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Gazteszena: 10 urte: Musika, dantza, antzerkia

En el décimo aniversario de la sala Gazteszena donostiarra editaron un folleto con la programación especial elaborada para dicha conmemoración, y las opiniones de gentes relacionadas con la música, el teatro y la danza.

Entre los invitados a la fiesta se encontraba el dueño de este blog. Aquí van mis respuestas a aquellas preguntas:

¿Cuál es o ha sido tu vinculación con Gazteszena?

Creo que menos poner cañas (miento, también lo hice un par de veces) he hecho de todo, y no siempre aconsejable, en dicho lugar. He asistido a conciertos, a veces como promotor, otras como periodista y hasta me subí al escenario un par de veces como actuante

¿Qué es lo que te gusta y lo que no de esta sala?

Gazteszena ha sido el antiguo centro hostelero que hacía las veces de bar de conciertos y local social. A riesgo de sonar abuelete, el trabajo o el rol que en su día abanderaban de manera espontánea el Autódromo o el posterior Zulo (curiosamente, ambos situados en Lasarte-Oria) lo realiza hoy en día la sala situada en Donostia.

Gazteszena es un espacio público porque la cultura, las propuestas alternativas, aquellas cuya calidad puede estar en la frescura y amateurismo, los conciertos con estilo propio, los poco promocionados, los distintos, los independientes, los minoritarios y, hasta que se demuestre lo contrario, los casi desconocidos y los elegantes han dejado de tener interés para el gran público.

Donostia muere en lo musical, porque a los grandes cementerios (espacios pulcros sin humos ni líquidos) le salen muchos nichos comunes, pero ningún panteón interesante.

Salvo este Gazteszena, este gran local, comuna cultural, impoluto salón de reunión al que muchas veces nos hemos acercado tras un telefonazo/mail de «Oye ¿nos subimos pal Jareño?¿Y qué hay? No sé, un concierto guiri. Venga, a en punto en La Taberna y cenamos algo»

Un recuerdo: El mejor concierto, alguna anécdota,etc…

No exactamente relacionado con el local, pero sí con el entorno. Recuerdo como programador fuimos a cenar a un restaurante cercano con un grupo de músicos vegetarianos. A la hora del segundo plato más de la mitad de ellos habían cambiado la pasta por el chuletón. Me temo que si se gira mucho por el mundo uno abraza las verduras como escapatoria del dolor de tripas.

Siempre recordaré la cita con Goodspeed You Black Emperor!, memorable en todos los sentidos. Pero el mejor concierto, por cuestiones absolutamente personales, fue el del músico nortamericano Jackdrag.

En un momento muy concreto de mi vida compositiva, cuando andaba demasiado ofuscado haciendo canciones inacabables y de mil piruetas propias de de alguien que está empezando, John Dragonetti me demostró que el camino recto es el más corto entre dos punto, que una batería grabada y una guitarra bastan para hacer melodías sencillas y directas.

PD: Y por Dios, que cambien la cerveza que venden en el bar. Hay gente que ha pasado por la barra como parte de un tratamiento para dejar el alcohol.

Publicado enOpinión

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