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Mes: noviembre 2015

Mezcla al cubo

Ficha : Neneh Cherry & Rocket Number Nine. Lugar: Salas polivalentes del Auditorio Kursaal (Donostia). Dia: 28 de noviembre del 2015. Asistencia: unas 500 personas.

Anduvo cerca del lleno, aunque lo espacioso del lugar pareciera indicar lo contrario, la visita de Neneh Cherry al resultón espacio polivalente del Kursaal. Un “txoko” que se inauguró con otro reventón, el de Morodo, y que parece funcionar de maravilla en los eventos que reniegan de esos asientos que caracterizan a sus dos hermanos mayores, los “cubos”.

La de ayer era, en palabras de la vivaracha cantora sueca, la última fecha de esta gira antes de meterse a grabar un disco nuevo. Venía acompañada de los Rocket Number Nine, un dúo de hermanos que se encargaban de los sintetizadores y la batería. Juntos ofrecieron un concierto oscuro y urbano, cercano al hip-hop y al r´n´b más moderno, limítrofe en ocasiones con la música techno. Una lista de temas que empezó muy potente y con una chicharra de sonidos graves que, afortunadamente, fue solucionándose durante el transcurso del concierto.

“Blank Project”, canción que da título al último CD publicado por la dama, caminó acelerada entre ese hipotético pasillo que une la música africana con los golpes más duros de las discotecas. Igual de impactantes fueron “Weightless” – y su ambientación cercana a Massive Attack- o “Spit 3 times”. Y “Everything” fue la confirmación, por pura acumulación, de que el estilo que maneja la hija de Don Cherry tiende a la inflexibilidad. Menos mal que la voz de la cantante, expresiva y fabulosa en todo momento, hizo que todo ese fondo pasase a un segundo plano.

En la mejora también ayudaron los tonos que se alejaban de la maquinaria férrea, caso del exitoso “Manchild” o las tranquilas y preciosas “422” (rebautizada como “Bullshit”) y “Dossier”. Sin olvidar la mejor tonada de la noche, la mínima “Across the water”. El remate del concierto, con “Buffalo Stance” como cierre muy aplaudido, mejoró el regusto final de la cita.

Txiki Psych Fest: pequeño pero matón

El festival de sicodelia moderna se doctora en su tercera edición con la presencia del grupo Os Mutantes

Pequeño (de ahí el “txiki” del nombre), concentrado, abierto y gozoso. Así me presenta, un año más, el festival que reúne en Donostia algunas de las propuestas más interesantes de eso que se ha llamado “psicodelia”, estilo que ha ido ampliando sus acepciones hasta convertirse en una etiqueta abierta al rock o lo digital.

De todo eso habrá en el amplio cartel de este certamen que mezclará formaciones consagradas y otras emergentes mañana en la Casa de Cultura de Intxaurrondo. ‘Es como una revista de un genero que vive el momento mas dulce en su historia. Poder ver en directo una representación de las primeras figuras es una suerte que no hay que desaprovechar’. Quien así habla es Borja Martín, uno de los organizadores y socio de la hiperactiva promotora – 250 conciertos en 3 años- Ayo Silver. Persona que nos cuenta porqué en esta edición todo se ha condensado en un único lugar. ‘En el 2014 preparamos unas fiestas de presentación gratuitas en distintas ciudades que eran una versión reducida de nuestro pequeño certamen. Fueron tan espectaculares, y nosotros tan negados para la comunicación, que mucha gente pensó que ese era el festival y no vinieron a la cita oficial’.

Este año han logrado una buena solución para evitar esos despistes: contratar a uno de los nombres más importantes del género, Os Mutantes. ‘Traerlos ha sido un logro excepcional. Es un grupo legendario, amado por rockeros de pedigri, hippies irredentos o acólitos de la modernidad’. Padres fundadores del movimiento Tropicalia junto a Caetano Veloso, Rogerio Duprat o Gilberto Gil, los primeros álbumes de Os Mutantes están considerados obras maestras del género, creadoras de un movimiento que aunó la psicodelia y el rock’n’roll con la música brasileña tradicional, desde la bossanova al fado, junto a ideas políticas revolucionarias y libertarias en plena dictadura militar brasileña.

