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Mes: febrero 2017

Mourn: ¡Vivan los 90!

Jazz Rodriguez, (guitarra, voz), Carla Perez (guitarra, voz) Antonio Postius (batería) y Leia Rodriguez (bajo). Día:18 de febrero. Lugar: Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Asistencia: unas 50 personas.

Arrancaron el concierto en círculo, dándole la espalda al público, arremolinados alrededor del batería. Tienen apenas veinte años, aunque los últimos cinco los han pasado tocando. En Donostia, por ejemplo, lo hicieron en el Festival Kutxa Kultur Festibala 2015. Y sorprendieron a todos. ¿Por la edad?¿Por la calidad de sus canciones? Probablemente por todo ello.

Fue una pena que a buena parte de aquellos cientos de asistentes a la festivalera cita donostiarra le saliera el pasado sábado un plan mejor. Se perdieron un gran concierto de estos catalanes. Los shows bajo techo elevan la permeabilidad de los presentes en estos sonidos fieros pero melódicos, heredados del rock indie noventero: Sleater Skinny, Sonic Youth, Throwing Muses y esas formaciones que aunaban el ruido guitarrero y la melodía como pocas. Normal que la discográfica estadounidense Captured Tracks les haya echado el guante. Aunque ese hecho, litigio editorial con el anterior sello mediante, les haya impedido editar su segundo disco (“Ha, Ha, He”) en España.

Mourn son alumnos aventajados de esa escuela. Siempre con acordes poco académicos y jugando con las voces principales en tonos que a veces andan cerca de desgañitarse. Tuvieron tiempo para la ironía (“tenemos discos a la venta. Son de importación, que es más guay”) mientras se apuntaban al carro de tocar 45 minutos e irse a casa. Luego hubo un bis, pero se lo perdonamos porque estrenaron una canción nueva de categoría.

Biznaga: viejas maneras

Intérpretes: Álvaro (voz,guitarra), Jorge (bajo), Pablo (guitarra), Milky (batería). Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 17 de febrero. Asistencia: unas 150 personas.

No hay más que verles en las fotos de promo sobre un fondo de descampados y vías de tren. Los madrileños Biznaga buscan recuperar la dureza de antaño también en la imagen pública. Y en las letras, ardientes y afiladas, críticas con lo que les rodea, bien chilladas por su voz principal. Y cómo no, en las músicas, con ese piñón de eje punk y derivaciones hacia el rock más duro (en su caso, en temas como “jóvenes ocultos” o “cult de sac”). Despistando el micro en directo cuando el guitarrazo lo pide. ¿Les suena? Exacto, como el “rock de gaztetxe” de los años 80 en nuestra tierra. No lo decimos con afán “fotocopista” ni menospreciando el gran trabajo de esta banda. Pero fue imposible no acordarse de tantos y tantos grupos vascos de aquellos años.

Es normal. El rock punkarra – algo menor en ímpetu y adherencia cuando suena en sitios de acústica perfecta como el Kutxa Kultur donostiarra – de estos cuatro madrileños se maneja como la seda sobre canciones directas y concisas. Solo en “Una ciudad cualquiera” parecieron cambiar un poco de chaqueta y abrazar prendas más cercanas a los Rolling Stones y el glam, una puerta a gentes menos implicadas en el barrizal de los garitos.

Y a los 50 minutos de empezar, “agur”, luces generales y a casa. En la salida escuchamos al batería hablando con unos fans. “Pasamos de hacer bises, preferimos ir a piñon, directos”, decía. No podemos estar más de acuerdo. Irán al famoso festival norteamericano SWSX este año, y actitud no les falta. Porque estas biznagas pinchan, y esperemos lo sigan haciendo durante mucho tiempo.

Luma: ahora conviven los ritmos oscuros y viscerales anteriores con nuevos colores que nos hemos encontrado

El dúo donostiarra presenta esta noche su nuevo disco en la sala Kutxa Kultur Kluba de Donostia.

Adrian Viñas (voz y guitarra) y Xabier Abel (bateria) se bastan y se sobran para crear canciones. Nacieron fieros con “Club EP” (2016). Un estreno discográfico que les abrió las puertas del proyecto Kutxa Kultur Musika, la rama cultural banquera que apoya a los grupos musicales guipuzcoanos. Ellos encantados, claro. “Seguir formando parte de la residencia Kutxa Kultur es un lujo. Hemos sacado muchas cosas gratificantes de esta relación. Y cuando nos toque irnos de Tabakalera lo haremos con mas ganas de trabajar que cuando entramos”.

Ahora retornan con la segunda referencia, “Airwalk”, la cual presentan hoy en Donostia y que ya se puede escuchar en la web lumaduo.bandcamp.com. Publicado el día de los enamorados (14 de febrero), los dos amigos han aprovechado mejor en esta ocasión las virtudes de los estudios de grabación. En palabras de la banda, “creemos que hemos abierto el espectro sonoro. No sabemos cómo etiquetarnos. Pero podemos decir que ahora conviven los ritmos oscuros y viscerales anteriores con nuevos colores que nos hemos encontrado por el camino”.

