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Etiqueta: Mursego

“En esta vida todo te puede inspirar. Y tiene que ser así“

Mursego ofrece mañana en Donostia su obra “Lapur(ari)ketak”, una revisión personal de sus gustos.

“Copiar o inspirarse” siempre ha sido “el huevo o la gallina” de la creatividad musical. Una progresión de estrofas similar a la de ese viejo éxito. Un coro que le sonaba bien al autor sin saber porqué. Un “sampler” que busca enganchar al oyente mayor. Aún siendo un laberinto del que es complicado salir, artistas ilustres han intentado meter las ovejas en el redil. Jean Luc Godard afirmaba que «no es de dónde tomas las cosas, es adónde las llevas». Pablo Picasso defendía que “los grandes artistas copian, los genios roban”.

Maite Arroitajauregi (Éibar, Guipúzcoa, 1977) aporta su grano de arena al (t)remolínico tema. “Jim Jarmusch dice que “Nada es original. Roba de dónde sea que encuentres inspiración. Devora películas, fotografías, poemas, afiches callejeros, árboles, nubes, luz y sombras. Roba solamente aquellas cosas que le hablen directo a tu corazón”. Cuando veo algo que me emociona siento una pulsión física para tomarlo y aplicarle mi filtro, mi identidad. Cada uno tenemos un poder para transformar las cosas y llevarlas a un terreno personal y genuino. Y eso acaba enlazando con la frase de Godard”.

Intentamos que la creadora guipuzcoana detalle sus gustos, los chispazos que le hacen crear o reinventar. Qué mira y asimila a través de esos dedos que encuadran en la fotografía de esta entrevista. “En esta vida todo te puede inspirar. Y tiene que ser así. Mi lista no puede ser más “cajón de sastre”: las películas de Kaurismaki, los “Lekeitios” de Mikel Laboa, el marmitako de mi aita, Louise Bourgoise, los veranos en Hondarribia, los vampiros. En el concierto que ofreceré mañana proyectaré primero en una pantalla el original que me ha influido y luego ira mi adaptación”. Si nos basamos en una de sus últimas aventuras capitalinas en este sentido, la realizada en el homenaje a Rafael Berrio, las expectativas siguen siendo excelentes.

Mursego fue una fascinante sorpresa en sus inicios por recuperar el folklore en aquellos conciertos llenos de atractivas mezclas apoyadas en unos cachivaches que ahora va dejando de lado (“el chelo y el looper siempre están a mi vera pero en este momento me interesa utilizar los movimientos y el potencial del cuerpo humano”). Sin ser una estricta en el tema, su estilo de trajear lo tradicional con nuevas vestimentas tiene cada vez más socios y socias -Maria Arnal, Rodrigo Cuevas-. “La música tradicional tiene algo puro que me seduce”. Una pasión que aparca los posibles egos para defender la bonanza de los contemporáneos. “Hay gente maravillosa en ese sentido. Lorena Álvarez le añade un toque chulo a sus temáticas. Tarta Relena recupera la tradición coral. Verde Prato me encanta. Los Hermanos Cubero integran muy bien el humor en sus apariciones. También me fascina Le Parody, quien recupera el orgullo de lo andaluz y lo árabe de forma electrónica”.

Unas actuaciones que estuvieron durante mucho tiempo apagadas por culpa de la pandemia. Una oscuridad que aterró a los creadores (“Tuve angustia por la incertidumbre, por no saber si iba a poder seguir viviendo de mis oficios”). Temores que se van alejando con citas como la de “Lapur(ari)ketak”, juego de palabras en euskera entre los términos “ejercicio” y “robo”. El recital de la Sala Club de Victoria Eugenia donostiarra será una de las pocas actuaciones propias previstas para estos meses. Pero la autora no ha perdido el tiempo. “He estado poniendo música en directo a un documental (“Respirar, Correr, Mirar” de Virginia García del Pino). He hecho también una relectura sonora del libro “ Yo veo / Tu significas” de Lucy Lippard y un concierto para bibliotecas con piezas basadas en textos de escritores vascos: Harkaitz Cano, Katixa Agirre, Itxaro Borda, Beñat Sarasola”.

