[Para evitar que la gente se mosquee (y se alegre) sin razón aparente, que se deberá concretar como tal cuando toque o no toque pero lejos de estos medios, quito los párrafos iniciales. La consulta sigue abierta para lo que deseen 😀 ]
El Heineken Jazzaldia de Donostia siempre fue una época llena de contrastes para loveof74. Pero lo de este año ha sido realmente extremo. Lo elevado, estratosférico. Lo negativo, infernal. Y no hablamos solo de música, claro. Pero en ella nos centraremos.
Hoy se presentará el balance oficial. Seguro que es positivo. Debe serlo, no sé si en los números y adjetivos que se emplearán, pero estoy seguro de que tienen todo el derecho y la justicia del mundo para ser optimistas: Mucha gente en los actos (puede que menos que otros años, pero sigue siendo mucha) y conciertos interesantes para los gustos de casi todo el público (al que le gusta la música).
Que cada uno de ustedes ponga la pica en (el escenario) Flandes, pero para nosotros el lado popero estuvo muy bien, el bailarín a ratos y el jazzero tuvo escenificaciones realmente preciosas. Hubo momentos casi vergonzosos y paradas de quedarse con la boca abierta. Y lo mejor de todo es que cada uno puede nominalizar y personalizar estas expresiones con nombres antagónicos.
Otro año más, la organización ha cumplido con creces su papel en internet. Este año hubo conciertos secretos que solo se anunciaban de esa manera. La web ha estado bien actualizada estos días de ajetreo. El director se ha seguido mostrando muy cercano y activo en su blog, respondiendo de manera casi automática (dentro del timing que puede tener siendo el chef de un evento de este tipo) a todos los comentarios. También hubo huecos flagrantes –que viajarán en valija diplomática hasta la embajada-, pero la defensa en zona funcionó a la perfección.
Los patrocinadores pueden respirar tranquilos, aunque más de uno pida una VIA T, de Trago, para obtener algún descuentillo en las barras expendedoras. Pero eso entra dentro del eterno giratutto de estas cuestiones: “¿La cerveza es cara o barata para todo lo que se ofrece?”. En dicha categoría añadiremos “No hay suficiente jazz en el festival” y “Educación y su ausencia en los conciertos musicales”. Cuestiones hipnóticas sin fin, cual remolino en el océano.
Volviendo a las bebidas, sorprendió un poco que la campaña habitual de reciclaje, los vasos verdes del euro (similares a estos, ¿recuerdan?), no hayan repetido experiencia en un evento tan multitudinario como este. Y saludamos efusivamente a los futuros asistentes al Jazzaldia, los Birraman, superhéroes cargados de pimple espumoso que a buen seguro pasearán por la arena de la playa en la cita del 2011. Al tiempo…
Se acabó el jazz. Solo los 360 días que quedan hasta el siguiente Heineken Jazzaldia darán un sentido u otro a esa frase.
P.D. : La foto es de Lolo Vasco, sacada de la web del festival.