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Categoría: Críticas de conciertos

Lovemonk DJs: Animada fiesta

Lovemonk DJs.
Señor Lobo + Pablo Sanchez.
Domingo 2 de Octubre 2005
Club 16 Bis (Donostia)

Cerraba el Festival de Música Electrónica y de Club de Donostia denominado Elektronikaldia su primer fin de semana de programación con la sesión a los platos de la gente del sello madrileño Lovemonk.

La cita era en el Club 16 Bis (¿les suena más si les digo que es el piso de abajo del Bar Ondarra?), en su día club de alterne y hoy club de los otros, de los que tienen pinchadiscos que animan el cotarro. El establecimiento hostelero “grosero” busca ofertar en su planta inferior durante los fines de semana una programación de DJ´s de amplios abanicos estilísticos.

Seguro que la diversidad de la oferta sonora del local fue la que llamó la atención de los gestores del Elektronikaldia para llevarles la noche del domingo a los responsables de la discográfica Lovemonk a poner sus músicas preferidas.

Allá estaba Borja (en el cartel lo llamaban Señor Lobo), capo de la empresa disquera, tremendo en formas y sonidos. A su lado, turnándose a la hora de poner vinilos, se encontraba el sudamericano Pablo Sanchez, con una colección de discos animosos que mueven los músculos corporales con pasmosa facilidad.

La casa editora se caracteriza por publicar los trabajos de bandas que fusionan el jazz, los ritmos latinos y las cadencias brasileñas. Todo presentado con estructuras de baile cálido y poco machacón. ¿Quieren ejemplos? Wagon Cookin, Mojo Project, Louie Vega…

De eso hubo y mucho en la cita donostiarra, pero los DJ´s abrieron su maleta para ofrecer gemas con mucho soul y funky. Vale, también hubo un poquito de bombo cuando las gentes del lugar más se movían, y alguna que otra mezcla de canciones cuando menos arriesgada, pero no pasaron de ser meros detalles en una noche en la que prevaleció el buen gusto musical.

Y hablando de los asistentes, había cierto temor por ver cómo los usos sociales de la tarde-noche dominguera (pantuflas, pijama, la película de turno o los resúmenes de fútbol) iban a afectar a la asistencia a la fiesta. Como hay gente para todo en esta vida, podemos afirmar que el pequeño local tuvo una simpática y animada entrada, con una buena ración de búhos nocturnos y chicas locales y foráneas con ganas de mover el esqueleto.

Aunque también flotaba en el aire la sensación de que si la sesión de música pinchada hubiera sido un viernes o un sábado, el flujo de gente hubiera sido mayor. No podemos olvidar que somos una capital de provincia, con bastantes actividades culturetas y todo un FNAC pero con una población que se encuentra lejos de los números (y los ánimos) de las grandes urbes si hablamos de músicas poco conocidas.

El Elektronikaldia descansa unos días, hasta el próximo jueves, cuando los llamados clubs (de baile) de nuestra capital presentarán las propuestas de giradiscos locales como Pedro Destino o los Funky Cabrones. De ahí hasta el final de la semana diferentes actuaciones y eventos acercarán a la ciudad los más variados aspectos de la música electrónica más templada y movida.

Afrika: Con K de Euskera

lausuramos la barraca festiva de nuestro pequeño “tour” urbanita y musical de Semana Grande con la visita al concierto de Afrika en la zona de Reyes Católicos. Un escenario que, salvo este cierre y los conciertos relacionados con el concurso Pop-rock de bandas noveles guipuzcoanas, ha estado dedicado a sones sabrosones, contagiosos, latinos, algo carnales y totalmente revitalizantes.

Quizás por eso los inmigrantes, justamente homenajeados en nuestro período de festejos, se dejaron caer por la zona la noche del pasado sábado. Buscando algo de “meneito” con sus “aseres”, “guayando” con su “corillo”. Y es cuando caemos en la cuenta, un año más, que vivimos en una Europa de dos velocidades, tal y como promulgaban esos políticos transnacionales.