Y el cine, siempre el cine. Tiene pendiente de estrenar en otoño su banda sonora para “Black Is Beltza II” de Fermín Muguruza, para quien solo tiene bellas palabras. Pero su trabajo con Aránzazu Calleja (en el film ‘Akelarre’) ya le ha traído premios como ese Premio Goya que Maite guarda en una balda con un vinilo de Lisabö, un CD de Atanas Akerstra y un avión de papel de su hijo Niko. Se le intuye cariño a la ubicación.

Calleja y Arroitajauregi se encuentran en estos momentos componiendo la BSO de la película ‘Irati’ dirigida por Paul Urkijo. “Estoy exhausta”, se sincera la eibartarra. ”Trabajando de domingo a domingo desde hace 4 meses en más de 50 piezas. El cine es una experiencia muy inmersiva y no tengo un minuto para dedicar a Mursego”. Momento de preguntarle por su siguiente trabajo en solitario. “Tengo una carpeta con bocetos e incluso alguna canción ya hecha, como la del ligoteo en la recogida de puerros. Espero poder grabarlo el año que viene. Quiero que participen en él un montón de colegas, hacer algo con mucho sentido colectivo”.

Ficha
Mursego: Lapur(ari)ketak
07 de junio
Sala Club del Teatro Victoria Eugenia (Donostia)
19:30 hr.
15€

Publicado en El Diario Vasco

Mursego: La chica maravilla

Intérpretes: Maite Arroitajauregi “Mursego” (Violoncelo, auto-harpa, cachivaches, voz), Ibon Rodríguez (trompeta, teclado, voz), Karlos Osinaga (Guitarra), Xabier Montoia (voz). Lugar: CC Lugaritz (Donostia). Día: 17 de enero del 2014. Asistencia: Lleno, unas 200 personas.

La eibarresa Mursego ofreció un concierto espectacular en Donostia ante un auditorio pequeño pero lleno a rebosar. Sabemos que los adjetivos elevados suelen ser habituales a la hora de hablar de sus actuaciones, pero lo del pasado viernes fue una pasada. Las armas siguen siendo las mismas: un violoncelo, muchos cacharros que meten ruido, y un pedal que repite los sonidos que se ejecutan en ese momento. La dama mantiene una imaginería prolífica y envidiable a la hora de juntar letras. Uniendo sabores africanos, portugueses y sudamericanos con raíces locales o clásicas.

Pero hay una gran diferencia respecto a su pasado: Las nuevas canciones suenan mucho más concisas e impactantes. Dos de esas nuevas composiciones, ‘Cumbia Villera de la Ciudad Armera’ y ‘Eusnob’, son dos cimas del pop vasco. La primera por la alegría a la hora de viajar a Argentina con elementos tan juguetones. Y la segunda porque es la canción más irónica, divertida y afilada que se ha hecho en la Euskadi post industrial.

Hubo tiempo para más disfrutes: el pique africano vasco de ‘Afrika Kokotxa Karaoke’, la musicalización de un poema de Louise Bourgeois mano a mano con Xabier Montoia, el tango finlandés de “Gora Maltu Peltola”, el safari de ‘Savana violenta’. Sin olvidar las versiones de la Velvet Underground y esa tersa y dolorida Chavela Vargas (‘Macorina’)

A esta fiesta de presentación del nuevo disco “Hiru” hay que añadirle las aportaciones de Ibon Rodríguez (productor del último disco de la guipuzcoana y socio ideal para sus derrapes escénicos), el guitarrista Karlos Osinaga de los afamados Lisabö o el ya mencionado Montoia. Una pena que algunos no vayan a ver estos conciertos por ser en euskera. Creo que Mursego maneja tal arte escénico que sería capaz de convencerles – más allá de ser una música no habitual- y hacer que salieran de la sala con la boca abierta y una gran sonrisa.

St.Vincent, Mursego: Autoras divergentes

Las fiestas del “Día de la Música” en Donostia tenían como plato fuerte la doble actuación de Mursego y St. Vincent. Dos formaciones nada habituales que cuentan con una chica al frente.

En el caso de Mursego (Maite Arrotajauregi) la suma de componentes humanos acaba pronto, dado que actúa en solitario. Y su compañía en esta ocasión fue más ligera y comedida: El chelo, su siempre fiel compañero digital que elabora loops sobre instantes que la eibartarra interpreta en directo, un autoharpa, unos palos infantiles, un xilófono, y poco más.

