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Etiqueta: Zinemaldia

Zinemaldia: Un elegante adiós

Nuestro festival de cine despidió a sus invitados en el Palacio Miramar con una exquisita cena a la que acompañó el buen tiempo.

La fiesta oficial que clausura el Zinemaldia volvía a dar con sus vasos y platos en el Palacio Miramar tras varios años de ausencia. Un emplazamiento idílico para que propios y extraños, actores y acreditados, premiados o injustamente olvidados, abandonaran nuestra ciudad y su “marco incomparable” con un buen sabor de boca.

Y para buen sabor de boca, el que nos quedó con el brillante servicio de catering dispuesto por la organización. Manjares exquisitos, presentados de maneras originales y regados con caldos de baja graduación. Un servicio en el que destacaban las “chicas pintxo”, ataviadas como los antiguos vendedores de periódicos, con un cartón adelante y atrás de los que brotaban unas brochetas.

Por no hablar del insólito puesto de frutas, con cajas apiladas como en la tienda de su barrio. Por el reino de las manzanas y las peras pasaron Valerie Faris y su marido Jonathan Deyton, con esas pintas de moderno cantautor folk norteamericano.

Picoteando por las distintas salas del interior a los sones pinchados por el distinguido DJ David Navascués nos topamos con Pedro Erquicia, Assunta Serna y Sancho Gracia. A Gracia le veríamos más tarde haciendo barricada social con Antonio Gasset en una de las mesas del exterior.

Manu Narváez conversaba con algunos actores vascos mientras nuestro alcalde Odon Elorza, a quien no le dolían prendas a la hora de sentarse en unas escaleras del patio, charlaba con su mujer. La figura de Xavier Elorriaga, quien parece elegantemente anclado en los canosos 50, se diluía entre las torres que conformaban su círculo de amigos.

Las paredes nos contaban que los premiados en la Gala estaban cenando en las estancias superiores del palacio del Antiguo. Los ladrillos a veces mienten, porque pronto vimos al director Martial Fougeron entre los asistentes. A su vera caminaba la pequeña figura del actor Victor Sevaux. El chaval no paraba de disparar el flash de su cámara durante su breve estancia en el lugar.

El otro ganador de la noche, el iraní Bahman Ghobadi, también posaba sonriente ante cualquier retratista que se le acercara. En todas las fotos tomadas en ese momento, con la isla Santa Clara de fondo, aparecerán los bigotes de Ismail Ghaffari, inseparable compañero de tapeo del ganador de una de las Conchas de Oro de la edición del 2006. El director de fotografía Nigel Block estaba fuera de servicio, por lo que dejaba que los amateurs que buscaban guardar una imagen del galardonado director camparan a sus anchas entre encuadres e iluminaciones variables.

Siguiendo con la ruta de los premiados, el equipo de “Singapore Dreaming” brindaba con refrescos el galardón que había recibido su película. A su vera, Juan Diego repartía sonrisas entre los actores patrios con los que conversaba.

La noche era calurosa, lo que invitaba a pasear por los jardines. Parterres en los que los amantes del tabaco aspirado hacían de las suyas. En la caminata nos topamos con la bella actriz mexicana Martha Higareda y el francés Eric Savin, mientras Hector Alterio celebraba su acierto en la entrega de premios del Zinemaldia refrescándose el gaznate en una de las esquinas del parque. Ninguno de ellos defendía las bondades del humo.

Entre cócteles de cava y helados repartidos por camareros ataviados con ropajes venecianos fuimos despidiendo la noche y el Zinemaldia. Algunos tiraron para la fiesta que se organizaba “fuera de concurso” en Tabacalera. Otros, los más, bajaron la cuesta y se perdieron entre el gentío que poblaba las discotecas playeras.

Al Festival le tocó el turno de cerrar la persiana de sus actividades ociosas nocturnas. Y faltaríamos a la verdad si no dijéramos que la reunión social de Clausura fue una maravilla a la que acompañaron el buen tiempo, los alimentos y el emplazamiento.

