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Etiqueta: Pet Fennec

Pet Fennec: Belleza melódica

Intérpretes: Fake Teddy, Pet Fennec. Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 10 noviembre 2017. Asistencia: Lleno, unas 150 personas.

La formación donostiarra Pet Fennec, con su compositor Urko Eizmendi a la cabeza, presentaba su disco de debut “Mount Pleasant” el viernes en su ciudad. Lo de “compositor” no está puesto de manera gratuita, por mucho que la palabra se haya ido diluyendo con el paso del tiempo frente a los “actuantes” puros y duros de peluquería y corsetería. El señor Eizmendi crea melodías de una belleza incuestionable. Y las une con fondos sonoros de una elaboración impoluta, con una ejecución – solo o con banda- excelente. Chovinismo o no, el tipo es de Donostia. Así que, por esa cosa tan guipuzcoana, quizás tenga que irse fuera (¿Gran Bretaña?) para que aquí le reciban con honores.

Aunque suene un poco a historieta de La Transición, parece que a este creador le ha venido bien pasarse cinco años en Londres para empaparse de lo que allí se cuece. A su vuelta ha grabado un álbum que debería colocarse en las estanterías junto a los de The Posies (ese homenaje en el tema “Sayin´”…), Teenage Fanclub o The Shins. Cerca de autores melancólicos como Josh Rouse o ese Elliott Smith al que recordaron el pasado viernes con la reinterpretación de “Ballad Of Big Nothing”.

Pero vayamos al meollo de la cita. Porque la clase demostrada en el vinilo “Mount Pleasant”se reafirmó con la vitalidad mostrada sobre el escenario. El quinteto local azuzó las aristas más bellas de sus creaciones con momentos especialmente gozosos (las canciones “Penguin Boy” y “Under The Sun”).

En el aire flotaba la sensación de que nada de lo que allí sonaba era gratuito, que detrás de cada composición había un estudio sobre los grupos que ensucian sus acordes mientras sobre ellos brillan los tonos vocales. Y todo nos llegó empaquetado con un sonido simplemente perfecto. Qué gustazo es, lejos de los rigores de los presupuestos ajustados, toparse con una banda al completo que disfruta y nos hace disfrutar.

En apariencia descuidado, tomando el momento de las presentaciones como espacios para quitarse peso o relevancia, Eizmendi mostró una gran voz que podía pasar de la potencia al susurro sin perder apenas tono. Más de un autor local le miraba con cara de amor/odio por la facilidad con la que el cantor dibujaba sus distinguidas entonaciones en el aire. Un viaje que hizo muy bien acompañado por el teclista de la formación.

Sólo el tiempo dirá si Pet Fennec tiene espacio en esos festivales musicales poperos cada vez más enfocados al hedonismo sin sangre y el bailar por bailar. De calidad y distinción va sobrado. Espero que, de alguna manera, estos sigan siendo valores por los que los grandes eventos contratan a los grupos para su cartel.

Destacada fue también la labor de los acertados teloneros, los logroñeses Fake Teddy. Con un especial énfasis por hacer que ninguno de sus temas se pareciera al anterior, su concierto sorprendió a los presentes por su frescura, diversidad y pericia.

Pet Fennec: «Cuando se te pega una canción lo que cantas es la melodía»

El bar de nuestra primera cita con Urko Eizmendi (Donostia, 1986), cantante y compositor de la banda Pet Fennec, está impracticable. Nos movemos a otra tasca con un listado gigante de cervezas artesanas. Urko se toma su tiempo y analiza todas las opciones mientras el camarero le demanda una respuesta rauda. Cuando se ha tardado siete años en grabar un álbum como ‘Mount Pleasant’ y se ha pasado un lustro intentando sobrevivir en Londres, diez minutos para elegir el trago no parecen gran cosa. Ni para el camarero, ni para el entrevistador.

Eizmendi ha sido, como su nota de prensa indica, «la comidilla dentro de la escena pop de la capital guipuzcoana. Uno de esos tipos con un sentido innato para la melodía». El autor se encoge de hombros. «Qué quieres que te diga», me responde risueño. «Lo que sí te puedo decir es que he intentado hacer el mejor disco posible».

– Más de cinco años para poder publicar estas canciones. ¿No hubo ganas de abandonar?

