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Mes: junio 2007

Travolta: El Efecto Pop

La banda de los antiguos miembros de Surfin Bichos y Mercromina debuta con un disco precioso e introspectivo. Mañana estarán en Donostia.

A la segunda va la vencida. Tras la suspensión de su concierto guipuzcoano a primeros de este mes, Joaquin Pascual, Carlos Cuevas y el resto de miembros de Travolta actuarán mañana en la donostiarra Casa de Cultura de Lugaritz. Les calentará la sala el artista local Kul, amante del pop de armario instaurado por los Cure.

Nombrábamos tan sólo a dos de los miembros de la banda nacional porque ellos son capaces de explicar el devenir del pop independiente patrio. Ambos estaban en Surfin Bichos, la banda albaceteña de pop visceral reunida el año pasado para una corta pero reconfortante gira.Tras disolverse los surferos a mediados de los años 90 del siglo pasado, Pascual y Cuevas curaron sus heridas en la banda Mercromina, con quienes editaron seis discos que iban desde el puro abuso sónico (“Bingo”) hasta las preciosas colecciones de gemas pop (“Canciones de andar por casa”).

Y eso último, lo de andar por casa, es lo que ha hecho Joaquín Pascual para “El Efecto Amor”, el sorprendente debut de Travolta. “Este CD lo he compuesto de principio a fin solo en casa, en mi pequeño estudio de grabación. Y creo que el disco se ha beneficiado de eso, porque responde muy bien a las sensaciones que tuve en el momento de hacerlo. Al acabar Mercromina tuve tiempo para pensar, por eso El Efecto Amor tiene esa sensación de ser contemplativo y tranquilo, de ver las cosas pasar con más calma”.

No le llevaremos la contraria. La tranquilidad sonora y vocal campa a sus anchas, sobre todo en la primera parte del debut. Joaquín susurra hasta tus adentros (“antes cantaba igual, pero con la burrada de guitarras que grabábamos no se me escuchaba nada”), mientras que le resto de los integrantes de Travolta interpreta sus aportaciones a un volumen muy bajito y con muchos espacios, recuperando el peso que en el pasado tuvo el piano. “Para mí es tan importante la canción pop en sí como el sonido que tiene. Centrarte en las texturas que consigues con los instrumentos, lo diferente que es hacer una línea con un piano o hacerla con una guitarra o un violín. Quizás sí que haya instrumentos nuevos. El timbre de la música puede que sea otro. Pero no creo que me muestra tan distante de la forma de entender las canciones que he tenido siempre”.

El concierto de este fin de semana será fiel reflejo de la tranquilidad que se respira en este disco. El autor ha conseguido aplacar los guitarrazos del pasado y ahora ofrece “un concierto muy íntimo, espiritual, de participación de todos en lo que esta sonando. Hay partes que están más dirigidas hacia la gente. Pero en muchos momentos los temas siguen teniendo el recogimiento que muestran en el CD. Yo creo que es un poco lo que ofrece Travolta en la actualidad: espiritualidad recogida de las pequeñas ceremonias, como los pequeños cuartetos de cuerda que tocan en las catedrales”.

En pocos de esos claustros habrá actuado la banda Surfin Bichos en su gira de reunificación del 2006. La experiencia fue muy positiva para Pascual. “Fue una maravilla, disfrutamos muchísimo. Nos encantó volver a tocar de nuevo, que creo que era el sentido que tenía la reunión. Nuestra única intención fue la de recuperar las sensaciones que teníamos cuando tocábamos juntos. Y por supuesto, porqué no decirlo, la forma en que nos han tratado, tanto a nivel económico como de aceptación de público, ha sido perfecta. Yo creo que era el momento para hacerlo, y lo hicimos”.

Travolta forma parte de esos eternos constructores de ilusiones que siguen edificando melodías contra viento y marea, ventas y conciertos. ”Tenemos un ímpetu musical que es imparable. Conservamos la sensación de que merecemos un poco más de lo que tenemos. Pero esa percepción no es tan grande como para hundirnos. Mientras las canciones existan y nos motiven, estaremos en esto”.

