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Juan Luis Etxeberria Entradas

Sofiane Pamart: el pianista pop

Después del “concierto para privilegiados” – así lo ha definido el autor- que ofreció el francés Sofiane Pamart en el Jazzaldia del 2022 tocaba revalidar el éxito ante mayores audiencias. Rozó el lleno el Teatro donostiarra, con bastante gente venida del otro lado de la muga para asistir a la nueva parada del heterogéneo pianista.

Chocante en lo visual: Pendiente en la oreja, el pelo teñido y unos ropajes anchos que parecían unirle al pìano de cola que presidía la sala y que ayer se colocó tan escorado como el intérprete. Vacilón en los bises como no lo hemos visto ni en el trap. Y corriendo luego a la puerta a sacarse fotos y charlar con sus seguidores.

En lo musical hay que aplaudirle el enfoque. Lejos del férreo clasicismo, Pamart consigue estructurar una hora larga de concierto instrumental para oídos actuales apoyándose en la diversidad y las variaciones. Uno se acuerda en más de un momento de la partitura de la serie televisiva ‘Succession’. Y del cine. Lo fílmico tiene gran poso en un paseo que abre los paraguas de colores de Cherburgo o busca, y a veces encuentra, la fiereza del cine mudo en los embistes tormentosos.

Lo latino, muy presente en su último disco, brotó cuando quiso irradiar felicidad. La suma se completó con bastantes pasajes románticos. corcheas melosas, detalles italianos, preciosas inspiraciones de corte natural, ráfagas de rabia cuqui y segundos dramáticos. Destacando en los crescendos y posteriores frenazos, las piezas brillaron en las progresiones emocionantes y el gran respeto mostrado por la chanson francesa.

Amorante: fórmula mejorada

El músico Iban Urizar volvió a ofrecer un concierto fabuloso. Venía a presentar el reciente ‘Herri Harri Har’ y su fórmula mejorada: este hombre orquesta moderno ahora no epata por suma sino por selección. Fusionando, en ritmos y cantares, sus amores musicales.

Construyó castillos de repeticiones en apenas 3 segundos, dejándolos siempre al servicio de la obra. Rejuveneció antiguos poemas locales, entonó como si llevara el duende flamenco dentro, moduló de forma arábiga, abrazó la pasión africana, alocó todos los ritmos que pudo y se lanzó al trap – y al rap, con Odei Barroso al micro- con acierto.

Bien acompañado por los efectos visuales, Amorante usó el harmonium para la calma y la corneta para el ánimo, poniendo a la gente en danza en varias piezas y consiguiendo que los asistentes le hicieran coros a tres voces. Y todo ello en solo una hora. Ideal.

Itsasos Kantak: el mar sonoro

El Museo Marítimo Vasco del puerto donostiarra organizó ayer un coqueto festival en el que artistas locales buscaron rescatar y homenajear el cancionero marítimo de nuestra tierra. Dánae Riaño e Iker Lauroba hicieron de banda de acompañamiento mientras el director del Museo, Xabier Alberdi, se encargaba de las acertadas presentaciones al comienzo de cada pieza.

En el lado cantor indicar que Rafa Rueda llevó a su terreno el famoso “Boga Boga”, GHAU insufló vitalidad a la bossa ‘Itsasoan urak handi’, Sara Azurza eligió el pop sedoso para la obra de amor imposible ‘Marineralen zain’. Julen abrazó lo caribeño en la ‘Habanera’ de Xabier Lete.

Lide Hernando se calzó el gorro vaquero con ‘Itsasoari begira’. Las chicas de Mirua destacaron a capela en ‘Itsasoa laino dago’. Janus Lester nos dejó boquiabiertos surcando ‘Partida triste Ternuara’. La tarde se cerró con Lauroba, Azurza y Riaño interpretando el ‘Ontzi Zahar batean’ del primero en un Museo que despidió a los artistas con un agradecido aplauso.