– Muchas. Me empujaba la cabezonería. Y tenía un estímulo personal. Acabarlo era una especie de homenaje a mi padre, ya fallecido. Una persona que siempre me apoyaba y me animaba a seguir porque sabía que esto es lo que me impulsa en la vida.

– ¿Por qué a Londres?

– Me fui a la aventura, a empaparme de influencias y disfrutar de la cultura musical. Luego había que sobrevivir a la ciudad y pagar las facturas. Ensayar un día, por ejemplo, salía a 40 euros por grupo. Echa cuentas.

– Algo habrá bueno en Gran Bretaña…

– La escena musical es impresionante, pero a la vez muy precaria en los escalafones más bajos. Lo que menos me gustaba era el tema de las escenas, lo de subirse todos al mismo carro por modas. Donostia está más disperso en lo estilístico, y me gusta. Además en Euskadi los promotores te llaman para dar conciertos aunque no seas de su catálogo.

Pues su CD casi sale antes allí que aquí.

– Empecé a trabajar con un pequeño sello inglés. Pero es difícil que las cosas funcionen a distancia. Al final lo he autoeditado. Pero las cuestiones posteriores (buscar actuaciones, gestionar ventas) acaban quemando mucho. Lo siguiente con Pet Fennec será más espontáneo en este sentido.

– Poca espontaneidad se ve en sus coros y voces.

– Es que me alucinan. Me encanta el ritmo, y cada vez más. Pero luego cuando se te pega una canción lo que cantas es la melodía. Es algo más inmediato.

– ¿De dónde viene el título de ‘Mount Pleasant’?

– Así se llamaba la parada en la que me bajaba para ir al curro. Al verlo me entró una serendipia optimista: ‘Monte del placer’. Lo estaba pasando mal, y me tomé ese nombre como una señal de que todo iría mejor. Como así ha sido.

– Habiendo tocado todos los instrumentos del disco, ¿no se planteó grabarlo en casa?

– Sí, pero quería algo elegante, distinguido. En casa puedes grabarte medianamente bien, pero luego me daría palo invertir en promoción y agencias con un álbum hecho en mi cuarto.

– Y acabó en los estudio Muir de Yon Vidaur

– Su aportación fue fantástica. Le mandé 30 demos de mis creaciones y él hizo una selección buscando el denominador común. El resultado es homogéneo y melancólico.

Un trabajo clásico en su mejor acepción que puede recordar a Fleetwood Mac, Teenage Fanclub o The Posies

– No puedo esconder que me guste el power-pop. Y me encanta el indie-rock de los 90. Supongo que algo de eso hay en estas canciones.

– Composiciones niqueladas que en directo ganan en potencia e impacto.

– En concierto me parece importante que los músicos estén cómodos. Estoy tocando con cuatro amantes de la música, y les gusta por razones muy parecidas a las mías: es una parte muy importante de nuestra vida aunque no sea la manera directa de ganarnos el pan.

– Remarcables también las diferencias: el folk del tema inicial, el cierre electrónico de ‘Mount Pleasant’.

– Es algo voluntario. Lo primero es porque adoro a Mark Kozelek. Y la electrónica es mi segunda pasión. Tengo decenas de creaciones de ese enfoque en mi ordenador. Lo cual me recuerda que debo hacer una copia de seguridad cuanto antes (sonríe).

Publicado en El Diario Vasco

Leon Benavente: El retorno de la apisonadora pop

A nadie se le escapa que León Benavente es una de las bandas del momento. Llenan salas, están presentes en casi todos los festivales musicales – en total sumaran unos 150 conciertos este año- y consiguen congregar el aplauso de la crítica y el público.

Los primeros pudimos fijarnos en el currículo de los autores para el primer aplauso, dado que cuentan o contaban con carreras en solitario (Abraham Boba, el cantante), o son miembros de conjuntos relevantes en el mundo independiente (Schwarz, Tachenko, o ese Nacho Vegas que hizo de elemento adhesivo entre ellos). Pero al plumilla hay que darle carnaza, y León Benavente lo ha conseguido.

Tras la sorpresa del debut la formación ha publicado el disco “2” (y un EP llamado “En la selva”). Ambos son la continuación natural a aquel primer paso. Porque donde aquél sorprendía, este reafirma. “Comenzamos esta andadura sin tener ningún tipo de bagaje como grupo”, nos cuenta el guitarrista Luis Rodríguez. “Tras una extensa gira nos nutrimos de toda esa experiencia e hizo que lo tuviésemos un poco más claro a la hora de afrontar la composición de “2”. Creemos que ahí reside una de las claves”.