Los de origen foráneo, principalmente latinos y negros, la tienen larga (hablamos de velocidades). A nada que escuchen música, ya sea un ritmo cálido o la sintonía del noticiario, se sueltan los músculos y las caderas comienzan a agitarse, tomando más posturas que un cubo de Rubik. Sí, claro que habla la envidia…

Porque los locales, en términos de presteza danzarina, seguimos defendiendo la marcha corta. Con pequeños arrebatos, seudo-posesión de vudú, y ligeros estiramientos corporales, como si estuviéramos calentando para una partida de dominó. Se hacen a la idea, ¿no?

Y eso que los ritmos de la cantante bilbaína Afrika invitaban al contoneo desde el primer envite. La bilbaína luce negra en color y sonido. Ahora no se me rajen las vestiduras por ver a una chica de tez oscura cantando como un primor en vasco. Vamos, hombre, si superaron el hecho de ver a JR Ewing (de la teleserie “Dallas”) hablando en nuestro idioma.

La bella y joven dama eligió el euskera, en formas vizcaínas, para expresar sus sentimientos, alegrías, amores y penas. Términos como “dot”, “deritxot” y “amodixo” poblaban unas composiciones que tienen su fuente principal en los sonidos r&b que llegan desde tierras norteamericanas. Esas melodías suaves que popularizan chicas de caderas agitadas, ropas ligeritas y formas raperas. También hubo detalles de estilos hermanos como el hip-hop o el reggae y ramalazos de chill-out ibicenco.

Afrika se plantó en su cita donostiarra con numerosa compañía sobre el escenario. Un teclista, un bajista, un saxofonista, un par de voces de acompañamiento, un muy presente batería y un DJ (que se encargó de amenizar el arranque del concierto en solitario) acompañaban las tonadas de la joven vizcaína, cuyo disco de debut tiene el expresivo nombre de “Entzun” y ha sido editado por la casa irundarra Metak.

La banda se mostró perfecta en ejecución. La maestra de ceremonias euskaldunberri nos agradaba con una voz tan sugerente y cristalina como llena de potencia, mientras parecía demostrar la teoría de que el tema del baile tiene que ver con los genes (que manera de moverse sobre el escenario…).

El concierto fue animándose en potencia y contundencia, dejando para el cierre del mismo esa ardorosa canción que la protagonista del evento grabó para la edición número 14 de la Korrika. Su propuesta sonó fresca y contagiosa, demostrando que en lo musical aún se puede innovar con el idioma de Aitor como base.

Concurso Pop-Rock Ciudad de San Sebastián: La hora de la cantera

La noche del pasado domingo se celebró en el escenario situado en la zona de Reyes Católicos la última fase del Concurso Pop-Rock Ciudad de San Sebastián, certamen musical dirigido a bandas musicales guipuzcoanas sin disco en el mercado.

Ya saben de que grupos hablo. Esos que dedican a la semana el mismo tiempo que algunos de nosotros al gimnasio (4 horas, el doble si son músicos que se acaban de arrejuntar) y que ensayan en locales donde las humedades son parte de la decoración. Formaciones que, maldita sea, tocan los viernes en mi bar favorito a un volumen elevado y sin versiones de grupos famosos que me permitan canturrear y mover un poco el pie.

Treinta de estas agrupaciones noveles se presentaron a la decimocuarta edición del concurso donostiarra, nueve se desfogaron en las semifinales y tres (Nahmek, Frida Pipol y Underneed) alcanzaron una zona de premios nada desdeñable.

El tercero se llevaba 900 euros, la medalla de plata venía con un sobre de 1500 machacantes y los campeones conseguían la grabación de un disco con 4 canciones y 500 copias del mismo para mandarlo aquí y allá, buscando conciertos o un contrato discográfico.