Las canciones están. Y estarán en el futuro.”Estoy componiendo un bloque de temas para cerrar la etapa de El Efecto Amor, con composiciones que se quedaron fuera del CD y otras nuevas. Buscando proyectar lo que puede ser Travolta en el futuro. En la banda cada vez hay más química entre sus miembros, y se está creando un ambiente muy bonito”.

Lagartija Nick: Lagarto, lagarto

Intérpretes: Antonio Arias (guitarra, voz), Lorena Enjuto (bajo), Victor Lapido (guitarra) Y Eric Jimenez (batería), David Varela (teclados). Día: 21 Junio 2007. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Asistencia: Unas 200 personas

La marca de cervezas que pronto acabará patrocinando hasta las simultaneas de ajedrez de nuestra ciudad trajo a Donostia a la formación granadina Lagartija Nick. La excusa se celebraba el 21 de junio bajo el nombre de “Día de la música” (¿acaso no lo son todos?) y permitía volver a ver, tras demasiado tiempo de ausencia sobre un escenario capitalino, a la siempre mutante banda capitaneada por Antonio Arias.

Un grupo que se hizo muy popular por el disco Omega, grabado mano a mano con Enrique Morente y que copó las listas cool del año 1996 con su fusión de flamenco, rock alternativo y los poemas de Federico García Lorca y Leonard Cohen. Pero el pasado jueves del disco en cuestión no se escucharon ni las castañuelas.

Lagartija Nick trajo a la ciudad su versión más fiera, potente y (nunca mejor dicho) cañera. La que quedó registrada en El Shock de Leia, el último de sus CDs. Una energía que en la primera parte del concierto sonó demasiado enmarañada, perdiéndose la voz entre los rudos y cabreados acordes de los andaluces.

Mejorada la chapuza de la mesa de sonido, el quinteto andaluz se mostró como una banda de rock-punk a la vieja usanza. De esas que no paran ni para sorber agua o pegarle un trago a una birra de la competencia, como la que Antonio Arias se bebió sobre el escenario.

Sus múltiples matices recuerdan en ocasiones a sus colegas Los Planetas y a los primeros y asilvestrados Smashing Pumpkins. Y no hacemos esta última comparación tan sólo por la cabeza rapada del cantante y la recia bajista. La realizamos por esas violentas armonías que retumban en muchos de los temas de estos sureños. Rasgados que se acercan al heavy o a lo industrial sin llegar a traspasar la línea.

Esa vieja escuela también se ve en su influencia ochentera y regusto futurista, al estilo de Aviador Dro pero con un sonido más orgánico. Con detalles de sintetizador y rabias que rugían en los discos de 091 (la antigua formación del cantante Arias), Lagartija Nick refresca nuestra mente con un repaso desvergonzado y nada sensiblero a esas fórmulas añejas, demostrando que en la actualidad es una banda enérgica y salvaje como pocas.

La Pulquería: “Un concierto debe transmitir energía, alegría, ganas de vivir”

Aires de fiesta este fin de semana en las citas vascas de La Pulquería y su estilo “hard-mariachi”.

Aclaremos términos: Ni son mejicanos ni tocan flamenco. Los valencianos La Pulquería, elegantes herederos de la esencia de Mano Negra, regresan a los escenarios de Euskadi. La excusa se titula ‘C’mon Fandango’ y es su segundo trabajo discográfico. Un álbum en el que endurecen la coctelera de ritmos habituales (hard, punk, mariachi, latino, pasodoble).

Eso es lo que nos cuenta el cantante Gerardo “Huracán Romántica”, cuando su teléfono le deja. Hasta 6 cortes hubo en la entrevista, gracias a la soberbia cobertura telefónica de la planicie peninsular. “La Pulquería proviene de una banda anterior, que se llamaba Mafarka y que hacía rock duro. En sus últimos coletazos empezamos a jugar con los ritmos fronterizos. Luego vino el tema del mariachi, experimentamos con ritmos gitanos, sacamos canciones inspiradas en el folklore balcánico, compusimos un tema playero”.

