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Año: 2015

Agur, Zarata!

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Ha sido la última vez que he escrito a una dirección de mail, la que coordinaba mis colaboraciones con el DV, para mandar un texto. Y da pena. Claro que da pena, coño. Que han sido veinte años.

Dos decenios y algún mes más desde que envié aquella respuesta (¡por carta postal!) al anuncio de “¿quieres escribir en este suplemento?” aparecido en un pequeño lateral del Dvorame (ahora repintado como SDV y en su día «el primer suplemento juvenil de la prensa tradicional de todo el Estado»). Mandé tres críticas de discos (The Pastels, Tindersticks y otra que no recuerdo) y a los días me respondieron diciendo que las iban a publicar. ¡Pagando! ¡Cosa que ni las revistas más hipster de hoy en día hacen!

Han sido dos decenios de feliz locura que a partir de ahora contarán con otro mail como destinatario. No puedo ni contar las páginas y textos que he entregado (y que me acercan a mi sueño vital, escribir sobre pelota. Todo esto ha sido un ligero desvío). La de grupos nacionales e internacionales que he conocido gracias a las entrevistas realizadas. Lo que he aprendido teniendo que currar sobre estilos poco presentes en mi colección personal. O escribiendo en una hora crónicas que salían el día siguiente. Lo que he gozado mandando cuestionarios a mis ídolos. Y la de conciertos que he podido ver. Esto último, aunque a varios os suene a condena, ha sido una gozada SIEMPRE.

Creo que este paseo musiquero por el Dvorame/SDV/DV me ha ayudado a retrasar un poco esa pérdida de vitalidad musical, ese amor e ilusión melódica que tiende a desaparecer con el paso de los años. Ese empuje que el hoy jubilado Iñaki Zarata – y alguno más que sigue en activo- ha sabido esquivar hasta el último día con algún conjuro diabólico que muero por conocer.

Un tipo, Zarata, que hasta su último texto ha estado siempre atento a las citas pequeñas, a las cosas raras, a las propuestas interesantes que igual no son muy populares, a lo divergente y lo creativamente relevante. Muchas de las actividades que hoy están asentadas en nuestro calendario han tenido el pequeño e innegable granito de arena inicial en ese primer texto relevante coordinado por este periodista navarro (en DNI y cabeza). Una persona que siempre ha sido una red para los saltos que me he solido pegar. Jefe que también ha soltado educados raquetazos cuando el menda derrapaba un poco en las letras. Resumiendo: ha sido el mejor “Lou Grant” que he podido tener.

Por eso, y por muchas otras cosas que no caben en este texto, muchas gracias Iñaki

Mogwai & Mishima: El ansia que cura

Intépretes: Mishima, Mogwai. Día: 6 de septiembre del 2015. Lugar: Exterior del edificio Tabakalera (Donostia) Asistencia: lleno, unas 1400 personas.

Uno de los fines de semana más musicales del año cerró sus citas de forma memorable. Mogwai ofreció en Donostia su espectacular y elaborado muro de sonido gracias al trabajo conjunto de Kutxa Kultur Festibala, Tabakalera y Donostia 2016.

La fiesta arrancó con Mishima, banda que se estrenaba en la ciudad. Así nos lo contó el cantante David Carabén, maestro de ceremonias de estos barceloneses muy afamados en su tierra que han sabido traspasar fronteras idiomáticas con sus refinadas canciones poperas. Su último CD se llama “L’ànsia que cura” y les puede colocar entre Love Of Lesbian y las melodías menos saltarinas de Manel. Dominan las estructuras creativas con elegancia, buscando que la gente coree sus creaciones. Hasta tuvieron el detalle de pasar a euskera uno de sus estribillos, invitando al colegueo vocal local.

Aunque para “ansias que curan”, los trallazos que ofrece Mogwai. El quinteto instrumental no cortó la cinta inaugural, la destrozó a guitarrazos para deleite de sus fans. Más que estándar, lo suyo es “eztanda-r” (“explosión” en euskera). Si Tabakalera aguantó este “ensayo de fatiga” ruidista es que no va a necesitar ni una mano de pintura en cien años.

En Donostia disfrutamos de esos “crescendos” tan gozosos que caracterizan a estos escoceses. Pequeños aludes que comienzan con un copo de nieve y acaban arrasando todo el bosque de cabezas a su paso. Así sucedió con “I´m Jim Morrison, I´m Dead” o ese “Mogwai Fear Satan” con el que siguen asustando al respetable. Asistentes que no fueron capaces de adivinar cuándo retornaba el puñetazo sonoro tras la zona calmada y que recibieron en completo silencio la torta de luz y sonido.

