Saltar al contenido

Mes: junio 2004

Limousine: «The Phenomenon Caravan Troupe»

Hoy nos ha dado por las fábulas, que siempre hacen que las ideas a transmitir se asimilen de forma más asequible.

Como aquella de un joven inquieto que iba de hype en hype (y tiro porque lo dice el NME). Y este nuevo CD prometía ser la bomba. Como se notaba la mano foránea: En la producción, en las voces y esos impagables coros femeninos, en las canciones, en la soltura compositiva, en la frescura que emanaba, inexistente por estos láres.

Porque aquellas eran canciones diferentes, tocando muchos estilos y bordando casi todos ellos: La sicodelia etérea de Mercury Rev (y ese primer tema tan embriagador y emocionante), esa cadencia arropadora a lo Grandaddy, un John Lennon no referido pero si alabado por los miembros de esta banda, los (pocos) aciertos digitales de Postal Service.

Y había más. La dulzura de cuando Reed susurraba en aquellos Velvet Underground, las especiales emociones que emanan desde Yo La Tengo cuando compone el bajista…

En realidad llevaba días sin poderlo sacar del CDiscman, sin podérselo quitar de la cabeza. Este “Phenomenon Caravan Troupe” iba a ser lo más grande del segundo semestre del 2004, sin ninguna duda. A ver que decían las revistas el mes que viene.

Digamos que a nuestro protagonista se le quedó cara de Cassano, celebrando el último gol de Italia en la actual Eurocopa, cuando leyó que Limousine eran andaluces.

Moraleja: Las 6 cuerdas de una guitarra son iguales en todo el mundo. El talento se gotea. Esta vez nos cayó cerca. Felicidades, Limousine.

The Happy Losers: Burbujas melódicas

11 años de existencia, 5 Eps, 4 CDs (incluyendo el novedoso “Bubbles” que les trae de visita al Kandela donostiarra hoy viernes), giras por Estados Unidos o Inglaterra, publicación de canciones en Japón. Parece mentira que los protagonistas de estos datos, los madrileños The Happy Losers, no sean reconocidos fuera de los círculos del pop underground patrio.

Porque sus canciones de preferencia inglesa en sonidos y letras (aunque siguen goteando el castellano en sus discos) son suaves confites de estilosos guitarrazos que ocuparían más titulares y escenarios si vinieran desde la estilísticamente cercana escena independiente norteamericana. Desde aquí intentaremos sanar el desconocimiento.

¿Cómo fue la gestación de este disco “bubbles”?

Un reto. Nos planteamos hacer algo diferente. Después de haber conseguido lo que queríamos en los discos anteriores, el planteamiento era Coger las canciones que teníamos en ese preciso momento y pensar sobre ellas de forma distinta a como lo habíamos hecho hasta ese momento.

Huyendo hacia adelante, que se dice.

Si, escapando de las fórmulas que teníamos asimiladas y que nos funcionaban bien e intentar salirnos del guión. Para nosotros esto era por un lado complicarnos la vida pero por otro hacía que todo el proceso fuese más interesante y divertido.

¿A que viene ese título burbujeante?

Bubbles son los sueños que se escapan volando (como burbujas). De alguna forma resume el concepto que deambula alrededor de estas 12 canciones.

Vayamos a lo musical. Ligero cambio de piel, pero sin olvidar las querencias melódicas.

Es evidente que nos gusta el POP en prácticamente todas sus variantes. Algunas veces la única seña de identidad que las une es la importancia que se le da a la melodía. En ese sentido nosotros somos grandes defensores de la melodía y escuchamos mucha música POP bastante diferente entre sí.

Vuestros temas también puede tener similitudes con grupos alternativos americanos…Gentes como Aislers Set o las cosas que distribuye Darla…

Conceptualmente estamos muy cerca de los circuitos alternativos indies norteamericanos o británicos. La diferencia es que allí estos movimientos tienen más público y una infraestructura mas sólida y asentada que aquí.

¿Como fueron las experiencias de tocar en Estados Unidos e Inglaterra?