La nueva colección cuenta con muchos aciertos, sin perder nunca de vista la apisonadora propia del kraut-rock que les caracteriza, ya sea por lo martillador (el single “Tipo D”) o por lo espacial (Spacemen 3 se manifiestan en varios momentos de “Nuevas Tierras”). También llama la atención momentos como la “metacanción” titulada “Habitación 615” o la historia de ”Aún no ha salido el sol”, una letra que viaja entre la melancolía y el esperanzador futuro. “¿Recuerdas cuándo fue la última vez que escuchaste a los Smiths, a la Velvet o a los Can? ¿Sigues sintiendo algo así de grande? ¿Sigues sintiendo algo de verdad?”, cantan en dicho tema. Un ejemplo del terreno en el que se mueven sus líricas, en algún lugar entre la ironía, el retrato certero de la escena o la crítica social.

John Berkhout: Ambición pausada

En el mundo musical es bien conocido el “síndrome del segundo disco”, ese momento en el que las bandas que han subido como la espuma con sus primeras canciones deben confirmar los buenos presagios. Y quién sabe si por la presión, los egos, la pérdida de ingenuidad inicial o las tensiones internas, los grupos suelen tropezar en este segundo peldaño. A veces por hacer lo mismo. A veces por cambiar mucho. Ya ven, toda una regla exacta.

Los guipuzcoanos John Berkhout llegaban al Victoria Eugenia sobre ese hilo equilibrista para presentar su segunda muesca, “Bloo Mind”. Un disco que ha elevado el minutaje, la complejidad y sus ganas de trascender. Con un juego de luces impactante y una pantalla repleta de sugerencias (un montaje que que nos recordó a las giras de Radiohead), los de Oiartzun arrancaron con el excelente “Izarretatik hona” para ir desgranando poco a poco los diversos pasajes de su nuevo CD. Collages sonoros con aires de “New Romantics”, guiños sinfónicos, porciones funk y gotas de esa sicodelia que defienden bandas como Tame Impala y los Flaming Lips. Todo ello ejecutado de manerapausada.

Un concierto que fue de menos a más y que recuperó precisión con las canciones de su debut, más concisas y con una llegada al espectador más inmediata. Todo ello en un teatro afín que se mostró encantado con todos los pasajes. No seré yo quien diga si este disco es peor o mejor que el primero.Pero sí que la distancia entre ambos trabajos es tremenda.

Remarcable la labor de teloneo del donostiarra Pet Fennec. Autor de fabulosa voz que mató su nerviosismo con comentarios costumbristas y divertidos. Habrá que ver si su nuevo disco, a editarse en algún momento de este 2016, toma las vías power-pop que le conocíamos o se adentra en el soul de pocos rasgados que defendió el pasado viernes.

Kutxa Kultur, tú siempre molas

El día en el que Yo La Tengo vino para encantar a propios y extraños nuestro paseo se fijó en otros grandes momentos del festical donostiarra.

Los festivales de música son una reunión poliédrica de gustos y enfoques. Son espacios para la parranda, en este caso con un marco casi imbatible. Aunque a veces esa celebración choque con quienes desean escuchar con nitidez las canciones de la banda de turno. Los “festis” también se presentan como un espacio para comulgar con otros fans. Lo de comulgar debió llegar a momentos casi purificadores en el caso de Vetusta Morla el viernes, con todo el mundo cantando a todas y cada una de las frases entonadas por su micrófono principal.

Y estas reuniones también son los sitios perfectos para sufrir el “Efecto Messi”, que no es otra cosa que ver a chavales casi sin permiso para acceder a estos recintos tocando a las mil maravillas. Esta sensación brotó viendo a Mourn. tres chicas y un chico que solo podrían pisar las discotecas sin alcohol y que mostraban un empaque que ni una banda de blues, amigos. Por allá andaba el padre de las dos cantantes, el también creador The New Raemon. “¿Las tendrá en el trastero de casa día y noche tocando el tío? Porque sino no me explico cómo es posible que lo borden de esa manera”, nos decía un sorprendido asistente de nombre Oriol.