El resultado de tamaña cementera musical se llamó “Corridos de amor”, debut ‘pulquero’ abierto, divertido y potente que los propios autores definían como un camino “que empieza en los Beatles y acaba en los Sex Pistols, pasando por el Dúo Dinámico. Pero los tintes que más resaltaban eran los mejicanos. Eso hizo que algunos medios de tirada nacional y radios afamadas nos preguntaran convencidos si veníamos de aquel país centroamericano”. El nombre de la formación tira por el mismo camino: Las Pulquerías son esas tiendas en la que se expende la bebida tradicional americana denominada Pulque, auténtico pelotazo energético y alcohólico.

Para el actual ‘C’mon Fandango’ el quinteto valenciano (que viaja acompañado de una marchosa sección de viento) han decidido volver la vista a sus orígenes: “Buscamos un sonido más crudo y guitarrero. Hemos retornado a las bandas clásicas de nuestra discografía: The Clash, Specials, Madness. Y no olvides que somos gente que hemos crecido escuchando formaciones cañeras, un abanico que va desde Slayer hasta Nirvana. Nuestra característica principal es contar con una base rítmica sólida: Bajo y batería contundentes sobre ritmos trepidantes y rápidos“.

De ello pueden dar fe los asistentes a sus conciertos. Actuaciones realmente espectaculares si nos atenemos a las críticas leídas con motivo de la presentación del nuevo CD en las Fallas valencianas. “Un concierto debe transmitir energía, alegría, ganas de vivir, que es lo que le mola a La Pulquería. En directo se trata de mover a la gente, hacerles participar en el show. No queremos que vean cómo 3 palos están aporreando una guitarra. La gente que viene a ver a la Pulquería es gente muy alegre. Y sino, les contagiamos”.

Espectadores que, en palabras de nuestro entrevistado, “vienen una vez y ya los volvemos a ver siempre en nuestras siguientes visitas. Eso nos pasa sobre todo en Euskadi y Navarra, que son nuestro segundo feudo tras Valencia. Es el sitio donde con más cariño nos han acogido. El concierto de San Fermines del año pasado fue una auténtica locura”.

Kiko Veneno: Regreso a las raíces

Interpretes: Kiko Veneno (guitarra, voz), Charlie Cepeda (guitarra), Juan Ramón Caramés (bajo), Raúl Rodríguez (guitarra), Jimmy González (batería), Rafa García (percusión), Anabel Pérez (teclado). Lugar: Herriko Plaza (Aretxabaleta). Día: 2 Junio 2007. Asistencia: unas 3.000 personas.

Sí, han leído bien la ficha del concierto. 3000 asistentes. El catalán crecido (física y musicalmente) en Cádiz y Sevilla traía bajo el brazo su disco El Hombre invisible, canción con la que abrió la cita guipuzcoana.

Con una banda impecable, la ya habitual banda del retumbe, Kiko ha desaparecido del primer plano popular, espacio en el que se colocó con el disco Puro Veneno, para componer canciones que reflejen esas raíces que funden blues y flamenco con el gracejo sureño.

Un enfoque que afecta a las canciones más esperadas por el público, caso de Lobo Lopez o ese antiguamente arrebatador Memphys Blues, ahora con una coreografía digna de Bill Murray. Lo que antes era todo frescura, ahora se presenta de manera más estirada, haciendo los temas más tranquilos y playeros.

En las letras sigue siendo un hacha del birlibirloque, el doble sentido y la denuncia. En Pollos, uno de sus temas más jaleados, defiende las Organizaciones No Gubernamentales con su retranca habitual: «Yo creía que mis pollos eran feos, pero más feos son los pollos europeos, que tiran bombas sin venir a qué, yo no quiero ser de ninguna ONG».