Zinemaldia: ¿Hay glamour nocturno?

La gran pregunta que año tras año planea sobre el Zinemaldia también tiene su versión noctámbula. ¿Tiene glamour la noche donostiarra durante esta semana de cine? A falta de que la organización oficialice el medidor de “glamourosidades” (una fórmula que antes era “artistas reconocibles / días del Zinemaldia” y que ahora parece ser otra cosa), tiraremos del Diccionario de la Real Academia de la Lengua para hacer nuestro análisis.

La R.A.E. dice que el glamour es “el encanto sensual que fascina”. Y la capital guipuzcoana ya tiene bastante encanto propio. Los donostiarras siempre fuimos muy emperifollados, así que partimos de una buena base. Lo dicen los lugareños. Lo dicen los foráneos. Unos extranjeros que se dejan ver mucho por el día y poco por la noche.

Dillon y Jarsmuch sí que dieron el do de pecho. Oliver Stone y Max Von Sydow quizás sean algo mayores para tirarse al cubata trasnochador. Y de David Hasselhoff, mal que les pese a algunos, no tuvimos noticias en esos momentos en los que todos los gatos son pardos.

Los figurines patrios, actuantes o acreditados, siempre dejan bien alto el pabellón, ya sea en la presentación buhonera de su película o en cualquier sarao oficial, oficioso, presunto o animoso que se monte.

Se dice, se cuenta, que hace unos años esto era una fiesta continua. Que el número de celebraciones ha ido menguando. No es ese el mayor problema. El mayor inconveniente nocturno es que, con o sin Zinemaldia, el “homo donostiarrus” sigue varándose en casa los días laborables. Haga la prueba hoy mismo, saliendo más allá de las campanadas de Cenicienta. La noche será, con toda probabilidad, su única compañera.

Zinemaldia: Y Dillon cogió su botellín

La semana de noches activas y parranderas de nuestro Zinemaldia fue tocando a su fin con la celebración de la fiesta de Gehitu el pasado viernes. Un acto que contó con la presencia, de aquella manera, de Matt Dillon, Sara Driver y Jim Jarmusch.

Aviso a navegantes. Sabido es que Gehitu es la Asociación de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales del País Vasco. Tan sabido como que la agrupación coordinada por Koldobike Mújika y Sergio Iñiguez organiza todos los años una fiesta en la semana de nuestro festival de cine.

Pero no ataquen estas líneas con ánimos de patio de manzana, buscando nombres de políticos, famosos, conocidos o vecinos entre los asistentes. Bastante nos cuesta a nosotros cambiar de ropa de verano a invierno en nuestro propio armario como para ir diciendo a los demás lo que deben hacer con el suyo.

Este año el evento Gehitu se celebró en la discoteca Bataplán, muy cerquita de su sede central de la calle Arrasate. Y hasta el Bata nos acercamos puntuales, a eso de las 12 de la noche. La fiesta llevaba retraso, así que pospusimos una hora nuestra entrada.

A nuestro regreso, cinco bellas “poxpolinas” sujetaban sus arcos multicolores dándonos la bienvenida. Cinco bailarines (si, el género está bien puesto) con atuendos vascos que más tarde bailotearían sobre las estancias elevadas de la discoteca con usos y maneras que jamás verán a la salida de una boda. Bueno, quizás si la boda es la de Emmanuelle…

Más tarde las alturas se verían ocupadas por auténticos gogós masculinos y femeninos. Todos con un cuerpo horroroso, como bien se imaginarán. Pero quienes de verdad captaron nuestra atención fueron los asistentes que se subían a las plataformas para dar rienda suelta a sus energías internas. Hubo uno, entradito en kilos, cuyos alegres movimientos bailarines eran la envidia del entumecido que firma estas líneas, quien baila menos que el sueldo de un becario.