Más que ese toque de esclavitud, lo que sí es el Nuevo Ramón es un buen entrenador. Por algo a Mourn, que saca sus temas en el sello catalán Sones, les editan también en EEUU. ¿La razón? Su fórmula camina entre el pop cabreado con toques “grunge” y melodías sucias que no desentonarían en el mejor disco de Hole. El último tema interpretado, mucho más abierto, parece dibujarles un futuro mucho más inquieto y experimental.

En una categoría similar pusimos a los locales Albert Cavalier, aunque lo suyo sea más garajero. Su cancionero toca muchos palos. Es normal, aún están echando a andar. Por eso hay momentos más melódicos que otros, aunque casi todos sean bien “farreros”. Se lo pasan pipa tocando, y eso se contagia.

Los festivales también dan lugar a pequeños dramas (del primer mundo, claro) porque dos de las mejores bandas del cartel comparten horario de actuación. Fue lo que nos pasó con los donostiarras AMA y la banda anglovasca Pet Fennec. Como el teletransporte aún no está en nuestras manos, tuvimos que picar aquí y allá para poder disfrutar de ambas citas. Y vaya si disfrutamos.

El trío AMA ofreció un concierto fantástico en el a veces ingrato autobús de Red Bull, ese espacio que cumple con la función de ampliar la oferta y quien sabe si peca de incomodidad para actuantes y oyentes. Nada de eso importó a los chicos, que no se dejaron ni una perla en casa. Algunas de ellas con un elegante toque soul, o de “soul blando”, como afirmaba divertido uno de sus integrantes.

Y qué decir de Pet Fennec. Alucinante, soberbio, maravilloso. El grupo está comandado por Urko, un donostiarra residente en Londres que se ha traído a sus colegas británicos. Juntos estrenaron en la ciudad una serie de melodías que nos evocaron muchos grandes recuerdos y un futuro, el suyo, bien prometedor. Sus tonos “soft” nos llevaban al Neil Young de los años sesenta. Y sus arrebatos le emparentaban con los mejores The Posies. En medio, unos juegos vocales de aúpa y mucho gusto por las melodías. Algunos musiqueros locales llaman a Urko “el mejor creador de melodías de la ciudad”. Lo de ayer solo confirma que no andan muy desencaminados.

Y tras la calma, la tempestad. Porque estos eventos populares tienen una oferta que va desde los terso a lo árido. Por ahí podríamos colocar a Niña Tornado y Chico Coyote, un dúo que suena como una banda de hard rock. Increíble la tangana que pueden montar siendo tan poca gente. Las canciones ayudan, claro. Una especie de rock cada vez más “hard” que llena cualquier escenario. En idéntica categoría colocaremos a Black Box Red, aunque en este caso cambian los papeles. Ella canta y guitarrea y él le pega a la batería como si ésta le debiera dinero.

Los festivales, los buenos, también tienen un reservado en el que se pueden escuchar cosas más especiales. El viernes fue el turno de Dotore y House Of Wolves, quienes llenaron de tonos tersos el Teatro Escondido para disfrute de cincuenta elegidos. Claro que a veces esa coquetería y ese mimo parezca jugar contra el estilo. Rafael Berrio con banda, que era la oferta de ayer, podría haber puesto boca abajo cualquiera de los emplazamientos del Kutxa kultur. Pero parece que fue exigencia del autor, quien desea mantener el personaje en términos de fama controlada. Una pena, esperemos que se lance con esta estos socios (Joseba Lenoir y Rafa Rueda, entre otros) a tocar en sitios más accesibles. El concierto del sábado fue la repera, como bien suponen. Parecía la Factory de su adorado Lou Reed. Sus cantares repletos de ironía y alambicados juegos de palabras casaron de maravilla con este envoltorio rockero.

Los festivales son también sitios en los que puedes ver de un vistazo un montón de propuestas distintas. Impactante fue la actuación de John Grvy, joven madrileño que sigue los caminos de Frank Ocean, The Weeknd y James Blake. Costó un poco bajar al adrenalina, pero una vez en la tierra nuestra alma se contorsionó al ritmo de ese soul elegante y actual. No se preocupen si no lo escucharon, tiene pinta de que va a sonar hasta en los autobuses de línea.