La última parte del concierto de dos horas sirve para destapar la vieja esencia rumbera. La animosidad retorna con temas como Volando Voy y Echo de menos. Aunque algunos de los presentes lo que más echáramos de menos fuera aquella vieja alegría compositiva, aquella contagiosa inmediatez. De todas formas, el elegante y divertido cashondo del pelo blanco puso un cierre perfecto a la diversidad musical del Mundumira.

Mundumira: Un paseo por otras culturas

Miles de personas disfrutaron en un ambiente familiar de las actividades que el festival celebrado en Aretxabaleta ofreció en su día más importante.

El sábado a la mañana abandonamos Donostia con la maleta llena de prendas impermeables. La capital guipuzcoana era un aguacero constante, y los 73 kilómetros que la separan de Aretxabaleta, sede de la tercera edición del festival de culturas del mundo Mundumira, parecía indicar que los nubarrones también guardaban agua para el interior de la provincia.

Pero los locales parecían tener bula climática. Más tarde descubriríamos, ya inmersos en los eventos, la razón de la bonanza en uno de los paneles de la exposición fotográfica Cielo, Infierno, Himalaya. La frase a la que los promotores de evento (La revista Euskal Herria, la promotora musical Gin&Tonic y las áreas de Cultura y Turismo de la Mancomunidad de Debagoiena) han rezado internamente: «¿No veis que las nubes están oscuras? Aún así, la luz las atraviesa e ilumina la tierra».

Aparcamos en uno de los parkings provistos por la organización y dirigimos nuestros pasos a la Feria de Artesanía situada en la calle Mitarte. Alhajas de todos los colores y tamaños convivían con jabones naturales e infinidad de juguetes infantiles de elaboración casera.

En una de las esquinas del paseo nos topamos con un escenario. La banda Euskobalcanic estaba acabando su actuación. Las chicas del grupo Albala, especializadas en bailes mediterráneos, esperaban su turno. La música, uno de los puntos fuertes del Mundumira, estaba presente con formaciones de distintos puntos del globo: Brasil, India, Bulgaria, Cuba, Cabo Verde.

Pinturas y dibujos

Entramos en la calle Durana. En su primer tramo se situaban los puestos de ONGs. Tampoco faltaron puntos, aún más alternativos y fuera de la propuesta organizativa, que solicitaban de manera directa ayuda para las gentes necesitadas: Suramericanos vendiendo distintas ropas, africanos desplegando su Top Manta

En la organización Calcuta Ondoan los niños se pintaban la cara con témperas y dibujaban alegres bocetos primigenios. Ellos fueron los verdaderos protagonistas de la versión diurna del Mundumira. Llenaron el área infantil que los organizadores poblaron de juegos y teatros. Los carritos se agolpaban (contamos hasta 30) en un parking espontáneo situado en la Herriko Plaza.

En nuestro paseo por la abarrotada calle Domaña visitamos las tiendas de Comercio Justo, proyecto que promueve una relación comercial equitativa entre productores y consumidores. Como Condolezza Rice no nos miraba, nos hicimos con un paquete de café cubano.

Llegamos a la zona denominada Sabores del mundo, en la que abundan los carteles con el término «ecológico». El pan de amapola, los licores caseros, las pizzas de harina de escanda y las tortas de azúcar de caña precedían a una cafetería en la que se presentan infinidad de tipos de infusiones.

En una de sus sillas nos topamos con Maite Elosua, una joven amante del te tántrico que se mostraba encantada de que «la organización monte este tipo de ferias. Te permite probar y comprar alimentos sanos, hechos en casa, que de otra manera no puedes conocer».

Cerca del eterno puesto de talos vimos una pequeña prensa sidrera que ofrecía sidra dulce recién elaborada. Obadayah, el encargado de realizar el proceso, no es muy amigo de otros tipos de prensa. «Bueno, ya que me has pillado, tendré que responderte. La que ves es una prensa en miniatura, la única que hay por la zona. Con ella los miembros de la asociación Twelve Tribes nos recorremos bastantes ferias locales». Muestras en la que seguro que también son asiduos los responsables de Kebabs y creperías presentes en el lugar.