Y en un momento dado suenan las sirenas de la organización. Viene Matt Dillon. Se cierra un pedacito de terraza para que el Premio Donostia pueda celebrar su galardón con mayor intimidad. Aparece con Lucia Jiménez (más guapa con el vestido de la gala que con el atuendo posterior), Jim Jarmusch, Sara Driver y Chema Prado, entre otros.

La zona se cerró a cal y canto. Algunos relevantes acreditados nacionales intentaron traspasar la barrera. Imposible. Matthew Raymond Dillon y Jarmusch charlaron durante un buen rato. El primero pegándose unos increíbles lingotazos de agua. Es lo único que le vimos beber en toda la noche. El director norteamericano demostró que para su papel en la película “Smoke” no tuvo que desarrollar mucho Método Stanislavski. Jarmusch borda el papel (de fumar) como nadie.

La estampa era cuando menos curiosa. Parecía que estábamos viendo a los tiburones del Aquarium. Los invitados acotados en la zona especial. Y el resto de los mortales, turnándose para observarles a través de los grandes cristales. Los chicos y chicas presentes en la fiesta de Gehitu se acercaban a ver la planta de Dillon con los mismos ojillos conquistadores. El “!Ay que mono!” fue un suspiro común la noche del viernes.

La sirena de la organización vuelve a sonar. Dillon se marcha. Bueno, se empieza a marchar, porque tarda una hora en abandonar el lugar. Y cuando se larga, lo hace como las estrellas, en formación de “tren de mercancías”: Los cuerpos de seguridad se colocan en los cuatro puntos cardinales del artista y no paran de caminar raudos hasta alcanzar la puerta exterior. Lugar donde un espontáneo le daría al actor de “Rebeldes” y “Beautiful Girls” el segundo de los premios de la noche: una cámara de video.

Jarmusch, ese adorable “loco del pelo blanco”, despertaba menos pasiones. Su popularidad no es tan elevada como la de Dillon, lo que le permitía pasearse relajado por la sala de fiestas, firmando autógrafos sin mayores problemas ni aglomeraciones.

Para cuando ustedes lean estas letras, el Zinemaldia 2006 y sus celebraciones habrán acabado. Tras la Gala de Clausura del sábado tan sólo quedará la fiesta que se monta para todos los trabajadores del festival, quienes esta noche celebrarán en la discoteca La Rotonda que su trabajo (oscuro en ocasiones, poco agradecido en otras) ha salido a pedir de boca.

Zinemaldia: Kutsidazu bidea, Stone

Las dos fiestas del jueves, la de la película “Kutsidazu bidea, Ixabel” y la organizada por el Jurado Joven, contaron con música en directo. Lastima que los famosos no cayeran embrujados por las melodías del lugar.

Teníamos ya los tacos en la línea de salida, prestos a dirigirnos a la Fiesta del Jurado Joven, cuando uno de nuestros confidentes nos pega un telefonazo: “Estoy en el Zurriola Marítimo, en la fiesta de la película “Kutsidazu bidea, Ixabel” y no te veo. ¿Dónde estas?”. Pues a unos 2 kilómetros del lugar de los hechos, majo.

Fotógrafo y servidor cargamos con el equipo de combate y nos plantamos en Sagüés. Primera sorpresa: Había banda musical en directo. Respondían al ingenioso nombre de “Funk Sinatra” y tocaban versiones de temas muy conocidos. No lo hacían nada mal. Que se lo pregunten sino a Peio Ruiz Cabestany, que estiraba músculos a gogó.¿Andaría calentando para sus “Desafíos Bajo Cero” televisivos?

El productor Eneko Olasagasti nos indicó que el estreno mundial de la película había sido un éxito, y que políticos de todos los colores y sabores habían acudido tanto a la proyección como al fiestorro. Bueno, todos menos uno: El lehendakari Juan Jose Ibarretxe, que tras el visionado tomó las de Villadiego (que debe ser la N1 entre Donostia y Gasteiz).

