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Año: 2012

Desgarradora intensidad. Crónica (completa) del concierto de Lisabö en Donostia

Ventajas de internet. Si no hay espacio en el diario para que entre todo el texto, lo cuelgas en tu web 😉

Intérpretes: Joseba Irazoki, Lisabö. Lugar: Sala Gasteszena (Donostia). Día: 16 de febrero 2012. Asistencia: lleno, unas 550 personas.

Un golpe. Otro. Un directo. Y hacia la lona. En esos breves segundos que discurren hasta que caes ves toda tu vida pasar ante tus ojos. Tu alegre infancia, los primeros besos, las penas. Todo en milésimas. Adrenalina e intensidad. Eso es un concierto de Lisabö. Una de las pocas bandas locales capaces de reventar la sala Gasteszena del barrio donostiarra de Egía por méritos propios.

Su creciente carrera ha sufrido un repunte popular con ‘Animalien Lotsatuen Putzua’, disco recién editado que se ha aupado a las listas de lo mejor del 2011 con total justicia. De manera casi sorprendente, porque se basan en una humildad envidiable y su música es cualquier cosa menos asequible.

Las canciones de estos irundarras son desgarradoras. Te vacían, te extenúan. Son cabreadas como el punk, pero contienen mayor poso de tristeza. Sus actuaciones exigen ir bien de forma. Aquí no se va a escuchar el single, dar palmas y cotorrear un rato sobre tus discos preferidos o los mozos y mozas más guapos y guapas. Asistir a su catarsis sobre el escenario exige igual predisposición a los pies del mismo. Sobre todo, si lo que quieres es comulgar y sanarte. Disfrutarlo.

Josh Rouse: Por el buen camino

El dos, la cifra más odiada por los medallistas, es el número del norteamericano Josh Rouse. Y si no lo es, debe estar muy cerca de serlo. En ese guarismo acababa su mejor y más conocido disco, ‘1972’, que también es el año de su nacimiento.
Con dicho CD, homenaje a los compositores que reinaban en las ondas por aquellos tiempos y un estilo definido como MOR (iniciales de ‘Middle of the Road’, mezcla de soft rock, jazz suave, aires brasileños o ‘easy listening’ y caracterizado por la dulzura de las abundantes melodías), conquistó los reproductores musicales de un buen número de oyentes.

A dicho álbum le siguió el también notable ‘Nashville’ y algunos experimentos divertidos para el autor y algo menos para sus oyentes habituales, como los duetos con su mujer Paz Suay (madre de los dos niños que tienen en común) sobre los que no les importará a los lectores que corramos un tupido velo.

Completamente asentado ya en el valenciano barrio de Patraix, Rouse vuelve a la palestra por doble motivo, uno por cada CD editado. El lanzamiento oficial se llama ‘Josh Rouse & The Long Vacations’ (Grabaciones en el Mar, 2011).

Segunda visita

Al calor de la estética jazzera de su portada, Rouse y los suyos incluyen acústicas instrumentaciones, sonidos soleados, tonadas cálidas y atractivas composiciones. Más cerca de Paul Simon que de Serrat, el disco es y se hace breve, dejando un estupendo sabor de boca.

A este compacto hay que sumar el promocional ‘The Mediterranean Sounds of Josh Rouse’, mezcla de canciones «vacacionales» y otras dulces lindezas, regalado en diciembre del año pasado con la revista musical ‘Rock De Lux’. La suma de ambas publicaciones conforma una de las más bellas colecciones melódicas que el autor de Nebraska haya editado nunca. Muy cerca del nivel alcanzado en sus mejores momentos pretéritos. Este fin de semana presenta sus novedades en Donostia (hoy) y Bilbo (mañana).

Será su segunda visita a la capital guipuzcoana con sus (dos) socios mediterráneos de The Long Vacations: Cayo Bellveser y Xema Fuertes, parte muy activa en la composición de esta nueva colección atemporal.

Josh Rouse: Pop natural de aires costeros

Texto de apoyo a la entrevista principal

Bien asentado en España («Me han tratado bien, es un carácter distinto al norteamericano. Y, sobre todo, creo que la zona en la que vivo le va bien a mi forma de ser. Aquí he hecho una familia y no tengo ninguna queja»), el disco ‘The Mediterranean Sound of Josh Rouse’ es, como su propio nombre indica, «una recopilación de mis canciones más costeras. Quise hacer algo conceptual, no una compilación sin más».

