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Etiqueta: Paul San Martin

Amateur: un concierto precioso

Intérpretes: Mikel Aguirre (guitarra, voz), Jose Luis Lanzagorta (teclados), Iñaki De Lucas (batería), Fernando Neira (bajo), Paúl San Martín (teclado), Joseba Irazoki (guitarra). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 28 de diciembre. Asistencia: unas 450 personas.

“Qué bonito”, se escuchaba en los pasillos del Teatro Victoria Eugenia al acabar el concierto de la banda donostiarra Amateur. Llevaban razón quienes así opinaban. Fue una actuación emotiva y elegante. Por los innumerables invitados, y por las fantásticas canciones que escuchamos en la cita. La formación pareció contagiarse de dicha felicidad. “Tocar aquí es un sueño hecho realidad”, dijo en un momento de la noche Mikel Aguirre, el cantante y antiguo miembro del grupo La Buena Vida.

Él y otros dos socios de aquella banda (Jose Luis Lanzagorta e Iñaki De Lucas) decidieron montar este proyecto para acabar lanzando hace unos meses “Debut!”, un álbum cuya inspiración gira alrededor del desaparecido músico Pedro San Martín. Y quien quiso conmoverse con el recuerdo tuvo varios momentos para hacerlo: “San Martin Blues”, “Fueron buenos tiempos” o ese dedo señalando al cielo en “El Golpe”. Pero más allá de evocaciones líricas, Amateur tiene melodías clásicas que emocionarían hasta al hombre de hojalata. Desde las muy buenavideras “Un cabreo pasajero” o “Atardecer #74” hasta el amor por Burt Bacharach en gemas como “Pendiendo de un hilo” o “Te vas”. También hubo The Beatles para dar y regalar (la versión “Free as a bird”, “Será verdad”).

De la larga lista de invitados destacaremos la labor a los coros de Virginia Pina y Amaia Intxausti, el nervio del veterano bajista Carlos Subijana, el “canalleo” innato de Rafael Berrio o el arte de Diego Vasallo para hacer suyo un tema ajeno. La banda y sus acompañantes habituales (Joseba Irazoki. Paúl San Martín, Fernando Neira) mantuvieron la excelencia habitual. Y sí, el concierto fue realmente “muy bonito”. A veces las palabras más simples se bastan y se sobran para explicar momentos maravillosos.

Especial navidad: un fin de año musicalmente espectacular

Los amantes de los conciertos cuentan con innumerables opciones los últimos días del año en Donostia.

“Vuelve, a casa vuelve, por Navidad”, el eslogan de aquel anuncio turronero, parece también contar con otras consecuencias culturales. Mirar la agenda donostiarra de estas jornadas, construida también para llenar el ocio de quienes vuelven a su ciudad en estas fiestas, es pegarse un fantástico atracón de actividades. Abundan los solapamientos en los dietarios gracias a un menú jugoso y diverso que incluye pop, rock, música electrónica y folk moderno.

La parranda comienza hoy mismo. Atom Rhumba (ver entrevista en la página adyacente) y Jorge Drexler aterrizan en la capital guipuzcoana. El argentino actuará en el Kursaal con su espectáculo “Salvavidas de hielo”, título de ese último disco en el que todo, todito, todo ha sido grabado con la guitarra y sus distintos componentes: Las cuerdas, la caja de madera, la piel de un banjo, el metal de un dobro… El resultado, experimental y muy rítmico, es un trabajo lleno de melodías atractivas. Y haya calma, irredentos, que el concierto se anuncia bajo formatos y sonidos más habituales. La tercera pata del asiento de eventos de la jornada se completa con la actuación de los guipuzcoanos White Towels Blues Band en Tabakalera.