Seguimos con los galones, constatando que Itziar Nogeras (Directora de Elhuyar) también se dejó ver por la celebración de Ixabel. Los chicos de Nömadak TX devolvían visita, con Andoni Egaña y Alfonso Sastre como compañeros de local.

Cerca de ellos, Aitzpea Goenaga y Joseba Apaolaza miraban cómo retratábamos a los cuatro magníficos de la película: los directores Fernando Bernués y Mireia Gabilondo y los actores principales Ainere Tolosa y Mikel Losada. Gentes de versiones anteriores de la obra, como el escritor Joxan Sagastizabal (autor del libro original) y el actor Anjel Alkain, apoyaban con su presencia el estreno de los que se intuye como “la película vasca del año”.

Nueve pueblos de Guipúzcoa acogerán desde hoy la cinta que primero fue exitoso libro y más tarde aclamada obra de teatro. Los capitalinos deberemos esperar hasta el domingo, cuando los cines dejen de echar los “rollos” cinematográficos (con perdón) del Zinemaldia y vuelvan a sus actividades habituales.

¿Y Matt Dillon? Pues siguiendo la ruta del premiado en Donostia. Comiendo aquí (Arzak), y cenando allá (Gambara). Había rumores de que daría con sus huesos en la discoteca Bataplán, lugar que albergaba la fiesta que el Jurado Joven se monta cada año.

También estaba prevista la presencia de Oliver Stone en la discoteca playera. Pero al final se lo pensó mejor y pasó de montarse una World Trade Party. Antes del comienzo de la fiesta alguien de su círculo cercano se acercó al Bataplán, para otear el lugar. Lastima que al final el director norteamericano llevara hasta las últimas consecuencias el resultado de la frase popular “Bueno, si eso, nos pasamos luego”. Latiguillo empleado para quedar bien en mil y un compromisos en los que sabes que tu cara bonita no va a ser admirada.

Podía haber sido peor, y que la moda de Lars Von Trier y sus videoconferencias se hubiera trasladado a las fiestas nocturnas, con Stone tirando de minibar y el resto de la gente viéndole en una gran pantalla. Que miedo me da lanzar este tipo de ideas peregrinas…

Quien sí estaba, y encantado de la vida, era el super dire, Mikel Olaciregui. ¿Son capaces de imaginárselo con una sonrisa mayor que la que suele calzar habitualmente? Pues nosotros así le vimos, celebrando su cumpleaños con los suyos. Gentes entre las que incluiremos al restaurador José Juan Castillo.

Todos ellos andaban alucinando con el concierto que se celebró en la pista de baile, donde un percusionista, un trompetista y un par de txalapartaris tocaban por encima de potentes canciones. Los acreditados extranjeros abrían sus ojos al máximo con la actuación de los percusionistas de la madera, mientras el trompetista salía a pasear por la sala, tocando aquí y allá con total maestría, fumando un cigarrillo mientras con la otra mano pulsaba las teclas.

Zinemaldia: Un vas(c)o en Nueva York

El puente aéreo entre la Gran Manzana y La Bella Easo estuvo muy concurrido la noche del miércoles. Jim Jarmusch, Matt Dylon, Najwa Ninri y Luis Tosar bordearon la fiesta del Cine Vasco celebrada en el Maria Cristina.

O como dirían los chicos de Mecano, cuya cantante pronto aterrizará en nuestro Kursaal con la misma canción de siempre: “Me marcho a Nueva York, con la botella de (bebida alcohólica)”. Y bebidas espiritosas y de las otras se vieron y bebieron en el gran salón del Hotel Maria Cristina con motivo de la celebración del Día del Cine Vasco. Que viene a ser como vivir en un plató de ETB.