Los vasco-navarros Nahmek fueron los encargados de abrir la velada. Empezaron fuertes, atacando el funk-rock que les caracteriza y sacando brillo a la sección vocal. Su cantante ponía su laringe a tope de revoluciones mientras las tres coristas complementaban al capitán con bailes y detalles sonoros. La sección musical (guitarra, bajo, batería) se bastaba para llenar el espacio situado entre el edificio de Correos y el Koldo Michelena. La votación final les situó en tercera posición.

Colorista y animosa se presentó Frida Pipol, populosa formación con dos chicas a las voces principales y una sección de viento pequeñita pero matona. El núcleo de la banda se sitúa en Rentería y sus canciones también pasean por caminos funkys y souleros, aunque de manera más abierta y festiva, acercándose a los bríos de Amparanoia o aquel Manu Chao que luchaba (antes que Bono) con músicas positivas contra las injusticias sociales universales.

Frida Pipol se hicieron con los 1500 euros de la segunda plaza del cajón. Pero cualquiera de los participantes podía haber ganado. Las reñidas votaciones finales auparon a lo más alto al grupo Underneed, la única de las bandas finalistas que empleaba el inglés para poner letra a sus canciones. Para ellos es la grabación del disco-txiki (4 canciones) y las 500 copias posteriores.

La propuesta de Underneed era la más clásica en términos pop-rockeros. Dos guitarras, bajo y batería arropaban al voz de Eider Rozas, capitana creativa de la nave. Su barco navega por el pop que hacían los Pretenders, los impulsos tecnológicos de U2 y las creaciones de las cantautoras europeas que la radio oferta estos últimos años.

El escenario de Reyes Católicos se tornará latino a partir de ahora, con agrupaciones musicales que defienden estilos más caribeños y sabrosones.

Micah P Hinson en el Gazteleku de Zarauz

Micah P Hinson
Lugar: Gazteleku (Zarauz)
Asistencia: unas 100 personas

Abarrotada estaba la sala (el aula, mejor dicho) zarauztarra el pasado domingo para escuchar las lamentaciones afectivas del estadounidense Micah P. Hinson. El concierto cerraba la programación foral Gaztemaniak! hasta después del verano.

Hinson había llenado los periódicos de palabras pomposas con motivo de su disco “And the Gospel of Progress“. Críticas que se elevaron tras su paso por el Festival barcelonés Primavera Sound.

En la “mini-sala” gipuzcoana nos arremolinamos para disfrutar del “post-folk” de Micah: Músicas que nacían simples y explotaban enérgicamente, para más tarde volver la calma. Con la única compañía sobre el escenario de un buen bajista y un batería efectivo.

El autor norteamericano tiene un estilo único a la hora de cantar. Será que el pasado (y el de este joven de 24 años es bastante tremebundo) marca a fuego a la hora de inspirar. La actuación fue correcta, salvo algunos deshilados cierres de canciones.

Se nos hizo corto (60 minutos contados, con versión de John Denver), y pareció que el artista llegaba al final de su gira peninsular algo desfondado, cosa que no ocurre cuando el CD da vueltas en casa. Aún y todo, un concierto recomendable.

Ernst Reijseger: Recreo melódico

Libertino espectáculo el que se trajo el holandés Ernst Reijseger para animarnos el soleado y caluroso día de ayer. Su concierto en Donostia, en la egiatarra sala Gazteszena, fue una oda atractiva al libre uso de un instrumento tan clásico como el cello.

Quizás los más avispados le recuerden de su visita a nuestro Jazzaldia el siglo pasado (cómo suena…), allá por el 99. Algunos no tuvimos la suerte de poder disfrutar de su manejo de las cuerdas aquellos días. Pero sí que lo hemos hecho ahora.

