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Categoría: Reportajes

Festival Ertz: Los cinco magníficos, por Xabier Erkizia.

ORBES

Partiendo de la idea del concierto típico de copas de vino, esta pareja genera en sus conciertos situaciones muy curiosas. Sus actuaciones son exclusivamente acústicas (sin micrófonos ni amplificación) y en espacios de gran resonancia. Por ello actuarán en el frontón municipal de Bera y con el público rodeando a los artistas y sus copas de cristal.

ALEX MENDIZABAL

Las múltiples propuestas de este autor marcarán una especie de eje transversal dentro del festival. Desde un concierto subacuático a una instalación en un parque, la lecturas de textos o un taller con personas con parálisis…

ORTHODOX:

Banda de Sevilla que ha colado su doom metal dentro de la escena internacional. La culpa la tiene su mezcla de sonidos metaleros y referencias al jazz y las procesiones de Semana Santa.

POLE POLE:

Este trío de Cataluña fusiona instrumentos tradicionales (piano, acordeón, mandolinas, voz…) con objetos cotidianos como teteras y juguetes…. Con referencias tanto a las músicas tradicionales mediterráneas como a la vanguardias. Un soplo de aire fresco para el festival.

MARCELLO LIBERATO:

Marcello participará en muchos eventos diferentes, pero entre todas ellos destaca su instalación «Lo Sgocciolatoio» (el goteador), donde utilizará un sistema de goteo para generar música e imagen. Un trabajo de artesanía pura y dura.

Festival Ertz 2007

Las músicas diferentes pueblan el programa de este evento guipuzcoano-navarro que celebra su octava edición con novedosos escenarios, nuevos retos y amplia presencia de creadores internacionales.

Bera y Donostia volverán a ser las sedes de las distintas actividades que conforman el Festival Ertz. Para ahondar en detalles hablamos con Xabier Erkizia, artista y co-director del evento que se autodenomina certamen de “otras músicas”. “Esa ‘otra música’ puede ser acústica, electrónica, improvisada, folk, rock o lo que uno quiera…siempre y cuando la forma, la situación y sobre todo la actitud con la que se produce propone nuevas relaciones entre los actores involucrados. Nosotros comenzamos a utilizar esta definición porque no nos exige etiquetar nuestras propuestas ni dirigirnos a un público en concreto”.

Hablando de asistentes. En una entrevista reciente escuchamos a Erkizia afirmar que es imposible componer sin pensar en el oyente. Trabajo difícil en un campo sonoro tan amplio y diverso, con truenos sonoros y detalles de minimalismo exacerbado. “Es casi imposible definir un público porque ni siquiera existe una música definida. Siempre empleamos el término ‘experimental’ para definir todo lo que no nos cabe en los demás estilos. En realidad es simplemente un adjetivo que habla sobre vivir experiencias. No deberíamos de tener tanto miedo a la hora de acercarnos a lo experimental”.

Para quitarnos los temores nada mejor que acercarnos a la octava edición de este festival que se celebra en centros de arte moderno, parques públicos, bibliotecas y piscinas municipales. “Queremos demostrar que el sonido y la música se pueden disfrutar de infinidad de formas y maneras. Cada año probamos con lugares diferentes, intentando pensar espacios adecuados para cada actividad. En 2006 elegimos un antiguo matadero o los campanarios. Ahora lo hacemos en el frontón, la piscina, un parque y la casa de cultura, todos ellos en Bera, y los espacios de Arteleku y Koldo Mitxelena en Donostia”.

Nosotros nos quedamos, por su particularidad, con dos citas a celebrarse en la localidad navarra. La actuación subacuática de Alex Mendizabal (16 de septiembre) y el concierto ofrecido hoy a los niños de la asociación de ASPACE. “Se trata de un taller creativo para personas discapacitadas en el que intentamos acercar a los oyentes y los artistas. El poder trabajar con este tipo de públicos enriquece nuestra experiencia y sobre todo la de la gente que participa“.