Gurutze Beitia (“Todos somos vascos”) extendía su eterna sonrisa por el manto rojo del aposento. El Iñaki López de “Pásalo” es igual de locuaz en su versión nocturna. Y la planta de Omer Oke, antiguo Director de Inmigración del Gobierno Vasco, sigue siendo imponente.

Javier Aguirresarobe, ya con las manos ligeras de premio, charlaba con Mikel Olaciregui. Otro galardonado en la fiesta de nuestro cine, Koldo Almandoz, nos contaba sus planes fílmicos.

Isidoro Fernández repartía homilías verbales, como en su papel en la teleserie “Martin”. En la balconada nos encontramos a Asier Hormaza, Patxi Perez, Kandido Uranga, Patxi Barco, el “tabacalero” Josean Muñoz, Andoni Ortúzar y a dos de los antiguos “Los Louviers” (Lourdes Bedia y Javier Merino), mientras cazábamos el paseo de Oliver Stone con su troupe camino de la Parte Vieja.

Fue precisamente en los espacios paralelos donde la noche fue recuperando el glamour foráneo. En el bar del Hotel nos topamos con Jeanne Moreau, que demuestra ser una diva (en el buen sentido) las 24 horas del día. Un cansado Tom DiCillo tiraba del brazo de su señora, buscando el descanso en su habitación. Jim Jarmusch, con esa pinta de bajista de Guns and Roses, salía del restaurante Saigon acompañado de su mujer Sara Driver. Lo que la pareja cool no sabe es que pronto los vascos invadirán su ciudad.

O eso es lo que esperan Paula Garayalde, Urtzi Arriaga y Gorka Muñecas, los promotores de “Basque”, un festival que pretende acercar las virtudes del cine vasco a la ciudad del 11-S, y viceversa. Su idea es que la industria independiente de allá conozca lo que hace la de acá, que los actores euskaldunes protagonicen historias pequeñas en inglés y las empresas norteamericanas sepan que en cuestiones de animación hacérselo en Donostia es 4 veces más barato que si se pinta en un taller de Brooklyn.

El equipo de “Las vidas de Celia” iba calentando motores en el Hall, antes de trasladarse al completo a la zona VIP de la discoteca Bataplán. Luis Tosar, Nawja Ninri (que llevaba un vestido precioso), Álex Casanovas y el mexicano Daniel Jiménez Cacho departían con el resto de compañeros. Matt Dylon también se dejó ver por la sala de fiestas playera. Si los apuntes no nos fallan, Matt es la única persona del mundo mundial que se ha tomado un té en el Bata.

Y compartimos refresco con Alvaro Manso, un actor local que seguro que no sabían que era más donostiarra que la Tamborrada. Él es el chico de rizos y gafas que protagoniza los anuncios televisivos de Telepizza y PC City.

Jóse Toledo se apoyaba en una de las estancias del lugar, mientras la gente como usted y como yo se acercaba a saludarle. Cortesías que también guardábamos para nuestro encuentro con el gran actor Sancho Gracia.

Fran Perea seguía peleando duro para ganarse el hipotético premio a la persona más social del Zinemaldia 2006. A decir verdad, tiene el galardón en el bolsillo. El mozo es un imán humano entre las señoritas y no tan señoritas. Hasta la preciosa Oihana Maritorena pareció ruborizarse un poco al conocer al actor andaluz.

El resto de camaradas de “Los Managers” se hacía con una de las barras de la discoteca. El director de la cinta, Fernando Guillén Cuervo, también demostraba ser el dueño de la batuta nocturna, entre paseos por la terraza y saltitos a la pista de baile.

Zinelmaldia: Nómadas incombustibles

Zinelmaldia: Nómadas incombustibles

Sin turbante ni jamelgo, pero con papel y boli. Así suelen ser nuestras travesías por las noches del Zinemaldia. De fiesta en fiesta y tiro porque me toca. Claro que, en ocasiones, estos “paseos por el desierto” tienen más paradas que un Alza-Intxaurrondo-Antiguo. El miércoles pasado, sin ir más lejos, dejamos la chaqueta en 4 guardarropas.