Los de Glasgow también interpretaron tres temas cantados que nos recordaron a Yo La Tengo. Y atacaron pasajes tranquilos de pura emoción sonora. Una melancolía embriagadora que brotó en “Tracy”, “Hunted By A Freak” y “Take Me Somewhere Nice”. En la renovada fábrica de tabaco también hubo momentos de corte electrónico y alma terrorífica. Y un cierre marca de la casa con “Batcat”, corte que dio fin a una hora y media abrumadora, emocionante y contundente.

Kutxa Kultur, tú siempre molas

El día en el que Yo La Tengo vino para encantar a propios y extraños nuestro paseo se fijó en otros grandes momentos del festical donostiarra.

Los festivales de música son una reunión poliédrica de gustos y enfoques. Son espacios para la parranda, en este caso con un marco casi imbatible. Aunque a veces esa celebración choque con quienes desean escuchar con nitidez las canciones de la banda de turno. Los “festis” también se presentan como un espacio para comulgar con otros fans. Lo de comulgar debió llegar a momentos casi purificadores en el caso de Vetusta Morla el viernes, con todo el mundo cantando a todas y cada una de las frases entonadas por su micrófono principal.

Y estas reuniones también son los sitios perfectos para sufrir el “Efecto Messi”, que no es otra cosa que ver a chavales casi sin permiso para acceder a estos recintos tocando a las mil maravillas. Esta sensación brotó viendo a Mourn. tres chicas y un chico que solo podrían pisar las discotecas sin alcohol y que mostraban un empaque que ni una banda de blues, amigos. Por allá andaba el padre de las dos cantantes, el también creador The New Raemon. “¿Las tendrá en el trastero de casa día y noche tocando el tío? Porque sino no me explico cómo es posible que lo borden de esa manera”, nos decía un sorprendido asistente de nombre Oriol.

Más que ese toque de esclavitud, lo que sí es el Nuevo Ramón es un buen entrenador. Por algo a Mourn, que saca sus temas en el sello catalán Sones, les editan también en EEUU. ¿La razón? Su fórmula camina entre el pop cabreado con toques “grunge” y melodías sucias que no desentonarían en el mejor disco de Hole. El último tema interpretado, mucho más abierto, parece dibujarles un futuro mucho más inquieto y experimental.

En una categoría similar pusimos a los locales Albert Cavalier, aunque lo suyo sea más garajero. Su cancionero toca muchos palos. Es normal, aún están echando a andar. Por eso hay momentos más melódicos que otros, aunque casi todos sean bien “farreros”. Se lo pasan pipa tocando, y eso se contagia.

Los festivales también dan lugar a pequeños dramas (del primer mundo, claro) porque dos de las mejores bandas del cartel comparten horario de actuación. Fue lo que nos pasó con los donostiarras AMA y la banda anglovasca Pet Fennec. Como el teletransporte aún no está en nuestras manos, tuvimos que picar aquí y allá para poder disfrutar de ambas citas. Y vaya si disfrutamos.

El trío AMA ofreció un concierto fantástico en el a veces ingrato autobús de Red Bull, ese espacio que cumple con la función de ampliar la oferta y quien sabe si peca de incomodidad para actuantes y oyentes. Nada de eso importó a los chicos, que no se dejaron ni una perla en casa. Algunas de ellas con un elegante toque soul, o de “soul blando”, como afirmaba divertido uno de sus integrantes.

Y qué decir de Pet Fennec. Alucinante, soberbio, maravilloso. El grupo está comandado por Urko, un donostiarra residente en Londres que se ha traído a sus colegas británicos. Juntos estrenaron en la ciudad una serie de melodías que nos evocaron muchos grandes recuerdos y un futuro, el suyo, bien prometedor. Sus tonos “soft” nos llevaban al Neil Young de los años sesenta. Y sus arrebatos le emparentaban con los mejores The Posies. En medio, unos juegos vocales de aúpa y mucho gusto por las melodías. Algunos musiqueros locales llaman a Urko “el mejor creador de melodías de la ciudad”. Lo de ayer solo confirma que no andan muy desencaminados.

