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Bigott: ¡Qué felicidad!

Intérpretes: Bigott y banda, Los Hormigones. Lugar: Casa de Cultura de Intxaurrondo (Donostia). Día: 4 de febrero. Asistencia: unas 250 personas.

Pocas personas hay más felices que el zaragozano Borja Laudo, el hombre que se esconde bajo el sobrenombre de Bigott. No había más que verle antes del concierto trasteando, saludando y bailando sobre el tablado la música ambiental previa a su show. Una felicidad a la que supo sacarle partido, con su particular forma disolver cualquier atisbo de “fila vasca” (así llaman a ese hueco de varios metros entre el público y el escenario que, dicen, solo hacemos aquí).

Bigott es el Obelix del pop, la persona que se cayó en la marmita de la alegría y el desparrame verbal – hay ratos que ni se le entiende lo que dice entre canciones-, quién sabe si fruto de una excesiva vida de la que se apartó hace cinco años. Es un gustazo verle y sentir su júbilo, ese gozo que anima al más acatarrado.

Pero no le definamos como un tipo al que hay que ir a ver porque es divertido. No caigan en esa injusta simplificación. Bigott tiene temas maravillosos, pildorazos de menos de 3 minutos capaces de hacerle sombra a cualquier moda foránea. Su composición ha ido variando del pop más saltarín hacia la nueva sicodelia mundial con un acierto intachable. “Echo Valley” deja en agua de borrajas media discografía de Allah Las. “God Is Gay” demuestra que la frescura de The Pains Of Being Pure At Heart también se puede mejorar. Sin olvidar los guiños a Jesus And Mary Chain, France Gall o Velvet Underground. Y si en las versiones recupera una de The Feelies poco más se puede añadir.

Bigott vive en otro universo, sin duda. El del buen gusto y la calidad impecable. Y todo eso sin perder la sonrisa de la cara. Si no han ido a verle, háganlo cuanto antes. No se arrepentirán.

Publicado enCríticas de conciertos

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