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En la Zurriola, bajo el paraguas de lo gratuito

Y tras mucho amenazar, nuestro querido sirimiri hizo acto de presencia el dichoso domingo, día grande en lo referente a los paseos gratuitos diurnos. Tampoco llovió de manera sorprendente, pero molestó lo suficiente para que más de uno decidiera quedarse a cubierto. ¿Los escenarios? Bien, gracias. Hace falta una tormenta salvaje para que las actuaciones se suspendan.

Y los pobres Thee Brandy Hips, uno de los conciertos secretos del día de guardar, pelearon contra los elementos. Las canciones nuevas de los donostiarras son muy atractivas y el foco que el Heineken Jazzaldia les ofreció, en el espacio principal de la playa de la Zurriola, quedó aguado bajo la intermitente llovizna. Una pena, porque sus nuevos temas brillan sobre nubes y borrascas. Si ustedes fueron de los que se quedaron viendo el paseíllo parisino del Tour, apunten su nombre para próximas actuaciones. No les defraudarán.

«Una vez vista la picha, macho, seguro». Es el comentario que dejó el director jazzero Miguel Martín en su activo blog festivalero. No importa a santo de qué lo escribía, pero nos sirve de respuesta para el canto que más de uno entonó la tarde de gabardinas por los cambios del escenario de la terraza superior del Kursaal, antes cubierta y ahora abierta. El Dynamic Trío, habitual del certamen guipuzcoano, tiene poca culpa. Ellos ofrecieron lo que mejor saben hacer: músicas jazzeras modernas para oyentes atentos. Por desgracia, las inclemencias les impidieron desplegar todo su repertorio, quedando su propuesta en unos escasos veinte minutos.

Los bordeleses United Fools ni siquiera tuvieron esa suerte porque ni saltaron al escenario porque arreció la lluvia y, lo que es peor, el viento, el más temido elemento por la organización.

Vasco y discotequero

También hubo algo de agua, pero poca, en la noche del sábado. Aunque eso no ahuyentó a los miles de espectadores que siguieron atentos las festivas músicas de los británicos Crystal Fighters, una banda que se ha ido empapando de nuestra cultura euskaldun para mezclarla con la música de baile más potente.

Quizás fuera demasiada tralla para las diez de la noche y lo de la playa de Gros fuera una ‘rave’ a la que contribuyeron los músicos actuantes, a pelo en pecho sin camiseta, y las telas anchas de otros ejecutantes. Pero es innegable que su vitalidad y energía hicieron bailar a un gran número de personas. Simpáticos y contundentes, sus canciones agitaron las arenas con los movimientos del personal, especialmente reseñable en unas primeras filas saltarinas.

Tras ellos llegaron Cut Copy y su elegante pop de sintetizadores. Tienen canciones preciosas y una puesta en escena tan pulcra como seductora. Cuando la calidad y la belleza compositiva se dan la mano y agitan el esqueleto con temas tan ochenteros como modernos, poco se puede objetar a los encargados de cerrar el escenario gratuito principal. Un fin de fiesta perfecto para la noche más festiva de actual certamen jazzero.

Publicado enCríticas de conciertosReportajes

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