Y tras la calma, la tempestad. Porque estos eventos populares tienen una oferta que va desde los terso a lo árido. Por ahí podríamos colocar a Niña Tornado y Chico Coyote, un dúo que suena como una banda de hard rock. Increíble la tangana que pueden montar siendo tan poca gente. Las canciones ayudan, claro. Una especie de rock cada vez más “hard” que llena cualquier escenario. En idéntica categoría colocaremos a Black Box Red, aunque en este caso cambian los papeles. Ella canta y guitarrea y él le pega a la batería como si ésta le debiera dinero.

Los festivales, los buenos, también tienen un reservado en el que se pueden escuchar cosas más especiales. El viernes fue el turno de Dotore y House Of Wolves, quienes llenaron de tonos tersos el Teatro Escondido para disfrute de cincuenta elegidos. Claro que a veces esa coquetería y ese mimo parezca jugar contra el estilo. Rafael Berrio con banda, que era la oferta de ayer, podría haber puesto boca abajo cualquiera de los emplazamientos del Kutxa kultur. Pero parece que fue exigencia del autor, quien desea mantener el personaje en términos de fama controlada. Una pena, esperemos que se lance con esta estos socios (Joseba Lenoir y Rafa Rueda, entre otros) a tocar en sitios más accesibles. El concierto del sábado fue la repera, como bien suponen. Parecía la Factory de su adorado Lou Reed. Sus cantares repletos de ironía y alambicados juegos de palabras casaron de maravilla con este envoltorio rockero.

Los festivales son también sitios en los que puedes ver de un vistazo un montón de propuestas distintas. Impactante fue la actuación de John Grvy, joven madrileño que sigue los caminos de Frank Ocean, The Weeknd y James Blake. Costó un poco bajar al adrenalina, pero una vez en la tierra nuestra alma se contorsionó al ritmo de ese soul elegante y actual. No se preocupen si no lo escucharon, tiene pinta de que va a sonar hasta en los autobuses de línea.

Y una vez ahí, sintiendo el “flow”, vuelta a la parranda con Novedades Carminha. Que la montaña suiza también es de emociones. El trío gallego practica un rock bien cachondo, con temas como “Tu antes molabas” y “Antigua pero moderna”. Un tono muy festivalero que hizo disfrutar a los asistentes. Sensación que compartieron los cientos de seguidores de La Habitación Roja, que para deleite de fans andan presentado un disco de grandes éxitos. Escuchando su estrofa de “hoy es un día perfecto” uno no podía pensar en este certamen que mima a las formaciones de la región, apuesta por los consagrados y siempre intenta ofrecer una muy dichosa pluralidad. Seguro que el año que viene sigue manteniendo el mismo enfoque. Y con eso ya nos vale.

Is tropical: Verano sin fin

El grupo británico de música de baile azuzará los adoquines del puerto donostiarra en la cita del “Music Box festibala” del próximo jueves

“No se vayan todavía, aún hay más”, gritaba el dibujo animado de Super Ratón en las transiciones entre tiras cómicas televisivas. Y algo así se le podría decir al musiquero local, quien no teniendo suficiente con los “kutxakulturs” y tabakaleras de estos días puede completar esta semana fantástica con un jueves tan curioso en su emplazamiento como saltarín en su propuesta.

La caja de sorpresas que es “Music Box Festibala”, entente público-privado auspiciado por la capitalidad cultural que ofrece actuaciones en lugares curiosos de nuestra capital, ha previsto una nueva ciaboga en este final eterno de verano que es septiembre. Los británicos Is Tropical y las locales Tea Party Dj´s se desfogarán en el Muelle donostiarra, que se vestirá para la ocasión como un “café del mar” guipuzcoano.

Los londinenses, que ya montaron una buena francachela en su última visita a nuestra capital, siempre han sido unos “culoinquietos” en esto de la música de baile. Su última aventura se llama “Black Anything”, y va a juego con ese “endless summer” del que hablábamos antes: Girar sin parar por el mundo presentando nuevas canciones en formato single. Creaciones que se van grabando sobre la marcha captando la alegría y la energía de cada lugar – tienen previsto editar un diez pulgadas dedicado a cada continente-. Hablamos con Dominic Apa, buenrollista batería del ahora cuarteto británico, de su goteo de lanzamientos y su amor por España.

Solo os falta empadronaros. Vuestro Facebook está lleno de actuaciones peninsulares.