Editado junto con el último número del 2011 de la revista ‘Rock De Lux’, contiene muchos aciertos de su lanzamiento con Grabaciones en el Mar y otras gemas como ‘Magdalena’ o ‘Quiet Town’ (que seguro escucharon en uno de los últimos anuncios de Gas Natural). El proyecto surgió de la discográfica, «y a la publicación le gustó esa idea».

Todas las canciones están cantadas en perfecto inglés. El castellano seguirá, por ahora, aparcado. «No me apetece aun, pero nunca se sabe».

Música bien

Y Olé! Ese podía haber sido otro buen titular. Porque el dueto -terceto en directo- Fuel Fandango llegó a Donostia, nos quitó el frío de encima y se fue entre vítores. Estirando su disco hasta llegar a los 90 minutos de concierto. Ante una sala repleta que si tuviera que ser una red social sería Facebook. Porque en la antiguotarra Doka había señores bien canosos y bailongos, gente bien, jóvenes. Embarazadas. Hablando en euskera o castellano. Móviles colgando fotos cada poco tiempo. Y gente mirándose y diciendo «me gusta».

La propuesta de estos fandangos gana energía con la inclusión de un batería. Adiós a (casi) toda entonación aflamencada que pudiera presentarles como unos Chambao con maquinitas. Aunque estas sean sus bases sonoras, bien agitado por un guitarrista resuelto y una voz muy atractiva. Como de diva negra. Que se apoya lo justo en un pie de micro plagado de flores. Capullos que recordaban a aquel disco de Depeche Mode, y que también engalanaron la testa femenina con colores rojos y amarillos.

Los sonidos son tan variados -no es una queja- que es difícil encuadrarlos en una sola etiqueta. A veces recuerdan a Neneh Cherry, en otros pasajes oyes efectos o teclados que parecen sacados de la época de Technotronic. Es como si hicieran pop con los ingredientes de los primeros soundsystem del Rap.

Cuando juegan a dos voces uno se acuerda de Massive Attack. O del R’n’B británico de los años 90. Tirando sin temor hacia la pista de baile. Por no hablar de los guitarrazos hard-rockeros que se cascan en más de una canción. La única lástima, que se apoyen tanto en el inglés para cantar en ocasiones. Porque las veces que lo hacen en el idioma de Cervantes demuestran que tienen mucho arte.

Si esta su primera visita a nuestra ciudad fue tan bien recibida, con semejante acogida y satisfacción general ante un público que aplaudió y botó muchas veces, no duden que pronto nos los volveremos a encontrar en plazas más grandes. Y esperemos que de pie, que sentado se está cómodo pero algo maniatado cuando lo que te ofrecen es tan marchoso.

La felicidad era esto

Robert Pollard, el cantante de la banda Guided By Voices, el autor de más de 1500 canciones, tuvo en su día una idea loca. Charlatán e ingenioso, decidió editar ‘Relaxation of the Asshole’, un disco con los comentarios que hacía entre canción y canción. Una propuesta ‘marciana’, pero tampoco extraña para la línea creativa de la banda.

Solo conozco una persona que pudiera hacer lo mismo, y salir no ya airoso sino más que victorioso de la apuesta: Joan Colomo. El catalán lo volvió a demostrar la noche del pasado sábado en la elegante Casa de Cultura de Intxaurrondo. Espacio con olor a nuevo que acogió un cartel tan bonito como heterogéneo y del que se puede volver, no lo olviden, utilizando los ‘gautxoris’ de la compañía donostiarra Dbus.

Acompañado por una banda compacta y ágil, necesaria para poder seguir los improvisados chispazos del autor catalán, Colomo nos tuvo una santa hora llorando de la risa. Sin traspasar la línea del respeto a los asistentes, su arrebatador desenfado jugaba en casa, dado que tiene lazos locales. Mas tampoco me lo imagino mudo o desubicado en Huesca o León, por nombrar dos sitios. Y que los árboles no os impidan ver el bosque. Sus melodías viajan a la bossa nova, al rock, al pop, al pasodoble, al country. Con letras divertidas y repletas de cargas de profundidad sobre nuestra sociedad actual.