Mañana sábado será el tiempo de la electrónica, con la explosíón creativa de la vizcaína Rrucculla. Una joven autora que ya ha tenido tiempo de llevarse tres premios en el prestigioso certamen Villa de Bilbao y tocar en sitios tan relevantes como el Primavera Sound o el cercano BBK Live. Y a quien le gusten ese hecho tan donostiarra de “ir de picoteo”, la gente de Katapulta ha montado su segunda muestra interdisciplinar de creadores vascos. Una fiesta diurna en Tabakalera en la que además de actuaciones musicales habrá películas, danza, ilustración y teatro.

Tras los días familiares de opíparas comidas y llegadas de Olentzero la agenda vuelve a llenase de interesantes actividades. La banda zarauztarra Lou Topet cerrará la gira de su disco “Pete Seeger gogoan” el 27 de este mes. La segunda de sus muescas sobre canciones ajenas pasadas al euskera con la ayuda de Harkaitz Cano, una colección inaugurada con la elegante colección “Abesti Bat Gutxiago”, se centra en la interesante carrera musical del cantautor Pete Seeger. Ese mismo miércoles India Martinez acercará su “tour secreto” al Kursaal. Su pop de inspiración intimista y aires aflamencados hará las delicias de los amantes de la música radioformulera más sensible.

El Día de los Santos Inocentes no es ninguna broma si nos referimos a los conciertos que se celebran en San Sebastián. Por una parte los donostiarras Amateur presentarán su disco “¡Debut!” en una fiesta con infinidad de invitados del pasado y el presente de aquello que se llamó “Donosti Sound”. Los antiguos componentes del grupo La Buena Vida echan mano de algunos compadres para aderezar sus canciones: Diego Vasallo, Rafael Berrio, Joserra Senperena y Jaime Stinus, entre otros, se subirán al escenario del Victoria Eugenia.

El calendario actuante del jueves se completa con Maria Arnal y Marcel Bages. La pareja es una de las irrupciones más potentes y fascinantes de la escena pop nacional. Ahí está su inclusión en las listas de lo mejor del 2017 de las revistas más modernas. Su música es una feliz colisión de sonidos que van del folclore, el fado o la vanguardia al pop independiente y el traqueteo con los loops. Les acompañará Amorante, otro culo de mal asiento en este mundo de bucles sonoros y el folk en su acepción más aperturista.

El 29 de diciembre chocarán dos pesos pesados del pop nacional. Por una parte nuestro Mikel Erentxun desplegará las canciones de su álbum “El hombre sin sombra” en el Victoria Eugenia tras haber visitado Sudamérica a comienzos de este mes. El autor local anuncia “canciones escondidas e invitados inéditos” en lo que seguro es otro gozoso repaso a su amplia discografía pasada y presente. También el viernes Angel Stanich lanzará su arsenal melódico en la capital guipuzcoana. Su fama va pareja al crecimiento de la barba que se gasta en las fotos promocionales, y ya es un habitual de los festivales veraniegos, repitiendo presencia en la ciudad justo un año después de su última parada también navideña. A medio camino entre el pop, el rock y el indie, las canciones de este santanderino remiten a Pereza o Quique González y remarcan el lado más festivo y canalla de estas citas nocturnas.

Entre los guitarrazos de uno y otro se colará la actuación de la formación Naica en la sala Kutxa Kultur de Tabakalera. Los de Hondarribia son el mejor ejemplo de estos retornos vacacionales navideños (su bajista vive en Londres), y aprovecharán la fecha para presentar su escurridizo disco “Rara avis”, un bello paseo por el pop melancólico que en esta ocasión llegará acompañado de instrumentos de cuerda.

Los fastos musiqueros del 2017 se cierran el 30 de diciembre. Ese día la vitalista agrupación guipuzcoana Sky Beats unirá fuerzas con el teclista Paul San Martín para interpretar las canciones de sus dos álbumes y presentar algunas de las nuevas composiciones. Y como remate sabatino, la cita con las nuevas promesas del pop independiente personificada en la actuación de los grupos pamploneses Ex-Novios y Melenas. Los primeros acaban de editar su primer disco, un fantástico homenaje al pop británico y la sicodélia pasada de reverberación. Característica esta última que comparten con la otra banda del cartel, las cuatro chicas del combo Melenas, mucho más garajeras que sus convecinos.

