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Categoría: Críticas de conciertos

Macaco: Mestizaje natural

Interpretes: Macaco. Día: 13 Agosto 2007. Lugar: Explanada de Sagués (Donostia). Asistencia: Lleno, unas 10000 personas.

Macaco, la banda “tapada” de aquel dichoso Concierto por La Paz que trajo a Bon Dylan a Donostia y que les apartó al final del programa de apellidos ilustres con tan mala suerte que un chaparrón deslució su actuación, volvía a nuestra ciudad para llenar en solitario el escenario y la explanada colindante con gente de espíritu joven y buenrollista.

La formación capitaneada por el saltarín Dani Carbonell, integrante originario de «Ojos de Brujo» que toma el apellido artístico de “Mono Loco”, defiende las posturas de amor hacia el planeta que nos acoge presentándolas con fondos musicales de claro sabor rumbero y latino con algún que otro toque funky en el bajo. Tal es su defensa que han liderado junto a la revista National Geographic una campaña mundial para la conservación del medio ambiente con su popular tema «Mama Tierra».

Con unos percusionistas que mantienen el tipo elevado durante toda la actuación y la impoluta compañía del resto de músicos (entre los que hay que añadir un DJ rasgando vinilos. Recuerden, eso también es mestizaje), la voz del “Mono Loco” se hace acompañar de otro micrófono más rapero y de entonaciones más duras y endiabladas.

Carbonell embaucó al personal, hasta tal punto que tras su invitación tres cuartas partes de los asistentes se pusieron en cuclillas en uno de los temas. Unas canciones que la cabeza visible de esta formación multi-étnica asentada en Barcelona acompañaba de movimientos corporales que recordaban aquel bailar sincopado de Jamiroquai.

Con muchos aciertos entre los que destacaremos por su originalidad los trompeteos vocales de la voz principal y las curiosas conversaciones entre la pantalla de fondo y alguno de los músicos y exceptuando algunos temas que por su excesiva parsimonia y duración (el dedicado a Brasil y uno muy extenso ejecutado en el bis) sacaban más de un bostezo entre los menos fieles, la fórmula macaca movió al personal con soltura y contagio durante las casi dos horas que duró el acto.

Karidadeko Benta: Gitanos de hilo fino

Intérpretes: Karidadeko Benta. Lugar: Plaza de la Trinidad (Donostia). Día: 13 Agosto 2007. Asistencia: unas 300 personas.

Cuanta razón tiene el bertsolari Jon Maia, motor principal de la banda Karidadeko Benta, cuando le dedica una canción al mundo de los abuelos. Gentes que ya no reconocen sus calles comerciales, ahora ocupadas por neones y telas escasas en extensión que vienen con etiqueta nacional y elaboración oriental. Los mundos van cambiando en eso que algunos llaman progreso. Pero siempre hay que echarle un ojo al pasado. Si no corremos peligro de salirnos en la próxima curva.

Por eso parecía claro que en ésta Benta se iba a recuperar el espíritu de la vieja romería o la orquestina, palabras que producen tedio y urticaria en las nuevas generaciones, dotando ahora al conjunto de bríos folkloricos más actuales y globales. Que no todo iba a ser malo en eso de la globalización, hombre.

De la numerosa colección de instrumentos de cuerda y viento al que se añaden la guitarra y la percusión salieron aires y rasgados de influencia iraní, flamenco, marroquí o con vapores de cha-cha-cha. Hasta hubo retranca con el reggaeton.

Pero sobre todos los gustos melódicos, falso sería dejar de mentar a Goran Bregovic. Karidadeko Bentak tiene mucho de esa orquesta fúnebre ciertamente alegre y festiva que el autor de Sarajevo ha popularizado. Los vascos demuestran que no hay nada como una fanfarria gitana para enganchar a todas las secciones de la pirámide generacional. Con un plus muy especial: la imaginería mental de Jon Maia.

Entrenado en la chispa que se requiere para en un par de minutos montarse una historia sobre un tema recién propuesto, el cantante zumaiarra arranca el recital paseando entre los locales, con una oda a la Plaza, las fiestas y la ciudad. Más tarde repetiría movimiento, con una improvisación a pie de público tan divertida como sincera.

El resto de temáticas no le fueron a la zaga: La desaparición de los amigos de las cuadrillas nocturnas con la llegada de los cuarenta años (y esas frases que comentan que ahora se queda en los polideportivos y no en las tabernas, siendo la aspiración laboral un puestito en el Gobierno Vasco), un recuerdo a los cayucos (”los actuales Ulises del mar”) y a esas generaciones que venidas de todo el mundo tantos esfuerzos han hecho por hablar en euskera.