Y una vez ahí, sintiendo el “flow”, vuelta a la parranda con Novedades Carminha. Que la montaña suiza también es de emociones. El trío gallego practica un rock bien cachondo, con temas como “Tu antes molabas” y “Antigua pero moderna”. Un tono muy festivalero que hizo disfrutar a los asistentes. Sensación que compartieron los cientos de seguidores de La Habitación Roja, que para deleite de fans andan presentado un disco de grandes éxitos. Escuchando su estrofa de “hoy es un día perfecto” uno no podía pensar en este certamen que mima a las formaciones de la región, apuesta por los consagrados y siempre intenta ofrecer una muy dichosa pluralidad. Seguro que el año que viene sigue manteniendo el mismo enfoque. Y con eso ya nos vale.

Kutxa Kultur festibala: Un parque de sonidos atractivos

El Festival Kutxa Kultur del románticamente vestusto Parque de Igeldo ofreció una gran jornada inaugural capitaneada por la actuación de Vetusta Morla

“Vetusta Morla”, “Vetusta Morla”, “Vetusta Morla”. Si nos hubieran dado un euro cada vez que escuchamos ese nombre al preguntar a los asistentes por su banda preferida del cartel habríamos pagado rondas y rondas en los bares turísticos sin siquiera mirar la cuenta. O subido en helicóptero al monte Igeldo. Mas lo hicimos en uno de los buses lanzadera dispuestos por la organización. Partiendo de la céntrica calle Zubieta cada seis minutos, la respuesta a la prohibición de subir en vehículos particulares al parque siendo una gran idea por más que pasan los años.

En el viaje nos topamos con Gorka e Iratxe, una pareja que sube pronto “para disfrutar de todo el evento”. No es lo habitual. En el bus solo viajamos tres personas a esta hora, las cinco de la tarde. Las explanadas del recinto andan lejos de los miles de festivaleros que pisarán estos pavimentos dentro de unas horas. A nuestra primera entrevistada también le gustan (atención, spoiler) “Vetusta Morla. Y tenemos muchas ganas de Annie B Sweet”.

Inglés y euskera juntos

Eraul es el grupo que tuvo el honor de cortar cortar la cinta actuante en esta edición del 2015. El grupo comandado Asier Beramendi, un donostiarra de 24 años, fue la gran sorpresa del evento. Su biografía dice que practica el “indie folk”, pero la etiqueta se le queda corta. Junta inglés y euskera en una misma canción, lee poemas en castellano entre tema y tema. Tan pronto se casca un tema soul como evoca los momentos más alegres de Mumford And Sons. Ayudado por una numerosa banda, sus tonos andan lejos del amateurismo que se le puede suponer a alguien que acaba de publicar sus primeras canciones.

El espacio comenzó llenarse poco a poco de gente, quienes descubrieron a última hora que la banda donostiarra Dotore ha cambiado su emplazamiento inicial por un pase en el pequeño Teatro Escondido. Dado que sobre el mismo encontrarán más detalles en el texto de apoyo, nos permitimos segur paseando por una zona que se preparó para la actuación de Typsy Gipsy & The Ghost Numbers. Otra banda donostiarra que dio lustre y elegancia al escenario pequeño del festival. Salieron vestidos como un pincel. Si hubiera un premio a los mejores vestidos, el galardón ya tenía dueño. Pero centrémonos en lo musical, que los muchachos (y muchacha) tiene mucha miga.

Tienen hechuras de banda de Emir Kusturika, y sus tonos podrían sonar en cualquiera de esos funerales que suelen capitalizar las películas de dicho director. También tienen un rollo country bien pegajoso, con melodías dignas de Johnny Cash pasadas por ese tamiz festivo. Resumiendo, si quieren escuchar música alegre apuesten por esta formación local. Si no te sacan una sonrisa es que eres digno de un Museo De Cera.

Y qué decir de Los Bracco. Lo suyo es la parranda popera, ese toque canalla del rock unido con letras bien curiosas y un cantante principal que contagia toda su energía al personal. Consiguieron convertir la explanada en un pub gigante, con la gente entregada a esas canciones que esta misma noche estarán tocando en Barcelona.
Porque al festival donostiarra le ha salido un hermano catalán. En el Tibidabo, para más señas. Algunos de los locales viajan para allá, caso de Rafael Berrio, Pet Fennec o estos Bracco. “Me encantan estos chavales” nos cuenta el guipuzcoano Pablo Guerrero a propósito de esta banda. También ha subido a ver a los Vetustos, cómo no. “Aunque me he pegado un repaso a la lista de spotify que ha hecho el festival y he descubierto cosas muy chulas. Es una gozada venir a salsear a este evento”.