Teenage Fanclub: fabuloso renacimiento

33 años después de su disco de debut la banda escocesa Teenage Fanclub pisaba por primera vez Donostia. Y lo hacía de una manera muy adecuada; con el público sentado. La ‘juventud’ que llevan los de Glasgow adherida en el nombre ya quedó atrás, y sus nuevas melodías se han abandonado a la belleza de forma más calmada.

Había mucho contra lo que pelear, en apariencia. El abandono de su bajista Gerard Love (sus canciones se han borrado de la lista como si fueran generales malditos de la época de Stalin) atacó una línea creativa que ha sabido sobreponerse. Y de qué manera. Las canciones del más reciente lanzamiento, ‘Nothing Last Forever’, fueron las mejores de la tarde noche de ayer.

Sus piezas más frescas piezas tienden a la sicodelia (‘Foreign Land’) y los años 60 (‘Falling Into The Sun’) de manera más presente y gozosa. Con percusiones contundentes (‘Everything is Falling Apart’), oscuras carreras (‘Endless Arcade’) y emocionantes guiños a The Beatles (‘I Left A Light On’). Algunas de ellas con hasta cuatro voces al unísono. Qué bien le ha sentado al grupo el fichaje de Euros Childs para estas labores vocales en un evento netamente guitarrero.

Hubo hits antiguos, claro. Pero toda aquella viveza y energía se acopla ahora al transitar más apacible de la banda y los asistentes. Las perennes ‘Everything Flows’ y ‘The Concept’ aguantaron muy bien el tipo, ‘I Don´t Want Control Of You’ fue una gozada y ‘Alcoholiday’ la felicidad. ‘Did I Say’ nos emocionó por ser una de nuestras favoritas y ‘About You’ subió enteros por comer de nuestros recuerdos. Fue una tarde que despedimos con una sonrisa, carialegres ante la fiesta de melodías que estos músicos escoceses nos siguen regalando.

Argiartean: un paseo por las baldosas más modernas

Algunos festivales son como los libros de “Elige tu propia aventura”. Argiartean, que estos días se celebra en el Jardín de la Memoria de Donostia, es uno de ellos. El festival de luz y sonido, una suerte de “slow fest”, te guía por un “camino de Oz” que incluye proyecciones sobre las paredes exteriores de la Iglesia Iesu.

Hubo conciertos en el jardín público. Pero uno no sabe si la música acompañaba a la proyección o viceversa. Fue fácil pasarse segundos, minutos, mirando las sorprendentes imágenes. Mientras, sobre el escenario, los ejecutantes buscaban diluirse en la luz proyectada. El músico Álvaro Turrión se alió con el artista Jaime de los Ríos para ofrecernos imágenes sísmicas, de corrientes marinas sobre un fondo sonoro que se acercaba a los claroscuros y la melancolía de Erik Satie y que más pronto que tarde saldrá en formato disco.

La banda Magia Bruta nos trajo una fantasía pop. En lo que fue el concierto más musical de todos, la sicodelia tranquila y sus amores por Beach Boys llegaron con imágenes de naturaleza filtrada y distintas formas geométricas. Y pudimos contemplar el retorno del dueto Instrümental, unión de dos grandes autores como lo son Javi Pez e Ibon Errazkin.

Silueteados bajo un telón que le tapaba, los músicos ofertaron un bello y emocionante pop acústico de aire bossa nova, puntos atonales, espíritu improvisador y detalles casi rock. La pantalla gigante recogía lo que parecieron las grabaciones de un viaje personal en el que destacaron los salpicados montajes, los paseos y los recortes fílmicos.

Pasito a pasito nos colamos en el interior de la iglesia. Las distintas instalaciones y proyecciones se magnificaron dentro de este espacio único. Unos jugaron con la luz reflectada y otras aprovecharon la altura y las esquinas del templo diseñado por Rafael Moneo para iluminar el espacio.

Hubo tiempo para dirigir nuestros pasos a las instalaciones repartidas por el parque. Neones de cocina sobre figuras humanas enfrentadas a un poema, unas futuristas farolas efímeras y el demandado juego interactivo de luces de discoteca llamaron nuestra atención. Hoy la programación continúa con fusiones atractivas (Lumi + Nagore Legarreta, Zabala, Pablo Casares) y esperados retornos (los catalanes Desilence sorprendieron en la edición del año pasado).