Raperos palestinos

Llegamos a la Herriko Plaza, lugar en el que se celebraban las actuaciones musicales más importantes. Espacio en el que nosotros vimos la preciosa actuación de Tomas San Miguel y las proclamas territoriales de los raperos palestinos de DAM antes del reventón final de Kiko Veneno.

La Feria de Montañas y Turismo ubicada en la plaza presentó una buena afluencia. La oferta turística se potenció durante el Festival con salidas montañeras y distintas visitas guiadas. Los organizadores del Mundumira se mostraron muy satisfechos con la asistencia global a la edición 2007. La estimación se hará en miles, aunque el sábado a la tarde no se aventuraban a la hora de dar números oficiales.

Dean&Britta: Señores del Pop

Tras disolverse la banda Luna, la parejita recién casada edita su segundo disco, con sonidos cada vez más relajados y sentimentales que la próxima semana presentarán en Euskadi.

15 años juntos girando por el mundo. Si esa duración ya nos causa asombro en una pareja, imagínense lo que puede significar en un grupo musical.

Tras siete discos grabados, la formación norteamericana Luna capitaneada por Dean Wareham había desgastado su chispa tras 3 quinquenios de viaje. Con decir que en la digna despedida, el CD “Rendezvous” (2004), lo que más destacaba eran las creaciones del segundo guitarrista de la banda, Sean Eden…

Dean Wareham, guitarrista y cantante de Luna, necesitaba cambiar de aires por segunda vez en su vida tras capitanear Galaxie 500. Urgía una aventura más relajada. Aunque el cambio de aires siempre acarrea nerviosismos, tal y como el cantante afirmaba en una entrevista. “Me sentí liberado cuando me fui de Galaxie 500. Pero tras tantos años al frente de Luna, tenía sentimientos encontrados sobre el adiós definitivo. ¿Qué iba a hacer a partir de ahora con mi vida?

La solución la encontró en el lado derecho de su cama: Britta Philips, bajista en Luna en los últimos años de existencia y compañera sentimental de Wareham. La receta de la nueva formación iba a ser sencilla: canciones propias convivirían con esas versiones de otros artistas que antes viajaban perdidas en los singles de lanzamiento. Sin prisas, sin exigencias. “Solemos grabar algunas demos en casa. Todo de manera muy espontanea, como si fuera una jam. Después vienen los arreglos de estudio, pero muchas de esas partes grabadas en casa se pueden escuchar en la solución final”.

El primer paso de esa nueva aventura espontánea se llamó, precisamente, “L´Avventura” (2003). Un debut bastante continuista en lo sonoro en el que destacan las versiones de The Doors, Madonna y sobre todo la preciosa “Moonshot” de la cantante protesta Buffy Sainte-Marie.

Más tarde vino el EP de remezclas a cargo del sideral Sonic Boom (Spacemen 3, Spectrum) y 3 años de silencio en el que la pareja se encargó de la música de películas como “Una historia de Brooklyn”.

A finales del 2006 veía la luz su ultimo trabajo, “Back Numbers”, en cuya grabación los novios contrajeron nupcias. Quizás por eso, ahora el cariño y el amor en sonidos y letras rebosa el disco.

Si antes componían en la tranquilidad del hogar, ahora ya directamente lo hacen tumbados en el sofá. “Recientemente leí una crítica de nuestro CD que decía que era una mezcla entre James Bond y “El Valle de las Muñecas”. Supongo que queríamos hacer algo que se alejara del “casual indie”, por lo que comenzamos a buscar entre las fotos sobre los 60 que tenía nuestro fotógrafo y nos decidimos por hacer algo con glamour, estilizado y sexy

El trabajo ha sido producido por Tony Visconti (Morrissey, T-Rex), que se adapta de maravilla al nuevo estilo informal de la pareja: “Trabajar con Visconti es un placer. Llegamos al estudio a las 11 de la mañana y salimos a las 7 de la tarde. No dejamos las decisiones para más adelante. No paramos de grabar. No nos sentamos y discutimos. Si nos sentimos bloqueados, Tony siempre va un paso más allá e intenta que no paremos. A eso le llamo yo espontaneidad“.

