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Mes: junio 2022

Tormentas localmente fuertes

El Festival Musikagela volvió a ofrecer en Intxaurrondo ejemplos de la buena salud de la cantera musical guipuzcoana.

La primera edición del donostiarra Musikagela Fest se celebró en 2018 bajo un sol de justicia en Riberas de Loiola. La segunda, más templada, en la Plaza Easo del centro de la capital. Y esta tercera iba a discurrir la Explanada de Sagüés. Pero el clima invitó a mover el tablado de sitio y colocarlo en la Casa de Cultura de Intxaurrondo. “Es una pena que los grupos, algunos de los cuales se estrenan hoy en directo, no toquen al aire libre haciendo así más visible su proyección. Pero este año el cielo nos invitó a hacerlo bajo techo. Mejor eso que suspender el evento”, nos contaba Andoni Etxebeste, batería profesional y uno de los miembros de Buenawixta Prollekzioms, asociación que gestiona el servicio público de locales de ensayo Musikagela. Sus ocho espacios de unos diez metros cuadrados ubicados en Intxaurrondo y Egia cuentan con 40 bandas usuarias. “Suele haber lista de espera”, nos informó Andoni.“Pero los interesados nos pueden escribir a musikagela@donostia.eus para pedir información y ver los posibles huecos en la agenda”.

El menú sonoro del sábado estuvo formado, como en anteriores ocasiones, por un combo invitado (este año fue Gonzalo Portugal) y ocho formaciones guipuzcoanas, sacadas todas ellas del pasado y del presente de los mencionados locales municipales. La fiesta comenzó al mediodía con los rayos y truenos de Badmintones, pareja de guitarra y batería con querencia por el post-punk. El turno mañanero se completó con el rap guitarrero de Aphaxia, el pop-rock de El Pingüino Hippie y el blues pantanoso de Big Bob Railroad.

Tras la parada para comer la sobremesa sonora continuó sin descanso a partir de las seis de la tarde en el espacio dividido en dos escenarios. Una tarde que comenzó suave con Nuria Culla y su banda ofertando pop suave con gotas de bossa y jazz. El dueto Dos llegó más alocado con su batería y saxo, traviesos ambos, ofreciendo un refrescante concierto sin ataduras. El donostiarra Pelax y sus socios se lanzaron al rock borrascoso, intrincado e impactante con gran pericia y elegancia mientras La Ola Maldita, de coloridas vestimentas, se estrenaban en directo pillando la ola del surf-rock. El certamen se iba a cerrar con la actuación del bilbaino Gonzalo Portugal, quien ya participó en este festival hace unos años con su anterior grupo Last Fair Deal. La fusión de hard rock, blues y rock sureño que le caracteriza prometía hacer las delicias de los amantes del género.

Joseba Tapia: Lasarte Sound Machine

Intérpretes: Joseba Tapia (Trikitixa, acordeón, voz) y una banda de 12 integrantes entre los que hubo músicos, cantantes e invitados. Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 21/06/2022. Asistencia: unas 450 personas.

El músico Joseba Tapia (Lasarte-Oria, 1964) recibió ayer en el Teatro Victoria Eugenia el Adarra Saria que el Ayuntamiento de Donostia otorga a los artistas de la música vasca. Un galardón que ya luce orgulloso en las casas de autores y autoras como Anari, Ruper Ordorika, Amaia Zubiria o Berri Txarrak.

La cita comenzó con la entrega de la distinción por parte del alcalde de Donostia, Eneko Goia, quien remarcó la renovación que el también cantante ha traído a la música tradicional. Tapia quiso extender el premio de forma divertida: “Me han influido trikitilaris enormes y mis canciones tienen letras de grandes autores. Pero el premio me lo dan a mí”. El público le dio su particular gratificación con dos minutos de aplausos. Y una gozadera que no paró durante todo el concierto posterior.

