Saltar al contenido

Etiqueta: Vetusta Morla

Vetusta Morla: Una épica impactante

Intérpretes: Vetusta Morla. Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Día: 01/11/2019. Asistencia: unas 1400 personas.

Recién llegados de una gira por EE.UU la banda Vetusta Morla disfrutaba de lo que ellos llamaron “una mini residencia en Donostia”. El grupo que hace un año metió 38000 almas (más o menos la población de Rentería) en su evento de la capital de España se presentaba con todo el taquillaje vendido -hoy- y pocos huecos libres en el día añadido -ayer-. Aviso: si son de los que van esta noche a verles párense aquí, que igual se comen algún que otro “spoiler”.

Con una escenografía apabullante comenzaron con “Mismo Sitio, Distinto Lugar” mientras la gran pantalla de fondo lanzaba imágenes grabadas – luego emitiría partes del show en vivo- y la música llegaba en formato atronador. ¡Menudo volumen gastaron ayer! Y puntazo el del cantante, que además de los distintos guiños al euskera admitió que lleva ocho años viniendo como espectador a nuestro Zinemaldia.

Los madrileños tocan cada canción como si fuera la última de la velada, cuando se busca elevar los ánimos de los presentes. Gentes que para el cuarto tema ya se habían puesto de pie para no sentarse en el resto de las dos horas de actuación. Todos disfrutaron de los éxitos más conocidos (“Copenhague”, “Sálvese quien pueda”) y las creaciones muy bien elaboradas (“Guerra Civil”, “La vieja escuela”). Con pasajes más relajados (“23 de junio”, “Maldita dulzura”) y cortes en los que la tensión iba entrando poco a poco (“Cuarteles de invierno”). Nos acordamos del grupo Muse en “Te lo digo a ti”, y remarcamos el country de “Punto sin retorno”. Potente, intenso y muy elaborado sobre el escenario, Vetusta Morla ofreció un concierto de gran impacto.

Kutxa Kultur, tú siempre molas

El día en el que Yo La Tengo vino para encantar a propios y extraños nuestro paseo se fijó en otros grandes momentos del festical donostiarra.

Los festivales de música son una reunión poliédrica de gustos y enfoques. Son espacios para la parranda, en este caso con un marco casi imbatible. Aunque a veces esa celebración choque con quienes desean escuchar con nitidez las canciones de la banda de turno. Los “festis” también se presentan como un espacio para comulgar con otros fans. Lo de comulgar debió llegar a momentos casi purificadores en el caso de Vetusta Morla el viernes, con todo el mundo cantando a todas y cada una de las frases entonadas por su micrófono principal.

Y estas reuniones también son los sitios perfectos para sufrir el “Efecto Messi”, que no es otra cosa que ver a chavales casi sin permiso para acceder a estos recintos tocando a las mil maravillas. Esta sensación brotó viendo a Mourn. tres chicas y un chico que solo podrían pisar las discotecas sin alcohol y que mostraban un empaque que ni una banda de blues, amigos. Por allá andaba el padre de las dos cantantes, el también creador The New Raemon. “¿Las tendrá en el trastero de casa día y noche tocando el tío? Porque sino no me explico cómo es posible que lo borden de esa manera”, nos decía un sorprendido asistente de nombre Oriol.

Más que ese toque de esclavitud, lo que sí es el Nuevo Ramón es un buen entrenador. Por algo a Mourn, que saca sus temas en el sello catalán Sones, les editan también en EEUU. ¿La razón? Su fórmula camina entre el pop cabreado con toques “grunge” y melodías sucias que no desentonarían en el mejor disco de Hole. El último tema interpretado, mucho más abierto, parece dibujarles un futuro mucho más inquieto y experimental.

En una categoría similar pusimos a los locales Albert Cavalier, aunque lo suyo sea más garajero. Su cancionero toca muchos palos. Es normal, aún están echando a andar. Por eso hay momentos más melódicos que otros, aunque casi todos sean bien “farreros”. Se lo pasan pipa tocando, y eso se contagia.