Formados en 1966 en la ciudad de São Paulo, la banda caló en generaciones posteriores de músicos underground (Kurt Cobain, Beck, David Byrne) y sufrió un repunte de popularidad con la inclusión de su música en algunos anuncios televisivos a principios del decenio pasado. Quien más quien menos ha tarareado “A Minha Menina” sin quizás saber que es una pieza de estos brasileños.

Reunidos en el 2006 en Londres – sin Rita Lee, la vocalista original- , las giras “mutantes” se han ido repitiendo de manera espaciada a lo largo del tiempo hasta llegar a las actuales fechas europeas. Unas citas que, si nos atenemos a las críticas, demuestran que los señores están en plena forma. Y no se preocupen los puristas, que los discos “Jardim Elétrico” y “Os Mutantes” siguen muy presentes en la lista de canciones ejecutadas.

Los promotores del Txiki Psych Fest han dispuesto un menú bien completo para el resto del programa. Empezando por lo más cercano, la formación Polygorn. ‘Llegan de Biarritz, con ese aire jazzero que suena de perlas con la psicodelia que proponen’. Cercanos a los sonidos de la Costa Oeste norteamericana se presentan The Ripe. Los de Austin (EEUU) adoran las directrices de bandas como The Byrds o Love, practicando un delicioso arpegiado guitarrero bien regado de melodías.

Sobre Hölograma, también presentes en el afiche, los promotores sueltan una expresiva perla: ‘Igual que se flipa cuando un extremeño va a la NBA, nosotros flipamos cuando un andaluz ficha por Trouble In Mind Records, discográfica de Ty Segall y Jacco Gardner’. Su música cósmica contiene gotas del maquinismo aleman del Krautrock. Los maños My Expansive Awareness son un valor al alza en estos mundos espaciales y rockeros.

Y acabamos el repaso con quienes cerrarán la noche, los asturianos Fasenouva. Su próximo disco, producido por el histórico Oscar Mulero, se antoja un nuevo paso en el camino de la música industrial no bailonga y bien regada de oscuridad y tormentos que les caracteriza.

Javier Sun: “Necesitaba un disco austero y sencillo”

El cantautor Javier Sun presenta hoy su nuevo álbum en Donostia. Una colección de melodías herederas de Bob Dylan y el pop británico más brillante

Con esta van a ser 39 las veces que he tocado en Le Bukowski”, nos cuenta Javier Sun a propósito de su concierto de esta noche. Llega para presentar “Audiciones Privadas”, su último CD, tras varios años de intermitencia ejecutante. “He estado ordenando mis ideas, oxigenándome. Apareciendo en festivales como Purple Weekend (León) o EbroClub (Miranda de Ebro) y abriendo para bandas como Ocean Colour Scene”.

“Audiciones privadas” se centra más en la vertiente “dylaniana” de sus cantares. Nada nuevo en un tipo que dignificó en nuestro idioma el tema “Like a Rolling Stone” (“Como un canto rodante”) y que suele ofrecer un concierto de versiones del famoso bardo el día del cumpleaños del norteamericano. “En el fondo pienso que Bob Dylan y yo somos parientes lejanos”. Con unas letras que hablan de la superación o el desamor herido. “Es una colección de canciones que esperaban su momento. Este debió haber sido mi primer disco en solitario, pero el público quizás no estaba preparado. Ahora los oyentes están más receptivos a la hora de escuchar sonidos acústicos”.

