hacia el grito o la voz grave. Persona que nombró Donostia en casi todas las composiciones. Autor que realiza letras pegadizas con empaque y mensaje pero que, cuando toca hablar entre temas, emana términos distinguidos que ensucian el filtro de su boquilla. Sin acritud, majo. Si haces las frases más sencillas, menos rimbombantes, todos saldremos ganando.
Del resto, con un nivel musical fuera de toda tacha, destacar la movilidad del gaitero, un auténtico correcaminos de escenario. Y la expresividad de los chicos situados sobre las tarimas laterales. Algunos de ellos representaban los que las letras exponían, en una suerte de teatro complementario. Y así llegamos al final del artículo, orgullosos porque en la descripción del evento apenas caímos en los tópicos. Nótese que en todo el texto no se ha recurrido al uso del término folk. Oh, wait.

Publicado enCríticas de conciertos

3 comentarios

  1. Hola, entonces… ¿es aquí donde hay canapés gratis?

    A lo que íbamos… Lo de nombrar Donostia en todas las composiciones también lo haría Bruce Springsteen y no habría pegas

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