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Zinemaldia: ¿Hay glamour nocturno?

La gran pregunta que año tras año planea sobre el Zinemaldia también tiene su versión noctámbula. ¿Tiene glamour la noche donostiarra durante esta semana de cine? A falta de que la organización oficialice el medidor de “glamourosidades” (una fórmula que antes era “artistas reconocibles / días del Zinemaldia” y que ahora parece ser otra cosa), tiraremos del Diccionario de la Real Academia de la Lengua para hacer nuestro análisis.

La R.A.E. dice que el glamour es “el encanto sensual que fascina”. Y la capital guipuzcoana ya tiene bastante encanto propio. Los donostiarras siempre fuimos muy emperifollados, así que partimos de una buena base. Lo dicen los lugareños. Lo dicen los foráneos. Unos extranjeros que se dejan ver mucho por el día y poco por la noche.

Dillon y Jarsmuch sí que dieron el do de pecho. Oliver Stone y Max Von Sydow quizás sean algo mayores para tirarse al cubata trasnochador. Y de David Hasselhoff, mal que les pese a algunos, no tuvimos noticias en esos momentos en los que todos los gatos son pardos.

Los figurines patrios, actuantes o acreditados, siempre dejan bien alto el pabellón, ya sea en la presentación buhonera de su película o en cualquier sarao oficial, oficioso, presunto o animoso que se monte.

Se dice, se cuenta, que hace unos años esto era una fiesta continua. Que el número de celebraciones ha ido menguando. No es ese el mayor problema. El mayor inconveniente nocturno es que, con o sin Zinemaldia, el “homo donostiarrus” sigue varándose en casa los días laborables. Haga la prueba hoy mismo, saliendo más allá de las campanadas de Cenicienta. La noche será, con toda probabilidad, su única compañera.

Publicado enReportajes

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