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Jazzaldia: Paz, amor y sirimiri

La fantástica actuación de Elvis Costello y The Imposters cerró una jornada que consiguió esquivar la lluvia
 
“Y Costello, el rey de la América”, le cantaban como homenaje los chicos de The Pogues en su archifamoso tema “Fiesta”. Y mucho de eso hubo en la actuación del segundo Elvis más famoso de la historia. Un hombre que ha conseguido ser una etiqueta propia en las tiendas de discos (que aún quedan abiertas), consiguiendo tocar mil y un palos musicales en unas creaciones que solo podían venir con su firma. Pero cada cosa a su tiempo, porque hubo bastantes cosas interesantes en la zona gratuita delJazzaldia. Por ejemplo, la actuación de Belako.

Los de Mungia no se arrugaron ante la apuesta ni frente los 4500 espectadores presentes. Son el hype del momento, la primera banda vasca que tocaba en el Escenario Heineken en un horario tan relevante. Quizás ese honor le tuvo que haber correspondido en su día a Delorean, pero de hipótesis no viven los festivales.

Belako ofrece una insultante y contagiosa energía juvenil, lo que les hace construir canciones muy diversas. Dos chicas y dos chicos que le pegan al rollo new wave, con momentos bastante punks cuando ellas tomaban el micro y un final de concierto muy discotequero que apunta al futuro con mucha esperanza.
Sin abandonar los aciertos locales, guiamos nuestros pasos al Escenario Único/ Coca Cola. Allá se plantaron los pinchadiscos y voceras hiphoperos del Gallinero All Stars.en lo que fue su tercera actuación del cartel, dado que a la tarde habían realizado dos pases en la zona del Naútico. No les se notó el exceso de actividad

Como suele ser normal en este tipo de eventos, la función comenzó con una sesión de música pinchada para caldear el ambiente y animar a un personal que, dada su juventud, pasó de sentarse en las sillas allá plantadas y corrió a apelotonarse en la primera fila.

Los sonidos derrocharon estilo, abandonando el habitual ritmo machacón del rap norteamericano para abrazar una finura más afrancesada (por definirlo de alguna manera, no me peguen los puristas), potenciando el lado danzarín y clásico en este estilo, Sonaron tonadas de aires neoyorquinos noventeros o basadas en el digitalismo de finales de los setenta. Ese estilo que ahora vuelve con fuerza gracias a la recuperación de la obra de Giorgio Moroder.

Y tras la atractiva introducción llegó la hora de la no menos chula sección rapeada. Afortunadamente alejados del machismo USA en estas lides, el par de raperos donostiarras ofreció mucho arte en los fraseos y gran ingenio en las canciones, demostrando muchas tablas hasta cuando tenían pequeños errores a la hora de lanzar sus grabaciones. Los presentes aplaudieron su versión-homenaje del Stayin Alive de los Bee Gees, retitulada “Sobreviviré”

Y quién también parecía sobrevivir era el zarauztarra Makala, muy presente en la plancha de eventos del jueves. Nosotros le cazamos con banda, antes de su momento DJ en la zona del puerto. La Makala Jazz Funk Band sonó vibrante y abrasiva en la mejor de las acepciones de la palabra. El autor guipuzcoano decidió alejarse del micro durante buena parte el concierto, ofreciendo el cuarteto ejecutante una contagiosa sucesión de pegadizas melodías que a veces se relajaban con acierto. Como acertada fue la aportación de Ohian Lopetegi, la voz femenina que subió al escenario.

No Güeif Quartet cerraba la oferta llena de gente nacida por nuestras tierras, El cuarteto de Musikene defendió las músicas contemporáneas que dan nombre al festival, Mostraron maestría y aires refrescantes como los del patrocinador que daba nombre a su tablado, el Escenario Frigo. Un momento distendido perfecto antes de atacar el torbellino de la noche, Mr Elvis Costello y sus Imposters. Una pena que no nos visitara con su Spinning Wheel Tour, la gira en la que los espectadores y el azar determinan las canciones a interpretar. Pero entendemos los rigores horarios y masivos de un festival tan popular.

Sin la masificación inaugural de la actuación de Jamie Cullum, pero con una asistencia más que importante, cifrada por los promotores en unas diez mil personas, el británico tuvo un arranque imparable. Sin apenas relajo fueron sonando “I can’t stand up”, “High fidelity”, “Radio radio” o la sensacional “American gangster time”, mientras el publico miraba el sirimiri que se colaba en las imágenes que emitía la pantalla gigante del escenario Heineken.

Los espectadores, con un ojo puesto en la actuación y otro en la parranda, rezaban para que las cuatro gotas ocasionales no afectaran al magnífico espectáculo de electricidad ejecutante y emocional que estaban viendo. Cualquiera diría que a Costello (y a sus socios, que comparten quinta de mili) le quedan meses para cumplir los sesenta años.

La lista de canciones se tranquilizó en su zona media, sección en la que destacaremos las interpretaciones de “Shipbuilding” y la eterna “She”. La primera fue el detallazo del festival. Con la sola compañía de un piano, el autor dedicó la composición a todas las víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela ocurrido la víspera. Chapeau, Elvis.

Y tras el paseo relativamente más calmado y la dedicatoria a su esposa Diana Krall, quien el domingo actúa en nuestro festival, llegó la tempestad final. “Red Shoes”, el homenaje a Prince y su magnífico “Purple Rain” y la ejecución de “Peace, Love and Understanding”, obra de otro elegante gafapasta, Nick Lowe. Un broche final perfecto para noventa minutos de genialidad creativa. Y las nubes nos dieron un respiro. Esperamos que la bonanza climática se mantenga el resto de días festivaleros.

Publicado enCríticas de conciertosReportajes

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