Lo tiene bien montado Tapia. No olvida, ni quiere, los fandangos tradicionales y las festivas romerías. Siguen siendo el armazón. Lo demostró en la maravillosa ‘Maitatzen zaitudalako’ cantada por los pasillos o en las alegrías que ofertó anoche junto a su antiguo socio de correrías, Xabier Leturia. Pero ahora el guipuzcoano viaja en compartimentos más grandes. Con su “Lasarte Sound Machine” mezcla y agita la base con salsa, reggae, swing, jazz y tangos. Destacando el trabajo de la sección de viento y unas voces femeninas que tan pronto te llevan al jazz vocal como a los “grupos de chicas” de los años 60. Fue una mezcla fabulosa y suculenta.

Wilco: excelencia coja

Intérpretes: Wilco. Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Día: 20/06/2022. Asistencia: unas 1800 personas.

Y al fin llegó a Donostia la gira “maldita” de Wilco. Tras las suspensiones pandémicas el grupo pisó al fin nuestro Kursaal…con la baja de última hora del guitarra solista Nels Cline por Covid. Superado el pasmo la gente prefirió ver la botella medio llena y disfrutar de una formación que ofertó country a raudales (‘Forget the Flowers’), gemas eternas (‘Hearts Hard To Find’), power pop (‘Box Full Of Letters’), versiones maravillosas (‘California Stars’ de Woody Guthrie), guiños a los Beatles (‘Hummingbird’) o John Lennon (‘Story To Tell’), sicodelia oscura (‘How To Fight’), momentos dignos de Bob Dylan (‘Ambulance’) o The Byrds (‘Passenger Side’) y tonos motorizados (‘War On War’).

Fueron más de 20 cortes en los que destacaron la voz de Jeff Tweedy y el oficio del batería Glenn Kotche. Y las canciones, preciosas y magníficas. Porque te puede faltar una pieza pero si el resto supera la excelencia la noche suele ser fabulosa.

Andoaingo Rock Jaialdia: Rock and Roll en la plaza del pueblo

En la exitosa nueva edición del festival musical destacaron los conciertos de El Drogas y The Hanging Stars

“Vamos a tocar un rock and roll a la Plaza Mayor”, cantaban Tequila en su éxito de 1979. Y cerca, muy cerca de la Goiko Plaza de Andoain, en la explanada de la Nafarroa, volvió a celebrarse ayer una nueva edición del Andoaingo Rock Jaialdia. Un certamen de entrada gratuita que busca acercar a esta villa guipuzcoana algunas de las formaciones más interesantes del mundo guitarrero.

El sábado arrancó con la actuación matutina de diversas formaciones musicales guipuzcoanas (Natural Project, John Dealer & The Coconuts, Ramada Inn) en distintos espacios del pueblo. Pero fue pasado el menú y la sobremesa cuando el programa sacó los galones. La banda navarra Melenas fue la encargada de cortar la cinta con el clima del caracol (lluvia y sol) sobre nuestras cabezas.

Ellas fueron la oferta más juvenil del cartel –y probablemente del lugar-. Su música llegó oscura, vaporosa, cavernícola a ratos, garajera y directa. Las canciones, de corte pop, fueron aplaudidas por un respetable que confirmó la idea de que si la banda es atractiva poco importa la hora a la que se les programe. Tras su despedida llegaron los londineses The Hanging Stars. Un grupo al que las melodías maravillosas se les caen de los bolsillos. Su country dulce y distinguido llegó vitaminado, con cierta chulería británica en los cantares (Paul Weller) y cortes que a veces eran campestres y otras más sicodélicos. Siempre con los sonidos de la Costa Oeste norteamericana (Crosby, Still & Nash) en la mente.

Tras lo ensoñador llegó lo enrevesado de la banda -gailu. Con un par de andoaindarras en su formación (Mikel y Eneko, de los Ábrego de gran raigambre en el pueblo), la propuesta del combo viajó más libre que una hoja en un vendaval. De fondo lineal y gran relevancia de una voz que buscaba la sinuosidad, sus tonos fueron del hardcore a la música de baile.

