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Año: 2010

The Posies: Torbellino Católico

Empecemos quitando el susto a los lectores y la pistola a los siempre ingeniosos comentaristas de la versión web de este artículo: La religión a la que hacemos referencia no es la que tiene al Padre Jony como número 1 de ventas, sino ‘A Catholic Education’, el disco con el que la banda escocesa Teenage Fanclub debutó.

Un álbum que la noche del pasado domingo sonó como un torbellino en el Guardetxea donostiarra por obra y gracia de otra formación musical, The Posies. Una idea cuando menos extraña -tocar un disco entero de otra banda-, pero que resultó todo un acierto.

Los norteamericanos, comandados por los espectaculares Jon Auer y Ken Stringfellow a la guitarra y voz, insuflaron vida a un trabajo que el paso de los años no ha sentado del todo bien. Es el de Teenage Fanclub eso que se conoce como ‘un vinilo inicial’: Temas geniales se acompañaban de cierta aureola grunge solo apta para seguidores irredentos.

Era aquella educación católica una piedra inaugural de una carrera que tendría peldaños posteriores mucho más gozosos como ‘Bandwagonesque’ o ‘Grand Prix’. Once canciones que, ahora revisitadas por la banda de Seattle, sonaron plenas de energía, concreción y potencia en un recinto que se adaptó como un guante, otorgando una segunda juventud al ya veinteañero disco.

Claro que hay que tener el nivel estratosférico de The Posies para resucitar cualquier quincalla sonora. En sus manos, hasta un disco de Mari Trini puede ser considerado piedra filosofal del power pop. Así, elevaron temas ya de por sí gloriosos (‘Everything flows’, ‘Every picture I paint’, ‘Everything´s fool’, ‘Too involved’) y abrillantaron otras piedras hasta hacernos creer que eran diamantes (‘Heavy Metal’, ‘Dont need a drum’). Los Posies tuvieron tiempo para recuperar trallazos melódicos propios (‘Solar Sister’) y presentar temas nuevos que ahora mismo están grabando en el sur de España.

La velada comenzó con el pop cafetero (regaló magdalenas y cafés, además de cartones para puntuar sus temas) del donostiarra Giorgio Bassmatti. Un concierto que se celebró en el exterior hasta que apareció la lluvia. Los navarros Muy Fellini sonaron mil veces mejor que en disco. Y los franceses Cheap Star presentaron la inspiración afrancesada de unas canciones que colgaban de árboles maestros como Big Star, The Byrds o los propios Posies.

Publicado en El Diario Vasco

Festival Olearso: El ritmo de la playa

foto: Aitor Higuera (flickr)Tras un coqueto pero exitoso debut en el año 2008, el festival Olearso -según sus organizadores, la denominación original de la bahía bidasotarra- volvía a celebrarse en la costera villa de Hondarribia. Y retornaba con una programación eminentemente rockera, buen espejo de lo que siempre ha gustado a los musiqueros jóvenes de aquella zona.

Ya desde su arranque, bandas realmente impactantes como Estricalla (la formación hardcore de Fernando Sapo, el conocido cantante de Kuraia), los donostiarras Surfin Kaos y su rock and roll añejo o los enérgicos beratarras Sexty Sexers demostraron la buena cantera de nuestra región.

Pero la carpa y sus asistentes contaban los minutos para ver al gigantón de Badalona. Loquillo era el plato fuerte de la noche, si nos atenemos al nombre y al número de espectadores presentes. De un negro riguroso que en el bis se convirtió en lentejuelas, la noche arrancó con los temas trogloditas ‘Rock and roll actitud’ y ‘El Hijo de nadie’. Toda una declaración de intenciones que se extendería a lo largo de los 90 minutos de actuación.

Aunque le guste mezclar la electrónica en temas que beben directamente del ‘Héroes’ de David Bowie (‘Arte y ensayo’), su propuesta suele tender a la declamación guitarrera, a los largos mensajes de rebeldía y personalidad que a veces buscan ser coreables (‘Memoria de jóvenes airados’) y otras directamente hard-rockeros (‘Rock Suave’) o de herencia Who (‘Carne para Linda’).

El casi donostiarra (vive buena parte del año en la capital guipuzcoana) tuvo el detalle de dedicar su famoso ‘Voy de negro’ al bar Mendi Café Rock de Lasarte, en cuyo letrero externo reza la leyenda ‘Sede Oficial de Loquillo y los Trogloditas’. Y hubo ración justa y comedida de clásicos. Salvo la flojilla ‘El Rompeolas’, todos fueron tan precisos como coreados: ‘El Cadillac’ que cerró la actuación, ‘El Ritmo del garaje’…

Las cuerdas eléctricas y vocales le ganan la partida al resto de instrumentistas, tanto en fondo como en forma. Al teclista se le notó más en la pantalla adyacente al escenario que por los altavoces. Algo normal si a tu lado tienes a dos rasgadores tremebundos como el donostiarra Jaime Stinus y su socio Igor Pascual. Y un faro oscuro y elevado en la mitad de todos ellos.