La ronda comenzaba en el Restaurante Kaskazuri de la Parte Vieja, lugar elegido por los chicos de la película Nomadak TX para celebrar la buena acogida de su documental. Y como los autores son vascos y la obra une cine y música, el acto nos dejó un montón de eusko-negritas para nuestro texto.

Harkaitz Martinez e Igor Otxoa, los músicos de Oreka TX que protagonizan un paseo txalapartero por el mundo, se dejaban retratar junto al cartel promocional, mientras el director del film, Raúl De La Fuente, se refrescaba el gaznate.

Martxelo Otamendi hablaba con “el conquistador” Julian Iantzi. Cerca de ellos, Martxelo Rubio, Joxe Felipe Auzmendi y los actores de “Vaya Semanita” disfrutaban de la genial selección de pintxos ofertados por el local.

Fuera, tomando un respiro, nos encontramos a Anje Duhalde y Gontzal Mendibil, mientras los culturetas del Ayuntamiento de Donostia abandonaban el lugar, capitaneados por Jaione Askasibar y el boss, Ramón Etxezarreta.

La antigua directora de Emakunde, Txaro Arteaga, también se dejó ver por el Paseo Nuevo. Y la foto del día la protagonizó nuestro Mikel Laboa, departiendo con un nómada auténtico.

La segunda fiesta se oficiaba en La Kabutzia, y corría a cargo de la película “Lo que sé de Lola”. Carmen Machi, Lola Dueñas, Michaël Abiteboul y el director Javier Rebollo se juntaban para la instantánea de una celebración que Joti Díaz explica con todo lujo de detalle en su sección habitual.

Siguiendo por el parchís nocturno llegamos a la discoteca La Rotonda, donde se entregaba el premio “Los Incombustibles” al señor Tito García: Un brasileño metido en un cuerpo europeo que gestiona desde hace 21 años muchas de las fiestas que estos días se llevan a cabo en la ciudad.

El ágape gestionado por el dueño del local, Alfredo Valiente, animó la entrega (conducida por Edurne Ormazabal) de un trofeo que ya decora las estanterías de las viviendas de Diego Galán y Antonio Gasset, entre otros.

García tuvo un recuerdo para el productor recientemente desaparecido Luis Goya y para todos esos organizadores “incombustibles” (se dice el pecado pero no el pecador) que hacen que las noches del Zinemaldia no acaben muriendo.

Muchas chicas guapas poblaban la pista de baile. Pero ninguna como Jacqueline de la Vega, que estaba simplemente espectacular. No sé si su tratamiento de belleza será con leche de burra o si realiza la dieta del guisante. Pero he de decirles que los resultados son excelentes.

La cuarta y última parada noctámbula nos llevó a la discoteca Bataplán, donde Tristán Montenegro y su elegante señora felicitaban a Tito García por el galardón. El festejo del Bata estaba organizado por los chicos de “Click”, para que los actores continuaran con la eterna comedieta bufa de sus comentarios. Pero allí no vimos a David Hasselhoff, Adam Sandler o Kate Beckinsale. Contemplamos, eso sí, la sombra de Steve Buscemi, quien había abandonado el lugar segundos antes de llegar nosotros.

La fauna peninsular seguía dejando el pabellón bien alto, demostrando que en nomadismo no nos gana nadie. Por la zona vimos a Álex Brendemühl (protagonista de la película “Las horas del día”), Roger Gual (“Smoking Room”), Silvia Abascal (“La Dama Boba”) y el inquieto valenciano Antonio Llorens, que parlamentaba con el director de la Mostra de Valencia-Cinema del Mediterrani, Jorge Berlanga.