La copiosa actividad no para con el cambio de calendario de pared. Para las primeras semanas del 2018 se anuncian reseñables homenajes a Tom Petty, a Delorean deconstruyendo las canciones de Mikel Laboa, el jolgorio del London Afrobeat Collective o el ciclo de cine documental musical Dock Of The Bay, con sus sesiones de DJ y veladas musicales (Kokoshca). ¡Felices fiestas y prospero concierto nuevo!

Jazzaldia 2016: El domingo se convirtió en el nuevo sábado

El festival gozó de su enésimo éxito de público en unas actuaciones que permitieron gozar del jazz y los sones latinos.

Las bondades del calendario nos han regalado un sábado más en el Jazzaldia. Siendo el lunes no laborable por cuestiones de santoral, la programación habitual de este día de descanso descansó lo justo. Y por eso se disfrazó de “víspera de fiesta”, con muchos eventos llenos de vitalidad situados a lo largo y ancho de las zonas gratuitas del festival.

Un buen ejemplo han sido los conciertos de la Plaza de la Constitución, el Escenario Skoda que ha viajado entre el jazz y el soul. Y el blues, apuntamos, porque ayer también se llenó en el concierto de Paul San Martin y Romain Gratalon. La gente, que parece no tener casa, volvió a responder de manera masiva. Nunca piensen ustedes que una explanada o una terraza están llenas de gente. Siempre cabe uno más. Como en el metro de Japón.

Algo más cercanos, desde Burdeos (Francia), llegaban los cuatro socios de la Edmond Bilal Band al escenario Coca Cola, quienes repiten aparición esta noche en idéntica zona. Fueron la opción más oscura y nocturna de la tarde. En la Terraza Heineken asistimos a un pase único en diversidad, el de la cantante británica Eska Mtungwazi. Colaboradora de las travesuras sonoras de Grace Jones, Bobby McFerrin y Cinematic Orchestra, su voz fue el protagonista principal de un concierto algo difuso. No lo decimos nosotros, lo dicen nuestros entrevistados. La madrileña “pero pon que nacida en Don Benito, Badajoz” Raquel González opinaba que “más allá de una voz espectacular, el conjunto no me entusiasma. Me gustaron más los Rural Zombies de la noche del sábado”. En similar cuerda se posicionaba el irundarra Jesus Miguel Gimeno. “Es muy borroso lo de esta señora, muy disperso. Le falta unidad al conjunto. Me ha gustado la parte de raíz jamaicana, pero esa sección desgraciadamente se ha acabado muy pronto”. No todas las opiniones parecían tirar por esos derroteros. La cantante se hartó de saludar a fans y sacarse fotos con ellos en el paseillo que había entre el escenario y los camerinos.

Jazzaldia 2016: Grupos y solistas de lujo para la Jazz Band Ball inaugural

«Es que yo no entiendo estos estilos», «Pero si no tocan canciones conocidas», «Si no se puede corear no es mi música», «La gente aplaude antes de acabar la canción y me agobia no saber cuándo hacerlo». Frases que se escuchan en tabernas y paseos cuando hablamos del jazz, ese estilo que vuelve a ocupar un espacio relevante en la parranda inicial del Jazzaldia, la conocida como Jazz Band Ball. Pero no teman. Desde este espacio intentaremos traducirles o acercarles las virtudes de algunos de los ejecutantes cobijados bajo este paraguas inaugural.

Poca enseñanza necesita Gloria Gaynor, la dama de la música disco (jóvenes, es ese estilo bailarín con tonos poco chirriantes que no tiene el bombo al volumen 11) cuyas actuales fotos de promoción bien podrían usarse para anuncios de champús. Ella será la encargada de agitar la arena esta noche.