En compañía de dos músicos senegaleses, con los que forma el proyecto denominado Système D, Reijseger se nos plantó en la capital guipuzcoana con el mismo ímpetu e ilusión con la que un niño juega en clase con las pinturas. No me entiendan mal, siempre desde un lado experto y respetuoso.

Tan pronto tocaba el cello como si fuera una guitarra, marcando los acordes, como tarareaba mientras las cuerdas iban marcando las notas. Sin perder la sonrisa en toda la actuación, nadie podrá negar que el holandés disfruta como pocos buscándole nuevos usos a su instrumento musical.

El mensaje de fondo solía tener corte africano, pero siempre había espacio para tiernas canciones que a veces nos llevaban a la India y otras nos ofertaban dulces y preciosas ensoñaciones armónicas que jamás sobrepasarían el umbral de molestia melódica en una comunidad de vecinos.

La gente se quedó con ganas de más cuando a los 80 minutos las luces se encendieron tras una especie de blues africano, uno de los temas más potentes de la noche. En los mundos vanidosos en los que vivimos, da gusto disfrutar de un artista que, además

Hiru Truku: Tan lejos, tan cerca.

Interpretes: Ruper Ordorika (guitarra, voz), Joseba Tapia (Acordeón, voz), Bixente Martinez (mandolina, bouzouki, guitarra)
Fecha: 26 Mayo 2005. Lugar: Teatro Principal (Donostia)
Asistencia: unas 200 personas

Que el mundo cultural se está volviendo loco es algo que ya sabíamos. Nos quedamos enganchados en la tele viendo desde nuestra casa a gentes que están encerrados en otra choza. Asistimos a los estrenos de las películas ataviados con ropajes de los personajes. Hacemos colas de 36 horas o más para asistir cual sardinillas a un concierto de una banda de rock que cantan en un idioma foráneo. Pero entre tanto adelanto a saltos, siempre conviene echar la vista atrás, aunque sea unos pasitos, para comprendernos mejor.

Eso propone el trío Hiru Truku en sus discos y actuaciones. Compilar y elaborar de manera personal las viejas historias que poblaban nuestros valles y montes hace ya muchas lunas.

Llevan ya 3 discos reuniendo costumbres. El último de ellos, “Nafarroako kantu zaharrak” fue la excusa de esta visita a la capital guipuzcoana de la mano de nuestra universidad pública. Era casi su concierto de despedida (queda una fecha más, este sábado 28 en el Gazteleku de Oñati), dado que este es un proyecto que va brotando en función de las agendas e impulsos de sus integrantes. Y ahora avisan que toca pausa.

Con un montaje escénico sobrio, el trío ejecutante se muestra con el oñatiarra Ruper Ordorika en el centro, flanqueado por Joseba Tapia y Bixente Martinez. El “txantxiku” se encarga (en un perfecto euskera, claro está) de poner voz a la casi totalidad de los temas y sus correspondientes y extensas presentaciones cargadas de detalles.

Particularidades que nos hablan de los amores y temores, ironías y denuncias de los pobladores que, desde Zugarramurdi hasta el otro lado de los Pirineos pasando por los valles vizcaínos, recopilaron en esta tradición oral leyendas de su tiempo.

Historias recopiladas en un primer momento por gentes como Aita Donosti, Aita Lafitte o los Hermanos Azkue y recuperadas ahora con relecturas actuales e innovadoras. Las tonadas han sido creadas de manera libre pero buscando seguir la tradición hablada de las zonas en las que fueron creadas. No olviden que muchas de estas voces provienen de la comunicación oral y las reuniones populosas. “Los montes, lejos de dividir a la gente, la unían alrededor de sus campas”, recuerda Ruper en una de las entradas.

Estas narraciones pretéritas y elaboradas con fino humor nos hablan de la venta de una hija a los moros a cambio de oro y miel, y de cómo la familia corre a su rescate. Otras recogen el interés de un profesor en dar clases particulares a un alumno de género sin identificar en su trastero.

