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Marc Ribot: Domingos fenomenales

Intérpretes: Marc Ribot (guitarra), Jamaaladeen Tacuma (bajo), G. Calvin Weston (batería), Mary Halvorson (guitarra), más un trío de cuerda. Lugar: Sala de Cámara del Auditorio Kursaal. Día: 15 de noviembre del 2015. Entrada: unas 500 personas.

Nuevo salto mortal con tirabuzón del ecléctico e inabarcable guitarrista Marc Ribot, habitual en las plantillas de algunos de los nombres más grandes de la música (Tom Waits, Elvis Costello). La excusa se llamaba “ Young Philadelphians”, una formación que se anunciaba como “mezcla de Funk y Ornette Coleman” y que nos borró de un plumazo la habitual modorra del domingo con su apabullante velada. Pueden dar fe de ello los abundantes miembros de las “Nuevas Generaciones Culturales” de nuestra sociedad. Guitarristas, escritores o cineastas que atendían encantados a la nueva clase magistral del norteamericano.

Ribot era el centro oficioso, indicando con la mano y sobre la marcha los cambios de sección dentro de las canciones. Un detalle que añadía al acto la frescura de un ensayo. Tras el guitarrista se sentó un batería con más piezas en su instrumento que las que regalaban las cajas de ahorro en su día. Y no le sobraba ninguna. Ni siquiera el doble bombo con el que la banda jugaba a deconstruir unos temas disco-funk para más tarde derrapar por los cielos creativos (“Fly robin fly” fue el caso más claro de esta dicotomía juguetona). A su vera el bajista se encargaba de asentar todo el engranaje sonoro y la guitarrista Halvorson respondía al protagonista con dibujos igual de libres. Espasmos similares a los que la dama ejecutó con Anthony Braxton en nuestro Jazzaldia hace años.

Solo el trío de cuerda, bailarín durante toda la velada, asían la banda a la tierra. Porque no crean que los temas homenajeados se apoyaban mucho en la partitura original. Sin ir más lejos, el “Betcha by golly wow” (The Stylistics) dejó intuir el romanticismo original para regalarnos un solo de batería tan integrado como alocado. Con dicha melodía cerraron el set antes de regalarnos el “Love Epidemic” de los Trammps. Supongo que una despedida con el Auditorio puesto en pie aplaudiendo es el mejor ejemplo de que los domingos, con Ribot, son unos días fenomenales.

Publicado enCríticas de conciertos

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