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La felicidad era esto

Robert Pollard, el cantante de la banda Guided By Voices, el autor de más de 1500 canciones, tuvo en su día una idea loca. Charlatán e ingenioso, decidió editar ‘Relaxation of the Asshole’, un disco con los comentarios que hacía entre canción y canción. Una propuesta ‘marciana’, pero tampoco extraña para la línea creativa de la banda.

Solo conozco una persona que pudiera hacer lo mismo, y salir no ya airoso sino más que victorioso de la apuesta: Joan Colomo. El catalán lo volvió a demostrar la noche del pasado sábado en la elegante Casa de Cultura de Intxaurrondo. Espacio con olor a nuevo que acogió un cartel tan bonito como heterogéneo y del que se puede volver, no lo olviden, utilizando los ‘gautxoris’ de la compañía donostiarra Dbus.

Acompañado por una banda compacta y ágil, necesaria para poder seguir los improvisados chispazos del autor catalán, Colomo nos tuvo una santa hora llorando de la risa. Sin traspasar la línea del respeto a los asistentes, su arrebatador desenfado jugaba en casa, dado que tiene lazos locales. Mas tampoco me lo imagino mudo o desubicado en Huesca o León, por nombrar dos sitios. Y que los árboles no os impidan ver el bosque. Sus melodías viajan a la bossa nova, al rock, al pop, al pasodoble, al country. Con letras divertidas y repletas de cargas de profundidad sobre nuestra sociedad actual.

Una colectividad que no debería pasar por alto la elegante propuesta de Rafa Rueda. El vizcaíno acaba de publicar «Enaren Geometría», un trabajo de nervio y emoción con canciones de aire neoyorquino y una atractiva construcción clásica. Más cerca de Lloyd Cole que de Wilco, de Tom Petty que de Ruper Ordorika, Rueda ha adaptado la banda a las nuevas necesidades, cambiando el antiguo juego de muñeca por una batería más impactante, invitando a Iban Urizar a tocar la trompeta y completando el sexteto con músicos de la talla de Joseba Irazoki, persona capaz de evitar nuestro pestañeo cada vez que se suelta con la guitarra.

Una sensación que se magnifica cuanto menor es el número de ejecutantes. El de Bera hizo doblete y acompañó con eléctricas, ukeleles y una steel guitar los pasajes atormentados del autor que abría la cita, el donostiarra PLV Havoc. Anglófilo en los cantares y comenzando a abrirse con acierto por el idioma castellano a la hora de expresarse, Havoc acercaba su debut ‘Penny Lancaster’ en formato acústico y anunciaba una gira que le alejará de su ciudad hasta otoño. La península descubrirá ahora a un autor que viaja por el reverso de la felicidad, sufriendo en cada acorde, en cada movimiento, con la Norteamérica más folk y pausada como eje de sus catarsis melódicas.

Publicado enCríticas de conciertos

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