Terciopelo y sur.

El documental ‘Talihina Sky: The Story of Kings of Leon’ fue la encargada de abrir la quinta edición del Dock of the Bay, y lo hizo arrancando el aplauso del público que abarrotaba las butacas del renovado Trueba. La película es un simpático retrato de la familia Followils, unos suerte de rednecks mezcla de paleto sureño y ultrareligioso talibán. Como suena. El mejor personaje del documental, el tío Cleo, es la viva imagen del Cletus de los Simpsons. Entrañable, divertido y alcohólico, parece que no aguantó vivo para verse en el documental.

Lo mejor de la película es que no es necesario ser fan de Kings of Leon para disfrutarla pues apenas recoge actuaciones en vivo y la banda sonora no se reduce al repertorio del grupo. De hecho, uno de sus mejores momentos llega cuando al ofrecer un esperadísimo concierto en su ciudad natal el director de la película los enmudece para que suene ‘Jesus’ de la Velvet Undreground. Algunos pueden considerarlo caprichoso, pero al menos evitaron la cancion “Casi una experiencia religiosa” de Enrique Iglesias.

Tras el documental pudimos asistir a los conciertos de Rafael Berrio y John Doe. Y si de enmudecer hablamos, el donostiarra volvió a mostrar su capacidad para hacer escuchar a la sala. Así pudimos sentir cada coma, cada F, cada respiración como si nos hablara al odio. Se podían escuchar hasta los silencios, tanto que cuando entró una loca gritando en la sala parecía parte del espectáculo, una performance, como si fuese un personaje proyectado desde su mente, una borracha distinguida.

Su repertorio repleto de melodías sencillamente complejas y letras de poeta maldito,  encaja perfectamente con su actitud desafiante sobre el escenario. Sus maneras de bohemio rokanrolero brillaron especialmente en la última canción, cuando fallaron los monitores y el artista se vio obligado a recitar El amor es una cosa rara. Quedó tan chulo (él y la canción) que de nuevo parecía ser un fallo intencionado. Para la posteridad queda la interpretación de Como Cortés al más puro estilo Lou Reed, igualito hasta en los acordes.

Por su parte John Doe dio una lección de calidad y buen gusto con su concierto country perfecto para una feria de ganado. Al final resultó una noche con mucho sabor sureño y  terciopelo undergroiund. Con estos conciertos y la asombrosa actuación de Audience -me río yo de Wilco, aunque solo sea un poco- el pasado domingo, queda patente que los conciertos del Dock of the Bay no son un mero complemento, sino una cita ineludible en sí misma.

AUTOR: ANGEL ALDARONDO