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Jazzaldia: Que se pare el mundo

Los escoceses Belle And Sebastian ofrecieron una actuación brillante y memorable como broche final del viernes

Qué felicidad. Pura alegría. Si esto fuera un texto de móvil aquí iría un icono risueño a más no poder. Ojala me vieran mientras escribo estas líneas, con los ojos achinados de tanto sonreír. Porque el de Belle And Sebastian es probablemente el concierto más dichoso y completo (hablamos de pop) que jamás haya programado nuestro Heineken Jazzaldia. Quizás pudiera competir con aquella monada de Kings Of Convenience, pero eran otros atardeceres, otros amores, otras ensoñaciones.

Los escoceses lo bordaron, regalando sonrisas a todos los presentes. Quien abandonara la playa la noche del viernes sin una mueca radiante ya puede ir comprando un disfraz de hombre de hojalata para los próximos carnavales. Porque Elvis Costello tendrá estilazo (viejuno), pero B&S tienen un júbilo innato tremendamente contagioso.

A formación completa, con una sección de cuerda y más de diez músicos en escena, los de Glasgow ofrecieron una lista de canciones ideal para el momento festivo. Recuperaron los dos singles de su último disco, las geniales “I want the world to stop” y “I didn´t see it coming”. Mimaron a sus fans con temas como “Le pastie de la bourgeoisie” y los recuerdos de su mejor y más redondo álbum, “If you´re feeling sinister” (“Judy and the dream of horses” y su recuerdo a las víctimas del accidente de tren de Galicia, el título que da nombre al disco o “Get me away from here, I’m dying”). Con pelotazos sesenteros como “Legal man” y bastantes temas del no muy reconocido disco “Life Pursuit”. Sin olvidar las influencias del northern soul y Thin Lizzy (“I’m a cuckoo”, entonada con una chaqueta de cuadros escoceses).

Y ese cantar delicioso y cercano de Stuart Murdoch, el compositor principal de las banda. Un tipo que no duda en bajar a cantar donde el público o invitar a la gente a subir al escenario para bailar “The boy with the arab strap”. Todo sumaba para ir de salto en salto, tarareando con educación y sin molestar al compañero de playa, en una sucesión de melodías dispuestas de manera perfecta para satisfacer a seguidores y recién llegados. Un momento ideal para enamorarse, o pedir la mano de alguien entre brinco y brinco. Y recordarlo y contarlo siempre con una cara feliz.

No olvidamos los momentos previos, azuzados por el clima que hizo suspender el concierto de Nothing Places. La banda madrileña pululaba realmente triste por la zona VIP del festival. Espacio en que tuvo a bien tocar para invitados y gente de prensa cinco canciones en formato reducido, con guitarra y batería, inaugurando un “jazz club” que esperamos se repita en otras ocasiones.

Con un cantar cercano al Jero Romero de los Sunday Drivers y unas composiciones más atormentadas en sonido y letras, el joven Emilio Saiz (hijo del gran Suso Saiz) deleitó a los presentes, haciendo que olvidaran por un momento los canapés y las bebidas gratuitas. Y eso, créanme, es algo realmente milagroso.

Ya en las terrazas hubo espacio para el jazz. Entre paraguas y chubasqueros y con cierto retraso, tras las dudas organizativas. El agua, y sobre todo el viento, dejó en el aire varias actuaciones que finalmente se llevaron a cabo. De todas ellas la más bonita y emotiva fue la de Paúl San Martín. El músico donostiarra ofreció un concierto sublime al piano. Ya sé que eso suena a tostón virtuoso. Pero nada más lejos de la realidad. Porque Paul hace que el blues (su disco en solitario tira por ese camino) suene hasta atractivo. Con esa tímida simpatía que maneja, recordando a Ray Charles o haciendo instrumentales amorosas realmente bonitas.

Borja Arias Trio hizo las delicias de los amantes del jazz clásico, ofreciendo estandars de Broadway y composiciones propias de gran calidad artística. Y Eladio Díaz & Natanael Ramos Quintet demostraron un arte en el soplido realmente brillante, con aplausos para el pianista y sus paseos y mucho brío en las melodías. Y así, entre unos y otros (escoceses), la noche fue perfecta. Calándonos solo de felicidad.

Publicado enCríticas de conciertosReportajes

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