En este trabajo el autor capitalino ha abandonado el formato banda con el que giró bajo el nombre de Mod Time para volver al origen creativo: guitarra, voz y armónica. Sin olvidar el compadreo ocasional de colegas como Juan Zulaika (teclados), Mundu (guitarra eléctrica) y Fernan Tutti (bajo). “Necesitaba un disco austero y sencillo. Desnudar las canciones, enseñarlas tal y como vienen al mundo”. Ahí está “Volver”, un tema al piano, como mejor ejemplo. “La empecé a componer en Valparaíso, camino del Pacífico, bajo la sombra de Neruda. Tenía ganas de hacer una canción al estilo de los viejos ‘crooners’”. Sus gustos también andan lejos de las urgencias actuales. “Me encanta escuchar bossa nova y jazz. La cultura se ha convertido en algo de “usar y tirar”. Parece que todo debe ser gratuito para poder ser visto y escuchado.”

Acústico se le disfrutará tanto esta noche en el garito de la calle Egia – en cartel compartido con los descarados gazteiztarras Brand New Sinclairs – como en las próximas fechas confirmadas. “Aunque el tema de los conciertos sigue complicado. Muchas veces es mejor quedarte en el salón de casa. Mas no hay que resignarse. El 18 de diciembre estaré en el Dabadaba donostiarra junto a Brighton 64, en navidades pisaré Lasarte y en febrero del 2016 tocaré en la Sala Riviera de Madrid junto a Cooper. Allí celebraremos nuestros treinta años subidos a un escenario y otros tantos de fiel amistad”.

Alela Diane : Folk de cámara

ficha: Vikesh Kapoor , Alela Diane & Ryan Francesconi. Lugar: Casa de Cultura de Intxaurrondo (Donostia). Día: 19 de noviembre del 2015. Asistencia: unas 150 personas.

“Yo no sé si esta música es buena o no. Tan solo te puedo decir si me gusta o no”, decía una asistente al concierto del pasado jueves en la Casa de Cultura de Intxaurrondo. Ese enunciado, empleado por la gente a modo de excusa cuando se topa con un tipo tomando notas de una actuación, se me antoja el análisis más certero y puro de cualquier acto cultural. Así que intentaremos ponernos en la piel del novato para comentar las actuaciones de la noche de autos.

La velada comenzaba con Vikesh Kapoor, un cantautor que se plantó con solo una guitarra (que sonaba a las mil maravillas) y un disco de debut bien interesante, “The Ballad of Willy Robbins”. No abría el horizonte clásico (Bob Dylan, Simon & Garfunkel, Leonard Cohen, Woodie Guthrie) ni se alejaba de los acordes más habituales, pero su colección de melodías nos entró como agua en el desierto. Puede que fuera como una de esas películas sin grandes reconocimientos que un día te topas en la tele y ves que se adapta perfectamente a tu estado de ánimo, sintiéndote capaz de defenderla ante cualquier tribunal cinéfilo popular.

Y si Kapoor fue un bálsamo terrenal, lo de Alela Diane se pareció a una revelación mística que sobrevoló las almas de los allá sentados. Sí, amigos, la sala de Intxaurrondo desplegó sus sillas para la ocasión, lo cual resulta genial para eventos calmos y no muy masivos. Demostrando, de paso, que si uno apoya el culo tiene menos ganas de charlar con los colegas durante las canciones.

Acompañada de un guitarrista tan pulcro como tiquismiquis (pidió a un fan que no le sacara fotos durante el concierto) y una violinista que le completaba los tonos vocales, Diane ofreció unas creaciones tan sosegadas y divinas que parecían sugeridas en sueños por alguna deidad. Puro folk de cámara, de bruma irlandesa e intimidad hogareña. Pensaba despedir a Alela con mi elección del “me gusta/ no me gusta” que encabeza esta crónica. Pero, qué cosas, me he vuelto a quedar sin espacio para ello. Otro día se lo cuento.