Esta crónica de urgencia viajó hacia el papel con los primeros guitarrazos del concierto de Enrique Villareal “El Drogas”. El pamplonica anunciaba una actuación en la que convivirían canciones propias con otras de Barricada, siendo la suya la presencia más urbana y cazallera del certamen guipuzcoano. Quedaban aún por salir Parlor Snakes y el nombre más afamado de la cita, The Limiñanas. El grupo francés, una formación impactante y sideral, fue el encargado de estirar el cierre del Andoaingo Rock Jaialdia hasta las primeras horas de la madrugada del domingo.

“En esta vida todo te puede inspirar. Y tiene que ser así“

Mursego ofrece mañana en Donostia su obra “Lapur(ari)ketak”, una revisión personal de sus gustos.

“Copiar o inspirarse” siempre ha sido “el huevo o la gallina” de la creatividad musical. Una progresión de estrofas similar a la de ese viejo éxito. Un coro que le sonaba bien al autor sin saber porqué. Un “sampler” que busca enganchar al oyente mayor. Aún siendo un laberinto del que es complicado salir, artistas ilustres han intentado meter las ovejas en el redil. Jean Luc Godard afirmaba que «no es de dónde tomas las cosas, es adónde las llevas». Pablo Picasso defendía que “los grandes artistas copian, los genios roban”.

Maite Arroitajauregi (Éibar, Guipúzcoa, 1977) aporta su grano de arena al (t)remolínico tema. “Jim Jarmusch dice que “Nada es original. Roba de dónde sea que encuentres inspiración. Devora películas, fotografías, poemas, afiches callejeros, árboles, nubes, luz y sombras. Roba solamente aquellas cosas que le hablen directo a tu corazón”. Cuando veo algo que me emociona siento una pulsión física para tomarlo y aplicarle mi filtro, mi identidad. Cada uno tenemos un poder para transformar las cosas y llevarlas a un terreno personal y genuino. Y eso acaba enlazando con la frase de Godard”.

Intentamos que la creadora guipuzcoana detalle sus gustos, los chispazos que le hacen crear o reinventar. Qué mira y asimila a través de esos dedos que encuadran en la fotografía de esta entrevista. “En esta vida todo te puede inspirar. Y tiene que ser así. Mi lista no puede ser más “cajón de sastre”: las películas de Kaurismaki, los “Lekeitios” de Mikel Laboa, el marmitako de mi aita, Louise Bourgoise, los veranos en Hondarribia, los vampiros. En el concierto que ofreceré mañana proyectaré primero en una pantalla el original que me ha influido y luego ira mi adaptación”. Si nos basamos en una de sus últimas aventuras capitalinas en este sentido, la realizada en el homenaje a Rafael Berrio, las expectativas siguen siendo excelentes.

Mursego fue una fascinante sorpresa en sus inicios por recuperar el folklore en aquellos conciertos llenos de atractivas mezclas apoyadas en unos cachivaches que ahora va dejando de lado (“el chelo y el looper siempre están a mi vera pero en este momento me interesa utilizar los movimientos y el potencial del cuerpo humano”). Sin ser una estricta en el tema, su estilo de trajear lo tradicional con nuevas vestimentas tiene cada vez más socios y socias -Maria Arnal, Rodrigo Cuevas-. “La música tradicional tiene algo puro que me seduce”. Una pasión que aparca los posibles egos para defender la bonanza de los contemporáneos. “Hay gente maravillosa en ese sentido. Lorena Álvarez le añade un toque chulo a sus temáticas. Tarta Relena recupera la tradición coral. Verde Prato me encanta. Los Hermanos Cubero integran muy bien el humor en sus apariciones. También me fascina Le Parody, quien recupera el orgullo de lo andaluz y lo árabe de forma electrónica”.

