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Mes: agosto 2007

Semana Grande 2007: Bailando bajo la lluvia

La noche del miércoles dirigimos nuestros pasos hacia el quiosco de la Plaza Easo. Allá se celebran esta Semana Grande los bailables para los mayores. El emplazamiento habitual, la Plaza Zuloaga de la Parte Vieja, está en obras. Un cambio que ha permitido extender la zona de escenarios a otras pobladas zonas de la urbe como Amara y ampliar su radio de acción a todo el Bidasoa, conectada con la céntrica plaza por medio de la contigua parada de Euskotren.

Caminamos hacia el lugar de la cita musical con pocas ilusiones. Los intermitentes chaparrones nos hacen pensar que la actuación prevista, a cargo de la donostiarra Orquesta Mompás, se ha tenido que suspender. El agua suele ser mala compañera de guitarras, amplificadores y resto de material sonoro. Unas gotas que mojan la mesa de sonido, serpentean hasta un amplificador o se meten en un altavoz aumentan el riesgo de que se produzca un cortocircuito.

Parece que las pocas necesidades organizativas (una minúsucla mesa de control y cuetro altavoces bien resguardados) y orquestales (un par de guitarras y dos enormes teclados) permiten que el cuarteto ejecutante pueda llevar a cabo su labor sin mayores riesgos.

La pólvora de los jubilados asistentes a la cita musical es como la de los Fuegos Artificiales. Si se tapa mientras cae un aguacero luego estalla con todo su esplendor. “A mí me hace falta un tifón asiático para que me vaya a casa”. La irundarra María Pujol sonríe mientras se cuelga del brazo de su acompañante, esperando que la banda sea puntual y comience a tocar su repertorio de canciones exitosas a la hora prometida. “Vengo todos los días, ya que el Topo que me lleva de vuelta tiene su parada aquí al lado. Hoy sólo nos hemos animado la parejita. Normalmente solemos acercarnos con otros amigos, que en esta ocasión se han echado atrás por el tiempo”. Imposible echarle algo en cara a la cuadrilla, viendo que los charcos no paraban de crecer.

Todo indica que la actuación en ciernes se va a recordar como un concierto de mucho escuchar y poco moverse. Los chicos (y chica al micrófono) de la orquesta comienzan con melodías de romería, afinando el sonido y buscando calentar los ánimos de unos asistentes que, aún algo reacios, se extienden por los laterales de la plazoleta.

Pero la quietud dura poco entre la concurrencia. La consecución de un par de tonadas famosas cuando los presentes eran aún pequeños futbolistas y aprendices de costureras dejan curiosas imágenes en nuestras retinas: Las parejas que convierten la Plaza en un ceremonial salón bailan mientras se tapan bajo un paraguas abierto sujetado por su mano entrelazada, en una suerte de suave pero interminable danza derviche.

Pero tanto va el cántaro a la fuente que acaba rompiéndose, dejándolo todo calado. Una fuerte tromba ahuyenta a nuestros incansables, que curiosamente se dirigen en masa a la Estación de Tren. La banda, a cubierto bajo el techo del quiosco, prosigue de manera profesional con la lista de canciones. Lástima que las isobaras aguaran el ecuador de nuestra semana festiva, mostrándose poco partidarias del baile al aire libre.

Fermin Muguruza&Afro-Basque Fire Brigade: Jamaica, capital: Irun.

Intérpretes: Fermin Muguruza (voz), Oskar Benas (guitarra), Victor Navarrete (bajo), Franklin Waul (teclados), Mikel Abrego (batería), Leo Rodríguez (percusiones), Sorkun (coros), Stephanie Wallace (coros), DZ (DJ), Xabi Solano (trikitixa), Jon Elizalde (trombón), Fino (saxo), Lonbi (trompeta). Día: 16 Agosto 2007. Lugar: Explanada de Sagüés (Donostia). Asistencia: Tres cuartas partes de aforo.

Tras recorrerse media península y parte del extranjero (Cuba, Alemania, Holanda, Japón), Fermín Muguruza y su populosa banda tenían en Donostia la parada final de su Afro-Basque Fire Brigade, la última de las reinvenciones del guipuzcoano. Y en contra de lo esperado, el cerrojazo de la gira no reventó la explanada de Sagués, dejando la asistencia entre la mitad larga y los tres cuartos.

