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Ernst Reijseger: Recreo melódico

Libertino espectáculo el que se trajo el holandés Ernst Reijseger para animarnos el soleado y caluroso día de ayer. Su concierto en Donostia, en la egiatarra sala Gazteszena, fue una oda atractiva al libre uso de un instrumento tan clásico como el cello.

Quizás los más avispados le recuerden de su visita a nuestro Jazzaldia el siglo pasado (cómo suena…), allá por el 99. Algunos no tuvimos la suerte de poder disfrutar de su manejo de las cuerdas aquellos días. Pero sí que lo hemos hecho ahora.

En compañía de dos músicos senegaleses, con los que forma el proyecto denominado Système D, Reijseger se nos plantó en la capital guipuzcoana con el mismo ímpetu e ilusión con la que un niño juega en clase con las pinturas. No me entiendan mal, siempre desde un lado experto y respetuoso.

Tan pronto tocaba el cello como si fuera una guitarra, marcando los acordes, como tarareaba mientras las cuerdas iban marcando las notas. Sin perder la sonrisa en toda la actuación, nadie podrá negar que el holandés disfruta como pocos buscándole nuevos usos a su instrumento musical.

El mensaje de fondo solía tener corte africano, pero siempre había espacio para tiernas canciones que a veces nos llevaban a la India y otras nos ofertaban dulces y preciosas ensoñaciones armónicas que jamás sobrepasarían el umbral de molestia melódica en una comunidad de vecinos.

La gente se quedó con ganas de más cuando a los 80 minutos las luces se encendieron tras una especie de blues africano, uno de los temas más potentes de la noche. En los mundos vanidosos en los que vivimos, da gusto disfrutar de un artista que, además

Publicado enCríticas de conciertos

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