Poder tocar en Liverpool o Los Angeles es algo que nos hizo ilusión, más que suficiente como para que merezca la pena absolutamente todo. Tanto en California como en Inglaterra el público era ultra respetuoso, estaban allí para disfrutar del concierto y los técnicos eran unos grandes profesionales amables, eficientes y preocupados por que todo sonase bien y no tuviésemos ningún problema. Francamente, me dio envidia.

Entre tanto ingles cantado seguís dejando sitio para el castellano ¿en el futuro del estará más presente?

Daremos premeditadamente más importancia al castellano solamente si de repente lo vemos como un reto divertido que nos aporte algo. No entiendo porque narices tenemos que darle tanta importancia al idioma. Hay docenas de grupos europeos que cantan en inglés y triunfan exclusivamente en sus propios países. La música es música y no debería entender de nacionalidades ni otras gilipolleces del mismo estilo.

Boogie Van: A toda pastilla

Habituales en el circuito local de conciertos, el grupo Boogie Van anda de presentaciones estos días. Su música, acelerada, rabiosa, de fiereza instrumental y poso añejo, acaba de guardarse para la posteridad en “Jam Room In Hell”, autoproducido debut que sale en formato CD y vinilo.

Esta noche los tienes en Orio, y la semana que viene en fiestas de San Pedro. Si eres capitalino y perezoso, no te pierdas la cita este domingo en el Rock Star del Illumbe donostiarra.

Escuchando vuestras canciones se nota que no sois unos recién llegados…

Si, todos hemos estado metidos en algún otro proyecto, siempre con esa vena rockera muy presente, pero ha sido con Boogie Van donde más hemos madurado y donde hemos conseguido los avances más importantes

¿De donde viene el nombre del grupo?

Siempre nos ha molado el rollo carretera y la velocidad. Nos engancho porque tiene todo el espíritu de nuestras letras y nuestra música.

En lo musical no andáis lejos de la antigua Buenavixta. ¿Me pegais si os digo que hacéis rollo Stoner, influenciados por Led Zeppelin?

Nos mola el stoner pero no llevamos ese rollo. Hacemos rock´n´roll clásico y estamos mucho mas cerca del hard-rock que del stoner. Pero en directo también somos mucho más cañeros, más punk, así que al que le guste el rock de toda la vida le gustaran nuestros directos.

Una energía que consigue transmitirse al CD.

El disco esta grabado en directo, tocamos los 4 juntos en la misma sala. Con la intención de sacar el mismo sonido que en el local y el mismo espíritu del directo.

Contadme algo de esos conciertos que podremos ver estos días. ¿Mucho lío veraniego?

Tenemos un verano bastante completo, estaremos en el Rock Star donostiarra este fin de semana, en el Festi de bandas locales de Gaztezena (30 Junio – 1 Julio), los San Fermines de Pasai Antxo, Hernani, Rentería.

¿Por qué lo editasteis también en vinilo, en el que incluís un tema extra?

No nos queríamos morir sin tener un vinilo de Boggie Van en nuestra colección de discos. Queríamos que el disco fuese algo especial y por eso tiene un tema mas que la edición digital. Por desgracia hoy por hoy todo el mundo no tiene plato para pinchar el EP, así que también lo sacamos en CD, para que llegue a todo el mundo. Después de editar en los dos formatos, vemos que la calidad analógica del vinilo barre a la de su tocayo.

¿Qué es “A Morir Records”, la editora de vuestro debut?

El tema esta jodido. Autoeditarnos es la forma más rápida de ver nuestras canciones en la calle. Estamos estudiando qué canales de distribución nos interesan para moverlo. Pero ya estamos terminando los nuevos temas para grabarlos y estampar un nuevo trabajo el año que viene.

A. Reynolds: Vuelve el hombre

Ex Jack y Jacques, el músico británico retorna al panorama musical con ‘Neu York’, un disco grabado íntegramente por él sin olvidar el poder evocador de sus primeros trabajos. Lo presenta en Beasain el 24 de junio.