Maia demuestra en sus dicciones mucha elegancia, ironía y cuando toca, cachondeo. Sin cargar las letras de los habituales asuntos públicos, llevando el interés a las cosas cotidianas, cercanas y, por lo tanto, más entendibles por los mozos y mozas de a pie que empezaron ocupando los palcos de La Trini y acabaron llenado la plaza con sus bailes y saltos.

Los chicos de la Venta de la Caridad, lugar originariamente emplazado entre Billabona y Zizurkil en el que los bertsolaris se retaban empujados por los calores del vino y la sidra, anuncian el traspaso de la barraca a finales de septiembre.

Vistas las sonrisas perennes entre el respetable y la salva de aplausos recibidos en su concierto de Semana Grande, confiamos en que el viejo edificio aguante las especulaciones y se mantenga en pie para una futura reapertura. Mejor eso que un nueva mole de tiendas,¿no?

Concurso Pop Rock Ciudad de San Sebastián: Una final muy rockera

La XVI edición del concurso Pop Rock Ciudad de San Sebastián celebró su final en el Peine del Viento con asistencia de numeroso público.

Pocas horas después del cañonazo que daba inicio a las fiestas de la Semana Grande tenía lugar la final del concurso musical que busca echar un pequeño cable a las formaciones de la provincia sin contrato discográfico.

El grosor de dicho cable va variando desde la grabación de un pequeño disco y 500 copias promocionales para los ganadores hasta los 1.500 euros que se lleva el segundo o los jugosos 900 que van al zurrón del tercero. Este año, como novedad, los ganadores cuentan también con un vale para la compra de material musical.

Y como ya habrán intuido tras ver el reparto de premios, tres eran las bandas que se plantaban con sus composiciones en el bello paraje donostiarra que sirve de cierre a la bahía de La Concha. Espacio que sustituía al escenario de años anteriores, ubicado en Reyes Católicos, ahora ocupado por otros sonidos más primigenios: la algarabía ruidosa de las ferias infantiles.

Travolta: Susurros pop

Intérpretes: Kul, Travolta. Lugar: Casa de Cultura Lugaritz (Donostia). Día: 30 junio 2007. Asistencia: unas 60 personas.

Apretados sobre el escenario de la casa de cultura, flanqueados por amplificadores y teclados, el quinteto Travolta acercó a la capital donostiarra las suaves melodías de su debut de nombre cariñoso “El Efecto Amor”.

Joaquín Pascual, el que fuera líder de la banda Mercromina y ahora al frente de este proyecto, ha decidido relajar su acompañamiento sonoro.

Donde antes había maremotos de guitarras ahora hay detalles mínimos, teclados con mucha presencia y batería tocadas con mucho mimo. Y sobre todas las cosas, una voz grave que se escucha como una confidencia. Curiosamente, el bajo apenas se pasea por el escenario, lo que hace que el conjunto suene mucho más dulce.

Con un comienzo relajado, su concierto fue ganando furia, desatando poco a poco los botones de los pedales de efectos, cambiado teclas por cuerdas, ejecutando las estrofas cada vez con más ímpetu para acabar con una explosión (controlada) de energía pop.

Recuperando algún éxito de sus anteriores formaciones, Pascual sigue refrescando su talento compositivo con bonitas composiciones, mucho más gozosas cuando se escuchan en la cercanía que dan los ambientes recogidos como el del pasado sábado.

RBD: Super guays

Intérpretes: Diego, RBD. Lugar: Velódromo de Anoeta (Donostia). Día: 29 Junio 2007. Asistencia: unas 7000 personas

La televisión, ese electrodoméstico que tantas horas tiene amaestrados a nuestros niños, es una máquina de crear celebridades. Y si a los mayores son los tomateros y resto de colegas rosas los que proponen y disponen en aquello del famoseo, en la sección infantil los tiros van por otro lado.

Bellos, preciosos. Ellas ligeras de ropas. Todos sonrientes. Así se muestra RBD, formación mexicana que apoyándose en la fama de una teleserie consiguió meter a unas cuantas miles de niñas (y algún que otro sufrido padre) en nuestro óvalo ciclista. Seguidoras muy jóvenes que no dudan en pintarse la cara con las iniciales de la banda, que chillan y cantan todos los temas mirando a sus ídolos con cara de enamoramiento primerizo. Disfrutando de lo que probablemente sea su primer concierto masivo. Cuerpitos que en ocasiones no están preparados para tantas emociones, como recoge el parte médico de lipotimias y leves ataques de nervios acontecidos el pasado viernes.