Una propuesta ideal para el baile a lo suelto de ‘viejóvenes’ y mayores, quienes disfrutarán con las canciones propias y versiones (la Gaynor se ha merendado temas de Jackson 5, Barry White, Donna Summer o The Police con festiva alegría) de esta gran cantante que mantiene el tirón más allá del archiconocido ‘I Will Survive’ (esto nos evitamos traducírselo, porque nos da como resultado un título de Mónica Naranjo). Y se anuncia la colaboración del coro local Easo-Araoz, 16 personas que abandonan sus ‘taberneras’, ‘revoltosas’ y ‘bribonas’ habituales para acicalar las últimas canciones del evento.

Y qué decir de Marc Ribot y sus Young Philadelphians (traducible por «menudo lujo, y sin pagar una entrada para verles»), quienes hace poco maravillaron bajo techo en el cercano Auditorio Kursaal. El proyecto más ‘negroide’ de Ribot (homenajea a su manera el sonido de Isaac Hayes y allegados) es una gozada para los sentidos.

Esperemos que la concordia que nuestro ayuntamiento capitalino propone en su última campaña promocional se muestre en este bolo, con fans, paseantes, charlantes y ‘empujacoches’ de niños unidos en libre y feliz armonía para disfrutar de los soberbios tonos de esta banda. Que nos conocemos…

En la rama de «no sé si me lo pondría en casa pero hoy me ha entrado de maravilla» nos topamos con los equilibrios del idolatrado guitarrista Terje Rypdal -autores del nivel de Jeff Beck, Andy Summers o Nels Cline le colocan en su lista de favoritos-. El noruego viene con otros conciudadanos, Elephant 9, para mezclar la etiqueta del día con la música clásica, el ‘world music’ y las enseñanzas de Miles Davis.

Con cierto toque más clásico se presenta el trío de estrellas Cyrus Chestnut (piano), Buster Williams (bajo) y Lenny White (batería). Todos juntos suman un currículo inigualable, pero no les aburriremos con nombres y distinciones. Tan solo diremos que su gusto es sublime y sus creaciones atrapan hasta al más rockero.

Unos logros que tampoco le faltan al fantástico trompetista Dave Douglas y sus High Risk (literalmente, ‘Alto riesgo’. Estos no engañan con su nombre), quienes juguetean con la electrónica sin que el resultado sea demasiado contemporáneo («arriesgado, marciano para los oídos menos entrenados»). Tampoco pongan esa cara de susto, que Douglas viene más por la ciudad que ‘gure’ Bruce Springsteen y sus fechorías cuentan ya con un buen número de seguidores locales.
Los amantes del blues podrán disfrutar de los paseos armónicos de John Nemeth

Los amantes del blues que no hayan tenido suficiente con el reciente festival de Hondarribia (frase retórica, nunca tienen suficiente) podrán disfrutar de los paseos armónicos del galardonado como mejor artista en los Blues Music Awards 2014, Mr. John Nemeth. Y como estrella local, el siempre enérgico Paul San Martin, quien retorna al festival en compañía del baterista Romain Gratalon.

Hay más cosas para picotear y deleitarse. O simplemente otear un rato y seguir el camino de baldosas cerveceras. Hasta pueden salir a cazar pokemones y dejarse llevar por esos sonidos que les rodean. Mas no vamos a darles todo masticadito. Que tampoco somos todos estudiantes de Musikene, demonios. Lo único que deben tener presente es el verbo ‘disfrutar’. Y el atento lector cuenta en esta jornada inicial con muchas actuaciones a coste cero para su bolsillo en los que poder encontrar la música que en ese momento le pide el cuerpo.

Jazzaldia 2015: La calle del swing

Es una gozada pasear por el centro de la ciudad estos días. Las tiendas y el festival hacen uno, en una simbiosis necesaria y aprovechable por ambas partes. Paseas y escuchas música saliendo de una tienda de mascotas, o en improvisados conciertos en la calles peatonales. Ves más de un escaparate con dibujos saxofonistas. Y al calor del evento central otros espacios programan actuaciones o sesiones de DJ. El porqué esto no se realiza en otras fechas, o de manera habitual, queda a cargo de los tenderos, bareros o rectores municipales. No se preocupen, seguro que el 2016 todo lo arregla.