Pues ríete, pero Gary Barber (cantante y guitarrista) y Kirstie Fleck (cantante) estuvieron mirando una casa en Oviedo con intención de adquirirla. Al final se echaron atrás, pero creo que es un claro ejemplo de nuestros amores. Este ha sido nuestro verano español, sin duda. Decidimos hacer una gira extensa después de realizar unas actuaciones muy gozosas con Crystal Castles (quienes también son los jefes de nuestro nuevo sello discográfico, Axis Mundi) el año pasado.

¿Cómo influyen esas estancias en vuestra constante creatividad?

La verdad es que España está muy presente en el último lanzamiento, el single dedicado a Europa. Buena parte del mismo lo ideamos y grabamos en una vivienda situada en el desierto de Murcia. El concepto de “Black Anything” es el de crear canciones en las que el lugar tiene mucho peso, ofreciendo en el resultado la energía e inspiración que nos ofrece cada lugar. Europa es un hogar lejos de nuestro hogar, así que considerábamos importante recrear los ambientes y la atmósfera de sus diversos sabores.

Una especie de diario vital sonoro.

Exacto. Además nos permite estrenar creaciones antes de publicarlas, y eso siempre es un subidón. Y un banco de pruebas que te permite limar aristas. Atendemos a la respuesta del público y si vemos que hay que potenciar alguna parte siempre podemos cambiarla antes de que el single vea la luz.

Lanzamientos que os permiten jugar con sonoridades más acústicas, caso del precioso tema folkie ”Say”

Gracias por el piropo. La verdad es que nos gusta ir variando el estilo. Pero no son unas “caras b” al uso. A nosotros nos gustan tanto como las canciones principales, no las relegamos a un segundo plano. Simplemente tienen otro aire. Es más, muchas de las composiciones que nos gustan de nuestros grupos favoritos aparecen en esos reversos.

¿Habrá espacio para esas calmas en Donostia?

En principio nos decantaremos por nuestro lado más salvaje, oscuro y crudo, buscando que la gente baile sin parar, y disparando luces estroboscópicas. ¡Ese es nuestro sello!

¿Próximos pasos en vuestra vida?

Seguir publicando piezas de “Black Anything”. En breve sale la tercera muesca. También giraremos por Sudamérica. Después tocará descansar un poco, estar con la familia y los animales que tenemos por casa. Y el año que viene será la explosión total. Saldrá el disco entero en formato CD, y vamos a dar varias vueltas al globo para presentarlo. Nuestra vida es fantástica. Hemos convertido nuestro sueño en un trabajo. Esperemos que esta travesía no acabe nunca.

Kutxa Kultur festibala: Un parque de sonidos atractivos

El Festival Kutxa Kultur del románticamente vestusto Parque de Igeldo ofreció una gran jornada inaugural capitaneada por la actuación de Vetusta Morla

“Vetusta Morla”, “Vetusta Morla”, “Vetusta Morla”. Si nos hubieran dado un euro cada vez que escuchamos ese nombre al preguntar a los asistentes por su banda preferida del cartel habríamos pagado rondas y rondas en los bares turísticos sin siquiera mirar la cuenta. O subido en helicóptero al monte Igeldo. Mas lo hicimos en uno de los buses lanzadera dispuestos por la organización. Partiendo de la céntrica calle Zubieta cada seis minutos, la respuesta a la prohibición de subir en vehículos particulares al parque siendo una gran idea por más que pasan los años.

En el viaje nos topamos con Gorka e Iratxe, una pareja que sube pronto “para disfrutar de todo el evento”. No es lo habitual. En el bus solo viajamos tres personas a esta hora, las cinco de la tarde. Las explanadas del recinto andan lejos de los miles de festivaleros que pisarán estos pavimentos dentro de unas horas. A nuestra primera entrevistada también le gustan (atención, spoiler) “Vetusta Morla. Y tenemos muchas ganas de Annie B Sweet”.

Inglés y euskera juntos

Eraul es el grupo que tuvo el honor de cortar cortar la cinta actuante en esta edición del 2015. El grupo comandado Asier Beramendi, un donostiarra de 24 años, fue la gran sorpresa del evento. Su biografía dice que practica el “indie folk”, pero la etiqueta se le queda corta. Junta inglés y euskera en una misma canción, lee poemas en castellano entre tema y tema. Tan pronto se casca un tema soul como evoca los momentos más alegres de Mumford And Sons. Ayudado por una numerosa banda, sus tonos andan lejos del amateurismo que se le puede suponer a alguien que acaba de publicar sus primeras canciones.