Los festivales también dan lugar a pequeños dramas (del primer mundo, claro) porque dos de las mejores bandas del cartel comparten horario de actuación. Fue lo que nos pasó con los donostiarras AMA y la banda anglovasca Pet Fennec. Como el teletransporte aún no está en nuestras manos, tuvimos que picar aquí y allá para poder disfrutar de ambas citas. Y vaya si disfrutamos.

El trío AMA ofreció un concierto fantástico en el a veces ingrato autobús de Red Bull, ese espacio que cumple con la función de ampliar la oferta y quien sabe si peca de incomodidad para actuantes y oyentes. Nada de eso importó a los chicos, que no se dejaron ni una perla en casa. Algunas de ellas con un elegante toque soul, o de “soul blando”, como afirmaba divertido uno de sus integrantes.

Y qué decir de Pet Fennec. Alucinante, soberbio, maravilloso. El grupo está comandado por Urko, un donostiarra residente en Londres que se ha traído a sus colegas británicos. Juntos estrenaron en la ciudad una serie de melodías que nos evocaron muchos grandes recuerdos y un futuro, el suyo, bien prometedor. Sus tonos “soft” nos llevaban al Neil Young de los años sesenta. Y sus arrebatos le emparentaban con los mejores The Posies. En medio, unos juegos vocales de aúpa y mucho gusto por las melodías. Algunos musiqueros locales llaman a Urko “el mejor creador de melodías de la ciudad”. Lo de ayer solo confirma que no andan muy desencaminados.

Y tras la calma, la tempestad. Porque estos eventos populares tienen una oferta que va desde los terso a lo árido. Por ahí podríamos colocar a Niña Tornado y Chico Coyote, un dúo que suena como una banda de hard rock. Increíble la tangana que pueden montar siendo tan poca gente. Las canciones ayudan, claro. Una especie de rock cada vez más “hard” que llena cualquier escenario. En idéntica categoría colocaremos a Black Box Red, aunque en este caso cambian los papeles. Ella canta y guitarrea y él le pega a la batería como si ésta le debiera dinero.

Los festivales, los buenos, también tienen un reservado en el que se pueden escuchar cosas más especiales. El viernes fue el turno de Dotore y House Of Wolves, quienes llenaron de tonos tersos el Teatro Escondido para disfrute de cincuenta elegidos. Claro que a veces esa coquetería y ese mimo parezca jugar contra el estilo. Rafael Berrio con banda, que era la oferta de ayer, podría haber puesto boca abajo cualquiera de los emplazamientos del Kutxa kultur. Pero parece que fue exigencia del autor, quien desea mantener el personaje en términos de fama controlada. Una pena, esperemos que se lance con esta estos socios (Joseba Lenoir y Rafa Rueda, entre otros) a tocar en sitios más accesibles. El concierto del sábado fue la repera, como bien suponen. Parecía la Factory de su adorado Lou Reed. Sus cantares repletos de ironía y alambicados juegos de palabras casaron de maravilla con este envoltorio rockero.

Los festivales son también sitios en los que puedes ver de un vistazo un montón de propuestas distintas. Impactante fue la actuación de John Grvy, joven madrileño que sigue los caminos de Frank Ocean, The Weeknd y James Blake. Costó un poco bajar al adrenalina, pero una vez en la tierra nuestra alma se contorsionó al ritmo de ese soul elegante y actual. No se preocupen si no lo escucharon, tiene pinta de que va a sonar hasta en los autobuses de línea.

Y una vez ahí, sintiendo el “flow”, vuelta a la parranda con Novedades Carminha. Que la montaña suiza también es de emociones. El trío gallego practica un rock bien cachondo, con temas como “Tu antes molabas” y “Antigua pero moderna”. Un tono muy festivalero que hizo disfrutar a los asistentes. Sensación que compartieron los cientos de seguidores de La Habitación Roja, que para deleite de fans andan presentado un disco de grandes éxitos. Escuchando su estrofa de “hoy es un día perfecto” uno no podía pensar en este certamen que mima a las formaciones de la región, apuesta por los consagrados y siempre intenta ofrecer una muy dichosa pluralidad. Seguro que el año que viene sigue manteniendo el mismo enfoque. Y con eso ya nos vale.