Las más incisivas hablan de la denuncia de un vicario hacia un conciudadano por sus acusaciones de mujeriego. Historias que no nos resultan del todo extrañas, con sus matices y desvaríos, en este año 2005. Quizás, como apunta Ordorika en la despedida, “en realidad sólo hay una canción en el mundo, y cada uno la amolda a sus amores y fobias, a los días que le ha tocado vivir”.

Musicas de nuestro mundo

Musicas de nuestro mundo
Lugar: Sala Gazteszena (donostia)
Día: 19 Mayo 2005
Asistencia : unas 150 personas

Llegaba a la capital de donostia Mundo Café, propuesta de tres artistas afincados en las comunidades de lenguas co-oficiales. A nuestro más cercano Javier Muguruza se nos unió el gallego Narf y el catalán Miquel Gil. Cada uno con sus características, cada cual con sus particularidades, han montado un espectáculo que busca fusionar esas culturas que, aunque alejadas, no son tan diferentes.

Narf tira mucho para su tierra, dejándose caer, idiomática y estilísticamente, hacia el país que sujeta la nariz peninsular. A Jabier Muguruza pocas presentaciones hay que hacerle a estas alturas. Melodías apaisadas, susurradas, entonadas con la proximidad de un buen amigo. El catalán Gil se deja llevar por la potencia mediterránea, los calores y energías de ese mar europeo, arrastrando sus creaciones y recreaciones hacia costas arábigas alejadas de las nuestras.

Todos creando un concierto intimista y explicativo, donde con el espíritu cafetero que proclaman en el cartel se acercan al público narrando historias y detallando poetas que ponen letras a sus obras. Y con esa extraña situación que es ver a Muguruza, como si fuera un traductor de la Selección de fútbol en país asiático, intentando fusionar su manera natural de expresarse (euskera) con un idioma entendible por todos los músicos, que eran un buen puñado, presentes en el escenario

Como en toda buena mezcla, los momentos más sugestivos surgen de la unión de los diferentes estilos. Que curiosa y atractiva queda esa guitarra flamenca en este tema tan norteño. Qué valor y parsimonia muestra el catalán Gil cuando se lanza a cantar un tema en la lengua que dirige Euskaltzaindia. Con ese contacto con el público, ésta proximidad tan poco común en los asentados creadores, uno disfruta con la velada de éste café como si un amigo le estuviera contando sus devaneos amorosos. Es más, creo que me voy a pedir otro Expresso. ¡Camarero!

Destroyer + Frog Eyes

Destroyer + Frog eyes (Gazteleku Zarauz)

Fresquita cita en Zarauz (2 grados en la calle) para ver a Daniel Bejar y su proyecto Destroyer, que venía a presentarnos “Your Blues”, su nuevo CD. Por la calle, ni un alma. En el Gazteleku de la ciudad costera, unas pocas más. Parece que los viernes son peleones para las melodías emotivas.

Abrió el evento Frog Eyes, formación de acompañamiento del señor Bejar en el concierto posterior. Duramos poco, mientras nos lamentábamos de que el señor guitarrista-cantante se hubiera dejado la medicación en el avión. Si las canciones deben transmitir sensaciones, nosotros acabamos calados de esquizofrenia pop con un punto Franz Ferdinand. No me hagan recordarlo, que me entran unas ganas terribles de invadir Polonia.

Dicho desequilibrio melódico contagió en demasía al autor de “Your Blues”, un disco repleto de aciertos sonoros, a medio camino entre el pop del primer David Bowie y el folk. Allá donde las canciones sonaban dulces, ahora, gracias al hiperactivo guitarrista antes nombrado, lo hacían nerviosas y tensas. Nos dedicamos a tararear los originales, inhibiéndoles todo el sebo de concierto. Al llegar a casa, recuperamos el CD y nos quitamos la radioactividad de encima. Pudo haber sido, pero no fue.