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Categoría: Opinión

Añadido a la entrevista de Sergio Cruzado con motivo del Homeless Festival

Por comprensibles cuestiones de extensión, la entrevista realizada a Sergio Cruzado tuvo que limar su extensión en el texto del Homeless Festival. Pero debido a su posible interés, paso a colocarlas en este «añadido».

Todos hemos tenido experiencias desagradables. Queremos pelear por una ciudad que deje hacer. Que este viva culturalmente porque cualquiera puede programar o acceder a un espacio público abierto o cerrado sin desconfianzas. La gente lleva muchos años en ventanillas donde tienes que pedir por favor que te dejen espacios que son tuyos (públicos) para hacer cosas, te ponene trabas, te ponen sus logos, te obligan a Salir en fotos, y luego, si funcionan, te las fagocitan.

Para que una ciudad este viva culturalmente tiene que tener respeto absoluto por las ideas, por la creatividad. Por sus activos culturales. Vivimos en una ciudad super autocomplaciente. Un técnico o un político va a Berlin y dice «qué bonito, qué underground, vamos a hacer lo mismo aquí». Dejan hacer graffitis unos días y  modernizan su lenguaje con unas declaraciones.

Para que esta ciudad se parezca cultural o esteticamente  a Berlin, lo primero que hay que hacer es bajar el precio de los pisos para que haya gente joven en el centro, permitir la autogestión cultural o la ocupacion, la flexibilidad en las normativas, la accesibilidad de los espacios públicos,  debería haber un espíritu crítico y una vida menos autocomplaciente por mucho que seamos los números uno en los pintxos….

Hace 20 años un concierto era algo especial y asi se vivía por el músico, el público, los tecnicos…. Era algo emocionante. No habia un circuito público.  Los músicos sabían que no se podían hacer millonarios pero tenian su minuto de gloria. Los padres no querian que sus hijos fueran músicos.

Luego todo se profesionalizó y ahora es al reves, todos los padres quieren que sus hijos sean musicos (para forrarse) y parece que si el ayuntamiento no te deja un teatro o una casa de cultura no hay un espacio digno para un concierto… Queremos recuperar ese espiritu de antes…  La arrogancia mató la industria del disco y no queremos que  acabe con el directo.

Lo de que la normativa de esta ciudad no permita la música en directo salvo en los tres cafes teatro existente y sea capital cultural  es de juzgado de guardia. Viajas a cualquier pais o ciudad del norte de Europa y hay música en directo absolutamente en todos los bares, cafes, calles peatonales, parques…. Las carreteras no estan tan bien pulidas y asfaltadas,  ni se hacen tantas casas , pero la gente es más austera, vive en alquiler, hay mas galerias de arte o comercios que son talleres creativos a pie de calle con grandes ventanales (supongo que seran mas baratos para alquilar). Y no hay cultura del pelotazo, sino cultura de verdad….

La salud de la música actual: La culpa de todo la tienes tú

Este es el contenido inicial (que ya saben ustedes que luego el tema se despista. Y si no lo saben, se lo digo yo) de la charla que dimos en la FNAC de Donostia bajo el tema de la música de hoy en día.

En una ciudad que en la actualidad está debatiendo sobre el sexo de los ángeles con motivo de su candidatura a capital Europea en el 2016, con debates de teóricos que hablan sobre términos difusos y conceptuales que confiemos se cuelen, al menos en un pequeño porcentaje, en el resultado final, creo que echarle un vistazo a los productos locales es un punto muy relevante dentro del análisis general que debe hacerse.

Es una candidatura realmente difícil. La experiencia ha demostrado que esta serie de premios plagados de subvenciones públicas de todos los colores suelen recaer en poblaciones con pobres infraestructuras. Y Donostia, siendo una pequeña capital de provincia, con un gran ombligo, pero capital de provincia, tiene bastante camino recorrido y construido en ese sentido.

Tiene un auditorio doble, tiene grandes estadios y polideportivos y una red de equipamientos culturales realmente envidiable que incluye espacios para las actuaciones, con lugares como Gazteszena, con espacio para 500 almas. A ese nivel, las necesidades parecen cubiertas. Donostia cuenta con un servicio más que correcto a nivel público.

Siempre se le pueden sugerir mejoras: La posibilidad de gestionar esos espacios públicos debe ser más sencilla. Si 3 bandas desean alquilar Gazteszena para un festival de Nu Metal folk, los gestores deben hacer su función, la de gestionar, y permitir su consecución. Dentro de unos límites cabales, los responsables de las casas de Cultura deben ser parte y no juez, filtro o peaje del camino. No están alquilando su salón, la casa es de todos.

