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El Columpio Asesino: un tórrido final

La gira de despedida del grupo navarro llegaba a su querida Donostia (recuerden su “Ballenas muertas en San Sebastián”) con todo el papel vendido y mucha energía en un caldeado ambiente que gozó con el despliegue de personalidad y potencia.

La banda, bien completada con Iñigo Cabezafuego al bajo y Jaime Nieto al teclado, defendió el pop de guitarras, la fiereza del punk domesticado, la oscuridad más enfadada y la energía del rock de los años 90 en una lista llena de momentos álgidos. Desde las cimas de la popularidad (‘Toro’, ‘Ye Ye Yee’) hasta los valles más azuzados, los pamplonicas desplegaron una fuerza inconmensurable.

Con momentos pétreos a los que tanto les deben los posteriores León Benavente (‘Babel’, ‘Susúrrame’), pasajes casi nuevaoleros (‘La lombriz en tu cuello’), caídas secas (‘Escalofrío’), finales preciosos (‘A la espalda del mar’), modernetes aires disco (‘Huir’), minutos policíacos (‘El Evangelista’), toques pop (‘Perlas’) y golpes germánicos (‘Edad legal’). Una noche que nos regaló el ‘Vamos’ de sus adorados Pixies y en la que sudamos hasta sentados. Solo falto el ‘Pobre de mí’ en una sala que disfrutó del último baile de una banda que lo deja sin fisuras.

Publicado enCríticas de conciertos

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