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Año: 2017

The Mistery Lights: hay una luz

Intérpretes: The Mistery Lights. Lugar: Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 9 de febrero. Asistencia: unas 200 personas.

Primera colaboración entre la imprescindible sala donostiarra Dabadaba (¡qué suerte tenemos en la capital, pardiez!) y el área musical de Kutxa (Kultur) con la actuación de los norteamericanos The Mistery Lights. Cuatro mocosos que si fueran de nuestra Donostia no pararían de tocarse en pelo dibujando olas en su flequillo, aterrizados en la capital para ofrecer las versión más actual del rock (garaje) de la mano del imponente sello discográfico Daptone Records. Casa de artistas como Charles Bradley o Sharon Jones. ¿Les suena, seguidores del Jazzaldia? Claro que sí. Viendo la media de edad asistente, lejos del acné y cerca de pensar en los planes de pensiones, la gente se acercó al tirón de la marca soul.

Se encontraron con algo más acelerado, más imberbe, más enérgico. The Mistery Lights se apoyan en esa vía de expresión del cabreo juvenil – vaya frase de antigualla me ha quedado-, flipan con los punteos sucios y usan el onomatopéyico “twang” de las guitarras de los 50. Una formación “tan buena como parece” (palabras de la otrora revista de referencia británica New Musical Express). Sin salir de la isla, a veces parecieron una versión actual de The Animals. O unos The Last Shadow Puppets sin la egolatría subida.

Mistery Lights tienen un disco en la calle, publicado el pasado verano. Y presentaron canciones del segundo aún inédito. Por cierto, bastante mejores estas últimas. Porque su marca es pegarle rápido a los acordes, como se hace en la música garajera y bluesera. Pero si el fondo templa su nervio uno disfruta de la fantástica voz del cantante, un hijo putativo de Van Morrison en su época más contestataria.

El concierto fue de menos a más (un clásico a la hora de hacer la lista de temas. ¿O es que acaso ustedes empiezan las comidas por el postre?) y acabó contentando al respetable con el esperado estirón – que sólo tienen un disco, repito- tirando de versiones de clásicos como MC5 y Dead Moon.

Bigott: ¡Qué felicidad!

Intérpretes: Bigott y banda, Los Hormigones. Lugar: Casa de Cultura de Intxaurrondo (Donostia). Día: 4 de febrero. Asistencia: unas 250 personas.

Pocas personas hay más felices que el zaragozano Borja Laudo, el hombre que se esconde bajo el sobrenombre de Bigott. No había más que verle antes del concierto trasteando, saludando y bailando sobre el tablado la música ambiental previa a su show. Una felicidad a la que supo sacarle partido, con su particular forma disolver cualquier atisbo de “fila vasca” (así llaman a ese hueco de varios metros entre el público y el escenario que, dicen, solo hacemos aquí).

Bigott es el Obelix del pop, la persona que se cayó en la marmita de la alegría y el desparrame verbal – hay ratos que ni se le entiende lo que dice entre canciones-, quién sabe si fruto de una excesiva vida de la que se apartó hace cinco años. Es un gustazo verle y sentir su júbilo, ese gozo que anima al más acatarrado.

Pero no le definamos como un tipo al que hay que ir a ver porque es divertido. No caigan en esa injusta simplificación. Bigott tiene temas maravillosos, pildorazos de menos de 3 minutos capaces de hacerle sombra a cualquier moda foránea. Su composición ha ido variando del pop más saltarín hacia la nueva sicodelia mundial con un acierto intachable. “Echo Valley” deja en agua de borrajas media discografía de Allah Las. “God Is Gay” demuestra que la frescura de The Pains Of Being Pure At Heart también se puede mejorar. Sin olvidar los guiños a Jesus And Mary Chain, France Gall o Velvet Underground. Y si en las versiones recupera una de The Feelies poco más se puede añadir.

Bigott vive en otro universo, sin duda. El del buen gusto y la calidad impecable. Y todo eso sin perder la sonrisa de la cara. Si no han ido a verle, háganlo cuanto antes. No se arrepentirán.