De camino al Kursaal escuchamos más de un tarareo del “Boogie wonderland”. Señal de que la gente aún tenía en la mente el buen concierto de Earth & Wind & Fire. Banda que convirtió el arenal en un “Studio 54”. O deberíamos decir “64”, por lo del prefijo francés más cercano a nuestra Donostia. Si las tiendas y las parrandas tienen tirón entre nuestros vecinos, estos conciertos jazzeros no le van a la zaga.

El Mercado de San Martín adaptó su habitual pintxopote elegante al certamen con la actuación de Mota Project Live. Cita que mantuvo las virtudes – y murmullos sociales – que suelen presentar estas mezclas alimentario-sonoras. En la balconada del Maria Cristina todo fue más sofisticado. A los platos calentaba el ambiente Miguel A. Sutil, director de “Enlace Funk” (la revista pionera en la difusión de la música negra en castellano). A nuestro paso estaba poniendo delicioso jazz de sobremesa. Y soñamos con veranear en Saint Tropez.

La zona de terrazas presenció la enésima explosión de gentes de Musikene, presente y futuro del jazz en nuestra zona -y más allá-. El quinteto Onna Marun le daba al cancionero propio con gran soltura. Intentaron poner un estor sonoro al sol reinante con temas de marcada y vigorosa nocturnidad entre los que se colaron homenajes a Paco de Lucía. En el parterre los niños corrían de un lado a otro, destacando la vertiente familiar de estos conciertos de primera hora.

Algo más arriesgados se mostraron Maldataskull, quienes atacaron minimalistas sonoridades. Los ejecutantes pidieron a gritos más oscuridad para sus intrincados pasajes, reabriendo el baldío debate de “¿La gente escucha música y llena las sillas de estos txokos gratuitos, o es al revés?”. Toda respuesta es correcta, no se atoren.

Ray Gelato & Claire Martin repetían visita en el Escenario Frigo. En su paseo de ayer solo mejoraron las buenas sensaciones previas, dado que el horario les acercaba un poco más a ese público potencial que se aferra a las sillas y sombrillas como si fuera la primera escena de la película “Lo Imposible”. Chico y chica cantora se fueron cambiando los papeles principales apoyados en un efectivo trío. Aunque la mayor alegría vino de los siempre presentes integrantes del grupo de baile de Lindy Hop, quienes evocaron las calles 52 o 133 del neoyorquino Manhattan, dueñas en los años 30 del título de “swing street”.

Otros que repetían visita fueron Z Bone Project, formación que montó una buena fiesta de estilos imposibles en la carpa de FNAC. De allí pegamos el salto a la playa. En ella la banda nacional Neuman ofreció un concierto estupendo, fantástico, maravilloso. Sobre todo si lo que te gusta es el indie-rock americano de guitarras sucias y melodías casi tiernas y algo oscuras. Más de una vez nos acordamos de The National. Y de Ken Stringfellow, músico que el año pasado visitó con su formación The Posies algunos escenarios selectos del Jazzaldia. Los murcianos llevan unos meses gloriosos, actuando en los escenarios principales de los festivales veraniegos más relevantes. En Donostia solo confirmaron esas trazas de gran banda peninsular.

Fuera de nuestro foco quedaron otras citas muy interesantes: El vigoroso soul de Gregory Porter, el dueto transfronterizo de nuestro elegante “bluesman” Paul San Martín y el baterista francés Romain Gratalon. O el último pase de la gran dama Carla Cook. Pero, quien sabe si como a los niños que se agitaban en en escenario Heineken, el cuerpo nos pidió descanso para afrontar las potentes jornadas que nos esperan.