El espacio comenzó llenarse poco a poco de gente, quienes descubrieron a última hora que la banda donostiarra Dotore ha cambiado su emplazamiento inicial por un pase en el pequeño Teatro Escondido. Dado que sobre el mismo encontrarán más detalles en el texto de apoyo, nos permitimos segur paseando por una zona que se preparó para la actuación de Typsy Gipsy & The Ghost Numbers. Otra banda donostiarra que dio lustre y elegancia al escenario pequeño del festival. Salieron vestidos como un pincel. Si hubiera un premio a los mejores vestidos, el galardón ya tenía dueño. Pero centrémonos en lo musical, que los muchachos (y muchacha) tiene mucha miga.

Tienen hechuras de banda de Emir Kusturika, y sus tonos podrían sonar en cualquiera de esos funerales que suelen capitalizar las películas de dicho director. También tienen un rollo country bien pegajoso, con melodías dignas de Johnny Cash pasadas por ese tamiz festivo. Resumiendo, si quieren escuchar música alegre apuesten por esta formación local. Si no te sacan una sonrisa es que eres digno de un Museo De Cera.

Y qué decir de Los Bracco. Lo suyo es la parranda popera, ese toque canalla del rock unido con letras bien curiosas y un cantante principal que contagia toda su energía al personal. Consiguieron convertir la explanada en un pub gigante, con la gente entregada a esas canciones que esta misma noche estarán tocando en Barcelona.
Porque al festival donostiarra le ha salido un hermano catalán. En el Tibidabo, para más señas. Algunos de los locales viajan para allá, caso de Rafael Berrio, Pet Fennec o estos Bracco. “Me encantan estos chavales” nos cuenta el guipuzcoano Pablo Guerrero a propósito de esta banda. También ha subido a ver a los Vetustos, cómo no. “Aunque me he pegado un repaso a la lista de spotify que ha hecho el festival y he descubierto cosas muy chulas. Es una gozada venir a salsear a este evento”.

A su vera Ana Imaz tiene el morro más fino. “Del programa de hoy me encanta House Of Wolves. Y mañana no me pierdo por nada del mundo a Niña Coyote y Chico Tornado ni a Yo La Tengo. La pena es que quería subir con mi hijo, pero hoy tenía fiebre. Mañana a ver si está mejor y se puede venir”. Porque el Kutxa Kultur monta talleres para los más peques desde primera hora de la tarde. Otro puntazo para quienes tienen retoños y quieren ir metiéndoles en gusanillo musical. O quieren ver conciertos y la paternidad o maternidad les ha frenado el ímpetu.

Paseamos por la zona de restauración, que debe tomar ese nombre porque vuelve a poner en su sitio a los estómagos más hambrientos. Este año hay hasta sushi, que comparten pasillo alimentario con crepes y carnes más grasientas.

En el elevado escenario Red Bull suena el chaston entrecortado de Pull My Strings. El grupo que toma el nombre de una canción de Dead Kennedys elabora ese pop agitado y nervioso que haría buenas migas con los donostiarras Correos. Allá nos topamos a Iñigo Eraso, a quien lanzamos la pregunta de turno. “Vetusta no Morla”, nos dice con sorna. “Una pena no haber llegado al teatro a ver a Dotore, pero qué se le va a hacer”. No le imaginen disgustado. La conversación que mantenía con sus amigos estaba llena de carcajadas. Porque a un festi, perdóneme usted, se viene a disfrutar. Y ellos, como la mayoría de los presentes, llevaban la máxima al máximo.

Donostikluba 2015: Una montaña suiza de sonidos


Además de Yo La Tengo la oferta del Kutxa Kultur es amplia y muy variada, con muchos atractivos en su cartel

Como sucede con los niños cuando visitan este tipo de parques, la programación del kutxa Kultur tiene tantas atracciones sonoras que no podríamos quedarnos con una sola. Allá van algunos de los puntos más destacados del programa.

En la zona alta Vetusta Morla no tiene muchos competidores este año. Sus conciertos de pop intenso calan entre amplios espectros de público. Serán uno de los reventones de la cita. Los valencianos La Habitación Roja andan celebrando su 20 aniversario con un disco “ad hoc” que reúne todos esos temas tarareados hasta la saciedad.