Audience: Un grupo de película

Parecía cuestión de tiempo que los “bichos raros” de Audience se decantaran por el cine. La banda de Gernika ha sido, desde sus inicios, un buen ejemplo de la rama más iconoclasta de nuestra escena. Así, tras varios discos de estudio, llego la hora de unirse al cine con la realización de las BSO de ‘Amerikanuak’ (2010, Nacho Reig) y ‘Jai Alai Blues’ (2015, Gorka Bilbao).

Mañana le pondrán música en directo a esta última en el Centro Cultural Amaia de Irún, para cerrar la gira el mes que viene en Donostia, ciudad en la que también celebrarán pronto el décimo aniversario del sello Bidehuts. Ager Isuntza, uno de los integrantes de la banda, nos cuenta más detalles de las actuaciones y los futuros pasos del grupo.

¿Cómo llegáis a las bandas sonoras?

Siempre ha habido un vínculo entre nuestra música y el cine; las canciones iniciales ya hacían referencia a ‘Paris, Texas’ (Wim Wenders) o ‘Rope’ (Alfred Hitchcock). Además, nuestra música combina lo ambiental y lo narrativo, por lo que encaja bien en este tipo de obras.

¿En qué os fijáis a la hora de componer para una película?

Hay que entender que un proyecto de este tipo no sigue un proceso ordenado. Se trabaja desde unos conceptos iniciales donde apenas hay material. Y luego de repente te llegan cientos de horas de metraje. “Jai Alai Blues” sigue el recorrido de la cesta-punta con localizaciones como Madrid, Egipto, China, Filipinas, México, Cuba o Estados Unidos. ¡imagínate todos los palos que puedes tocar desde un punto de vista musical!

Bueno, el film tiene personajes inspiradores como Angelito Ugarte.

Hay puntistas que son de película, la verdad (risas). Lo curioso es el desconocimiento general en torno a un deporte que ha tenido relevancia en otros puntos del planeta. Hay datos sorprendentes: los más de 2.000 empleados del frontón de Shanghai en 1930, los 12.000 espectadores de Miami en los 80… En ese sentido creo que “Jai Alai Blues” tiene un papel didáctico y resulta muy amena.

¿Qué tal la respuesta ante este tipo de conciertos?

La respuesta ha sido muy positiva a todos los niveles. Es un formato más exigente, planteado como un espectáculo en su conjunto. El 25 de marzo daremos, probablemente, una de las últimas funciones de este tipo en el Teatro Principal de Donostia.

¿Y después?

¡Tirando del hilo del Jai Alai Blues hemos acabado en Cuba! El nuevo disco lo grabaremos en La Habana. Vamos a aprovechar la oportunidad para tocar con músicos de allí y dar algún concierto. El álbum saldrá en otoño de este año.

Ya con los nuevos miembros de Audience, Mariana y Rubén, a pleno rendimiento.

Ambos son muy polivalentes, algo importante por los cambios de instrumentación y de registro que hacemos. La baterista Mariana ha tocado con Rubia y está en Sonic Trash. Ruben es acordeonista y también toca el piano y la guitarra.

Y el 18 de febrero os vemos en Donostia, en el aniversario de Bidehuts.

¡10 años ya! Va a ser especial tocar en la fiesta del Bukowski. Adaptaremos el repertorio para tan distinguido evento. Bidehuts la formamos los propios grupos y representa una manera alternativa de hacer las cosas, donde las actividades que realmente aportan valor en un grupo toman relevancia frente a todo lo demás.

 

Cass McCombs: Pop adulto

Intérpretes: Cass McCombs y banda. Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 30 de enero. Asistencia: lleno, unas 200 personas

Arrancaba perfecta la gira nacional de Cass McCombs, con un llenazo en la siempre bien sonorizada sala Kutxa de Tabakalera. El norteamericano presentaba su último CD ”Mangy love”, un trabajo que quedó bien plasmado en el ambiente del evento. Una atmósfera cercana al sonido habitual de las carpas del Jazzaldia, sin apenas filos rockeros, con abrazos a Lloyd Cole y el pop australiano en lo sonoro (“Robin Egg Blue”), emparentado a bandas como el Josh Rouse de los tonos tersos de los años 70 . Años que pillaron jóvenes a buena parte de los presentes en su cita donostiarra.

