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Jazzaldia 2015: Vacaciones en el mar

Que me perdonen los vecinos navarros. Pero en este texto que cierra los retratos del Jazzaldia 2015 sólo se nos ocurre recuperar el canto del 14 de julio. Y como el jazz es experimentación y juego, viramos un poco el clásico para decir “pobre de mí, pobre de mí, que se ha acabado el jazzaldi de Donosti”. Vale, no nos van a dar un hueco en “El club de la comedia”. Pero nos parecía un canto muy apropiado para ilustrar lo bien que lo hemos pasado en esta edición del 2015.

La pareja que nos encontramos en el Nauticool – la primera de nuestras paradas- eran la viva imagen de nuestra copla de despedida. Aferrados al vaso de refresco como si fuera el Santo Grial, hablaban sobre el deseo de que el Jazzaldia ampliara en el futuro su ristra de patrocinadores invitando a farmacéuticas. “yo lo veo, Ibuprofenaldia”, decían uno de ellos con cara de haber dormido poco.

Los encargados de la música habían denominado a la cita “Soul Sunday”. Nuestro querido Luis Beltza, agitador nato y dueño de la tienda de discos Beltza Records, ofrecía tersos pasajes de música de raíces afroamericanas y voces femeninas que convertía la esquina donostiarra en un plató de “Vacaciones en el mar”.

Nuestros andares continuaron hasta el Quiosco del Boulevard. Allá actuaba la banda Eigen Hulp. O como la denominó un salado compañero de cita, “la orquestina Cocoon”. Una agrupación de jubilados y jubilosos músicos que tocaban sus instrumentos e invitaban a los niños a formar parte de las piezas. Hasta se atrevieron con el “Back to USSR” de los Beatles. No estaba nada mal la propuesta de esta agrupación holandesa. En sus 40 años de trayectoria han realizado todo tipo de actuaciones: en la calle, en mercados, en eventos culturales. Y también en orfanatos, residencias de ancianos, hogares para personas con discapacidad y prisiones. Mejor no preguntarles en qué categoría habrán etiquetado la velada donostiarra.

En las terrazas volaba alto Charles McPherson, ahora ya sin la amenaza de esa lluvia que le obligó a suspender el otro día. Aunque la gente notaba el castigo del sol a la espalda. Aducían esa razón para explicar la presencia de sillas libres. Algo extraño en este turno dominguero que solía reunir a mucha gente cuando lo presentado era una Big Band.

En la terraza Heineken superior estaban Bengalifere Trío ofreciendo uno de los conciertos más libres de este año. A veces nos preguntamos para qué llevarán las partituras, y qué habrá dibujado en ellas. Porque lo del domingo fue muy “free”, esos tonos de apariencia anárquica que siguen algún extraño patrón mental. Eso sí, qué bonito es el euskera de Iparralde, el idioma que emplearon a la hora de presentar las canciones instrumentales.

En la txoko Coca Cola actuaron Dynamic Trio. Nosotros les disfrutramos tocando un tema bastante blues, al que le siguieron largas instrumentaciones de aire más popero (por decir algo, que aquello tampoco eran hits de Beyonce) y melodías oscuras y tenues que parecían homenajear el “Moonriver” de Burt Bacharach.

La fiesta de esta zona gratuita fue finalizando, ya con las nubes instaladas en el cielo y la noche como compañera, con el show de la Reunion Big Band y los conciertos de Azar Lawrence Quartet y Unity. Bonito cierre para otra edición fantástica de estas terrazas sonoras gratuitas. ¡Hasta el año que viene!

Publicado enCríticas de conciertosReportajes

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