Zinemaldia: Donostia City

Nos compran cada día, y nos leen, para que les contemos las películas. Los chicos del turno de día presentan celuloides, directores y personajes relevantes de este nuestro Zinemaldia. Y los abejarucos nocturnos hacemos lo propio cuando el cielo se funde a negro.

Hay días en los que la labor de unos y otros es sencilla. Siempre hay un actor que arrastra a los espectadores, o un secundario de lujo que centra todas las miradas. Pero hay trasnoches, como el del lunes, que debemos tirarnos el rollo con los elementos estáticos habituales: preciosa fotografía (de ciudad), un decorado inigualable y patatín patatán.

Es en esos casos cuando nos da por inventar películas. Ahí va el primer éxito de la cartelera: “Los paseantes de la noche” (Dog Walkers). Un docudrama urbano que jamás ganará el premio al vestuario cuyas protagonistas son las damas que se arremolinaban alrededor de la limusina y resto de coches “fantásticos” del Festival el pasado lunes, justo debajo de la Discoteca La Kabutzia. Las preguntas flotaban en el aire: “¿Es él?”, “¿Ha venido ya?”.

Se referían a David Hasselhoff, el actor que le hablaba a un Casio Calculadora a mediados de los 80 en la serie del carro parlanchín y que más tarde trasladó los neumáticos de su coche al cuerpo de las protagonistas de sus “Vigilantes de La Playa”.

El runrún afirmaba que sí que estaba. Pero no jugando con fuego entre hielos y tragos largos, sino cenando en un restaurante del puerto donostiarra. Porque, y este es mi segundo título a concurso, “La presencia tenía un precio”. Un western nocturno en el que las estrellas de la gran pantalla racionan su presencia sobre el decorado habitual de la noche donostiarra: el desierto.

Así nos lo confirmaban los hosteleros allá presentes, mientras veíamos un álbum con fotos de Al Pacino, Peter Strauss y una preciosa Ana Obregón a la que aún le quedaban viajes en su bono quirúrgico. Los bareros hablaban de la cercanía de famosos como el hijo de la Miró o José Coronado hace unos años. “Ahora, con el tema de las fotos y la privacidad, apenas salen por la noche”.

A algunos, como Fran Perea, poca insistencia les hace falta. Demuestran que en Donostia se lo pasan como infantes en un txiki park. El actor andaluz se tronchaba con los chistes que contaba Tito García, ganador del premio “Incombustibles” de este año, mientras mostraba el aplomo de un torero cuando el fan que se le acercaba tenía pintas de reventar un medidor de alcoholemia.

Cerca de ellos Eric Caravaca, el director francés que este año preside el encuentro Internacional de Escuelas de Cine, departía con las chicas de prensa del Zinemaldia. En la barra, el eternamente joven Jesús Cisneros, protagonista de películas y teleseries que lleva años centrando sus esfuerzos en el teatro. Y el inigualable Antonio Gasset, con quien nos topamos en el Be Bop. Todo un maestro de periodismo festivalero: currela de día, ocioso de noche.

También callejeaba Rafa Rueda, que aparece junto con Kirmen Uribe (jurado del ciclo de Nuevos Directores), Mikel Urdangarin, Mikel Valverde y Bingen Mendizabal en la película “Agian”, el film que Arkaitz Basterra presentó el lunes en la capital guipuzcoana. Rueda, uno de los músicos más interesantes de nuestro panorama, vino a apoyar con su presencia el esfuerzo del cineasta vasco, tocándole el turno de noche en el reparto de promociones.

En el fondo, nuestra película inventada favorita es “Euskera para principiantes”. Arkaitz Basterra y el señor con apellido de vino blanco no ganarán un Oscar, un Goya o un Cesar. Esperemos que al menos se hinchen a “Gorka”s (galardón ficticio realizado con materias primas del lugar, como un pintxo y una copa) y su reconocimiento empiece a traspasar barreras idiomáticas.

