Intérpretes: Mala Rodríguez, Jaula de grillos. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 30 Mayo 2007. Asistencia: Lleno, unas 700 personas
«Cientos de personas/patean la cuesta/hay concierto guapo en la Gazteszena/ canta la Mala/ahora Mala Rodríguez/que agota el taquillaje y deja gente en la puerta/ Chicos, chicas, B-Boys y mucha gente mona/que flipa y alucina con el hip hop de nueva ola.»
Y así seguiríamos párrafos y estrofas intentando explicar las maravillas de las que disfrutamos en el concierto del pasado jueves en Donostia, hipnotizados por el tirón que demuestra el hip hop en nuestra Bella Easo, contagiados por las rimas llevaderas y las cadencias negroides de estas músicas.
Pero seremos benévolos con los lectores y dejaremos los malamarismos (nombre el último disco de la cantante Mala Rodríguez, nombre principal del cartel del jueves) para gente más entrenada y experta.
Como los chicos de Jaula de Grillos. Colectivo vasco populoso que colocó cinco de sus voces a pasear por las tablas de Egia. Gentes de Martutene, Donostia o Gasteiz que practican esa suerte de hip hop (¿inteligente?, ¿cotidiano?), alejándose de los tópicos de chicas-pasta-coches que en su momento se importaron alegremente de Estados Unidos.
Y a los EEUU y Puerto Rico viajó Mala Rodríguez a grabar su nuevo disco. Del país de los rodeos captó la parlanchina el concepto de espectáculo que maravilló en Donostia. Una chica controlando el ordenador que coordinaba bases sonoras e imágenes proyectadas. Dos armarios roperos cantarines de dejes caribeños. Un DJ rayando sedoso los discos. Dos coloristas coristas.
Y, sobre todas las cosas que ha adoptado en su viaje trasatlántico, destaca la manera de enfocar el hip-hop como una música abierta y suave, con unas bases que saben amoldarse a tonos más suaves. Como el R´n´B que exporta Lauryn Hill. Como la fiereza domada que nos llega en los discos de Lily Allen.
Por esa camaleónica mutación del escupitajo a la protesta de flow sureño elegantemente musicalizada aparece la dama en 3 eventos tan dispares como los festivales del Sonar, Monegros y la Mar de Músicas. Y en todos ellos, como nos pasó a nosotros, alucinarán con las (buenas) nuevas maneras de la gaditana.
Segundos en el Concurso Pop Rock Ciudad de San Sebastián de año pasado, los miembros de Boogie Van emplearon el galardón económico para, como dicen los concursantes de la tele, tapar unos agujeros. “Hemos hecho camisetas, que llevábamos mucho tiempo con la idea de hacerlas, y también se ha renovado el material del grupo en el local”.
Justo un día después de conmemorarse el aniversario de la famosa “Revolución de los claveles” portuguesa aterrizaba en la antigua capital guipuzcoana la artista Mariza, la primera de las dos citas que el ciclo “Tolosa Munduan” ha dedicado a artistas del país que siluetea la nariz peninsular.
Entre las toneladas de letras de amor y desamor que Pau Dones, líder del grupo Jarabe de Palo, presenta en sus CDs siempre hay un hueco para los juegos de palabras y giros elaborados sobre el contraste de términos. Será que, como afirma en una de sus tonadas más conocidas, “Todo depende. De según cómo se mire todo depende”. Esa referencia a la eterna historia de la botella medio llena/medio vacía nos sirve para analizar el concierto de Jarabe de Palo el pasado sábado en Donostia.
El bar que hay debajo de mi casa tiene una carta muy sencilla en elaboración y variedad: macarrones y ensalada, filete o pescado, flan y natillas. Y puerta, que hay gente esperando.
¿Cuánta gente se compró el último disco de Señor Chinarro? Ojo, no se lo tomen como un purismo, ni como una serenata de la Sociedad General De Autores. Pero es más cierto que el hambre en África que en los últimos tiempos, cada vez que vamos a un concierto teóricamente indie o minoritario, la sala está repleta para ver a músicos que hasta hace bien poco no pisaban nuestra provincia por falta de quórum. Que es lo que suele pagar las furgonetas de desplazamiento y los hostales en la Parte Vieja.
BLOC PARTY