Semana Grande 2007: Bailando bajo la lluvia

La noche del miércoles dirigimos nuestros pasos hacia el quiosco de la Plaza Easo. Allá se celebran esta Semana Grande los bailables para los mayores. El emplazamiento habitual, la Plaza Zuloaga de la Parte Vieja, está en obras. Un cambio que ha permitido extender la zona de escenarios a otras pobladas zonas de la urbe como Amara y ampliar su radio de acción a todo el Bidasoa, conectada con la céntrica plaza por medio de la contigua parada de Euskotren.

Caminamos hacia el lugar de la cita musical con pocas ilusiones. Los intermitentes chaparrones nos hacen pensar que la actuación prevista, a cargo de la donostiarra Orquesta Mompás, se ha tenido que suspender. El agua suele ser mala compañera de guitarras, amplificadores y resto de material sonoro. Unas gotas que mojan la mesa de sonido, serpentean hasta un amplificador o se meten en un altavoz aumentan el riesgo de que se produzca un cortocircuito.

Parece que las pocas necesidades organizativas (una minúsucla mesa de control y cuetro altavoces bien resguardados) y orquestales (un par de guitarras y dos enormes teclados) permiten que el cuarteto ejecutante pueda llevar a cabo su labor sin mayores riesgos.

La pólvora de los jubilados asistentes a la cita musical es como la de los Fuegos Artificiales. Si se tapa mientras cae un aguacero luego estalla con todo su esplendor. “A mí me hace falta un tifón asiático para que me vaya a casa”. La irundarra María Pujol sonríe mientras se cuelga del brazo de su acompañante, esperando que la banda sea puntual y comience a tocar su repertorio de canciones exitosas a la hora prometida. “Vengo todos los días, ya que el Topo que me lleva de vuelta tiene su parada aquí al lado. Hoy sólo nos hemos animado la parejita. Normalmente solemos acercarnos con otros amigos, que en esta ocasión se han echado atrás por el tiempo”. Imposible echarle algo en cara a la cuadrilla, viendo que los charcos no paraban de crecer.

Todo indica que la actuación en ciernes se va a recordar como un concierto de mucho escuchar y poco moverse. Los chicos (y chica al micrófono) de la orquesta comienzan con melodías de romería, afinando el sonido y buscando calentar los ánimos de unos asistentes que, aún algo reacios, se extienden por los laterales de la plazoleta.

Pero la quietud dura poco entre la concurrencia. La consecución de un par de tonadas famosas cuando los presentes eran aún pequeños futbolistas y aprendices de costureras dejan curiosas imágenes en nuestras retinas: Las parejas que convierten la Plaza en un ceremonial salón bailan mientras se tapan bajo un paraguas abierto sujetado por su mano entrelazada, en una suerte de suave pero interminable danza derviche.

Pero tanto va el cántaro a la fuente que acaba rompiéndose, dejándolo todo calado. Una fuerte tromba ahuyenta a nuestros incansables, que curiosamente se dirigen en masa a la Estación de Tren. La banda, a cubierto bajo el techo del quiosco, prosigue de manera profesional con la lista de canciones. Lástima que las isobaras aguaran el ecuador de nuestra semana festiva, mostrándose poco partidarias del baile al aire libre.

Mundumira: Un paseo por otras culturas

Miles de personas disfrutaron en un ambiente familiar de las actividades que el festival celebrado en Aretxabaleta ofreció en su día más importante.

El sábado a la mañana abandonamos Donostia con la maleta llena de prendas impermeables. La capital guipuzcoana era un aguacero constante, y los 73 kilómetros que la separan de Aretxabaleta, sede de la tercera edición del festival de culturas del mundo Mundumira, parecía indicar que los nubarrones también guardaban agua para el interior de la provincia.