No importó. Los elementos nunca definirán el increíble arte de esta autora que no se apoya en los estilos musicales. Y Dios quiera que siga así, surcando los cielos creativos sin pararse mucho rato en ninguno de ellos. Porque una de sus mayores virtudes es conseguir transmitir esa supuesta informalidad, esa diversión. Como si todo fuera un juego (que se apoya en una formación clásica, ojo) que empieza y acaba atrapándote.

En esta ocasión, el firmante se quedó con los amores mostrados a África y el toque hiphop. Hubo muchos temas nuevos en una lista que sonó más sobria que de costumbre. Quizás el teatro influya en las composiciones elegidas, quizás a las nuevas les falte un par de giros. Quizás, quizás, quizás.

Phantasma: Mucho arte y ensayo

El festival itinerante Homeless llega a un lugar de recogimiento, el Seminario donostiarra, para estrenar “Phantasma”, proyecto que une a dos de los creadores más interesantes de nuestro panorama, Rafael Berrio y Mursego, en un montaje audiovisual y de espectro experimental. Hablamos con ellos para que nos iluminen las entretelas.

¿Cómo surge la entente?

Rafael Berrio – El verano pasado asistí a un concierto de Mursego y me gustó mucho. Establecimos un ensayo a la semana sin material previo. Solo sentarse y tocar improvisando. Poco a poco fuimos creando este repertorio de 14 números.

¿Por qué el nombre de “phantasma”?

R.B- Hace alusión al desdoblamiento, a la réplica, a la existencia aparente. Es una alegoría del entramado sonoro tan característico creado por Mursego cuando maneja su máquina Loop Station.

¿Qué camino deseabais explorar con este proyecto?

R.B.- El de las artes escénicas, la performance, el arte sonoro, de la plasticidad de la palabra hablada. Algo más allá que un concierto convencional de música pop.

¿Cuál es el hilo conductor?

R.B – Son números independientes, a primera vista sin relación entre sí. Pero hay un tenue hilo que los une y que no es evidente sino que se insinúa. Es un halago a la inteligencia del “respetable”.

M.- Partimos del existencialismo y de los existencialistas. De algún sitio había que empezar.

La buena música es impermeable

Aplausos. Todos los del mundo, y uno más. Para los organizadores, por tener que lidiar con los jarros de agua que caen del cielo. Para los actuantes, por intentar superar la tristeza de que tu cita cuente con una foto tan calada. Pero sobre todo para los asistentes a las actuaciones que el Jazzaldia había dispuesto en sus últimas jornadas festivas. Gentes que al mal tiempo le pusieron buena cara y abrigo impermeable.

Hay que tener mucha vitalidad para no dejarse amedrentar por nuestra ya famosa lluvia horizontal. Chaparrones que unidos a la ventisca costera hacen que el agua te pegue por todas partes y tus paraguas acaben siendo obras deconstruidas de algún happening modernista.

Como bien supondrán, esta desagradable situación alteró el programa de actos. Los escenarios gratuitos más expuestos al litoral sufrieron una cascada de suspensiones, recortando su listado de manera drástica. Del domingo noche, por ejemplo, solo quedó a flote la visita de los franceses Odezenne. Lo suyo tiene gran raigambre en el país vecino. Voces hiphoperas sobre bases programadas en un ordenador, con rasgados de vinilos, algo de danza y guitarrazos que despiertan las conciencias.

Sonidos underground

Los aguaceros también trastocaron la plantilla de ayer lunes. Se suspendieron los conciertos programados en las terrazas del Náutico y Kursaal. Algunos cambiaron de ubicación. Mursego y MobyDick pudieron trasladar sus músicas a la coqueta y, sobre todo, resguardada Sala Club del Teatro Victoria Eugenia.Fue una alegría que alguna de las más interesantes propuestas unipersonales de nuestro panorama pop-rockero pudiera presentarse ante los ojos y los oídos de gentes que no suelen bucear en mundos underground.

Mursego: Una cita espectacular

Qué deliciosa y poco habitual sensación la del pasado viernes en Donostia! Por la maravillosa creatividad de la suma de pequeños elementos sonoros y, sobre todo, por quedarnos pegados al asiento sin pestañear durante los setenta minutos de actuación. Mi mente aún rememora el sorprendente concierto de la guipuzcoana Mursego.