Si usted que lee estas líneas tiene menos de trece años, está enganchada al programa de marras, piensa que la rebeldía sigue mostrándose acicalada en las portadas de las carpetas, aún no ha superado su lado “Peter Pan” u opina que un concierto se sostiene tan sólo con seis jóvenes guapísimos y “super guays”, quizás debiera dejar de leer el artículo. Es probable que no le guste lo que va a ojear a partir de este punto.

Porque el show de RBD no se puede analizar con los parámetros habituales de una actuación musical. Si así lo hiciéramos, no habría por donde coger este espectáculo.

Vocalmente los personajes de esta “boy-girls-band”, mezcla y herencia de Take That, Spice Girls y derivados, andan más que justitos. A diferencia de las bandas nombradas, RBD son actores que ahora interpretan su papel sobre un fondo musical. Una música homogénea basada en el pop y con espacio para todos y cada uno de los estilos que su mente pueda imaginar.

Ellas lo hacen un poquito mejor (que se les entiende algo de lo que cantan, vamos), y eso vuelca ligeramente el show hacia el lado actuante femenino. Pero bastante hacen unos y otras con, más o menos, vocear lo que les toca en las dos horas de concierto. Y decimos lo de “más o menos” porque sigue resultando extraño que entre tanta coreografía de fiesta de fin de curso las voces de los componentes suenen tan perfectas en los estribillos, sin un jadeo que corte la melodía.

Por la temática de las canciones tampoco es fácil que se ganen el aprobado entre los adultos. Bisoños y eternos llamamientos al amor (junto con “San Sebastián”, las palabras que más se repitieron la noche del viernes) y a lo especialísimo y super maravilloso que es estar en Donostia. Desde una perspectiva que muestra lo que realmente son: una serie infantil. Lo dicho, un concierto fenomenal de la muerte, osea, alucinas tía que pasada.

Lagartija Nick: Lagarto, lagarto

Intérpretes: Antonio Arias (guitarra, voz), Lorena Enjuto (bajo), Victor Lapido (guitarra) Y Eric Jimenez (batería), David Varela (teclados). Día: 21 Junio 2007. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Asistencia: Unas 200 personas

La marca de cervezas que pronto acabará patrocinando hasta las simultaneas de ajedrez de nuestra ciudad trajo a Donostia a la formación granadina Lagartija Nick. La excusa se celebraba el 21 de junio bajo el nombre de “Día de la música” (¿acaso no lo son todos?) y permitía volver a ver, tras demasiado tiempo de ausencia sobre un escenario capitalino, a la siempre mutante banda capitaneada por Antonio Arias.

Un grupo que se hizo muy popular por el disco Omega, grabado mano a mano con Enrique Morente y que copó las listas cool del año 1996 con su fusión de flamenco, rock alternativo y los poemas de Federico García Lorca y Leonard Cohen. Pero el pasado jueves del disco en cuestión no se escucharon ni las castañuelas.

Lagartija Nick trajo a la ciudad su versión más fiera, potente y (nunca mejor dicho) cañera. La que quedó registrada en El Shock de Leia, el último de sus CDs. Una energía que en la primera parte del concierto sonó demasiado enmarañada, perdiéndose la voz entre los rudos y cabreados acordes de los andaluces.

Mejorada la chapuza de la mesa de sonido, el quinteto andaluz se mostró como una banda de rock-punk a la vieja usanza. De esas que no paran ni para sorber agua o pegarle un trago a una birra de la competencia, como la que Antonio Arias se bebió sobre el escenario.

Sus múltiples matices recuerdan en ocasiones a sus colegas Los Planetas y a los primeros y asilvestrados Smashing Pumpkins. Y no hacemos esta última comparación tan sólo por la cabeza rapada del cantante y la recia bajista. La realizamos por esas violentas armonías que retumban en muchos de los temas de estos sureños. Rasgados que se acercan al heavy o a lo industrial sin llegar a traspasar la línea.

Esa vieja escuela también se ve en su influencia ochentera y regusto futurista, al estilo de Aviador Dro pero con un sonido más orgánico. Con detalles de sintetizador y rabias que rugían en los discos de 091 (la antigua formación del cantante Arias), Lagartija Nick refresca nuestra mente con un repaso desvergonzado y nada sensiblero a esas fórmulas añejas, demostrando que en la actualidad es una banda enérgica y salvaje como pocas.