Estos espacios públicos deben ser abiertos a todos, sin dejarse llevar por rentabilidades ni asistencias. Y dentro de esos planes abiertos, deben apoyar propuestas como el Donostikluba que hoy comienza o el siempre activo Gaztemaniak! Proyectos que jamás de los jamases deberían ser analizados por la relevancia o actualidad de su propuesta o por número de asistentes. No se les puede exigir que traigan a Arcade Fire.

Jazzaldia 2008: Homo Jazzaldius

Visera: Hasta que las pamelas de ascott no se expandan por elmundo, el usuario jazzero llevará su pelo o la ausencia del mismo libre al viento. La mayoría de los actos de la semana suelen ser a cubierto, o con el sol despidiéndose por el horizonte. Otra cosa es que la empresa publicitaria principal regale troqueladas sombras. Niños y mayores (y más mayores aún) lucirán su integradora txapela.

Aviso a principiantes: Los que llevan visera no son los regidores que, sin venir aparentemente a cuento, se ponen a aplaudir en mitad de una canción. El jazz tiene esas cosas de libre expresión en las que se apoya a una parte concreta de una canción que para usted no era nada destacable. No se preocupe, con el paso de los años y las visitas al Jazzaldia usted alcanzará el valor y el bagaje necesarios como para inaugurar dicha marea de salvas. O dejarse llevar por ella cual corriente marina de la Zurriola. Si es un recién llegado y tiene su agenda llena de actos de pago, no estaría de más que se hiciera una inmersión cultural a un nivel más adelantado y se planteara ponerse tacos de pelotari en las manos. Que aquí se aplaude a rabiar y palmas no hay más que dos. De nada.

Aviso a principiantes con niños: Por más que sea un espacio al aire libre y no haya señalizaciones que indiquen los contrario, las terrazas del Kursaal no son inmensos txiki parks con un hilo musical de calidad. Acepte con resignación que alguien, en un momento determinado del día o la noche, le indique que las series de sillas de la carpa interior no son recorridos de karts con patas, o que el Sol agudo de su enternecedor retoño no pega excesivamente con el tono grave del contrabajo, por más que el jazz ande habitualmente por parajes melódicos libertinos y poco habituales.

Gafas: Adiós las gafas inmensas. Vuelven los 80 y los armazones de cartulina, así que los músicos actuantes tocarán ante una audiencia repleta de “steviewonders” y “riskybusinesses”.

Camiseta: La oficial del evento va aumentando su popularidad según pasan los días, aunque cala más en visitantes que en locales. Entre los nuestros habrá más camisetas olímpicas que de apoyo al Tibet, y sobre todas ellas el polo que inunda nuestros paseos veraniegos. Nada de estreno, que es fácil que se nos caiga alguna gota del helado.

Pantalón: La prenda más relevante. Debe valer para el cortado de la tarde, el paseo entre pintxos (curioso, aún no hay costumbre de pagar con tarjeta en estos garitos alimentarios) y sentarse en la playa o en el pretil exterior de las terrazas de los cubos a ver los actos gratuitos. La necesidad de unir elegancia y practicidad hacen que los vaqueros se impongan a shorts y otros estilos perroflauteros. El Homo Jazzerus es más urbanita que hippie, por más que muchos conciertos se celebren en la arena.

Los poseedores de los pantalones anchos de antaño, esas prendas que debían contar con bolsillos anchos para poder meter los CDs y que ahora han quedado obsoletos por falta de uso, aprovechan las virtudes de los mismos para meter los vasos reutilizables en los que se toman sus tragos. El stand de venta de CDs ha quedado a medio camino entre la tienda de anticuario y el puesto de souvenirs.

Calzado: Pocos blannick sobre la alfombra gris del cemento donostiarra y la roja de teatros y auditorios. Debe ser una de las pocas ocasiones en la vida en la que los seguratas y picadores de entradas dejan pasar a gente con chancletas. Cuidado con los cambios de temperatura. El frescor del Kursaal choca con las calentura exterior. Y hay rumores de que si Jarrett escucha un tintinear de dientes suspende el acto ipso facto.

Gazteszena: 10 urte: Musika, dantza, antzerkia

En el décimo aniversario de la sala Gazteszena donostiarra editaron un folleto con la programación especial elaborada para dicha conmemoración, y las opiniones de gentes relacionadas con la música, el teatro y la danza.

Entre los invitados a la fiesta se encontraba el dueño de este blog. Aquí van mis respuestas a aquellas preguntas:

¿Cuál es o ha sido tu vinculación con Gazteszena?