Kutxa Kultur festibala: Un parque de sonidos atractivos

El Festival Kutxa Kultur del románticamente vestusto Parque de Igeldo ofreció una gran jornada inaugural capitaneada por la actuación de Vetusta Morla

“Vetusta Morla”, “Vetusta Morla”, “Vetusta Morla”. Si nos hubieran dado un euro cada vez que escuchamos ese nombre al preguntar a los asistentes por su banda preferida del cartel habríamos pagado rondas y rondas en los bares turísticos sin siquiera mirar la cuenta. O subido en helicóptero al monte Igeldo. Mas lo hicimos en uno de los buses lanzadera dispuestos por la organización. Partiendo de la céntrica calle Zubieta cada seis minutos, la respuesta a la prohibición de subir en vehículos particulares al parque siendo una gran idea por más que pasan los años.

En el viaje nos topamos con Gorka e Iratxe, una pareja que sube pronto “para disfrutar de todo el evento”. No es lo habitual. En el bus solo viajamos tres personas a esta hora, las cinco de la tarde. Las explanadas del recinto andan lejos de los miles de festivaleros que pisarán estos pavimentos dentro de unas horas. A nuestra primera entrevistada también le gustan (atención, spoiler) “Vetusta Morla. Y tenemos muchas ganas de Annie B Sweet”.

Inglés y euskera juntos

Eraul es el grupo que tuvo el honor de cortar cortar la cinta actuante en esta edición del 2015. El grupo comandado Asier Beramendi, un donostiarra de 24 años, fue la gran sorpresa del evento. Su biografía dice que practica el “indie folk”, pero la etiqueta se le queda corta. Junta inglés y euskera en una misma canción, lee poemas en castellano entre tema y tema. Tan pronto se casca un tema soul como evoca los momentos más alegres de Mumford And Sons. Ayudado por una numerosa banda, sus tonos andan lejos del amateurismo que se le puede suponer a alguien que acaba de publicar sus primeras canciones.

El espacio comenzó llenarse poco a poco de gente, quienes descubrieron a última hora que la banda donostiarra Dotore ha cambiado su emplazamiento inicial por un pase en el pequeño Teatro Escondido. Dado que sobre el mismo encontrarán más detalles en el texto de apoyo, nos permitimos segur paseando por una zona que se preparó para la actuación de Typsy Gipsy & The Ghost Numbers. Otra banda donostiarra que dio lustre y elegancia al escenario pequeño del festival. Salieron vestidos como un pincel. Si hubiera un premio a los mejores vestidos, el galardón ya tenía dueño. Pero centrémonos en lo musical, que los muchachos (y muchacha) tiene mucha miga.

Tienen hechuras de banda de Emir Kusturika, y sus tonos podrían sonar en cualquiera de esos funerales que suelen capitalizar las películas de dicho director. También tienen un rollo country bien pegajoso, con melodías dignas de Johnny Cash pasadas por ese tamiz festivo. Resumiendo, si quieren escuchar música alegre apuesten por esta formación local. Si no te sacan una sonrisa es que eres digno de un Museo De Cera.

Y qué decir de Los Bracco. Lo suyo es la parranda popera, ese toque canalla del rock unido con letras bien curiosas y un cantante principal que contagia toda su energía al personal. Consiguieron convertir la explanada en un pub gigante, con la gente entregada a esas canciones que esta misma noche estarán tocando en Barcelona.
Porque al festival donostiarra le ha salido un hermano catalán. En el Tibidabo, para más señas. Algunos de los locales viajan para allá, caso de Rafael Berrio, Pet Fennec o estos Bracco. “Me encantan estos chavales” nos cuenta el guipuzcoano Pablo Guerrero a propósito de esta banda. También ha subido a ver a los Vetustos, cómo no. “Aunque me he pegado un repaso a la lista de spotify que ha hecho el festival y he descubierto cosas muy chulas. Es una gozada venir a salsear a este evento”.

A su vera Ana Imaz tiene el morro más fino. “Del programa de hoy me encanta House Of Wolves. Y mañana no me pierdo por nada del mundo a Niña Coyote y Chico Tornado ni a Yo La Tengo. La pena es que quería subir con mi hijo, pero hoy tenía fiebre. Mañana a ver si está mejor y se puede venir”. Porque el Kutxa Kultur monta talleres para los más peques desde primera hora de la tarde. Otro puntazo para quienes tienen retoños y quieren ir metiéndoles en gusanillo musical. O quieren ver conciertos y la paternidad o maternidad les ha frenado el ímpetu.