“Back Numbers” ahonda en el lado más relajado de las composiciones.  Y algunos corren a compararlo con Serge Gainsbourg & Brigitte Bardot. Los norteamericanos mantienen el “Savoir-Faire”, pero son más dulces y tiernos. En las creaciones de Dean ya no hay espacio para acelerones ni asperezas, y la voz de ella no hace sino suavizar el producto final. Más cerca anda la comparación con Lee Hazlewood, de quien recuperan el hermoso “You Turned My Head Around”.

Hay más versiones en el último CD: “Our Love Will Still Be There” de los Troggs, el emocionante “Teen Angel” de Donovan y “White Horses” (la de los Rolling Stones no, la canción que abría un programa infantil británico en los años 70).  Los temas propios como “Crystal Blue RIP” o “Say Goodnight” siguen rezumando clasicismo, bordeando la emoción sin caer en lo empalagoso.

A sus conciertos vascos (el 7 de Junio están en Donostia y al día siguiente en Bilbo) prometen venir con banda completa, y recuperar algunas de las tonadas más conocidas de Luna y Galaxie 500.

Mala Rodríguez: La dulce Mala

Intérpretes: Mala Rodríguez, Jaula de grillos. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 30 Mayo 2007. Asistencia: Lleno, unas 700 personas

«Cientos de personas/patean la cuesta/hay concierto guapo en la Gazteszena/ canta la Mala/ahora Mala Rodríguez/que agota el taquillaje y deja gente en la puerta/ Chicos, chicas, B-Boys y mucha gente mona/que flipa y alucina con el hip hop de nueva ola.»

Y así seguiríamos párrafos y estrofas intentando explicar las maravillas de las que disfrutamos en el concierto del pasado jueves en Donostia, hipnotizados por el tirón que demuestra el hip hop en nuestra Bella Easo, contagiados por las rimas llevaderas y las cadencias negroides de estas músicas.

Pero seremos benévolos con los lectores y dejaremos los malamarismos (nombre el último disco de la cantante Mala Rodríguez, nombre principal del cartel del jueves) para gente más entrenada y experta.

Como los chicos de Jaula de Grillos. Colectivo vasco populoso que colocó cinco de sus voces a pasear por las tablas de Egia. Gentes de Martutene, Donostia o Gasteiz que practican esa suerte de hip hop (¿inteligente?, ¿cotidiano?), alejándose de los tópicos de chicas-pasta-coches que en su momento se importaron alegremente de Estados Unidos.

Y a los EEUU y Puerto Rico viajó Mala Rodríguez a grabar su nuevo disco. Del país de los rodeos captó la parlanchina el concepto de espectáculo que maravilló en Donostia. Una chica controlando el ordenador que coordinaba bases sonoras e imágenes proyectadas. Dos armarios roperos cantarines de dejes caribeños. Un DJ rayando sedoso los discos. Dos coloristas coristas.

Y, sobre todas las cosas que ha adoptado en su viaje trasatlántico, destaca la manera de enfocar el hip-hop como una música abierta y suave, con unas bases que saben amoldarse a tonos más suaves. Como el R´n´B que exporta Lauryn Hill. Como la fiereza domada que nos llega en los discos de Lily Allen.

Por esa camaleónica mutación del escupitajo a la protesta de flow sureño elegantemente musicalizada aparece la dama en 3 eventos tan dispares como los festivales del Sonar, Monegros y la Mar de Músicas. Y en todos ellos, como nos pasó a nosotros, alucinarán con las (buenas) nuevas maneras de la gaditana.