Anthony Reynolds retorna a la vida pública con ‘Neu York’. A mediados de los años noventa, Anthony Reynolds capitaneó la iniciativa Jack (y su obligada continuación como Jacques), una formación melancólica nacida para suceder a Tindersticks que se quedó por el camino. Ahora regresa con la grabación Neu York, que presenta en actuación peninsular única, el próximo jueves en Beasain.

Nuestro entrevistado ha seguido elaborando sus artes musicales sin el apoyo de empresas que pudieran acercarlas al gran público. «Lo que pasa es que si no publicas discos y si no realizas giras parece que no estás haciendo nada. Pero mi dinámica de vida y de trabajo no ha cambiado durante estos años. A veces, el mundo exterior recoge suavemente algunas de mis ideas. Pero no es que yo haya desaparecido».

Qué lastima que no se fijen más a menudo en tus canciones, con lo encaminada que parecía tu carrera con aquellos Jack y sus elegantes obras Pioneer Soundtracks y The Jazz Age… Una época que Anthony recuerda con sincera mezcolanza. «Echo de menos aquella camaradería, el sentirse parte de un grupo, el viajar y convivir con caracteres dispares. Pero llega un punto en que la indiferencia se impone y es hora de dejarlo».

Ahora retorna a la vida pública con Neu York, «un disco grabado íntegramente por mí. Lejos quedan los días en los que me acercaba a cantar, con una botella de cognac, y seguía las ordenes del productor. Ahora todo ha sido más cercano. Los gatos ronroneaban sobre la mesa de mezclas mientras yo probaba los volúmenes del sampler».

El resultado final no ha olvidado el poder evocador de sus primeros trabajos. La personalidad de Dalston Interlude, el pop embriagador y algo bailable de My Machiavellian Girl o The Sad Streets, o el susurro emocionante de Drugs Are My Drugs… Y sobre todo, la melancolía que impregna todo el disco, sentimiento que emana destacado, desde el fondo de las cuerdas vocales, en momentos como Good Times. Esa tristeza cercana le sigue abanderando como una de las voces más expresivas e interesantes de un panorama musical que el nunca abandonó.

En Neu York ha aumentado el peso de la electrónica. El arranque con I Love My Radio (On) y Lush Life asusta un poco, con su proximidad al house o al pop petardo. Pero la culpa la tienen las luces que emanan estos aparatos en sus primeras demos. «Mi acercamiento a lo digital es bastante primitivo (rara vez paso de la página 2 de un manual), pero adoro su magia. Ese hechizo que te permite unir un trozo de una orquesta gitana del año 1911 con los sonidos de mi guitarra española barata. Esas mezclas llegan a excitarme sexualmente».

A la exclusiva cita guipuzcoana se une la edición de otro excepcional CD, publicado en Moonpalace Records. Media hora de inéditos azuzados por el atentado islámico de Madrid. «Fue increíble. Estaba todo el día pegado a la televisión. Nunca había respondido de esa manera, pero las emociones en este caso eran muy fuertes. Quizás por las buenas y alocadas reminiscencias que tengo de mis estancias en Madrid y Barcelona. Con estas canciones quise curar las heridas que me infligió aquella barbarie.  iempre primando lo bello sobre lo desagradable, la belleza sobre el horror».

Y para finalizar, se descuelga con otra desconcertante frase, fruto sin duda de la azarosa vida nocturna que nunca ha escondido. «Quién sabe, quizás esta primera visita a Euskadi inspire la ópera que he deseado crear desde que tenía nueve años». Y borre de un plumazo su pretérito concierto con Jack en Donostia.

Bart Davenport: «Game Preserve»

Siempre es lo mismo, primero llueve, luego hay nubes y luego sale el sol. Las apreturas de la vida son inabordables cuando surgen y mínimas cuando los segundos son millares desde la fecha de origen del problema. “compra esto, que se lleva”, “escucha esto, que es la bomba”,”carne fresca, carne fresca”.

