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A. Reynolds: Vuelve el hombre

Ex Jack y Jacques, el músico británico retorna al panorama musical con ‘Neu York’, un disco grabado íntegramente por él sin olvidar el poder evocador de sus primeros trabajos. Lo presenta en Beasain el 24 de junio.

Anthony Reynolds retorna a la vida pública con ‘Neu York’. A mediados de los años noventa, Anthony Reynolds capitaneó la iniciativa Jack (y su obligada continuación como Jacques), una formación melancólica nacida para suceder a Tindersticks que se quedó por el camino. Ahora regresa con la grabación Neu York, que presenta en actuación peninsular única, el próximo jueves en Beasain.

Nuestro entrevistado ha seguido elaborando sus artes musicales sin el apoyo de empresas que pudieran acercarlas al gran público. «Lo que pasa es que si no publicas discos y si no realizas giras parece que no estás haciendo nada. Pero mi dinámica de vida y de trabajo no ha cambiado durante estos años. A veces, el mundo exterior recoge suavemente algunas de mis ideas. Pero no es que yo haya desaparecido».

Qué lastima que no se fijen más a menudo en tus canciones, con lo encaminada que parecía tu carrera con aquellos Jack y sus elegantes obras Pioneer Soundtracks y The Jazz Age… Una época que Anthony recuerda con sincera mezcolanza. «Echo de menos aquella camaradería, el sentirse parte de un grupo, el viajar y convivir con caracteres dispares. Pero llega un punto en que la indiferencia se impone y es hora de dejarlo».

Ahora retorna a la vida pública con Neu York, «un disco grabado íntegramente por mí. Lejos quedan los días en los que me acercaba a cantar, con una botella de cognac, y seguía las ordenes del productor. Ahora todo ha sido más cercano. Los gatos ronroneaban sobre la mesa de mezclas mientras yo probaba los volúmenes del sampler».

El resultado final no ha olvidado el poder evocador de sus primeros trabajos. La personalidad de Dalston Interlude, el pop embriagador y algo bailable de My Machiavellian Girl o The Sad Streets, o el susurro emocionante de Drugs Are My Drugs… Y sobre todo, la melancolía que impregna todo el disco, sentimiento que emana destacado, desde el fondo de las cuerdas vocales, en momentos como Good Times. Esa tristeza cercana le sigue abanderando como una de las voces más expresivas e interesantes de un panorama musical que el nunca abandonó.

En Neu York ha aumentado el peso de la electrónica. El arranque con I Love My Radio (On) y Lush Life asusta un poco, con su proximidad al house o al pop petardo. Pero la culpa la tienen las luces que emanan estos aparatos en sus primeras demos. «Mi acercamiento a lo digital es bastante primitivo (rara vez paso de la página 2 de un manual), pero adoro su magia. Ese hechizo que te permite unir un trozo de una orquesta gitana del año 1911 con los sonidos de mi guitarra española barata. Esas mezclas llegan a excitarme sexualmente».

A la exclusiva cita guipuzcoana se une la edición de otro excepcional CD, publicado en Moonpalace Records. Media hora de inéditos azuzados por el atentado islámico de Madrid. «Fue increíble. Estaba todo el día pegado a la televisión. Nunca había respondido de esa manera, pero las emociones en este caso eran muy fuertes. Quizás por las buenas y alocadas reminiscencias que tengo de mis estancias en Madrid y Barcelona. Con estas canciones quise curar las heridas que me infligió aquella barbarie.  iempre primando lo bello sobre lo desagradable, la belleza sobre el horror».

Y para finalizar, se descuelga con otra desconcertante frase, fruto sin duda de la azarosa vida nocturna que nunca ha escondido. «Quién sabe, quizás esta primera visita a Euskadi inspire la ópera que he deseado crear desde que tenía nueve años». Y borre de un plumazo su pretérito concierto con Jack en Donostia.

Publicado enEntrevistas

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