Apoyado en una banda impecable (la noticia sería precisamente que no lo fuera), Muguruza comienza vendiendo humo. Humo jamaicano, entiéndanme bien. Esos vapores reggae procedentes de la isla de Bob Marley que tanto le han gustado siempre, y que la edad ha ido transformando del Ska inicial al dub y el dancehall actual. Canciones de aire reposado que permiten soltar la boquilla de la sección de viento y escuchar con nitidez los scratches del DJ.

Al micro, y bien acompañado por dos voces femeninas (la vasca Sorkun y la jamaicana Stephanie Wallace), el inquieto Muguruza sigue moviéndose por los parámetros habituales. El fronterizo siempre se ha decantado por lo textual frente a lo melódico, centrando toda su potencia en lo que se dice frente al cómo se hace. Con un recadito a quienes no le dejan explayarse en los festivales peninsulares, su mensaje sigue siendo la piedra angular de cada una de las formaciones que va ideando, sea cual fuere el colchón armónico elegido.

El somier del que hablábamos, tan vaporoso él, fue ganando potencia con el paso de los minutos dejando que el rock, el ska y el soul fueran tumbándose sobre él. Hecho que, unido a la recuperación de viejos éxitos como “Sarri Sarri” o “Gora Herria”, calentó los ánimos de los lugareños.

Gentes que supieron perdonar, imbuidos como estaban en la fiesta, el sólo final de trikitixa algo fuera de sitio o que “El último ska de Manolo Rastaman” (ya saben, ese de “que bien me lo estoy pasando bailando este ska”) fuera deconstruido para meter en su mitad la enésima epopeya dub de vientos alegres, voces directas y ritmos cadenciosos.

Macaco: Mestizaje natural

Interpretes: Macaco. Día: 13 Agosto 2007. Lugar: Explanada de Sagués (Donostia). Asistencia: Lleno, unas 10000 personas.

Macaco, la banda “tapada” de aquel dichoso Concierto por La Paz que trajo a Bon Dylan a Donostia y que les apartó al final del programa de apellidos ilustres con tan mala suerte que un chaparrón deslució su actuación, volvía a nuestra ciudad para llenar en solitario el escenario y la explanada colindante con gente de espíritu joven y buenrollista.

La formación capitaneada por el saltarín Dani Carbonell, integrante originario de «Ojos de Brujo» que toma el apellido artístico de “Mono Loco”, defiende las posturas de amor hacia el planeta que nos acoge presentándolas con fondos musicales de claro sabor rumbero y latino con algún que otro toque funky en el bajo. Tal es su defensa que han liderado junto a la revista National Geographic una campaña mundial para la conservación del medio ambiente con su popular tema «Mama Tierra».

Con unos percusionistas que mantienen el tipo elevado durante toda la actuación y la impoluta compañía del resto de músicos (entre los que hay que añadir un DJ rasgando vinilos. Recuerden, eso también es mestizaje), la voz del “Mono Loco” se hace acompañar de otro micrófono más rapero y de entonaciones más duras y endiabladas.

Carbonell embaucó al personal, hasta tal punto que tras su invitación tres cuartas partes de los asistentes se pusieron en cuclillas en uno de los temas. Unas canciones que la cabeza visible de esta formación multi-étnica asentada en Barcelona acompañaba de movimientos corporales que recordaban aquel bailar sincopado de Jamiroquai.

Con muchos aciertos entre los que destacaremos por su originalidad los trompeteos vocales de la voz principal y las curiosas conversaciones entre la pantalla de fondo y alguno de los músicos y exceptuando algunos temas que por su excesiva parsimonia y duración (el dedicado a Brasil y uno muy extenso ejecutado en el bis) sacaban más de un bostezo entre los menos fieles, la fórmula macaca movió al personal con soltura y contagio durante las casi dos horas que duró el acto.

Karidadeko Benta: Gitanos de hilo fino

Intérpretes: Karidadeko Benta. Lugar: Plaza de la Trinidad (Donostia). Día: 13 Agosto 2007. Asistencia: unas 300 personas.