Zinemaldia: Nadie me enseñó a bailar

Vaya por delante que “la noche me confunde”, como diría el cubano Dinio. Una idea que Mitxel Ezkiaga ya recogía, en plural, en uno de sus artículos del fin de semana para este especial del Zinemaldia.

El otro día, sin ir más lejos, una bella periodista se acercó algo nerviosa a este juntaletras para preguntarme si yo era Víctor García León, el director de “Vete de mí”. Declinamos la invitación al sencillo flirteo y le indicamos que las únicas cámaras cuyo funcionamiento conocemos son las frigoríficas.

A nosotros también se nos embrujan las palabras por la noche, y colocamos en nuestros textos personajes inexistentes. Como cuando afirmamos que Gonzalo Miró se encontraba en Donostia con Cayetana Martínez de Irujo. Obviamente, la compañera de paseos nocturnos del hijo de la Miró era Eugenia, su actual pareja.

Y casi nos confundimos todos la noche del domingo con la fiesta de presentación de “Bosque de Sombras”, la primera película del vizcaíno Koldo Serra. Primero pensamos que era en Bataplán Disco, pero lo que allí se celebraba era en convite oficial de la productora. La verdadera parranda de la película se desarrolló más tarde, en el bar Be Bop.

Camino del primero de los pasos nos topamos con Fran Perea y su representante Paloma María, algo asustados con el precio de los cafés en el Hotel Maria Cristina. El actor y cantante presentaba ayer la gala de la Andalucía Film Commission. Y en honor a la verdad, hay que decir que Perea es tan simpático como sencillo y amable.

Ya en la discoteca, Koldo Serra departía con el equipo de su película y el autobús de bilbaínos presentes en la fiesta: El televisivo Klaudio Landa se refrescaba en la balconada mientras Antonio Zabálburu, el “médico” de “Hospital Central” y actor en películas como “África” o “La Marcha Verde”, demostraba que con ese apellido tan del “botxo” la asistencia era casi obligada.

Diego Galán, el antiguo director del festival, se acercaba a la barra repleta de gente. Y siempre es una alegría toparse con Álvaro Fuentes, el bajista de La Oreja de Van Gogh, quien aprovechaba una parada en su interminable gira para recuperar esa vida social que tanto echa de menos.

Tras la celebración “oficial”, dirigimos nuestros pasos a la abarrotada fiesta privada que se desarrollaba en el Be Bop de la plena Parte Vieja donostiarra. DJ Mimoloco (Borja Serra, hermano del homenajeado) y Borja Crespo (dibujante de cómics, director de cortometrajes y colaborador de nuestro Dvorame, entre otras cosas) ponían una música muy atractiva, con mucho “clásico básico” de los años 80 y 90 del siglo pasado.

Unos sonidos que nos sirvieron para disfrutar de las desconocidas capacidades danzarinas de Nacho Vigalondo. Con un estilo elegante y espectacular, le auguramos un futuro prometedor en el “Mira quien baila” de Anne Igartiburu si su futuro debut largo, “Los Crono Crímenes”, no recibe la atención que merece en taquilla.

Cerca del santanderino, el director Cristóbal Braun nos hablaba de su película de 26 minutos “El regalo de Zapura”. Porque ustedes ya saben que a finales de esta semana hay una sesión con algunos de los mejores cortometrajes del año en el Zinemaldia ¿no?. La sinopsis de la obra de Braun, con militares y balones perdidos, nos puso los dientes largos.

Jimmy Barnatán, el “Chuky” de “Los Serrano”, compartía pista de baile con un par de torres del Guipúzcoa Basket que le pegaban al refresco. A su lado, personajes de la farándula vizcaína como Francis Diez, del grupo musical “Doctor Deseo”, y el artista-polemista Mikel Clemente le daban a la sin hueso entre decenas de modernetes locales y foráneos. Entre tanta gafapasta es difícil distinguir regionalidades. Y no olviden que la noche nos confunde…