Pasen, prueben, renieguen o gocen. Probablemente encontraran espacio en Argiartean para todas esas sensaciones. Así que disfruten, eligiendo sus propias baldosas amarillas, de este certamen refrescante y experimental.

El Columpio Asesino: un tórrido final

La gira de despedida del grupo navarro llegaba a su querida Donostia (recuerden su “Ballenas muertas en San Sebastián”) con todo el papel vendido y mucha energía en un caldeado ambiente que gozó con el despliegue de personalidad y potencia.

La banda, bien completada con Iñigo Cabezafuego al bajo y Jaime Nieto al teclado, defendió el pop de guitarras, la fiereza del punk domesticado, la oscuridad más enfadada y la energía del rock de los años 90 en una lista llena de momentos álgidos. Desde las cimas de la popularidad (‘Toro’, ‘Ye Ye Yee’) hasta los valles más azuzados, los pamplonicas desplegaron una fuerza inconmensurable.

Con momentos pétreos a los que tanto les deben los posteriores León Benavente (‘Babel’, ‘Susúrrame’), pasajes casi nuevaoleros (‘La lombriz en tu cuello’), caídas secas (‘Escalofrío’), finales preciosos (‘A la espalda del mar’), modernetes aires disco (‘Huir’), minutos policíacos (‘El Evangelista’), toques pop (‘Perlas’) y golpes germánicos (‘Edad legal’). Una noche que nos regaló el ‘Vamos’ de sus adorados Pixies y en la que sudamos hasta sentados. Solo falto el ‘Pobre de mí’ en una sala que disfrutó del último baile de una banda que lo deja sin fisuras.

Boga Boga Festibala: cuando el envoltorio es la primera parte atractiva del regalo…

Donostia es famosa por sus localizaciones naturales. Lo primero y más visible, palpable y refrescante son sus playas. Y en una de ellas, en el chiringuito de Ondarreta, ha situado el festival Boga Boga su escenario gratuito más relevante. Un espacio en el que los sonidos underground más actuales se han colado entre los toldos y las toallas y que se cierra hoy con las actuaciones de Brava, Hofe x 4:40, J Martina y Margarita Quebrada.

No contentos con eso, los promotores de este nuevo certamen han buscado aprovecharse de otros bellos emplazamientos. En la jornada del viernes en el Palacio Miramar destacaron los vascos Belako y la fiesta final de La Femme. Esperemos que la propuesta de este BBF y otras reuniones culturales como Glad Is The Day y Musika Parkean aumenten el uso festivo de estos refugios climáticos verdes.

La itinerancia del Boga Boga siguió el sábado en el Museo Chillida Leku. El gran parque de árboles y obras de Eduardo Chillida ofreció un envoltorio muy especial a las creaciones de Verde Prato, Anari y la californiana Julieta Venegas.

Las composiciones de Verde Prato fueron una gasa para la escultura, una niebla invisible que fue poco a poco posándose en el descampado. Como si fuera el mensaje de la llegada de unas meigas escondidas en el hayedo situado tras el escenario. La tolosarra se mostró encantada de actuar “en este paraje tan maravilloso”, adecuando su vestuario para la ocasión.

Sigue siendo única a la hora de mezclar elementos. Acerca temas de Kortatu a los tugurios berlineses. Elabora melodías de lúgubre cabaret francés a las que su voz, un lujo de la calma, dota de cierto optimismo. Evocadora, con una tono suave que sube y baja por las escalas con sinuosa cortesía, casi susurrante y bien surtida de eco. Empleando el teclado y los pregrabados de forma espaciada y sencilla.

Uniendo elementos latinos con nanas y piezas de vals. Montando temas de despedida marítima a las que suma tensión rítmica. Cerrando la velada con un anticlimax precioso, como solo lo hacen las artistas que confían en sus partituras. En un enfoque muy cercano al de Kate Bush y el resto de ahijadas modernas, su propuesta sigue siendo de lo más interesante del panorama actual.