Pero los locales parecían tener bula climática. Más tarde descubriríamos, ya inmersos en los eventos, la razón de la bonanza en uno de los paneles de la exposición fotográfica Cielo, Infierno, Himalaya. La frase a la que los promotores de evento (La revista Euskal Herria, la promotora musical Gin&Tonic y las áreas de Cultura y Turismo de la Mancomunidad de Debagoiena) han rezado internamente: «¿No veis que las nubes están oscuras? Aún así, la luz las atraviesa e ilumina la tierra».

Aparcamos en uno de los parkings provistos por la organización y dirigimos nuestros pasos a la Feria de Artesanía situada en la calle Mitarte. Alhajas de todos los colores y tamaños convivían con jabones naturales e infinidad de juguetes infantiles de elaboración casera.

En una de las esquinas del paseo nos topamos con un escenario. La banda Euskobalcanic estaba acabando su actuación. Las chicas del grupo Albala, especializadas en bailes mediterráneos, esperaban su turno. La música, uno de los puntos fuertes del Mundumira, estaba presente con formaciones de distintos puntos del globo: Brasil, India, Bulgaria, Cuba, Cabo Verde.

Pinturas y dibujos

Entramos en la calle Durana. En su primer tramo se situaban los puestos de ONGs. Tampoco faltaron puntos, aún más alternativos y fuera de la propuesta organizativa, que solicitaban de manera directa ayuda para las gentes necesitadas: Suramericanos vendiendo distintas ropas, africanos desplegando su Top Manta

En la organización Calcuta Ondoan los niños se pintaban la cara con témperas y dibujaban alegres bocetos primigenios. Ellos fueron los verdaderos protagonistas de la versión diurna del Mundumira. Llenaron el área infantil que los organizadores poblaron de juegos y teatros. Los carritos se agolpaban (contamos hasta 30) en un parking espontáneo situado en la Herriko Plaza.

En nuestro paseo por la abarrotada calle Domaña visitamos las tiendas de Comercio Justo, proyecto que promueve una relación comercial equitativa entre productores y consumidores. Como Condolezza Rice no nos miraba, nos hicimos con un paquete de café cubano.

Llegamos a la zona denominada Sabores del mundo, en la que abundan los carteles con el término «ecológico». El pan de amapola, los licores caseros, las pizzas de harina de escanda y las tortas de azúcar de caña precedían a una cafetería en la que se presentan infinidad de tipos de infusiones.

En una de sus sillas nos topamos con Maite Elosua, una joven amante del te tántrico que se mostraba encantada de que «la organización monte este tipo de ferias. Te permite probar y comprar alimentos sanos, hechos en casa, que de otra manera no puedes conocer».

Cerca del eterno puesto de talos vimos una pequeña prensa sidrera que ofrecía sidra dulce recién elaborada. Obadayah, el encargado de realizar el proceso, no es muy amigo de otros tipos de prensa. «Bueno, ya que me has pillado, tendré que responderte. La que ves es una prensa en miniatura, la única que hay por la zona. Con ella los miembros de la asociación Twelve Tribes nos recorremos bastantes ferias locales». Muestras en la que seguro que también son asiduos los responsables de Kebabs y creperías presentes en el lugar.

Raperos palestinos

Llegamos a la Herriko Plaza, lugar en el que se celebraban las actuaciones musicales más importantes. Espacio en el que nosotros vimos la preciosa actuación de Tomas San Miguel y las proclamas territoriales de los raperos palestinos de DAM antes del reventón final de Kiko Veneno.

La Feria de Montañas y Turismo ubicada en la plaza presentó una buena afluencia. La oferta turística se potenció durante el Festival con salidas montañeras y distintas visitas guiadas. Los organizadores del Mundumira se mostraron muy satisfechos con la asistencia global a la edición 2007. La estimación se hará en miles, aunque el sábado a la tarde no se aventuraban a la hora de dar números oficiales.