Kiko Veneno: Regreso a las raíces

Interpretes: Kiko Veneno (guitarra, voz), Charlie Cepeda (guitarra), Juan Ramón Caramés (bajo), Raúl Rodríguez (guitarra), Jimmy González (batería), Rafa García (percusión), Anabel Pérez (teclado). Lugar: Herriko Plaza (Aretxabaleta). Día: 2 Junio 2007. Asistencia: unas 3.000 personas.

Sí, han leído bien la ficha del concierto. 3000 asistentes. El catalán crecido (física y musicalmente) en Cádiz y Sevilla traía bajo el brazo su disco El Hombre invisible, canción con la que abrió la cita guipuzcoana.

Con una banda impecable, la ya habitual banda del retumbe, Kiko ha desaparecido del primer plano popular, espacio en el que se colocó con el disco Puro Veneno, para componer canciones que reflejen esas raíces que funden blues y flamenco con el gracejo sureño.

Un enfoque que afecta a las canciones más esperadas por el público, caso de Lobo Lopez o ese antiguamente arrebatador Memphys Blues, ahora con una coreografía digna de Bill Murray. Lo que antes era todo frescura, ahora se presenta de manera más estirada, haciendo los temas más tranquilos y playeros.

En las letras sigue siendo un hacha del birlibirloque, el doble sentido y la denuncia. En Pollos, uno de sus temas más jaleados, defiende las Organizaciones No Gubernamentales con su retranca habitual: «Yo creía que mis pollos eran feos, pero más feos son los pollos europeos, que tiran bombas sin venir a qué, yo no quiero ser de ninguna ONG».

La última parte del concierto de dos horas sirve para destapar la vieja esencia rumbera. La animosidad retorna con temas como Volando Voy y Echo de menos. Aunque algunos de los presentes lo que más echáramos de menos fuera aquella vieja alegría compositiva, aquella contagiosa inmediatez. De todas formas, el elegante y divertido cashondo del pelo blanco puso un cierre perfecto a la diversidad musical del Mundumira.

Mala Rodríguez: La dulce Mala

Intérpretes: Mala Rodríguez, Jaula de grillos. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 30 Mayo 2007. Asistencia: Lleno, unas 700 personas

«Cientos de personas/patean la cuesta/hay concierto guapo en la Gazteszena/ canta la Mala/ahora Mala Rodríguez/que agota el taquillaje y deja gente en la puerta/ Chicos, chicas, B-Boys y mucha gente mona/que flipa y alucina con el hip hop de nueva ola.»

Y así seguiríamos párrafos y estrofas intentando explicar las maravillas de las que disfrutamos en el concierto del pasado jueves en Donostia, hipnotizados por el tirón que demuestra el hip hop en nuestra Bella Easo, contagiados por las rimas llevaderas y las cadencias negroides de estas músicas.

Pero seremos benévolos con los lectores y dejaremos los malamarismos (nombre el último disco de la cantante Mala Rodríguez, nombre principal del cartel del jueves) para gente más entrenada y experta.

Como los chicos de Jaula de Grillos. Colectivo vasco populoso que colocó cinco de sus voces a pasear por las tablas de Egia. Gentes de Martutene, Donostia o Gasteiz que practican esa suerte de hip hop (¿inteligente?, ¿cotidiano?), alejándose de los tópicos de chicas-pasta-coches que en su momento se importaron alegremente de Estados Unidos.

Y a los EEUU y Puerto Rico viajó Mala Rodríguez a grabar su nuevo disco. Del país de los rodeos captó la parlanchina el concepto de espectáculo que maravilló en Donostia. Una chica controlando el ordenador que coordinaba bases sonoras e imágenes proyectadas. Dos armarios roperos cantarines de dejes caribeños. Un DJ rayando sedoso los discos. Dos coloristas coristas.

Y, sobre todas las cosas que ha adoptado en su viaje trasatlántico, destaca la manera de enfocar el hip-hop como una música abierta y suave, con unas bases que saben amoldarse a tonos más suaves. Como el R´n´B que exporta Lauryn Hill. Como la fiereza domada que nos llega en los discos de Lily Allen.

Por esa camaleónica mutación del escupitajo a la protesta de flow sureño elegantemente musicalizada aparece la dama en 3 eventos tan dispares como los festivales del Sonar, Monegros y la Mar de Músicas. Y en todos ellos, como nos pasó a nosotros, alucinarán con las (buenas) nuevas maneras de la gaditana.