Pongamos ejemplos, que clarifican las ideas. Luma tira de nervio en “Players”. Mantienen el cabreo “grunge” a lo Sonic Youth (“Trampantage”) y giran hacia la tenebrosidad de Mark Lanegan (“Denboraren”) o los guitarrazos emocionantes (“Sparkle, Sparkle”). Con espacio para el rock bailongo (“Borne”). Un disco que pronto alzará su vuelo hacia escenarios de renombre situados en Biarritz, Madrid, Zaragoza, Bilbao, Lugo y Oviedo.

Luma: nuevas generaciones

Intérpretes: Adrián Viñas (batería) y Xabier Abel (guitarra, voz). Lugar: Sala Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 16 de febrero. Asistencia. Unas 150 personas.

Lo sé. El término que hemos empleado en el titular está totalmente devaluado. No hay más que ver los miembros que bajo esa definición se reúnen como representantes de la “sangre fresca” de los partidos políticos. Gentes cuarentonas con jersey de pico y demasiado bien peinados casi siempre. Afortunadamente, en lo musical corremos más suerte. Y las edades van parejas con las etiquetas. El mejor ejemplo está la cantera local, con bandas tan fabulosas como los donostiarras Luma, quienes anoche presentaban su impecable nuevo CD “Airwalk”.

Dos chavales impactantes, sinvergüenzas en el mejor sentido. Con un futuro casi aún mejor que su presente. Y “jóvenes y guapos”, como decía una asistente ayer. Demonios, poco que objetar a todas esas variables frescas y refrescantes. Y eso que aún no hemos apuntado que el dueto de veinteañeros lo hace de perlas.

No podemos negar que el partido es difícil. Hay poca gente sobre el escenario. Se puede pensar que, tires por donde tires, el tema puede no dar juego. Pero a Luma no los vas a cazar en ese cepo. Ellos hacen rock, un estilo que sobrevive a flashes y modas populares. Aunque su muestra sea más sonora que visual, siempre contenida en este último campo.

El grupo ofrece más garra (“grunge” en este caso) que en sus discos. Y, sutilmente, el batería acaba llevándose el foco de atención. Saben tirar para el blues o el rock más movido. Y les mencionaremos a “Nirvana” e igual nos miran con cara de dejarnos el asiento del autobús. Aunque tengamos razón en el parecido global.

También saben que tocar cuarenta minutos, pasando de versiones y huyendo de los bises, es la mejor manera de dejar un fantástico sabor de boca (como ayer) y emplazar a quien lo desee a la próxima cita en un sitio más lúgubre, más cercano y más sudoroso. El espacio natural del rock, sea cual sea su añada y localización.

The Mistery Lights: hay una luz

Intérpretes: The Mistery Lights. Lugar: Kutxa Kultur Kluba (Donostia). Día: 9 de febrero. Asistencia: unas 200 personas.

Primera colaboración entre la imprescindible sala donostiarra Dabadaba (¡qué suerte tenemos en la capital, pardiez!) y el área musical de Kutxa (Kultur) con la actuación de los norteamericanos The Mistery Lights. Cuatro mocosos que si fueran de nuestra Donostia no pararían de tocarse en pelo dibujando olas en su flequillo, aterrizados en la capital para ofrecer las versión más actual del rock (garaje) de la mano del imponente sello discográfico Daptone Records. Casa de artistas como Charles Bradley o Sharon Jones. ¿Les suena, seguidores del Jazzaldia? Claro que sí. Viendo la media de edad asistente, lejos del acné y cerca de pensar en los planes de pensiones, la gente se acercó al tirón de la marca soul.

Se encontraron con algo más acelerado, más imberbe, más enérgico. The Mistery Lights se apoyan en esa vía de expresión del cabreo juvenil – vaya frase de antigualla me ha quedado-, flipan con los punteos sucios y usan el onomatopéyico “twang” de las guitarras de los 50. Una formación “tan buena como parece” (palabras de la otrora revista de referencia británica New Musical Express). Sin salir de la isla, a veces parecieron una versión actual de The Animals. O unos The Last Shadow Puppets sin la egolatría subida.

Mistery Lights tienen un disco en la calle, publicado el pasado verano. Y presentaron canciones del segundo aún inédito. Por cierto, bastante mejores estas últimas. Porque su marca es pegarle rápido a los acordes, como se hace en la música garajera y bluesera. Pero si el fondo templa su nervio uno disfruta de la fantástica voz del cantante, un hijo putativo de Van Morrison en su época más contestataria.

El concierto fue de menos a más (un clásico a la hora de hacer la lista de temas. ¿O es que acaso ustedes empiezan las comidas por el postre?) y acabó contentando al respetable con el esperado estirón – que sólo tienen un disco, repito- tirando de versiones de clásicos como MC5 y Dead Moon.

Bigott: ¡Qué felicidad!

Intérpretes: Bigott y banda, Los Hormigones. Lugar: Casa de Cultura de Intxaurrondo (Donostia). Día: 4 de febrero. Asistencia: unas 250 personas.