Entre toda esta dinámica excitante y cansina, de vez en cuando aparece algo a lo que agarrarse y no soltarse, demostrando que la vida también debe tener su poso. Como Bart Davenport y su CD “Game Preserve”. El mejor catálogo de emociones de lo que llevamos de año.

Más clásicos que los jerseys de pico y que los Planetas en el FIB, su colección de canciones muestra muchas de sus (nuestras) debilidades: la California soleada de los 60, esa que podía abarcar desde los Byrds a los Love, la cadencia pegajosa de los primeros Stones, pizcas de Northern Soul, ínfulas del McCartney más inspirado, algo de funky suave tipo Josh Rouse (otro figura para dar de comer aparte).

Todo registrado con un sonido espeluznantemente bien conseguido, añejo. Su voz suave, puro terciopelo de sugerente cercanía, es otro “must” de este imprescindible disco. Porque, entre tanta hamburguesa y “salto”, a todos nos gusta el vino bien macerado…

Astrid en concierto

Astrid + Sharon Stoner.
Gazteleku de Oñati.
13 de Junio.
Asistencia: unas 100 personas

La última de las fechas peninsulares de Astrid, representantes de los sonidos más americanos del norte de Gran Bretaña, les acercó el pasado sábado al Gazteleku de Oñate.

El show se intuía tranquilo, atendiendo al lirismo de su último CD “One in Four”, pero se convirtió en un insuperable espectáculo de pop de guitarras con melodías contagiosas. Y eso que pelearon contra elementos insalvables.

La primera de las trabas era propia, dado que venían de actuar en Vigo donde el día se les había echado encima. Apenas se notó en los trabajados juegos corales que les acercaban a sus tocayos Teenage Fanclub o a los Posies más enérgicos y halagados.

La segunda dificultad era injustificable, ya que la esforzada banda peleó contra la más gélida asistencia jamás presenciada por este observador, en la que el propio Walt Disney, desconectado de su máquina de criogenia, hubiera aguantado fresquito un par de lustros largos.

Al propio cantante se le escapó, tras una espléndida composición de corte acústico, un “please, let´s fucking clap”. La situación recortó la lista final de canciones, pero la demostración ejecutante y vocal fue intachable y espléndida.

Astrid: Paso a paso

Empezaron fuerte, pero diversos acontecimientos musicales les bajaron de un pedestal al que les habían aupado antes de tiempo. Tras mil problemas con todo lo que puede enturbiar la vida de un músico (sello discográfico, management), el grupo escocés Astrid se asienta con su tercer trabajo, “One in Four”. Un disco que presentan mañana sábado en el Gazteleku de Oñati.

Muchas veces uno sale de una situación complicada, como la que sufrió este grupo, con la moral crecida. William Campbell, cantante y guitarrista de esta formación isleña, nos chiva su secreto, que no es otro que mantener la mente lúcida. “Sentíamos que teníamos que hacer este disco y no “otro disco de pop”. Nuestra discográfica quería un trabajo continuista, y nosotros finiquitamos el contrato. Pasamos por muchas agencias de management, lo cual tampoco ayuda a que te centres en tu trabajo”.

Ante tanto obstáculo, cualquiera de los músicos de Astrid podría haber sido una de esas cuatro personas con problemas mentales a las que se refiere el título de su nuevo CD. Una denominación “dedicada a un amigo nuestro de Glasgow, que ha creado una organización caritativa que aborda dicho problema (www.one-in-four.co.uk)”.

La banda decidió atacar los fantasmas y desordenes mentales que podrían acarrear sus problemas cotidianos con una actividad incesante. “Trabajamos en otros proyectos musicales, grabamos dos discos como integrantes del grupo The Reindeer Section (formación con miembros de Mogwai, Arab Strap, Belle and Sebastián, Teenage Fanclub y Snow Patrol) y ahorramos el dinero para la grabación de este “One in four”. No sabes la alegría que da ver el disco, por fin, en la calle”.

Hablando de bandas musicales escocesas, la verdad es que la región norteña ha dado los últimos años algunas de las más relevantes y refrescantes combinaciones pop-rockeras.