Los menos habituados verán en sus veladas un loco crescendo sonoro, paseando de un instrumento a otro, apoyándose en las repeticiones o loops que le permite el aparato que emplea para sus creaciones instantáneas -se llama Loop Station, por si les picó el interés-. Siempre con el violonchelo como elemento más visible. Acompañados de teclados de comunión, melódicas, aplausos, percusiones vocales, flautas que silban y un cuerpo que se expresa como un todo, una voz fuerte que sale desde el músculo y que pone los pelos de punta cuando recrea los tonos de Nico, la antigua musa de Andy Warhol, en su vaporosa versión de ‘My Only Child’.

Así, donde ustedes pueden ver sumas de juguetes musicales y muchas posibilidades en el mundo del post-mimo o las instalaciones de Arteleku, Maite Arroitajauregi elabora un discurso extremadamente abierto y bello, donde la sencillez apabulla por lo artístico del resultado. Es la Mikel Laboa de nuestro tiempo, entendiendo el concepto como persona libre de ataduras y un mensaje arrollador repleto de personalidad (es capaz de parar a los 3 minutos, y volver a arrancar de inicio, una canción de estas complejidades porque el micrófono parecía sonar muy alto).

Una artista que, Dios sabrá porqué, no consigue colarse en grandes festivales especializados tipo Primavera Sound, donde se comería cualquier escenario con patatas. Una pena que aún sea nuestro pequeño gran secreto.

Jolie Holland, Mursego: Femenino singular

Intérpretes: Jolie Holland, Mursego. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia) . Día: 14 junio 2009. Asistencia: Unas 400 personas.

Hay una vieja ley musiquera que dice que una canción popular es buena si es capaz de mantenerse sobre una guitarra y una voz. Si la emoción consigue llegarnos con la mínima expresión de elementos es que el tema es impepinable.

El domingo a la noche conocimos dos excepciones a esta regla, una por el lado positivo y otra por el negativo. Y no en el reparto que ustedes esperan.

La medalla se la pondremos a la artista local, la eibartarra Maite Arroitajauregi, conocida en esta nueva etapa en solitario como Mursego. Habitual en las grabaciones de mil y un grupos vascos, la violonchelista ha parido un proyecto muy fresco y curioso, que apoya un lado en la experimentación y el otro en la canción popular.

Eso dio pie a que animosos espectadores la definieran como un cruce entre Mikel Laboa y Bjork. Podría colar, pero Mursego es menos snob que la islandesa y, aunque toma como bandera las libertades del autor vasco, su camino es aún muy breve como para poder acarrear tan pesada etiqueta.

Maite se apoya en el violonchelo -y en uno de esos pedales que repiten lo ejecutado- para ir construyendo sus aventuras melancólicas. No tiene reparos en tocar el autoarpa o el ukelele, hacer unas baterías con un teclado de comunión o azuzar unas maracas mientras le canta plena de referencias cinematográficas y urbanas a un micro situado en sus rodillas. Todo muy simpático y refrescante más allá de géneros musicales, de sexo o geográficos.

Y lo que con Maite fue Mursego con Jolie Holland fue monserga. Puede que tuviéramos un domingo perezoso y tonto. Pero la exposición al sol tristón de la californiana nos provocó una insolación grave.

Nada que achacar a la voz de la autora, preciosa y llena de sentimiento. Ni a unas canciones más clásicas que un empate de la Real en Anoeta.

Pero el músico de apoyo que se trajo a la velada quedó como coja compañía ante las letanías folk-blues interpretadas por Holland. Porque sólo hay una cosa peor que un tema de ocho minutos apoyado en un par de guitarras: Que el minutaje sea realmente más breve y la sensación segundera se haga eterna.

Apunte para cerrar: La cantante solicitó en un par de ocasiones, tras un aviso inicial de megafonía, que los asistentes no fumaran en la sala. Aunque el tema pareció cumplirse, Holland esquivó los bises aduciendo que el humo le había afectado a la voz.

Más allá de posibles divismos (también la tomó con los foteros), necesidades vocales y una ley que no tiene perro que la muerda, el tema irá agravándose hasta la llegada a las salas de la ciudad de estrellas más importantes que suspenderán actuaciones por idéntica razón. Y a ver qué hacemos entonces.