Sean Nicholas Savage: Viva la vida

El trémulo canadiense presenta en Donostia su fabuloso nuevo CD

Estamos de suerte. Sean Nicholas Savage vuelve a traer sus sensibilidades digitales a una ciudad que le encanta (“tengo una foto de Donostia en el salvapantallas del ordenador. La estoy mirando ahora mismo.”). Su excusa: presentar el álbum “Other Death”, respuesta positivista a su trabajo “Other Life”. Con sorpresas – no podía ser de otra forma- en la formación de directo. “Ahora voy con una caja de ritmos y dos coristas que hacen armonías”.

El aparatejo de percusión va a tener más curro que nunca. El nuevo CD presenta algunos de los ritmos más animados de la carrera de este canadiense. Mas no se asusten, fans de este “bedroom-crooner”. El fondo sigue elevando a los altares las baladas MTV de los ochenta y las canciones repletas de efectos “flanger”, esos sonidos popularizados por el posterior pero más famoso Mac DeMarco. Pero hay cosas en las que Sean sigue siendo el rey: su cantar “romántico-looser-crooner”, ese entonar tan maravilloso como peculiar. “Other death” está lleno de virguerías vocales y letras en apariencia triviales que en el fondo defienden la poética alegría de vivir. El resultado global es impecable, por supuesto.

La cita se completa con la actuación de Weyes Blood, cantante que abraza el lado tormentoso de Joni Mitchell. Si solo van a asistir a un concierto pequeño este año, que sea este. No se arrepentirán.

Marc Ribot: Domingos fenomenales

Intérpretes: Marc Ribot (guitarra), Jamaaladeen Tacuma (bajo), G. Calvin Weston (batería), Mary Halvorson (guitarra), más un trío de cuerda. Lugar: Sala de Cámara del Auditorio Kursaal. Día: 15 de noviembre del 2015. Entrada: unas 500 personas.

Nuevo salto mortal con tirabuzón del ecléctico e inabarcable guitarrista Marc Ribot, habitual en las plantillas de algunos de los nombres más grandes de la música (Tom Waits, Elvis Costello). La excusa se llamaba “ Young Philadelphians”, una formación que se anunciaba como “mezcla de Funk y Ornette Coleman” y que nos borró de un plumazo la habitual modorra del domingo con su apabullante velada. Pueden dar fe de ello los abundantes miembros de las “Nuevas Generaciones Culturales” de nuestra sociedad. Guitarristas, escritores o cineastas que atendían encantados a la nueva clase magistral del norteamericano.

Ribot era el centro oficioso, indicando con la mano y sobre la marcha los cambios de sección dentro de las canciones. Un detalle que añadía al acto la frescura de un ensayo. Tras el guitarrista se sentó un batería con más piezas en su instrumento que las que regalaban las cajas de ahorro en su día. Y no le sobraba ninguna. Ni siquiera el doble bombo con el que la banda jugaba a deconstruir unos temas disco-funk para más tarde derrapar por los cielos creativos (“Fly robin fly” fue el caso más claro de esta dicotomía juguetona). A su vera el bajista se encargaba de asentar todo el engranaje sonoro y la guitarrista Halvorson respondía al protagonista con dibujos igual de libres. Espasmos similares a los que la dama ejecutó con Anthony Braxton en nuestro Jazzaldia hace años.

Solo el trío de cuerda, bailarín durante toda la velada, asían la banda a la tierra. Porque no crean que los temas homenajeados se apoyaban mucho en la partitura original. Sin ir más lejos, el “Betcha by golly wow” (The Stylistics) dejó intuir el romanticismo original para regalarnos un solo de batería tan integrado como alocado. Con dicha melodía cerraron el set antes de regalarnos el “Love Epidemic” de los Trammps. Supongo que una despedida con el Auditorio puesto en pie aplaudiendo es el mejor ejemplo de que los domingos, con Ribot, son unos días fenomenales.