Jazzaldia: Que se pare el mundo

Los escoceses Belle And Sebastian ofrecieron una actuación brillante y memorable como broche final del viernes

Qué felicidad. Pura alegría. Si esto fuera un texto de móvil aquí iría un icono risueño a más no poder. Ojala me vieran mientras escribo estas líneas, con los ojos achinados de tanto sonreír. Porque el de Belle And Sebastian es probablemente el concierto más dichoso y completo (hablamos de pop) que jamás haya programado nuestro Heineken Jazzaldia. Quizás pudiera competir con aquella monada de Kings Of Convenience, pero eran otros atardeceres, otros amores, otras ensoñaciones.

Los escoceses lo bordaron, regalando sonrisas a todos los presentes. Quien abandonara la playa la noche del viernes sin una mueca radiante ya puede ir comprando un disfraz de hombre de hojalata para los próximos carnavales. Porque Elvis Costello tendrá estilazo (viejuno), pero B&S tienen un júbilo innato tremendamente contagioso.

A formación completa, con una sección de cuerda y más de diez músicos en escena, los de Glasgow ofrecieron una lista de canciones ideal para el momento festivo. Recuperaron los dos singles de su último disco, las geniales “I want the world to stop” y “I didn´t see it coming”. Mimaron a sus fans con temas como “Le pastie de la bourgeoisie” y los recuerdos de su mejor y más redondo álbum, “If you´re feeling sinister” (“Judy and the dream of horses” y su recuerdo a las víctimas del accidente de tren de Galicia, el título que da nombre al disco o “Get me away from here, I’m dying”). Con pelotazos sesenteros como “Legal man” y bastantes temas del no muy reconocido disco “Life Pursuit”. Sin olvidar las influencias del northern soul y Thin Lizzy (“I’m a cuckoo”, entonada con una chaqueta de cuadros escoceses).

Y ese cantar delicioso y cercano de Stuart Murdoch, el compositor principal de las banda. Un tipo que no duda en bajar a cantar donde el público o invitar a la gente a subir al escenario para bailar “The boy with the arab strap”. Todo sumaba para ir de salto en salto, tarareando con educación y sin molestar al compañero de playa, en una sucesión de melodías dispuestas de manera perfecta para satisfacer a seguidores y recién llegados. Un momento ideal para enamorarse, o pedir la mano de alguien entre brinco y brinco. Y recordarlo y contarlo siempre con una cara feliz.

No olvidamos los momentos previos, azuzados por el clima que hizo suspender el concierto de Nothing Places. La banda madrileña pululaba realmente triste por la zona VIP del festival. Espacio en que tuvo a bien tocar para invitados y gente de prensa cinco canciones en formato reducido, con guitarra y batería, inaugurando un “jazz club” que esperamos se repita en otras ocasiones.

Con un cantar cercano al Jero Romero de los Sunday Drivers y unas composiciones más atormentadas en sonido y letras, el joven Emilio Saiz (hijo del gran Suso Saiz) deleitó a los presentes, haciendo que olvidaran por un momento los canapés y las bebidas gratuitas. Y eso, créanme, es algo realmente milagroso.

Ya en las terrazas hubo espacio para el jazz. Entre paraguas y chubasqueros y con cierto retraso, tras las dudas organizativas. El agua, y sobre todo el viento, dejó en el aire varias actuaciones que finalmente se llevaron a cabo. De todas ellas la más bonita y emotiva fue la de Paúl San Martín. El músico donostiarra ofreció un concierto sublime al piano. Ya sé que eso suena a tostón virtuoso. Pero nada más lejos de la realidad. Porque Paul hace que el blues (su disco en solitario tira por ese camino) suene hasta atractivo. Con esa tímida simpatía que maneja, recordando a Ray Charles o haciendo instrumentales amorosas realmente bonitas.

Borja Arias Trio hizo las delicias de los amantes del jazz clásico, ofreciendo estandars de Broadway y composiciones propias de gran calidad artística. Y Eladio Díaz & Natanael Ramos Quintet demostraron un arte en el soplido realmente brillante, con aplausos para el pianista y sus paseos y mucho brío en las melodías. Y así, entre unos y otros (escoceses), la noche fue perfecta. Calándonos solo de felicidad.