Zinemaldia: Un elegante adiós

Nuestro festival de cine despidió a sus invitados en el Palacio Miramar con una exquisita cena a la que acompañó el buen tiempo.

La fiesta oficial que clausura el Zinemaldia volvía a dar con sus vasos y platos en el Palacio Miramar tras varios años de ausencia. Un emplazamiento idílico para que propios y extraños, actores y acreditados, premiados o injustamente olvidados, abandonaran nuestra ciudad y su “marco incomparable” con un buen sabor de boca.

Y para buen sabor de boca, el que nos quedó con el brillante servicio de catering dispuesto por la organización. Manjares exquisitos, presentados de maneras originales y regados con caldos de baja graduación. Un servicio en el que destacaban las “chicas pintxo”, ataviadas como los antiguos vendedores de periódicos, con un cartón adelante y atrás de los que brotaban unas brochetas.

Por no hablar del insólito puesto de frutas, con cajas apiladas como en la tienda de su barrio. Por el reino de las manzanas y las peras pasaron Valerie Faris y su marido Jonathan Deyton, con esas pintas de moderno cantautor folk norteamericano.

Picoteando por las distintas salas del interior a los sones pinchados por el distinguido DJ David Navascués nos topamos con Pedro Erquicia, Assunta Serna y Sancho Gracia. A Gracia le veríamos más tarde haciendo barricada social con Antonio Gasset en una de las mesas del exterior.

Manu Narváez conversaba con algunos actores vascos mientras nuestro alcalde Odon Elorza, a quien no le dolían prendas a la hora de sentarse en unas escaleras del patio, charlaba con su mujer. La figura de Xavier Elorriaga, quien parece elegantemente anclado en los canosos 50, se diluía entre las torres que conformaban su círculo de amigos.

Las paredes nos contaban que los premiados en la Gala estaban cenando en las estancias superiores del palacio del Antiguo. Los ladrillos a veces mienten, porque pronto vimos al director Martial Fougeron entre los asistentes. A su vera caminaba la pequeña figura del actor Victor Sevaux. El chaval no paraba de disparar el flash de su cámara durante su breve estancia en el lugar.

El otro ganador de la noche, el iraní Bahman Ghobadi, también posaba sonriente ante cualquier retratista que se le acercara. En todas las fotos tomadas en ese momento, con la isla Santa Clara de fondo, aparecerán los bigotes de Ismail Ghaffari, inseparable compañero de tapeo del ganador de una de las Conchas de Oro de la edición del 2006. El director de fotografía Nigel Block estaba fuera de servicio, por lo que dejaba que los amateurs que buscaban guardar una imagen del galardonado director camparan a sus anchas entre encuadres e iluminaciones variables.

Siguiendo con la ruta de los premiados, el equipo de “Singapore Dreaming” brindaba con refrescos el galardón que había recibido su película. A su vera, Juan Diego repartía sonrisas entre los actores patrios con los que conversaba.

La noche era calurosa, lo que invitaba a pasear por los jardines. Parterres en los que los amantes del tabaco aspirado hacían de las suyas. En la caminata nos topamos con la bella actriz mexicana Martha Higareda y el francés Eric Savin, mientras Hector Alterio celebraba su acierto en la entrega de premios del Zinemaldia refrescándose el gaznate en una de las esquinas del parque. Ninguno de ellos defendía las bondades del humo.

Entre cócteles de cava y helados repartidos por camareros ataviados con ropajes venecianos fuimos despidiendo la noche y el Zinemaldia. Algunos tiraron para la fiesta que se organizaba “fuera de concurso” en Tabacalera. Otros, los más, bajaron la cuesta y se perdieron entre el gentío que poblaba las discotecas playeras.

Al Festival le tocó el turno de cerrar la persiana de sus actividades ociosas nocturnas. Y faltaríamos a la verdad si no dijéramos que la reunión social de Clausura fue una maravilla a la que acompañaron el buen tiempo, los alimentos y el emplazamiento.