Morodo: luces para el subsuelo

Este año el Kursaal se ha propuesto rejuvenecer sus asientos. O al menos hacer que sus sillas o salas se ocupen con gente menos habitual. Para ello ha abierto ligeramente el abanico de su programación anual ofertando unas músicas poco habituales en su listado de eventos.

La cinta se cortó con el heavy instrumental de Joe Satriani. Una apertura que se repite este sábado 7 de noviembre. La cita principal será con el madrileño Morodo y su banda Okoumé Lions. Su actuación “new roots” (ni reggae ni hip-hop, sino una mezcla de ambos estilos) se enmarcará dentro de una especie de feria que se llevará a cabo en un nuevo espacio polivalente del auditorio capitalino.

No crean que el tema del espacio es baladí. Los organizadores del evento, la asociación local Indaglory Kultur Elkartea, saben que los seguidores de estas rimas suelen recelar de ver los conciertos en postura de oficinista. ‘Mucha gente nos ha preguntado por ello, poniendo cara de disgusto al pensar que el evento era en uno de los “cubos”. Nada de eso, la actuación se realizará sin butacas a la vista‘.

Al madrileño Rubén David “Morodo” Ruiz tampoco de la miedo el continente. A él solo le importa el “flow”. ‘He cantado en todo tipo de espacios. Desde estadios a teatros, plazas o salas’. El escenario donostiarra de Gasteszena puede dar fe de ello. La sala le recibió con un llenazo en el año 2010. ‘Me da igual cómo sea el lugar, yo no estoy pendiente de eso. Mi preocupación se centra en nuestro sonido’.

Unos y otros saben que el suyo es un movimiento “underground” que con el paso del tiempo debería ir tomando espacios más populares. ‘El reggae nunca ha sido una música comercial, exceptuando los típicos intentos veraniegos de las multinacionales’, nos cuenta Morodo al respecto. ‘En nuestro circuito el apoyo de los sound systems, promotores o emisoras es básico para hacer girar la rueda. De alguna manera funcionamos como un gran colectivo. Es posible que ahora gracias a Internet se esté gozando de mayor difusión y que la gente tenga más información sobre este género’.

Desmontando tópicos

La pelea es doble. Mientras se busca mostrar otros aspectos de este estilo musical (habrá stands de peluqueros rastas, marcas de moda y diseñadores gráficos a partir de las 19 horas en el Kursaal), se intentan enterrar tópicos. ‘Me da cierta pena ajena los «entendidos» que no salen de Marley y que viven ajenos de la evolución musical, los atrevidos que afirman que la marihuana y el reggae son inseparables. También me asustan las barbaridades que se muestran en la red sobre el movimiento espiritual “Rastafari”’.

Los usos actuales de internet viajan parejos a los fraseados del creador del disco «Reggae Ambassador» (Mad91, 2014), un trabajo que oferta música jamaicana, actitud hip-hop y lucha social a través de sus letras. Si buscan en Google el título de este último CD verán unas primeras páginas de resultados repletas de links de descarga “alegal”. ‘No es algo que me dé miedo, en absoluto. De hecho fui yo el que puso el disco entero en youtube. Se trata de difusión. Las descargas son los cassettes del siglo XXI. ¿Recuerdas cuando en los 80’s 90’s un amigo se compraba un vinilo y de ahí todo el barrio grababa su cinta? Pues ahora es igual’.

Este “embajador del reggae” -traducción del título que no debe tomarse al pie de la letra. Morodo agrupa bajo esa etiqueta a todos los que difunden el estilo- vive con un pie aquí y otro en Sudamérica, región en la que tiene un gran número de fans. ‘Allá hay mayor cultura musical por su cercanía con El Caribe. Este tipo de sonidos se aprecian de otra forma, están más interiorizados. Y si me tuviera que mudar me iría a vivir a Panamá, por la peña. Es como estar en el barrio. También deseo poder visitar Asia en el futuro. Siempre estoy preparado para viajar a donde la música decida llevarme’.