A su vera Ana Imaz tiene el morro más fino. “Del programa de hoy me encanta House Of Wolves. Y mañana no me pierdo por nada del mundo a Niña Coyote y Chico Tornado ni a Yo La Tengo. La pena es que quería subir con mi hijo, pero hoy tenía fiebre. Mañana a ver si está mejor y se puede venir”. Porque el Kutxa Kultur monta talleres para los más peques desde primera hora de la tarde. Otro puntazo para quienes tienen retoños y quieren ir metiéndoles en gusanillo musical. O quieren ver conciertos y la paternidad o maternidad les ha frenado el ímpetu.

Paseamos por la zona de restauración, que debe tomar ese nombre porque vuelve a poner en su sitio a los estómagos más hambrientos. Este año hay hasta sushi, que comparten pasillo alimentario con crepes y carnes más grasientas.

En el elevado escenario Red Bull suena el chaston entrecortado de Pull My Strings. El grupo que toma el nombre de una canción de Dead Kennedys elabora ese pop agitado y nervioso que haría buenas migas con los donostiarras Correos. Allá nos topamos a Iñigo Eraso, a quien lanzamos la pregunta de turno. “Vetusta no Morla”, nos dice con sorna. “Una pena no haber llegado al teatro a ver a Dotore, pero qué se le va a hacer”. No le imaginen disgustado. La conversación que mantenía con sus amigos estaba llena de carcajadas. Porque a un festi, perdóneme usted, se viene a disfrutar. Y ellos, como la mayoría de los presentes, llevaban la máxima al máximo.

Donostikluba 2015: Una montaña suiza de sonidos


Además de Yo La Tengo la oferta del Kutxa Kultur es amplia y muy variada, con muchos atractivos en su cartel

Como sucede con los niños cuando visitan este tipo de parques, la programación del kutxa Kultur tiene tantas atracciones sonoras que no podríamos quedarnos con una sola. Allá van algunos de los puntos más destacados del programa.

En la zona alta Vetusta Morla no tiene muchos competidores este año. Sus conciertos de pop intenso calan entre amplios espectros de público. Serán uno de los reventones de la cita. Los valencianos La Habitación Roja andan celebrando su 20 aniversario con un disco “ad hoc” que reúne todos esos temas tarareados hasta la saciedad.

La norteamericana Angel Olsen tiene pop y energía como para que sus melodías empapen al personal cual sirimiri de primavera. The Strypes tienen pinta de ser el próximo elemento a exportar de la industria británica, con esa mezcla de pop mod y agradables tonos sesenteros que puede pintarles como hijos enérgicos de Ocean Colour Scene. Gustará a farreros y padres presentes.

Paremos un momento en una de las mayores virtudes de este evento, el de retratar la actualidad local en sus escenarios. Están los Bracco en su año de despegue, un Dotore siempre popero e investigador o la banda AMA, cuyo excelente último trabajo sobrevuela nuestras ideas desde que se editó. Sin olvidar a Pet Tennec, donostiarra afincado en Londres que ha masticado todos los discos de The Posies y Beach Boys como si fueran pintxos de lo viejo. O esos Tipsy Gipsies que han acercado el swing a una ciudad a la que acusan de no tenerlo. En el lado más fiero Niña Coyote eta Chica Tornado atronarán su rock como si fueran más que el dúo que son. Y atentos a Ainara Legardon, cuya particular creatividad sorprenderá a más de uno.

En “lo indie” los pamplonicas Tremenda Trementina juntarán vapor y guitarras como nadie. Mourn ya comienzan a ser más conocidas fuera que dentro de nuestras fronteras. Novedades Carminha enamorarán a los seguidores canallas de Los Nikis. Los recién llegados Albert Cavalier demostrarán que hay futuro en Donostialdea. Y como detalle para exigentes, los conciertos en el Teatro Escondido. Rafael Berrio y House of Wolves harán las delicias de quienes prefieren músicas más sentidas e íntimas.