La norteamericana Angel Olsen tiene pop y energía como para que sus melodías empapen al personal cual sirimiri de primavera. The Strypes tienen pinta de ser el próximo elemento a exportar de la industria británica, con esa mezcla de pop mod y agradables tonos sesenteros que puede pintarles como hijos enérgicos de Ocean Colour Scene. Gustará a farreros y padres presentes.

Paremos un momento en una de las mayores virtudes de este evento, el de retratar la actualidad local en sus escenarios. Están los Bracco en su año de despegue, un Dotore siempre popero e investigador o la banda AMA, cuyo excelente último trabajo sobrevuela nuestras ideas desde que se editó. Sin olvidar a Pet Tennec, donostiarra afincado en Londres que ha masticado todos los discos de The Posies y Beach Boys como si fueran pintxos de lo viejo. O esos Tipsy Gipsies que han acercado el swing a una ciudad a la que acusan de no tenerlo. En el lado más fiero Niña Coyote eta Chica Tornado atronarán su rock como si fueran más que el dúo que son. Y atentos a Ainara Legardon, cuya particular creatividad sorprenderá a más de uno.

En “lo indie” los pamplonicas Tremenda Trementina juntarán vapor y guitarras como nadie. Mourn ya comienzan a ser más conocidas fuera que dentro de nuestras fronteras. Novedades Carminha enamorarán a los seguidores canallas de Los Nikis. Los recién llegados Albert Cavalier demostrarán que hay futuro en Donostialdea. Y como detalle para exigentes, los conciertos en el Teatro Escondido. Rafael Berrio y House of Wolves harán las delicias de quienes prefieren músicas más sentidas e íntimas.

Jazzaldia 2015: hechos de otra pasta

A uno se le hincha un poco el pecho cuando bandas como Bullet Proof Lovers son los encargados de empezar a cerrar el escenario principal gratuito de nuestro festival más callejero. Pocas bandas locales tienen el honor, la calidad y la oportunidad de tocar en semejante espacio a una hora tan relevante. Y ésta, con dos donostiarras y otros tantos de las cercanías, es además un icono de cómo hacer las cosas. Llevan media vida girando por salas bajo otros nombres, peleando para que la música en esas ciudades siga viva lejos de las comercialidades, pegada a ese “underground” que tanto nos gusta.

Pero no somos tan tontos como para no desearles los mayores éxitos, porque el aplauso también se dirige a los garitos peleones que les programan y a esos asistentes que no se pierden una sea gratis o de pago, martes o jueves, marzo o septiembre. Y por todo eso nos alegramos cuando el orgullo del rock tuvo por fin una visualización muy relevante. Aunque estuvieron a punto de no tocar. ¿Sabían que uno de sus miembros tuvo un cólico el pasado jueves? Y ya los vieron, corriendo de un sitio a otro sin parar de tocar, cantar o aporrear. Esta gente está hecha de otra pasta, demonios.

La banda la capitanea un vivaracho Kurt Baker. El norteamericano, cuyas canciones suenen sonar día sí y día también en el programa de radio de Steven Van Zandt, se dejó hipnotizar hace un par de años por nuestro tapeo (defendido el pasado sábado con nombres y apellidos) y nuestra forma de vida, y echó raíces entre nuestros instrumentistas. Juntos han unido inquietudes. Baker le ha puesto sabor “powerpopero” a las melodías. El resto las ha endurecido un poco, viniendo como vienen del punk y el rock contundente. Y en una crepuscular playa aquello fue una buena parranda guitarrera, extendida luego por los bares más musiqueros de la parte vieja. Las formaciones capitalinas de este nivel siempre serán bienvenidas en estos espacios destacados.

El principal escenario playero se cerró con la maravillosa actuación de Lee Fields y sus Expressions. Menuda juerga soul a cargo de este heredero de James Brown. Hasta repite sus arranques, con la banda pegándole fuerte un par de temas antes de que el autor principal salga a escena. Quizás el ojo, la historia y la costumbre nos pedía una formación que compartiera color de piel con el cantante, mas todos ellos eran caucásicos a más no poder.

Poco importó en el resultado final, lleno de energía y vitalidad. La única pega fue la escueta sección de viento y la falta de coristas. Pero los presentes cumplieron con creces el rol de elevar los cantos, gritos y movimientos del cantor de Carolina del Norte y nos permitieron disfrutar de un fin de fiesta glorioso, casi épico. Una forma inmejorable de decir adiós a este espacio principal.