Cuanta razón tiene el bertsolari Jon Maia, motor principal de la banda Karidadeko Benta, cuando le dedica una canción al mundo de los abuelos. Gentes que ya no reconocen sus calles comerciales, ahora ocupadas por neones y telas escasas en extensión que vienen con etiqueta nacional y elaboración oriental. Los mundos van cambiando en eso que algunos llaman progreso. Pero siempre hay que echarle un ojo al pasado. Si no corremos peligro de salirnos en la próxima curva.

Por eso parecía claro que en ésta Benta se iba a recuperar el espíritu de la vieja romería o la orquestina, palabras que producen tedio y urticaria en las nuevas generaciones, dotando ahora al conjunto de bríos folkloricos más actuales y globales. Que no todo iba a ser malo en eso de la globalización, hombre.

De la numerosa colección de instrumentos de cuerda y viento al que se añaden la guitarra y la percusión salieron aires y rasgados de influencia iraní, flamenco, marroquí o con vapores de cha-cha-cha. Hasta hubo retranca con el reggaeton.

Pero sobre todos los gustos melódicos, falso sería dejar de mentar a Goran Bregovic. Karidadeko Bentak tiene mucho de esa orquesta fúnebre ciertamente alegre y festiva que el autor de Sarajevo ha popularizado. Los vascos demuestran que no hay nada como una fanfarria gitana para enganchar a todas las secciones de la pirámide generacional. Con un plus muy especial: la imaginería mental de Jon Maia.

Entrenado en la chispa que se requiere para en un par de minutos montarse una historia sobre un tema recién propuesto, el cantante zumaiarra arranca el recital paseando entre los locales, con una oda a la Plaza, las fiestas y la ciudad. Más tarde repetiría movimiento, con una improvisación a pie de público tan divertida como sincera.

El resto de temáticas no le fueron a la zaga: La desaparición de los amigos de las cuadrillas nocturnas con la llegada de los cuarenta años (y esas frases que comentan que ahora se queda en los polideportivos y no en las tabernas, siendo la aspiración laboral un puestito en el Gobierno Vasco), un recuerdo a los cayucos (”los actuales Ulises del mar”) y a esas generaciones que venidas de todo el mundo tantos esfuerzos han hecho por hablar en euskera.

Maia demuestra en sus dicciones mucha elegancia, ironía y cuando toca, cachondeo. Sin cargar las letras de los habituales asuntos públicos, llevando el interés a las cosas cotidianas, cercanas y, por lo tanto, más entendibles por los mozos y mozas de a pie que empezaron ocupando los palcos de La Trini y acabaron llenado la plaza con sus bailes y saltos.

Los chicos de la Venta de la Caridad, lugar originariamente emplazado entre Billabona y Zizurkil en el que los bertsolaris se retaban empujados por los calores del vino y la sidra, anuncian el traspaso de la barraca a finales de septiembre.

Vistas las sonrisas perennes entre el respetable y la salva de aplausos recibidos en su concierto de Semana Grande, confiamos en que el viejo edificio aguante las especulaciones y se mantenga en pie para una futura reapertura. Mejor eso que un nueva mole de tiendas,¿no?

Concurso Pop Rock Ciudad de San Sebastián: Una final muy rockera

La XVI edición del concurso Pop Rock Ciudad de San Sebastián celebró su final en el Peine del Viento con asistencia de numeroso público.

Pocas horas después del cañonazo que daba inicio a las fiestas de la Semana Grande tenía lugar la final del concurso musical que busca echar un pequeño cable a las formaciones de la provincia sin contrato discográfico.

El grosor de dicho cable va variando desde la grabación de un pequeño disco y 500 copias promocionales para los ganadores hasta los 1.500 euros que se lleva el segundo o los jugosos 900 que van al zurrón del tercero. Este año, como novedad, los ganadores cuentan también con un vale para la compra de material musical.

Y como ya habrán intuido tras ver el reparto de premios, tres eran las bandas que se plantaban con sus composiciones en el bello paraje donostiarra que sirve de cierre a la bahía de La Concha. Espacio que sustituía al escenario de años anteriores, ubicado en Reyes Católicos, ahora ocupado por otros sonidos más primigenios: la algarabía ruidosa de las ferias infantiles.