El estiloso y clásico rock nacional dejó paso al totem actual de la música vasca, los navarros Berri Txarrak, quienes rejuvenecieron la media de edad de los oyentes y demostraron por qué son, sin lugar a dudas, la banda contundente con más proyección fuera de nuestro territorio.

No hay estilo o subapartado colérico y acelerado que no se pueda emplear para definirles. Pero, a diferencia del resto de formaciones de piñón fijo, que no sueltan la etiqueta ni tras el centrifugado, el trío llena el escenario demostrando una amplitud de miras y un gusto musical absolutamente alucinante, construyendo estructuras tan libertinas como atractivas. Todo ello acompañado de una gran voz, la de Gorka Urbizu, que consigue alzarse siempre sobre las tormentas sonoras.

Munlet, Olimpic, Mendetz: Los 80

Si el pasado viernes alguien llega a despertar de un coma en la sala Gazteszena después de haberse pasado 20 años postrado en el limbo, hubiera ido a la barra a pedir con total naturalidad un Tab. A su lado vería chicas con minifaldas de cuero, como Ana Obregón en una peli de Fernando Colomo. Las músicas de fondo no le devolverían a la realidad, porque en la velada asistimos – especialmente en el caso de Mendetz- a una revisita de los primeros 80.

Los vascos Munlet son los únicos que se salvaron de la quema. Punks de vieja escuela, rockeros de esencia impactante. Que se apoyen (cada vez menos) en las máquinas o lo hagan sobre cañas de bambú es secundario. Lo suyo es tan brillante que solo nos queda apoyarnos en la barra y ver como va subiendo la espuma.

Olimpic llegaban con la etiqueta del Getxo Sound. Un término que en su caso les emparenta con el grupo We Are Stardard. Claro que tener el espejo tan cerca en el tiempo invita a fijarse en los granos: A ratos Delorean, a ratos The Cure, a ratos el post-punk británico y oscuro de hace décadas. Demasiados lapsos ya pateados para no jugar a las similitudes mientras los escuchas.

Mendetz llegaban con el halo de grupo rompepistas. Pero lo único que cayó al suelo hecho añicos fueron nuestras ilusiones. ¿Donde quedó aquella banda que hace dos años nos maravilló en idéntico escenario? Anteayer parecían – a los sonidos me refiero- Bananarama o Tears for Fears en su versión más sintética, la banda sonora de ‘Cazafantasmas’ o la sintonía de ‘McGyver’. Tras esa primera parte, la energía empezó a levantarse, pero la fiesta posterior del Festival de Cine y Derechos Humanos se les echó encima, teniendo que recortar su set y dejando en el tintero lo más impactante de su repertorio. Pues ya ves.

The Posies: Educación Católica

La banda norteamericana, aún triste por la muerte de Alex Chilton, vuelve este domingo a Donostia para interpretar uno de sus discos favoritos (“A Catholic Education” de sus colegas Teenage Fanclub) y presentar sus nuevas canciones.

Contactamos con Ken Stringfellow en su guarida parisina. La mitad creativa de The Posies (la otra le corresponde a Jon Auer) presenta esta gira como un acto de justicia.

La idea de recrear “A Catholic Education” vino del sello español Houston Party, y nos encantó. A nosotros, y a los homenajeados. ¡Querían venir a tocar con nosotros! Además, tiene cierto sentido que vayamos a tocar estas canciones. Nuestros primeros conciertos en este país fueron con Teenage Fanclub, allá por 1993. Recuerdo que nos llevó una semana comprender lo que nos decían. Madre mía, vaya acento que manejan en Glasgow.”

Un poco de historia

Hace ahora 20 años Teenage Fanclub se lanzó al ruedo con “A Catholic Education”, un disco popero y ruidista: Salvo el tema “Everything flows”, que aún interpretan en directo, las melodías que más tarde se convertirán en santo y seña de la formación británica aún se escondían entre las marañas de guitarras.

Curiosamente, el álbum se editó en Estados Unidos antes que en Europa. Algo normal si Kurt Cobain (Nirvana) te invitaba a girar con ellos. En Julio de 1992 ambas formaciones pisaban La Casilla (Bilbao), en un concierto que se recordará por el bis destroy del trío de Seattle, la historieta hospitalaria de Courtney Love y el maravilloso concierto de aquellos cuatro melenudos que salieron de teloneros.