Paseamos por la zona de restauración, que debe tomar ese nombre porque vuelve a poner en su sitio a los estómagos más hambrientos. Este año hay hasta sushi, que comparten pasillo alimentario con crepes y carnes más grasientas.

En el elevado escenario Red Bull suena el chaston entrecortado de Pull My Strings. El grupo que toma el nombre de una canción de Dead Kennedys elabora ese pop agitado y nervioso que haría buenas migas con los donostiarras Correos. Allá nos topamos a Iñigo Eraso, a quien lanzamos la pregunta de turno. “Vetusta no Morla”, nos dice con sorna. “Una pena no haber llegado al teatro a ver a Dotore, pero qué se le va a hacer”. No le imaginen disgustado. La conversación que mantenía con sus amigos estaba llena de carcajadas. Porque a un festi, perdóneme usted, se viene a disfrutar. Y ellos, como la mayoría de los presentes, llevaban la máxima al máximo.

Donostikluba 2015: Una montaña suiza de sonidos


Además de Yo La Tengo la oferta del Kutxa Kultur es amplia y muy variada, con muchos atractivos en su cartel

Como sucede con los niños cuando visitan este tipo de parques, la programación del kutxa Kultur tiene tantas atracciones sonoras que no podríamos quedarnos con una sola. Allá van algunos de los puntos más destacados del programa.

En la zona alta Vetusta Morla no tiene muchos competidores este año. Sus conciertos de pop intenso calan entre amplios espectros de público. Serán uno de los reventones de la cita. Los valencianos La Habitación Roja andan celebrando su 20 aniversario con un disco “ad hoc” que reúne todos esos temas tarareados hasta la saciedad.

La norteamericana Angel Olsen tiene pop y energía como para que sus melodías empapen al personal cual sirimiri de primavera. The Strypes tienen pinta de ser el próximo elemento a exportar de la industria británica, con esa mezcla de pop mod y agradables tonos sesenteros que puede pintarles como hijos enérgicos de Ocean Colour Scene. Gustará a farreros y padres presentes.

Paremos un momento en una de las mayores virtudes de este evento, el de retratar la actualidad local en sus escenarios. Están los Bracco en su año de despegue, un Dotore siempre popero e investigador o la banda AMA, cuyo excelente último trabajo sobrevuela nuestras ideas desde que se editó. Sin olvidar a Pet Tennec, donostiarra afincado en Londres que ha masticado todos los discos de The Posies y Beach Boys como si fueran pintxos de lo viejo. O esos Tipsy Gipsies que han acercado el swing a una ciudad a la que acusan de no tenerlo. En el lado más fiero Niña Coyote eta Chica Tornado atronarán su rock como si fueran más que el dúo que son. Y atentos a Ainara Legardon, cuya particular creatividad sorprenderá a más de uno.

En “lo indie” los pamplonicas Tremenda Trementina juntarán vapor y guitarras como nadie. Mourn ya comienzan a ser más conocidas fuera que dentro de nuestras fronteras. Novedades Carminha enamorarán a los seguidores canallas de Los Nikis. Los recién llegados Albert Cavalier demostrarán que hay futuro en Donostialdea. Y como detalle para exigentes, los conciertos en el Teatro Escondido. Rafael Berrio y House of Wolves harán las delicias de quienes prefieren músicas más sentidas e íntimas.

Vetusta Morla: La caza del zorro

Intérpretes: Juan Pedro Martín «Pucho» (voz), Álvaro Benito (bajo), Guillermo Galván (guitarra), Jorge González Giralda (percusión, teclados), David García Garrote (batería), Juan Manuel Latorre (guitarra, teclados). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia).Asistencia: Lleno, unas 900 personas. Entradas: Entre 25 y 15 euros.

Empecemos quemando los rastrojos: “Si la banda Radiohead no hubiera existido, Vetusta Morla no hubieran tenido el calado y la aceptación que tienen hoy en día”. Vale. Correcto. Y real.