Unas actuaciones que estuvieron durante mucho tiempo apagadas por culpa de la pandemia. Una oscuridad que aterró a los creadores (“Tuve angustia por la incertidumbre, por no saber si iba a poder seguir viviendo de mis oficios”). Temores que se van alejando con citas como la de “Lapur(ari)ketak”, juego de palabras en euskera entre los términos “ejercicio” y “robo”. El recital de la Sala Club de Victoria Eugenia donostiarra será una de las pocas actuaciones propias previstas para estos meses. Pero la autora no ha perdido el tiempo. “He estado poniendo música en directo a un documental (“Respirar, Correr, Mirar” de Virginia García del Pino). He hecho también una relectura sonora del libro “ Yo veo / Tu significas” de Lucy Lippard y un concierto para bibliotecas con piezas basadas en textos de escritores vascos: Harkaitz Cano, Katixa Agirre, Itxaro Borda, Beñat Sarasola”.

Y el cine, siempre el cine. Tiene pendiente de estrenar en otoño su banda sonora para “Black Is Beltza II” de Fermín Muguruza, para quien solo tiene bellas palabras. Pero su trabajo con Aránzazu Calleja (en el film ‘Akelarre’) ya le ha traído premios como ese Premio Goya que Maite guarda en una balda con un vinilo de Lisabö, un CD de Atanas Akerstra y un avión de papel de su hijo Niko. Se le intuye cariño a la ubicación.

Calleja y Arroitajauregi se encuentran en estos momentos componiendo la BSO de la película ‘Irati’ dirigida por Paul Urkijo. “Estoy exhausta”, se sincera la eibartarra. ”Trabajando de domingo a domingo desde hace 4 meses en más de 50 piezas. El cine es una experiencia muy inmersiva y no tengo un minuto para dedicar a Mursego”. Momento de preguntarle por su siguiente trabajo en solitario. “Tengo una carpeta con bocetos e incluso alguna canción ya hecha, como la del ligoteo en la recogida de puerros. Espero poder grabarlo el año que viene. Quiero que participen en él un montón de colegas, hacer algo con mucho sentido colectivo”.

Ficha
Mursego: Lapur(ari)ketak
07 de junio
Sala Club del Teatro Victoria Eugenia (Donostia)
19:30 hr.
15€

Publicado en El Diario Vasco

Confeti De Odio y Chavales traen a Donostia su fiesta de pop digital

Dabadaba acoge otro de sus sabrosos carteles en los que los nombres se reparten relevancia e interés. Combos juveniles que, echando mano de sus reinterpretaciones del pop refrescan la escena con sentido y sensibilidad.

Confeti de Oido es Lucas Vidaur. Guitarrista de Axolotes Mexicanos y creador de melodías para otros autores (suyo es, por ejemplo, el ‘Yamaguchi’, de Amaia), su carrera en solitario cuenta con siete pulgadas y discos enteros como ‘Tragedia española’, una colección de temas bailables y baladas íntimas que se cantan con la mano en la frente en formato drama.

En la categoría de singles hay que destacar ‘Viernes santo amor’, sentida versión en castellano del ‘Friday I´m in Love’ de The Cure. Y el último de sus lanzamientos, ese ‘El malo final’ que viene a ser el primer corte de su próximo álbum. Una pieza que remite a los videojuegos (de ahí el título) y cuenta con una sugerente cadencia melodramática. A Donostia viene en formato de banda completa, con integrantes que se colarán en la formación con la que comparte noche.

Porque el cartel de este sábado se completa con otro acierto de la música actual. Chavales son dos idem que le pegan al pop electrónico danzarín. Lo mismo defienden a Pet Shop Boys que se alían con la mala saña de los Punsetes. Tropicalismo, ecos latinos, new wave española ochentera y música de 8 bits conforman un cóctel jugoso y tremendamente imaginativo que será bien coreado por los fans.