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Kutxa Kultur, tú siempre molas

El día en el que Yo La Tengo vino para encantar a propios y extraños nuestro paseo se fijó en otros grandes momentos del festical donostiarra.

Los festivales de música son una reunión poliédrica de gustos y enfoques. Son espacios para la parranda, en este caso con un marco casi imbatible. Aunque a veces esa celebración choque con quienes desean escuchar con nitidez las canciones de la banda de turno. Los “festis” también se presentan como un espacio para comulgar con otros fans. Lo de comulgar debió llegar a momentos casi purificadores en el caso de Vetusta Morla el viernes, con todo el mundo cantando a todas y cada una de las frases entonadas por su micrófono principal.

Y estas reuniones también son los sitios perfectos para sufrir el “Efecto Messi”, que no es otra cosa que ver a chavales casi sin permiso para acceder a estos recintos tocando a las mil maravillas. Esta sensación brotó viendo a Mourn. tres chicas y un chico que solo podrían pisar las discotecas sin alcohol y que mostraban un empaque que ni una banda de blues, amigos. Por allá andaba el padre de las dos cantantes, el también creador The New Raemon. “¿Las tendrá en el trastero de casa día y noche tocando el tío? Porque sino no me explico cómo es posible que lo borden de esa manera”, nos decía un sorprendido asistente de nombre Oriol.

Más que ese toque de esclavitud, lo que sí es el Nuevo Ramón es un buen entrenador. Por algo a Mourn, que saca sus temas en el sello catalán Sones, les editan también en EEUU. ¿La razón? Su fórmula camina entre el pop cabreado con toques “grunge” y melodías sucias que no desentonarían en el mejor disco de Hole. El último tema interpretado, mucho más abierto, parece dibujarles un futuro mucho más inquieto y experimental.

En una categoría similar pusimos a los locales Albert Cavalier, aunque lo suyo sea más garajero. Su cancionero toca muchos palos. Es normal, aún están echando a andar. Por eso hay momentos más melódicos que otros, aunque casi todos sean bien “farreros”. Se lo pasan pipa tocando, y eso se contagia.

Los festivales también dan lugar a pequeños dramas (del primer mundo, claro) porque dos de las mejores bandas del cartel comparten horario de actuación. Fue lo que nos pasó con los donostiarras AMA y la banda anglovasca Pet Fennec. Como el teletransporte aún no está en nuestras manos, tuvimos que picar aquí y allá para poder disfrutar de ambas citas. Y vaya si disfrutamos.

El trío AMA ofreció un concierto fantástico en el a veces ingrato autobús de Red Bull, ese espacio que cumple con la función de ampliar la oferta y quien sabe si peca de incomodidad para actuantes y oyentes. Nada de eso importó a los chicos, que no se dejaron ni una perla en casa. Algunas de ellas con un elegante toque soul, o de “soul blando”, como afirmaba divertido uno de sus integrantes.

Y qué decir de Pet Fennec. Alucinante, soberbio, maravilloso. El grupo está comandado por Urko, un donostiarra residente en Londres que se ha traído a sus colegas británicos. Juntos estrenaron en la ciudad una serie de melodías que nos evocaron muchos grandes recuerdos y un futuro, el suyo, bien prometedor. Sus tonos “soft” nos llevaban al Neil Young de los años sesenta. Y sus arrebatos le emparentaban con los mejores The Posies. En medio, unos juegos vocales de aúpa y mucho gusto por las melodías. Algunos musiqueros locales llaman a Urko “el mejor creador de melodías de la ciudad”. Lo de ayer solo confirma que no andan muy desencaminados.

Y tras la calma, la tempestad. Porque estos eventos populares tienen una oferta que va desde los terso a lo árido. Por ahí podríamos colocar a Niña Tornado y Chico Coyote, un dúo que suena como una banda de hard rock. Increíble la tangana que pueden montar siendo tan poca gente. Las canciones ayudan, claro. Una especie de rock cada vez más “hard” que llena cualquier escenario. En idéntica categoría colocaremos a Black Box Red, aunque en este caso cambian los papeles. Ella canta y guitarrea y él le pega a la batería como si ésta le debiera dinero.

Los festivales, los buenos, también tienen un reservado en el que se pueden escuchar cosas más especiales. El viernes fue el turno de Dotore y House Of Wolves, quienes llenaron de tonos tersos el Teatro Escondido para disfrute de cincuenta elegidos. Claro que a veces esa coquetería y ese mimo parezca jugar contra el estilo. Rafael Berrio con banda, que era la oferta de ayer, podría haber puesto boca abajo cualquiera de los emplazamientos del Kutxa kultur. Pero parece que fue exigencia del autor, quien desea mantener el personaje en términos de fama controlada. Una pena, esperemos que se lance con esta estos socios (Joseba Lenoir y Rafa Rueda, entre otros) a tocar en sitios más accesibles. El concierto del sábado fue la repera, como bien suponen. Parecía la Factory de su adorado Lou Reed. Sus cantares repletos de ironía y alambicados juegos de palabras casaron de maravilla con este envoltorio rockero.

Los festivales son también sitios en los que puedes ver de un vistazo un montón de propuestas distintas. Impactante fue la actuación de John Grvy, joven madrileño que sigue los caminos de Frank Ocean, The Weeknd y James Blake. Costó un poco bajar al adrenalina, pero una vez en la tierra nuestra alma se contorsionó al ritmo de ese soul elegante y actual. No se preocupen si no lo escucharon, tiene pinta de que va a sonar hasta en los autobuses de línea.

Y una vez ahí, sintiendo el “flow”, vuelta a la parranda con Novedades Carminha. Que la montaña suiza también es de emociones. El trío gallego practica un rock bien cachondo, con temas como “Tu antes molabas” y “Antigua pero moderna”. Un tono muy festivalero que hizo disfrutar a los asistentes. Sensación que compartieron los cientos de seguidores de La Habitación Roja, que para deleite de fans andan presentado un disco de grandes éxitos. Escuchando su estrofa de “hoy es un día perfecto” uno no podía pensar en este certamen que mima a las formaciones de la región, apuesta por los consagrados y siempre intenta ofrecer una muy dichosa pluralidad. Seguro que el año que viene sigue manteniendo el mismo enfoque. Y con eso ya nos vale.

Publicado enCríticas de conciertosReportajes

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