La furgoneta de melodías

No se quien metió el CD en nuestra furgoneta, pero no salió de ella en 3 años. Sonó miles de veces. Creo que “A Catholic” fue un debut muy excitante, un buen ejemplo de todo lo que vendría después. Me encanta esa mezcla de crudeza sonora y la gloriosa herencia de The Byrds/Big Star. Mi tema favorito es “Every Picture I Paint”. Lo adoro.”

Una fiesta de fans

La gira que ahora recala en Donostia hace realidad el sueño de muchos músicos y seguidores: que un grupo con prestigio y calidad contrastada toque en directo, entero y siguiendo la secuencia original, el álbum ajeno que más le ha marcado. Los de Seattle prometen mantener el espíritu original del debut de los escoceses.

Nuevas canciones

El último lanzamiento de The Posies, “Every Kind Of Light”, salió en 2005. Desde entonces han venido a tocar de mil y un formas diferentes: En acústico, como banda, recreando uno de sus propios trabajos (“Frosting on The Beater”) o como miembros de otras formaciones (Ken toca con The Disciplines).

Pero los fans pueden estar tranquilos. Este año publican nuevo CD. Lo grabarán en España al acabar esta gira. Acaban de estrenar dos nuevas canciones – ‘Plastic Paperbacks’ y ‘The Glitter Prize’- en la radio norteamericana www.kexp.org. Y las tocarán este domingo.

Un sentido homenaje

La agenda de Ken Stringfellow y Jon Auer solía guardar fechas para el recientemente desaparecido Alex Chilton. Ambos eran, desde 1993, miembros de su formación en directo. Lo seguirían siendo si un ataque al corazón no se hubiera llevado al líder de Big Star un par de días antes de su concierto en el festival norteamericano SXSW.

Los músicos restantes aprovecharon la fecha en el evento para montar un sentido homenaje, con Sondre Lerche, Mike Mills (REM), M. Ward, Evan Dando o Chuck Prophet como invitados.

Ken no responde a nuestra pregunta sobre Chilton. Pasapalabra. El silencio nos invita a pensar que sigue afectado. Aunque sí nos cuenta el homenaje en ciernes. “Tocaremos el último concierto que teníamos contratado cuando Alex murió. Será el 15 de mayo en Memphis, su residencia durante muchos años. En la sala donde Big Star grabó su álbum «Nobody Can Dance». Con un montón de invitados locales e internacionales.”

Estrellas emergentes

El cartel donostiarra se completa con gentes que ya saben, salvo el local Giorgio Bassmatti, lo que es trabajar con The Posies. Los franceses Cheap Star son vecinos de Ken en París.

El dúo les produjo su debut “Speaking like an Elephant”. “Un tandem delicioso. Uno te ayuda con los coros, otro te da más libertad”, nos cuentan las estrellas baratas desde Francia. El resultado es espectacular, una mezcla de folk USA, la música soft de los 70, el college rock de REM o Guided By Voices.

Muy Fellini trabajó con Jon Auer cuando sus miembros formaban parte del combo pamplonica Half Foot Outside. “The Posies es nuestra banda favorita de todos los tiempos y es un honor poder tener tan buena relación con todos ellos. Somos seguidores suyos desde hace casi 20 años y ha sido realmente un placer trabajar con Auer y publicar un 10 pulgadas con Stringfellow.”

Surfer Blood: «Astro Coast»

Surfer Blood.
Astro Coast
Houston Party records

Igual que nos ocurrió con el debut del grupo “Girls”, en el pistoletazo inicial de esta banda hay espacio para todo: gemas pop sublimes (‘Floating Vibes’) y mucho relleno digno de la fiesta de cumpleaños de Weezer, MGMT, Killers, Pavement y cualquier combo africanista. Como recopilatorio de lo que pasa hoy en día no está nada mal.

Gora Gora Kids: “Uaouh, Miau & Yeah! Vol.1”

GORA GORA KIDS
“Uaouh, Miau & Yeah! Vol.1”
Myspace.com/goragorakids

Desvergonzado debut de estos vascos sin pelos en la lengua (cantan en 4 idiomas) ni arpegios en los trastes: se tiran por el garaje roquero y el punk, le dedican un tema al naturalista David Attenborough y adaptan el “Under My Thumb” de los Stones. Levanten sus vasos prestos para el tarareo: Mañana actúan en el Bukowski donostiarra.

Soldadito rockero

El plato fuerte del festival itinerante Kultur trajo a la explanada exterior de Ficoba las actuaciones de La Cabra Mecánica y Fito & Fitipaldis.

Las chivas de Miguel Angel Hernando ‘Lichis’ andan despidiéndose de los escenarios tras 15 años de vida creativa. Hasta que llegue el portazo final, sus integrantes seguirán haciendo de sus actuaciones una buena parranda. O ‘Del mundo una verbena’, como cantan en su tema ‘La fábula del Hombre Lobo y la Mujer Pantera’.