Tampoco parece, en apariencia, Anari Alberdi muy amiga de los cambios. En cuanto pilla una progresión de acordes que le gusta rara es la vez que la cambia dentro de una pieza. Pero su valor es brincar sobre ella con los músicos que le acompañan. Subir y bajar en la intensidad, crear estupendos colchones para esas letras de macrojuicios emocionales, relaciones personales, ansiolíticos de lujosa carga poética. Ahí, ahí sí es una jefa – y unos jefes sus compinches-.

Ayer ofrecieron unas partituras que se pueden ubicar en algún melancólico punto entre Neil Young, Patti Smith y los Tindersticks. Uniéndose al peso del acero y granito monumental de la explanada, llevándolo a unas melodías que pesan en el aire, que caen lentas sobre nuestras cabezas como el calor irreal de estos días. Los rayos y centellas que vimos a lo lejos solo aumentaron la épica del un concierto que fue tal y como lo anunció su autora al comienzo del mismo: “breve y precioso”.

Julieta Venegas levantó los traseros hasta entonces sentados sobre toallas y aislantes y acercó a los espectadores a las primeras filas. La urgencia de este texto nos impidió disfrutar de toda su actuación aunque los que escuchamos fue bien elegante: funky con detalles orquestales, piezas de moderno corte latino, pop de tendencia risueña y R´n´B de querencia norteamericana.

Boga Boga Festibala: remando en la buena dirección

Belako y Panda Bear & Sonic Boom fueron las propuestas más interesantes de la populosa jornada del festival Boga Boga

De las cenizas del Kutxa Kultur Festibala, el certamen indie que se celebraba en el Monte Igeldo, llega estos días a Donostia el Boga Boga Festival. Un proyecto que lanzaba ayer sus primeras grandes propuestas en la playa de Ondarreta. Sobre su arena se desfogaron los seguidores de las bandas Dharmacide, Irenegarry y Simona. Aunque la primera gran cita de los “Bogabogers” se iba a realizar en el Palacio de Miramar, escenario que recogía en enfoque cuqui del Parque de Atracciones “vintage” de Igeldo.

La tacada, ésta de pago, comenzó con la actuación de Pongo. Un trío femenino que puso en danza a los asistentes con sus ritmos africanos cantados en portugués. Acercándose a la música urbana e invitando a bailarines profesionales (y otros sacados del público) a la hora de completar la fiesta. En ese entrenador de fútbol que todos tenemos dentro muchos comentaban que mejor bailarlas a las tres de la mañana.

Quiso la suerte que Belako tocara en Donostia el día que se publicaba su último trabajo, ‘Sigo Regando’. La banda vasca es una de las de mayor proyección musical, con giras por medio mundo. Un combo que ha hecho de la defensa de la oscuridad y los tonos graves (fue fácil acordarse de Siouxsie ayer) su razón de ser. Con fuerza juvenil, descaro, rabia punk e impacto. Encontrando la pegada en una canciones que, salvo alguna cosa, lograron su objetivo y encandilaron al personal que menos despistado andaba.

La posterior actuación de Panda Bear y Sonic Boom fue la delicia del festival. El pequeño lujo para los musiqueros que peleaban ante el evento social – más de 1000 entradas vendidas- escuchando las canciones de ‘Reset’, el disco que han sacado estos dos autores de gran poso musical.

La magnífica voz del Panda flotaba entre “samplers” ajenos reconstruidos para la ocasión en evocadores temas repetitivos. Un bombón sonoro que picó de Beach Boys, lo latino y el pop de los años sesenta para reconstruirse de manera romántica y feliz. Al cierre de este texto el combo francés La Femme comenzaba a cerrar la jornada palaciega con una mezcla de sonidos franco-españoles que disparó los ánimos de los presentes.

El festival continúa hoy con los eventos playeros gratuitos, programación de tarde en la que destaca la presencia de Lukiek y el techno-jaleo pop de Joe Crepúsculo. En la rama “paganini” (45 euros) encontrarán la cita en el Museo Chillida-Leku de tres autoras de irresistible atractivo creativo: Verde Prato, Anari y Julieta Venegas.