En el concierto de este cuarteto hubo temas largos, algún derrape de aires latinos (“Run, sister, run”) y querencia por los punteos a lo Santana. Tiempos lentos que destacan más en disco, todo hay que decirlo. Las canciones de Cass te piden una calma y una atención que se ha tornado complicada.

Pero siempre hay algo que destacar. En Donostia sonaron de maravilla ese “Brighter” que homenajean los locales Lou Topet, la preciosa “Dreams Come True Girl” y la no menos bella “Morning Star“. Del resto nos quedamos con algunos momentos abigarrados dentro de la suavidad general y la eterna destreza musical que demuestran los que vienen del otro lado del charco.

Cass McCombs: Pop adulto

Intérpretes: Cass McCombs y banda. Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 30 de enero. Asistencia: lleno, unas 200 personas

Arrancaba perfecta la gira nacional de Cass McCombs, con un llenazo en la siempre bien sonorizada sala Kutxa de Tabakalera. El norteamericano presentaba su último CD ”Mangy love”, un trabajo que quedó bien plasmado en el ambiente del evento. Una atmósfera cercana al sonido habitual de las carpas del Jazzaldia, sin apenas filos rockeros, con abrazos a Lloyd Cole y el pop australiano en lo sonoro (“Robin Egg Blue”), emparentado a bandas como el Josh Rouse de los tonos tersos de los años 70 . Años que pillaron jóvenes a buena parte de los presentes en su cita donostiarra.

En el concierto de este cuarteto hubo temas largos, algún derrape de aires latinos (“Run, sister, run”) y querencia por los punteos a lo Santana. Tiempos lentos que destacan más en disco, todo hay que decirlo. Las canciones de Cass te piden una calma y una atención que se ha tornado complicada.

Pero siempre hay algo que destacar. En Donostia sonaron de maravilla ese “Brighter” que homenajean los locales Lou Topet, la preciosa “Dreams Come True Girl” y la no menos bella “Morning Star“. Del resto nos quedamos con algunos momentos abigarrados dentro de la suavidad general y la eterna destreza musical que demuestran los que vienen del otro lado del charco.

Alondra Bentley: “Una debe ingeniárselas para materializar lo que se imagina”

La cantante se ha quitado de un plumazo su pasado tranquilo para entregar un disco más moderno y atractivo. Actúa esta noche en la sala Kutxa de Tabakalera, en Donostia.

Quiso la suerte, la casualidad, los vapores promocionales o la prolongada ausencia de las mujeres autosuficientes en el panorama creativo que en 2008 una ola de cantautoras apareciera en la escena española. Russian Red, Anni B Sweet, La Bien Querida, Zahara o la Alondra Bentley que hoy entrevistamos fueron incluidas en ese pack por su folk dulce y primigenio y un cantar tendente a la languidez.

Alondra fue de rama en rama distinguiéndose del resto hasta llegar en 2015 a publicar el CD “Resolutions”, editado como los anteriores por la discográfica Gran Derby Records. Un sello que pronto mutará su nombre a Mont Ventoux, ampliando su campo a los mundos editoriales. Así, además de editar las nuevas canciones de Elle Belga o los donostiarras AMA publicará libros como el ‘Todo tiene una historia’ de Isaac Pedrouzo.

Para este último trabajo discográfico Bentley contó con la ayuda del productor norteamericano Matthew E. White, colaborador de autores como Justin Vernon, Sharon Van Etten o the Mountain Goats y responsable del aplaudido trabajo de Natalie Prass. Juntos idearon un enfoque abierto, con querencias por clásicos como Fleetwood Mac y otros abanderados del “soft pop” de los años 70.

Mas la cosa no queda en un ejercicio de estilo a lo Josh Rouse. Alondra ha querido sonar moderna, sintética, distinta entre canciones, encantadora cuando toca y experimental si así se lo pide el cuerpo. Hace unos años habría sido imposible escuchar un arranque como el del tema “Pegasus”, con esas voces invertidas como epicentro de la canción.