Su menú presenta rock a lo Rodriguez (o Barricada cuando se pone áspero), rumbita latina, gotas del Bob Dylan más animado y las cadencias de Manu Chao. Con una divertida cuenta atrás que homenajeaba a la estrella de la noche se despidieron de Irun, y quien sabe si de Gipuzkoa entera.

Tras ellos llegó el vendaval bilbaíno: Tras una entradilla de dibujos animados, Fito y los suyos pisaron el escenario disparando buena parte de su artillería pesada: ‘Antes de que cuente diez’, ‘Un buen castigo’, ‘Sabes que soñaré’, ‘Por la boca vive el pez’ o ese ‘Viene y va’ cuyo saxo nos recordaba los mejores surcos de Bruce Springsteen.

Es una obviedad destacar a la banda que acompaña al bilbaíno, aunque el guitarrista Carlos Raya y el teclista Joserra Senperena merezcan estar un peldaño por encima del resto. Todos juntos alejan de un plumazo la idea de homogeneidad de las canciones de Fito, haciendo que las dos horas y media de concierto se pasen en un periquete. Los músicos – y un trabajo escénico espectacular que sabe huir de artificios- saben conjugar unos temas más pausados a lo Dire Straits (‘Me equivocaría otra vez’) con los mil y un ejemplos que nos ha dejado el rock, el blues y el r&b más clásico, auténticos cimientos de la oferta Fitipaldi.

[El autor de la foto es El Humilde Fotero del Pánico]

Bear in Heaven: Bendita psicodelia.

Interpretes: Prim Lane, Bear In Heaven. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 14 de abril del 2010. Asistentes: unas 250 personas.

Autor: El Humilde Fotero del Pánico

El cielo. Ese estado mental de sonrisa perenne al que los sicodélicos decían viajar ligeros de ropajes y sin moverse del sitio, montados en el bus de las sustancias psicoactivas, allá por los años 60-70 del siglo pasado. Un espacio en el que las arpas de los angelitos se habían cambiado por sitares hindús. Y ninguna canción era lo suficientemente larga ni progresiva como para tener que sacrificarla hasta que no hubieran transcurrido, qué se yo, unos 10 minutos.

De aquella época quedaron muchos grupos interesantes y más de un cerebelo triturado: Grateful Dead, The Doors. Y el podio de todos los cajones: Pink Floyd. Quien estuviera entrado en años seguro que se acordó de ellos – y de más de una historieta juvenil- el pasado miércoles en Donostia, con motivo de la actuación de los norteamericanos Bear in Heaven.

Porque, y más en sus discos, el ahora trío neoyorquino elabora sus composiciones bajo esa nueva suerte de sicodelia digital que han popularizado otros compatriotas suyos, Animal Collective: sonidos analógicos, mucha programación y voces etéreas repletas de efectos de sonido. Claro que, aburridos como estamos de que el árbol madre ofrezca frutos casi clónicos al original, la visita de estos osos celestiales fue casi angelical. Para elevar el alma y los pies del suelo. Atendiendo a ingredientes estrictamente musicales, por supuesto.

En su debut europeo sobre un escenario potenciaron las virtudes que mostraba su último CD “Beast Rest Forth Mouth”. Un buen trabajo que intuía más que ofrecía, una colección de temas bien vaporosos y entonados melódicamente a la manera de Perry Farell (Jane´s Addiction).

Pero si te plantas con un batería que toca como el ególatra de Metallica y le enchufas a tu equipo el par de pilas que te dejaste apagadas cuando grabaste el disco, la cosa mejora hasta convertirlo en el concierto más sorprendente que han visto nuestros ojos este 2010. La vitalidad, energía y la calidad de las canciones nos hizo sentirnos como el Buzz Lightyear de Toy Story: gritando para nuestros adentros aquello de “Hasta el infinito y más allá”.

Y casi conseguimos que nos llevaran al final del horizonte. Pero la banda fue víctima de la vida moderna y, tras acabar con la lista de canciones que cabían en sus aparatos electrónicos, tuvieron que volver a salir al escenario. Primero para disculparse por no tener más temas preparados. Y después, tras el griterío popular, para que la gente les hiciera darse cuenta de que hay casos en los que es mejor escuchar una canción ya interpretada a no escuchar nada. Por mí, y mira que odio eso de repetir temas, como si lo llegan tocar todo entero de nuevo. Y otra vez. Y otra. Como en un mantra. Sicodélico, claro.

[Artículo original ideado para el medio en cuestión , y que luego debió adaptarse y recortarse por problemas de espacio. La Foto es del Humilde Fotero del Pánico]