Pero no solo hubo rock y soul en la zona de terrazas. En el coqueto escenario Coca Cola los guipuzcoanos Sky Beats ofrecían una lista de canciones de marcado carácter festivo, con el pop y el funky más agradable como columna vertebral. En la zona superior Elkano Browning Cream volvían a ofrecer un show memorable, quizás el mejor de los que les hemos visto en este certamen. La nocturnidad de la cita les sentó de maravilla, sonando sus melodías aún más vivas.

El Escenario Frigo se clausuró con otro buen momento protagonizado por alumnos de Musikene, agrupados en esta ocasión bajo el nombre de “Iguana”. Potentes camaleones que tan pronto se apuntaban al jazz más potente y enérgico como defendían las ventajas de ese “swingaldia” que tanto cala en el respetable local. Aquí, allí y más allá las zonas estaban a reventar de gente, como era de esperar. Disfrutando todos de los conciertos propuestos y la bonanza climática.

Jazzaldia 2015: Vacaciones en el mar

Que me perdonen los vecinos navarros. Pero en este texto que cierra los retratos del Jazzaldia 2015 sólo se nos ocurre recuperar el canto del 14 de julio. Y como el jazz es experimentación y juego, viramos un poco el clásico para decir “pobre de mí, pobre de mí, que se ha acabado el jazzaldi de Donosti”. Vale, no nos van a dar un hueco en “El club de la comedia”. Pero nos parecía un canto muy apropiado para ilustrar lo bien que lo hemos pasado en esta edición del 2015.

La pareja que nos encontramos en el Nauticool – la primera de nuestras paradas- eran la viva imagen de nuestra copla de despedida. Aferrados al vaso de refresco como si fuera el Santo Grial, hablaban sobre el deseo de que el Jazzaldia ampliara en el futuro su ristra de patrocinadores invitando a farmacéuticas. “yo lo veo, Ibuprofenaldia”, decían uno de ellos con cara de haber dormido poco.

Los encargados de la música habían denominado a la cita “Soul Sunday”. Nuestro querido Luis Beltza, agitador nato y dueño de la tienda de discos Beltza Records, ofrecía tersos pasajes de música de raíces afroamericanas y voces femeninas que convertía la esquina donostiarra en un plató de “Vacaciones en el mar”.

Nuestros andares continuaron hasta el Quiosco del Boulevard. Allá actuaba la banda Eigen Hulp. O como la denominó un salado compañero de cita, “la orquestina Cocoon”. Una agrupación de jubilados y jubilosos músicos que tocaban sus instrumentos e invitaban a los niños a formar parte de las piezas. Hasta se atrevieron con el “Back to USSR” de los Beatles. No estaba nada mal la propuesta de esta agrupación holandesa. En sus 40 años de trayectoria han realizado todo tipo de actuaciones: en la calle, en mercados, en eventos culturales. Y también en orfanatos, residencias de ancianos, hogares para personas con discapacidad y prisiones. Mejor no preguntarles en qué categoría habrán etiquetado la velada donostiarra.

En las terrazas volaba alto Charles McPherson, ahora ya sin la amenaza de esa lluvia que le obligó a suspender el otro día. Aunque la gente notaba el castigo del sol a la espalda. Aducían esa razón para explicar la presencia de sillas libres. Algo extraño en este turno dominguero que solía reunir a mucha gente cuando lo presentado era una Big Band.

En la terraza Heineken superior estaban Bengalifere Trío ofreciendo uno de los conciertos más libres de este año. A veces nos preguntamos para qué llevarán las partituras, y qué habrá dibujado en ellas. Porque lo del domingo fue muy “free”, esos tonos de apariencia anárquica que siguen algún extraño patrón mental. Eso sí, qué bonito es el euskera de Iparralde, el idioma que emplearon a la hora de presentar las canciones instrumentales.

En la txoko Coca Cola actuaron Dynamic Trio. Nosotros les disfrutramos tocando un tema bastante blues, al que le siguieron largas instrumentaciones de aire más popero (por decir algo, que aquello tampoco eran hits de Beyonce) y melodías oscuras y tenues que parecían homenajear el “Moonriver” de Burt Bacharach.

La fiesta de esta zona gratuita fue finalizando, ya con las nubes instaladas en el cielo y la noche como compañera, con el show de la Reunion Big Band y los conciertos de Azar Lawrence Quartet y Unity. Bonito cierre para otra edición fantástica de estas terrazas sonoras gratuitas. ¡Hasta el año que viene!