Creo que menos poner cañas (miento, también lo hice un par de veces) he hecho de todo, y no siempre aconsejable, en dicho lugar. He asistido a conciertos, a veces como promotor, otras como periodista y hasta me subí al escenario un par de veces como actuante

¿Qué es lo que te gusta y lo que no de esta sala?

Gazteszena ha sido el antiguo centro hostelero que hacía las veces de bar de conciertos y local social. A riesgo de sonar abuelete, el trabajo o el rol que en su día abanderaban de manera espontánea el Autódromo o el posterior Zulo (curiosamente, ambos situados en Lasarte-Oria) lo realiza hoy en día la sala situada en Donostia.

Gazteszena es un espacio público porque la cultura, las propuestas alternativas, aquellas cuya calidad puede estar en la frescura y amateurismo, los conciertos con estilo propio, los poco promocionados, los distintos, los independientes, los minoritarios y, hasta que se demuestre lo contrario, los casi desconocidos y los elegantes han dejado de tener interés para el gran público.

Donostia muere en lo musical, porque a los grandes cementerios (espacios pulcros sin humos ni líquidos) le salen muchos nichos comunes, pero ningún panteón interesante.

Salvo este Gazteszena, este gran local, comuna cultural, impoluto salón de reunión al que muchas veces nos hemos acercado tras un telefonazo/mail de «Oye ¿nos subimos pal Jareño?¿Y qué hay? No sé, un concierto guiri. Venga, a en punto en La Taberna y cenamos algo»

Un recuerdo: El mejor concierto, alguna anécdota,etc…

No exactamente relacionado con el local, pero sí con el entorno. Recuerdo como programador fuimos a cenar a un restaurante cercano con un grupo de músicos vegetarianos. A la hora del segundo plato más de la mitad de ellos habían cambiado la pasta por el chuletón. Me temo que si se gira mucho por el mundo uno abraza las verduras como escapatoria del dolor de tripas.

Siempre recordaré la cita con Goodspeed You Black Emperor!, memorable en todos los sentidos. Pero el mejor concierto, por cuestiones absolutamente personales, fue el del músico nortamericano Jackdrag.

En un momento muy concreto de mi vida compositiva, cuando andaba demasiado ofuscado haciendo canciones inacabables y de mil piruetas propias de de alguien que está empezando, John Dragonetti me demostró que el camino recto es el más corto entre dos punto, que una batería grabada y una guitarra bastan para hacer melodías sencillas y directas.

PD: Y por Dios, que cambien la cerveza que venden en el bar. Hay gente que ha pasado por la barra como parte de un tratamiento para dejar el alcohol.

Bukowski CD Volumen 1

Nueva York y Barcelona, ciudades siempre exportadoras, tienen sus locales emblema, esos que aparecen el películas de culto y anuncios de multinacionales con el mismo rubor. Nuestra costera capital, pequeña y snob ella, navega como siempre entre tantas aguas que no acaba por bañarse en ninguna. Salvo honrosas excepciones, claro. Esas que cimentan la ciudades que quieren avanzar y que florecerán, a ojos del gran público, cuando ya sean historia. Dentro de 5, 10 o 40 años…

Quizás el Bukowski sea una de ellas. Acaso lo pensaba el escritor, que vivió también a medio camino entre el reniego colectivo y el salvajismo personal. Lugar de encuentro de inquietudes culturales, el local hostelero situado en la subida al barrio de Egía se fue convirtiendo, sin ruido, con sólo abrir sus puertas, en sala de proyección. Bajo su techo era usual ver a gentes que dirigían películas mudas, cantaban en inglés, hablaban en euskera o escribían sus pequeños textos periodísticos en castellano.

En el “Bukos” también recalaban las bandas noveles, por allá pasaba la ciudad más activa e impulsiva. Reuniéndose en su “sala de estar”, sobre y frente al escenario, se podía observar un barrio y una ciudad en constante regeneración.

Y por allí desfilaron todos y cada uno de los grupos que suenan en este CD. Una muestra plural y abierta, siempre con tendencia a subir el potenciómetro del Marshall, sin olvidar la provocación que los ímpetus juveniles conllevan.

Todos ellos colaboraron en crear magia donde otros únicamente ven paredes rojas. Cuantas noches que nacieron para coger una película en el videoclub de la calle Ametzagaña y acabaron en sábanas ajenas gracias a la magia del Bukowski, el Bukos y su fun-fun…

Sería hortera acabar con un “larga vida al Bukowski”, porque sabemos que ésta pende de un hilo. Además, uno de sus principales valores fue el de vivir en el anonimato y la sencillez, lejos de los carteles a color y fiestas promocionales, llegando a metas altas con actividades humildes y necesarias. Porque la inquietud, amigos, no se puede comprar.