Muchas de las estructuras que los madrileños emplean en sus canciones beben (hasta el coma etílico, que diría el veterano) de los sincopados temas de la última época de los británicos, cuando la sorpresa rupturista ya se había asimilado un poco.

Pero si analizáramos todas las bandas con ese rasero racional nos iban a quedar cuatro gatos: Elvis Presley, los Beatles, los Beach Boys y tres más. Además, al 80% de los asistentes que anoche reventaron el Victoria Eugenia Thom Yorke (cantante de Radiohead) les suena a producto de charcutería o condado británico donde se juega a cazar al zorro. Y lo más importante del todo: Vetusta Morla conectan con la gente.

Con solo esa última parte todo el doctorado explicado en líneas anteriores cae como un castillo de naipes. Es cierto que cuando metes una banda de estadio (el sexteto llenó la playa de la Zurriola el pasado Jazzaldia) en un recinto cerrado se magnifica la atención, la cercanía y la energía. Pero eso también hay que ganárselo. Y Vetusta Morla lo hacen con canciones. Las ruedas que deben mover el mundo musical.

Los castellanos, seguidores del lirismo elevado del pop actual, tienen más singles en su único disco que Mecano en media discografía. Créanme si les digo que 14 de las 18 canciones ejecutadas el jueves en Donostia saldrían en vinilos pequeños si aún viviéramos en los años 80.

Y no les duelen prendas a la hora de quemar sus melodías más conocidas (“Un día en el Mundo, Copenhague”) antes de llegar al cuarto de hora de velada. Se muestran sobrados, excelsos, rabiosos, sencillos pero directos. Convirtiendo el antiguo emplazamiento guipuzcoano en un teatro británico moderno en toda regla. Ya saben, esos espacios que eliminaron los asientos para incrementar la animosidad de los presentes. Salvando las distancias, el Victoria Eugenia fue un Apollo o un Bowery en toda regla. Y cambiar ese chip solo lo consigue la conexión de la banda con los que pagaron por verlos.

Porque tienen al público en el bolsillo. Nunca habrá tal euforia en nuestra ciudad como para reventar los asientos del V.E. a patadas. Pero ver a todos los espectadores continuando los coros del tema “Saharabbey Road” para que la banda hiciera un bis es algo extraordinario. Lastima que en esa continuación no se mostraran tan acertados como en el resto de la noche. Sino, estaríamos hablando de una muesca en la historia cultural de nuestra ciudad.

Jazzaldia 2009: Jake Shimabukuro, Russian Red, …

Gorka Larrumbide y J.L. Etxeberria

Al Jazzaldia le tocaba estrenar aún la playa de la Zurriola. Y el día no pudo salir más redondo. Los escenarios gratuitos lucían ayer bonitos, soleados, divertidos.

Casi con puntualidad británica la efervescencia jazzística arrancaba tímidamente a las 18.30 mientras los bañistas apuraban la chicharrina playera. El sonido de las baterías, los bajos y las voces cálidas de los intérpretes animaban a acercarse.

Por allí desfilaron chancletas, bikinis, bañadores, gafas de sol y bronceados, y como quien no quiere la cosa, las terrazas se fueron llenado. Flor Begue y Cristina Montull Trio abrieron la mano. La banda se dio a conocer al público donostiarra el pasado diciembre en Altxerri con la interpretación de standards clásicos de jazz.

Ayer repitieron programa en el espacio Frigo. Los componentes del trío, todos ellos alumnos de Musikene, demostraron su valía con Flor a la cabeza. Sonó cuco, suave, apetecible. Gustó y se fueron vitoreados, no sin antes regalarnos una propina «más marchosa».

Conciertos en el escenario Verde, por la tarde

Los más puristas tenían una cita ineludible con In The Country en la carpa Heineken. Por allí se vio al jefe de todo esto, al director del Jazzaldia Miguel Martín, que gustoso aplaudía a la ya reconocida como mejor banda noruega de jazz. Sonaron contundentes con su música en estado puro.

El proyecto Chronology Quartet, creado recientemente en Musikene y la poderosa agrupación navarra Gregario Deluxe deleitaron en los impasses en los que el escenario verde descansaba del rugir de Russian Red y Vetusta Morla, los más aclamados de la noche.