Pocas personas hay más felices que el zaragozano Borja Laudo, el hombre que se esconde bajo el sobrenombre de Bigott. No había más que verle antes del concierto trasteando, saludando y bailando sobre el tablado la música ambiental previa a su show. Una felicidad a la que supo sacarle partido, con su particular forma disolver cualquier atisbo de “fila vasca” (así llaman a ese hueco de varios metros entre el público y el escenario que, dicen, solo hacemos aquí).

Bigott es el Obelix del pop, la persona que se cayó en la marmita de la alegría y el desparrame verbal – hay ratos que ni se le entiende lo que dice entre canciones-, quién sabe si fruto de una excesiva vida de la que se apartó hace cinco años. Es un gustazo verle y sentir su júbilo, ese gozo que anima al más acatarrado.

Pero no le definamos como un tipo al que hay que ir a ver porque es divertido. No caigan en esa injusta simplificación. Bigott tiene temas maravillosos, pildorazos de menos de 3 minutos capaces de hacerle sombra a cualquier moda foránea. Su composición ha ido variando del pop más saltarín hacia la nueva sicodelia mundial con un acierto intachable. “Echo Valley” deja en agua de borrajas media discografía de Allah Las. “God Is Gay” demuestra que la frescura de The Pains Of Being Pure At Heart también se puede mejorar. Sin olvidar los guiños a Jesus And Mary Chain, France Gall o Velvet Underground. Y si en las versiones recupera una de The Feelies poco más se puede añadir.

Bigott vive en otro universo, sin duda. El del buen gusto y la calidad impecable. Y todo eso sin perder la sonrisa de la cara. Si no han ido a verle, háganlo cuanto antes. No se arrepentirán.

Audience: Un grupo de película

Parecía cuestión de tiempo que los “bichos raros” de Audience se decantaran por el cine. La banda de Gernika ha sido, desde sus inicios, un buen ejemplo de la rama más iconoclasta de nuestra escena. Así, tras varios discos de estudio, llego la hora de unirse al cine con la realización de las BSO de ‘Amerikanuak’ (2010, Nacho Reig) y ‘Jai Alai Blues’ (2015, Gorka Bilbao).

Mañana le pondrán música en directo a esta última en el Centro Cultural Amaia de Irún, para cerrar la gira el mes que viene en Donostia, ciudad en la que también celebrarán pronto el décimo aniversario del sello Bidehuts. Ager Isuntza, uno de los integrantes de la banda, nos cuenta más detalles de las actuaciones y los futuros pasos del grupo.

¿Cómo llegáis a las bandas sonoras?

Siempre ha habido un vínculo entre nuestra música y el cine; las canciones iniciales ya hacían referencia a ‘Paris, Texas’ (Wim Wenders) o ‘Rope’ (Alfred Hitchcock). Además, nuestra música combina lo ambiental y lo narrativo, por lo que encaja bien en este tipo de obras.

¿En qué os fijáis a la hora de componer para una película?

Hay que entender que un proyecto de este tipo no sigue un proceso ordenado. Se trabaja desde unos conceptos iniciales donde apenas hay material. Y luego de repente te llegan cientos de horas de metraje. “Jai Alai Blues” sigue el recorrido de la cesta-punta con localizaciones como Madrid, Egipto, China, Filipinas, México, Cuba o Estados Unidos. ¡imagínate todos los palos que puedes tocar desde un punto de vista musical!

Bueno, el film tiene personajes inspiradores como Angelito Ugarte.

Hay puntistas que son de película, la verdad (risas). Lo curioso es el desconocimiento general en torno a un deporte que ha tenido relevancia en otros puntos del planeta. Hay datos sorprendentes: los más de 2.000 empleados del frontón de Shanghai en 1930, los 12.000 espectadores de Miami en los 80… En ese sentido creo que “Jai Alai Blues” tiene un papel didáctico y resulta muy amena.

¿Qué tal la respuesta ante este tipo de conciertos?

La respuesta ha sido muy positiva a todos los niveles. Es un formato más exigente, planteado como un espectáculo en su conjunto. El 25 de marzo daremos, probablemente, una de las últimas funciones de este tipo en el Teatro Principal de Donostia.

¿Y después?

¡Tirando del hilo del Jai Alai Blues hemos acabado en Cuba! El nuevo disco lo grabaremos en La Habana. Vamos a aprovechar la oportunidad para tocar con músicos de allí y dar algún concierto. El álbum saldrá en otoño de este año.

Ya con los nuevos miembros de Audience, Mariana y Rubén, a pleno rendimiento.

Ambos son muy polivalentes, algo importante por los cambios de instrumentación y de registro que hacemos. La baterista Mariana ha tocado con Rubia y está en Sonic Trash. Ruben es acordeonista y también toca el piano y la guitarra.

Y el 18 de febrero os vemos en Donostia, en el aniversario de Bidehuts.

¡10 años ya! Va a ser especial tocar en la fiesta del Bukowski. Adaptaremos el repertorio para tan distinguido evento. Bidehuts la formamos los propios grupos y representa una manera alternativa de hacer las cosas, donde las actividades que realmente aportan valor en un grupo toman relevancia frente a todo lo demás.