Pasamos el foco a la autora para que nos cuente cómo se produjo el encuentro transoceánico, sus amores sonoros, las peleas diarias para poder seguir haciendo música y las particularidades de la cita donostiarra, ciudad a la que regresa tras dos años de ausencia.

Confiesa, ¿cuántos jamones hay que mandarle a Matthew E. White para que te produzca un álbum?

Te reirás pero le compré jamón ibérico cuando vino a tocar a Madrid. Me dijo que nunca lo había probado y no lo dudé, igual fue por eso por lo que me produjo el disco. Nos conocimos en Ourense, donde compartimos cartel. El tema del colaborar entre nosotros salió en la cena entre jarretes y pulpo. Fue encantador, estuvimos hablando durante horas. Encontramos que teníamos un montón de cosas en común.

Todas bien ocultas en tu pasado más folk.

Hay muchos sonidos con los que me identifico y me gustaría explorar en el futuro. Pero yo no habría sabido hacer este disco sin Matthew. Tiene una sensibilidad artística enorme, hizo mucho hincapié en que las canciones debían plasmar a lo que yo tenía en la cabeza en ese momento, dejando de lado mi anterior sonido.

Xabier Montoia: Un alma libre

Xabier Montoia es uno de esos artistas que si no existieran nos los tendríamos que inventar. Un autor que hace lo que le place en todo momento (ahí están sus dos discos en quince años para demostrarlo). Un compositor que se deja llevar por sus instintos. Ese eterno amateur con una sólida base creativa, literaria y emocional que sabe diluir su arte en la frescura de sus conciertos. Un “crooner” que a veces pasa del micrófono. Narrador que siempre prefiere expresar y transmitir frente a (y esto es uno de los mayores halagos de este texto) alcanzar la excelencia en los videojuegos de karaoke. Un alma libre, un pájaro que migra donde se lo pida el corazón, el azar o el deseo.

Quizás por eso aceptó el convite de Izar & Star, la propuesta vizcaína que invita/incita a autores de nuestra tierra a reinterpretar las canciones de sus autores favoritos, con el explícito nombre de “No English, Please”. Que no es otra cosa que defender esos grandes temas cantados en idiomas distintos al inglés.

El primer pase de “No English, Please” se celebró hace un mes en la capital bilbaína y el pasado sábado aterrizó en una sala Kutxa de Tabakalera bien adaptada para la ocasión. Varias filas de sillas colocadas en la zona delantera daban asiento al espectro más adulto del respetable, mientras los más jóvenes se repartían la zona del fondo. Tener una carrera musical de 30 años en activo hace que debas tener en cuenta, en cuestiones de prolongada verticalidad, a tus seguidores iniciales y a los recién llegados.

Bien acompañado por su socio habitual, el experimentado y experimental Ibon Rodríguez, y la chelista Itziar Lertxundi (una de las primeras intérpretes que hemos visto silbar siguiendo las notas de la partitura), Montoia arrancó divertido con “El cantante” de Ruben Blades (“Yo soy el cantante
que hoy han venido a escuchar / lo mejor del repertorio a ustedes voy a brindar”) para más tarde atacar temas en alemán (“Die Moritat von Mackie Messe” de Bertolt Brecht), una balada galega, el “Que Reste-T-il De Nos Amours” de Charles Trenet, la influyente – en sus carnes- “Você É Linda“ de Caetano Veloso, ese “Mercé” de Maria del Mar Bonet con aires de Velvet Underground o el “Lembra-me um sonho lindo” del portugués Fausto.

Acertó el escénicamente esquivo Xabier Montoia a intercalar temas propios en el listado general. Así nos pudimos dar cuenta de la belleza de “Gezurren bat”, “Ilargipean”, “Zugan gogoa”, “Fede apurra” o esa oda a las penas y los vinos que es “Botilarena”. Y el futuro viene halagüeño, con canciones como esa maravillosa tonada sin título (¿”Zutaz oroi”?) que pudimos escuchar el pasado sábado. El disco completo se anuncia para este año recién inaugurado. Esperemos que su publicación nos permita ver más a menudo a este gran autor vasco, un libertino creador totalmente inspirador.