Zinemaldia: ¿Hay glamour nocturno?

La gran pregunta que año tras año planea sobre el Zinemaldia también tiene su versión noctámbula. ¿Tiene glamour la noche donostiarra durante esta semana de cine? A falta de que la organización oficialice el medidor de “glamourosidades” (una fórmula que antes era “artistas reconocibles / días del Zinemaldia” y que ahora parece ser otra cosa), tiraremos del Diccionario de la Real Academia de la Lengua para hacer nuestro análisis.

La R.A.E. dice que el glamour es “el encanto sensual que fascina”. Y la capital guipuzcoana ya tiene bastante encanto propio. Los donostiarras siempre fuimos muy emperifollados, así que partimos de una buena base. Lo dicen los lugareños. Lo dicen los foráneos. Unos extranjeros que se dejan ver mucho por el día y poco por la noche.

Dillon y Jarsmuch sí que dieron el do de pecho. Oliver Stone y Max Von Sydow quizás sean algo mayores para tirarse al cubata trasnochador. Y de David Hasselhoff, mal que les pese a algunos, no tuvimos noticias en esos momentos en los que todos los gatos son pardos.

Los figurines patrios, actuantes o acreditados, siempre dejan bien alto el pabellón, ya sea en la presentación buhonera de su película o en cualquier sarao oficial, oficioso, presunto o animoso que se monte.

Se dice, se cuenta, que hace unos años esto era una fiesta continua. Que el número de celebraciones ha ido menguando. No es ese el mayor problema. El mayor inconveniente nocturno es que, con o sin Zinemaldia, el “homo donostiarrus” sigue varándose en casa los días laborables. Haga la prueba hoy mismo, saliendo más allá de las campanadas de Cenicienta. La noche será, con toda probabilidad, su única compañera.

Zinemaldia: Y Dillon cogió su botellín

La semana de noches activas y parranderas de nuestro Zinemaldia fue tocando a su fin con la celebración de la fiesta de Gehitu el pasado viernes. Un acto que contó con la presencia, de aquella manera, de Matt Dillon, Sara Driver y Jim Jarmusch.

Aviso a navegantes. Sabido es que Gehitu es la Asociación de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales del País Vasco. Tan sabido como que la agrupación coordinada por Koldobike Mújika y Sergio Iñiguez organiza todos los años una fiesta en la semana de nuestro festival de cine.

Pero no ataquen estas líneas con ánimos de patio de manzana, buscando nombres de políticos, famosos, conocidos o vecinos entre los asistentes. Bastante nos cuesta a nosotros cambiar de ropa de verano a invierno en nuestro propio armario como para ir diciendo a los demás lo que deben hacer con el suyo.

Este año el evento Gehitu se celebró en la discoteca Bataplán, muy cerquita de su sede central de la calle Arrasate. Y hasta el Bata nos acercamos puntuales, a eso de las 12 de la noche. La fiesta llevaba retraso, así que pospusimos una hora nuestra entrada.

A nuestro regreso, cinco bellas “poxpolinas” sujetaban sus arcos multicolores dándonos la bienvenida. Cinco bailarines (si, el género está bien puesto) con atuendos vascos que más tarde bailotearían sobre las estancias elevadas de la discoteca con usos y maneras que jamás verán a la salida de una boda. Bueno, quizás si la boda es la de Emmanuelle…

Más tarde las alturas se verían ocupadas por auténticos gogós masculinos y femeninos. Todos con un cuerpo horroroso, como bien se imaginarán. Pero quienes de verdad captaron nuestra atención fueron los asistentes que se subían a las plataformas para dar rienda suelta a sus energías internas. Hubo uno, entradito en kilos, cuyos alegres movimientos bailarines eran la envidia del entumecido que firma estas líneas, quien baila menos que el sueldo de un becario.