Sidonie: Hongos rockeros

Mira que la nueva obra de Sidonie, concebida en castellano, tiene un nombre extraño: ‘El fluido García’. Parece más de Mortadelo y Filemón que para un disco. El título proviene de una novela de finales del siglo XIX, ‘El Anacronópete’, que habla de la máquina del tiempo. Aparato en el que se debieron montar estos chicos para enfocar sus nuevas canciones.

El nuevo CD suena como un tiro, quizás por haber sido grabado en directo, con los tres colegas tocando a la vez. Rebrota, con mucha energía, y de manera agradecida, la sicodelia británica de finales de los 60. Han utilizado el polémico primer corte, ‘El bosque’ (su vídeo narra las andanzas sicotrópicas, reales, de Sidonie tras un concierto ofrecido en Galicia; en Francia se prohibió su difusión) como presentación de lo que nos vamos a encontrar.

Una canción, y un disco, brioso y directo. Agitado pero no revuelto. Con buenas armonías. De sonido sucio, con guitarras potentes y bajos casi quemados. Influencia de Jack White y sus Raconteurs. «Discos como ‘Consolers of the Lonely’ han sido determinantes en esta ocasión», explican.

El disco muestra también un menor apego por el pop de producción más blanda que llegaron a rozar con ‘El incendio’ o ‘Fascinado’. Se dejan de comistrajos parar recuperar la libertad creativa a la hora de construir unas canciones llenas de «capas e intensidad, tanta que a veces abruma. Es necesario masticarlo. Si haces este ejercicio vas a descubrir las composiciones y al grupo».

Canciones entre las que destacan el mencionado corte inicial, la arrebatadora ‘Perros’ o el largo arranque a capela de ‘Bajo un cielo azul’. También sobresale el británico estribillo de ‘A mil años luz de ti’ y sus arreglos siderales, incluido un final muy balanceado. O ‘El aullido’, que remarca su lado más popero. Con unas letras que han definido como «abstractas, más abiertas, universales, repletas de paisajes».

Sidonie estarán hoy en la fiesta colectiva del donostiarra Gazteszena y anuncian que «el disco es muy potente y lo vamos a tocar entero, con la ayuda de David T. Ginzo. Recuperando y adaptando algunos temas antiguos al nuevo enfoque y cuidando el tema visual».

Ttan Ttakun Festa: Bailando en las ondas

Vuelve el clásico farrero post navideño a nuestra lista de actividades musiqueras. A mediados del mes de enero, superadas las rebajas de precios y aumentos de peso por ingesta de turrones, la gente de Ttan Ttakun Irratia organiza su habitual plan(azo) con mil y un ingredientes dispuestos para invitarnos a mover el cuerpo. Actuaciones musicales y sesiones de pinchadiscos. Y una larga sobremesa que se extenderá hasta las seis de la mañana.

Con intérpretes de muchos sabores. «El único criterio que utilizamos es el de elegir grupos que ofrezcan un directo atractivo. Pero la verdad es que siempre hay un escenario rockero y otro bailongo tipo funk-reggae», nos asegura su coordinador general Asier Mendizabal. Siguiendo las directrices abiertas de una radio en la que cualquiera puede presentar la propuesta para hacer un programa («siempre que sea en euskera. Es la única condición que ponemos»).

Su emisión se puede seguir vía web (www.ttanttakun.com) y unos hercios que este año llegará más lejos: «por fin, tras muchos años de solicitudes, nos llego el turno y ya estamos emitiendo con un repetidor desde Ulia. De este modo nuestra señal llega a todas las zonas de San Sebastián, y entramos en los pueblos cercanos como Hernani, Rentería, Lasarte, Zarauz…».

Este año no es el del cambio de tendencias actuantes. Los jóvenes catalanes Pennycocks acercarán a Gazteszena su estilo punk setentero, directo e impactante. De los tolosarras Lobo Eléctrico poco nuevo se puede decir. Sus ‘Noches de esperma negro’ (así denominan a sus actuaciones) son una mezcla de rock sudoroso y ‘glam’ pendenciero. Ion Celestino y los Activos caldearán el escenario pequeño (en este festival, hay dos tablados diferentes en Gazteszena) con su rocksteady-jazz y otros similares sabores jamaicanos.