Y en un momento dado suenan las sirenas de la organización. Viene Matt Dillon. Se cierra un pedacito de terraza para que el Premio Donostia pueda celebrar su galardón con mayor intimidad. Aparece con Lucia Jiménez (más guapa con el vestido de la gala que con el atuendo posterior), Jim Jarmusch, Sara Driver y Chema Prado, entre otros.

La zona se cerró a cal y canto. Algunos relevantes acreditados nacionales intentaron traspasar la barrera. Imposible. Matthew Raymond Dillon y Jarmusch charlaron durante un buen rato. El primero pegándose unos increíbles lingotazos de agua. Es lo único que le vimos beber en toda la noche. El director norteamericano demostró que para su papel en la película “Smoke” no tuvo que desarrollar mucho Método Stanislavski. Jarmusch borda el papel (de fumar) como nadie.

La estampa era cuando menos curiosa. Parecía que estábamos viendo a los tiburones del Aquarium. Los invitados acotados en la zona especial. Y el resto de los mortales, turnándose para observarles a través de los grandes cristales. Los chicos y chicas presentes en la fiesta de Gehitu se acercaban a ver la planta de Dillon con los mismos ojillos conquistadores. El “!Ay que mono!” fue un suspiro común la noche del viernes.

La sirena de la organización vuelve a sonar. Dillon se marcha. Bueno, se empieza a marchar, porque tarda una hora en abandonar el lugar. Y cuando se larga, lo hace como las estrellas, en formación de “tren de mercancías”: Los cuerpos de seguridad se colocan en los cuatro puntos cardinales del artista y no paran de caminar raudos hasta alcanzar la puerta exterior. Lugar donde un espontáneo le daría al actor de “Rebeldes” y “Beautiful Girls” el segundo de los premios de la noche: una cámara de video.

Jarmusch, ese adorable “loco del pelo blanco”, despertaba menos pasiones. Su popularidad no es tan elevada como la de Dillon, lo que le permitía pasearse relajado por la sala de fiestas, firmando autógrafos sin mayores problemas ni aglomeraciones.

Para cuando ustedes lean estas letras, el Zinemaldia 2006 y sus celebraciones habrán acabado. Tras la Gala de Clausura del sábado tan sólo quedará la fiesta que se monta para todos los trabajadores del festival, quienes esta noche celebrarán en la discoteca La Rotonda que su trabajo (oscuro en ocasiones, poco agradecido en otras) ha salido a pedir de boca.

Zinemaldia: Kutsidazu bidea, Stone

Las dos fiestas del jueves, la de la película ‘Kutsidazu bidea, Ixabel’ y la del Jurado Joven, contaron con música en directo. Lástima que los famosos no cayeran embrujados por las melodías del lugar.

Teníamos ya los tacos en la línea de salida, prestos a dirigirnos a la Fiesta del Jurado Joven, cuando uno de nuestros confidentes nos pega un telefonazo: «Estoy en el Zurriola Marítimo, en la fiesta de la película Kutsidazu bidea, Ixabel y no te veo. ¿Dónde estas?». Pues a unos 2 kilómetros del lugar de los hechos, majo.

Fotógrafo y servidor cargamos con el equipo de combate y nos plantamos en Sagüés. Primera sorpresa: Había banda musical en directo. Respondían al ingenioso nombre de Funk Sinatra y tocaban versiones de temas muy conocidos. No lo hacían nada mal. Que se lo pregunten sino a Peio Ruiz Cabestany, que estiraba músculos a gogó.¿Andaría calentando para sus Desafíos Bajo Cero televisivos?

El productor Eneko Olasagasti nos indicó que el estreno mundial de la película había sido un éxito, y que políticos de todos los colores y sabores habían acudido tanto a la proyección como al fiestorro. Bueno, todos menos uno: El lehendakari Juan Jose Ibarretxe, que tras el visionado tomó las de Villadiego (que debe ser la N1 entre Donostia y Gasteiz).